¡Buenos días, "el dispreciau"!
“¿Que con los judíos hacen jabones y botones?, pero cómo te lo puedes creer”, dice el personaje de Roberto Benigni a su hijo en la película La vida es bella. Porque efectivamente suena a chiste macabro que los nazis llegaran a hacer eso con los hebreos en los campos de exterminio.
Tampoco es fácil de creer que los asirios despellajaran vivos a sus enemigos y que colgaran las pieles a la entrada de las ciudades conquistadas. Pero la Historia está hecha de brutalidades que a nuestros civilizados oídos suena a increíble. Y sin embargo…
Nuestros civilizados ojos han visto en el siglo XX el hongo gigantesco de Hiroshima y Nagasaki o las pilas de calaveras del régimen de Pol Pot en Camboya.
Nos negamos a calibrar, en cambio, la magnitud de la tragedia del aborto: Más de mil millones de víctimas inocentes se ha llevado por delante desde que se aprobaron las primeras leyes (Reino Unido, 1967 y EEUU, 1974). Quizá porque nos hemos acostumbrado, quizá porque es un crimen que ni se ve ni se oye…
Y que se agazapa detrás de algo tan aparentemente inocente como las vacunas que ponemos a nuestros hijos. Como revelamos en Actuall, algunas de las vacunas, como la de la varicela, la hepatitis A o la triple vírica, se han fabricado con células de fetos abortados.
Imagínate. La triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) –esa que figura en el calendario de vacunación y que ponemos a nuestros hijos a los 12 meses y a los 4 años-.
Lo terrible es que fue la industria farmacéutica la que, en algunos casos, demandó abortos provocados para obtener de sus células las vacunas. Lo cual supone dos cosas éticamente reprobables: matar a un ser humano y hacerlo además con vistas a su uso farmacéutico. Es decir, destruir vidas por un lado, y cosificar a la persona con fines industriales, por otro.
No estamos lejos de las más terribles distopías literarias, como las que describe la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
El informe que ha preparado Nicolás Cárdenas, redactor jefe de Actuall, explica con detalle esta especie de holocausto con bata blanca, que por ser invisible a nuestros ojos, resulta doblemente insidioso. Las mamás que llevan a sus hijos a que les pongan la vacuna del sarampión o la rubeola no están viendo ni cámaras de gas, ni pilas de cadáveres amontonados. Pero detrás de ese gesto tan rutinario y hasta tierno –preocuparse por la salud del retoño, cumpliendo con el calendario de vacunación- se esconde el horror de la industria del aborto.
El reportaje que publicaremos el lunes próximo incluye las alternativas éticas a esas vacunas, es decir otras que no proceden de células de fetos abortados, una información que conviene saber y que no vas a encontrar en ningún otro medio de comunicación. Te lo adelanto el reportaje en exclusiva, como suscriptor de Actuall.
Te sorprenderá que nadie te haya contado todo esto hasta ahora, y que no se hable de ello en televisión o en prensa. Ya te puedes imaginar por qué. Tiene que ver con dos cosas: la indiferencia de una sociedad adormecida ante el drama del aborto, y también el juego de intereses económicos creados.
En nuestro caso, prima la búsqueda de la verdad y el respeto hacia nuestros lectores. Y también la denuncia de esa forma de esclavitud que es el aborto y los siniestros negocios que la rodean. Y por eso te contamos lo que nadie cuenta.
Gracias por tu confianza.
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¡Hasta el sábado que viene!
Alfonso Basallo y la Redacción de Actuall.
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