domingo, 31 de octubre de 2010

EL DÍA DESPUÉS...

el dispreciau dice: no he hallado reflexiones mediáticas apropiadas. Los medios periodísticos andan muy faltos de ideas por estos días y horas, ya que sorpresivamente han perdido el foco de todas sus histerias... como siempre se ven noticieros donde se gastan "horas" hablando estupideces que deben llenar espacios a como sea. Indudablemente Kichner despertaba pasiones encontradas, en esencia concentradas en su estilo atípico, sin embargo su etapa de Presidente ha dejado huellas que no serán borradas ya que se han impreso en el aire de la historia, y ello no es una metáfora... este hombre pateó el tablero y más allá de que nos guste o no su estilo, indudablemente hizo lo que entendió prudente y en su momento logró un quiebre, un antes y un después en la historia de un país golpeado hasta el hartazgo por frívolos, mentirosos y traidores a la patria, con y sin forma de fantasma. Dicho quiebre, ha dado lugar a un nuevo escenario que la Presidente sucesora deberá asumir con sus sapiencias, y no le será fácil, aunque justo es reconocer que por sus capacidades tampoco le será esquiva ni tampoco demasiado difícil. Sin lugar a dudas hay variables que no dependen directamente de ella, sindicalismo, empresas, corporaciones, siempre atentas a depredar lo que encuentran... Aquí, así como la política con Kichner cambió de rumbo para no regresar nunca más al pasado propuesto por los impresentables de siempre (le guste a quien le guste, o mejor aún, nos guste a quien nos guste), abrió una puerta a una nueva dimensión en el vínculo con el estado (más ausente que presente), un escenario que repele las inconsistencias, los personalismos, las impericias y esas tan conocidas negligencias de al que "tenga dólares le quitaremos hasta la casa...", y así fue, a la sociedad se le quedaron hasta con la ilusiones, dándole a cambio bonos sin valor y un montón de frustraciones. De allí que los noventa hayan arrasado con la Argentina, envuelta en soberbios sin luz alguna, ninguna para interpretar el avance de las pobrezas que ellos mismos fabricaron con forma de "manzaneras" subsidiadas en la ignorancia de la pobreza... Lo demás, no existe, como tampoco lo hacen las falsas alianzas para enfrentar un poder con estilo propio. Por otra parte, los argentinos sabemos mucho de alianzas que pisan en falso, desde Frondizi y hasta el drama del 2001, sin omitir que el poder castrense que exterminó las ideas dejando vivas a las ideologías de la conveniencia, también tejía alianzas con una institución que sí sabe de tejidos, mucho más de mentiras, la propia iglesia. Cristina Fernández tiene en su mano abrir una nueva puerta... una nueva hacia un sindicalismo distinto, esencial para los tiempos venir. La CGT no logra divisar el cambio de escenario porque está atada a principios que han sido consumidos sin que nadie de dicho campo se diese cuenta, quizás por conveniencia, mucho más por ignorancias y soberbias, propias y asesoradas... otra nueva hacia la seguridad y la justicia, que demandan cambios a favor del derecho ciudadano antes que al derecho humano de aquellos que vejan la vida del prójimo sin poder se inculpados... y una más hacia un orden social que reclama un equilibrio justo, equitativo, donde el reparto no se produzca al estilo del campo del 2008, donde pocos se llevan mucho a cambio de no pagar nada a nadie, o bien donde algunos oportunistas hacen fortuna para luego ganarse "gratis" una diputación cuando en su espacio, el propio, son impresentables. Kichner supo diferenciarse de sus antecesores, incluyendo en ellos al propio Perón... Cristina Fernández supo hacerlo en el Congreso en su rol de Senadora, pero no pudo encontrarle el agujero al mate durante su gestión como Presidente, quizás porque los desajustes arreciaron como nunca y resolver en medio de la tormenta nunca fue fácil... sin embargo, a pesar de ser un crítico extremo de su gestión (lo soy), veo la necesidad de darle la derecha, porque en verdad detrás de ella no hay nada, nada con capacidad, nada libre de soberbias y necedades, nada libre de espíritus depredatorios, nada a favor de la sociedad argentina y mucho menos de la patria... se equivocan los fantasmas cuando pretenden regresar a imponer sus falacias y sus zozobras... la sociedad ya no les dará espacio, ni aún triunfando en elecciones en algún sector. El otro que ha creado un estilo diferenciador es Scioli y justo es reconocérselo. No puede hacer pié porque Buenos Aires es un caos heredado que pocos quieren ver y muchos menos reconocer... pero ahora es ahora, y las puertas que conducen a la Argentina del mañana, reclaman sensatez y sentido común a ultranza. La política argentina no se precia por equilibrada, tampoco es acompañada por las corporaciones de medios que lavan dineros sucios por un lado y hacen culto al viejo sistema del campo por el otro... donde las empresas están acostumbradas a atropellar sin piedad, empresas no pymes (a pesar que también las hay)... En dicho paisaje hay algunos que no desentonan, caso de Binner y hasta el propio Reutemann, agua y aceite, moderados por esencia. El resto del país es una sumatoria de frustraciones con depredadores a la cabeza, personas que pretenden apropiarse de todo a como sea, porque en el fondo saben bien que a diferencia de Kichner, en el otro lado, el de los espíritus, tampoco los quieren, esperándoles el peor de los infiernos, el que ellos mismos supieron fabricarle al país y sus gentes. En este punto, el día después de un país diferente... Cristina Fernández tiene la palabra y en sus capacidades el futuro azul y blanco, ojalá encuentre la huella y no se defraude a sí misma, si ello no sucede Argentina habrá recuperado los cien años que una sarta de sátrapas con forma de políticos le robaron a su sociedad. No quiero cerrar esta reflexión, sin hacer una mención preferencial a Raúl Alfonsín, otro atropellado por la historia que supo ganarse un lugar a puro pulmón... no tengo dudas que tanto él como Kichner, tienen un sitial de oro en la historia de las generaciones por venir... los demás, sus contemporáneos... al no tener vergüenza, tampoco tendrán lugar destacado en la historia. Octubre 31, 2010.-

dejo constancia de mi condición de socialista frustrado por no haber podido encontrar, vida mediante, un nicho apropiado para poder construir espacio político propio... sí lo hice en otros medios y de allí que me considere hecho. Considero que de los años vividos, la peor etapa fue la de los años noventa y ello lo llevo estampado en mis células...

sábado, 30 de octubre de 2010

UNA NUEVA ERA - La Argentina y la guerra monetaria - lanacion.com

La Argentina y la guerra monetaria
Los riesgos de una inflación descontrolada han sido claramente señalados por el economista Nouriel Roubini

Sábado 30 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


La recuperación económica en los Estados Unidos, así como en Europa y Japón, dista mucho de mostrar la vitalidad que parecía insinuarse un año atrás. El desempleo continúa siendo elevado a pesar de todos los esfuerzos realizados por los gobiernos, con enorme sacrificio fiscal. Parecería que ha sido superado el riesgo de una recaída, pero continúan siendo imprecisos el tiempo y la forma que demandará una recuperación más franca. Los llamados países emergentes en general han superado mejor la crisis, en tanto China y la India siguen liderando las estadísticas de crecimiento.

La intensa utilización de instrumentos fiscales para evitar la profundización de la crisis ha dejado una huella que condiciona las opciones de política económica en los países desarrollados. No es ahora posible insistir en aportes gubernamentales a entidades financieras ni tampoco encarar programas de inversión pública o aumentar el empleo estatal. Antes bien, urge reducir los enormes desequilibrios fiscales para evitar caer en el default de las ya abultadas deudas públicas. En eso están empeñados prácticamente todos los gobiernos europeos y, particularmente, debido a los conflictos políticos provocados, los de Grecia, España, Portugal, Irlanda, Gran Bretaña y Francia. El desafío es doble: deben remontarse no sólo las condiciones negativas de la crisis sino además compensar el impacto recesivo del ajuste fiscal. Ese desafío lleva necesariamente al empleo con fines expansivos de las políticas monetaria y cambiaria, y eso es lo que se está observando actualmente en el mundo.

La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) está llevando adelante una política de expansión monetaria claramente relajada. Ha recurrido a la reducción de la tasa de interés, a la vez que ha incrementado los niveles de emisión mediante la compra de bonos del Tesoro y de títulos hipotecarios. Por su lado, el propio Tesoro de ese país hace lo suyo. Días atrás vendió bonos protegidos contra la inflación (TIPS) a cinco años por 10.000 millones de dólares, con una rentabilidad negativa por primera vez, en una subasta. El objetivo prioritario es la creación de empleo y el impulso a la reactivación. Mientras los precios muestren una acentuada estabilidad, el temor de una mayor inflación no parece ser una cuestión para el presidente de la Fed, Ben Bernanke. Por lo contrario, el propósito implícito, aunque no declarado, es aumentar la tasa de inflación para reducir el costo de la financiación en términos reales. Probablemente, estos objetivos convergen con los del presidente Barak Obama frente al desafío de una elección legislativa.

Para el resto del mundo, la incidencia más notable de esta política es la devaluación del dólar frente a las otras monedas. Esto aumenta la competitividad de los Estados Unidos e impulsa su economía real, pero afecta en sentido inverso a todos aquellos países que no acompañan esa devaluación y ven así revaluarse sus monedas. Esto impacta tanto en la zona del euro como en Japón, que justamente necesitarían impulsar sus exportaciones. Y también alcanza a países emergentes, como nuestros vecinos Brasil y Chile, entre otros. El ministro de Hacienda del Brasil, Guido Mantega, calificó esta situación como una "guerra de monedas".

Los intentos de evitar la revaluación de las propias monedas se enfrentan a la presión del notable flujo de capitales de corto plazo que ingresan buscando salir del dólar para ganar más altos intereses. La introducción de impuestos al ingreso de capitales y otras regulaciones ha sido hasta ahora escasamente efectiva. Muchos países se están perjudicando por esa guerra que, en rigor, debería tener un destinatario principal: China. Sin embargo, este país ha sido hasta ahora extremadamente reluctante a revaluar su moneda, el yuan, y sigue acumulando reservas y un inmenso superávit comercial. La reciente reunión de ministros de Economía del G-20 ha intentado establecer un acuerdo global para impedir una carrera devaluatoria o medidas proteccionistas, que no harían más que multiplicar los daños.

La Argentina ha optado por sostener la cotización del peso frente al dólar en valores nominales apreciablemente fijos, con la meta de una leve devaluación nominal, muy inferior a nuestra tasa de inflación verdadera. Frente al notable ingreso de divisas, esto ha requerido que el Banco Central compre reservas con la contrapartida de una importante emisión monetaria. Esta emisión se suma a la necesaria para cubrir el déficit financiero del Tesoro nacional y es causa de inflación.

Los riesgos de una inflación descontrolada han sido claramente señalados por el prestigioso economista Nouriel Roubini en su reciente visita a nuestro país. Para paliar el efecto inflacionario, el Banco Central ha tenido que absorber pesos del sistema, colocando e incrementando el stock de letras remuneradas. Finalmente, sin lograr neutralizar el efecto inflacionario ni tampoco evitar la revaluación real del peso, el Banco Central debe ahora enfrentar un significativo gasto cuasifiscal. La guerra de monedas, así como la situación general del mundo exterior, se filtra en nuestra vida diaria aunque muchas veces se pretenda exponer políticas de autodeterminación y suficiencia que no son más que utopías.
La Argentina y la guerra monetaria - lanacion.com

el dispreciau dice: y el mundo enfrenta una nueva era... Estados Unidos de Norteamérica se está consumiendo a sí mismo... al igual que China (esa que en occidente no se quiere ver ni entender)... al igual que Rusia, que sigue en su proceso de desintegración, apenas disimulado por la actividad nociva de sus mafias... al igual que la Europa dominada por conceptos medievales que no la dejan ver que el concierto que cursa lleva a la mayor de las calamidades... queda el mundo musulmán, la África arrasada, la América Latina corroída y también, de alguna forma, arrasada. El mundo musulmán, desconocido en occidente, desconocido en sus principios y en sus criterios, crece y se va perfilando como un heredero cierto ante tantos desatinos. Se veía ya en los ochenta, se definió en los noventa y hoy es una realidad ignorada en occidente, un lugar donde la sociedad está atropellada por inconsistencias desde los medios y desde la política. La deuda social creada por los mecanismos políticos en occidente es monumental, de una magnitud imposible de ocultar, de un grado de calamidad reprochable hasta el fin de los tiempos. Las monedas en este concierto son lo de menos. Los negocios en este concierto son lo de menos. No tiene importancia el valor del petróleo ni tampoco el del oro... NO, en un mundo donde se sacrifica el valor cultural de las personas por el sólo hecho de intentar salvar economías perimidas y conceptos personalísimos, mucho más perimidos aún. NO, en un mundo donde todo es descartable según las conveniencias de unos pocos oportunistas... NO, en un mundo donde a la gente se le está quitando su cobertura más preciada, la salud pública... NO, en un mundo donde casi no queda trabajo digno ya que aquello que provee alimentos es hoy una mentira más de grandes corporaciones que no ven más allá de sus narices, con gestiones aberrantes y de vergüenza plena. En este mundo donde Estados Unidos de Norteamérica y sus socios pretenden imponer un nuevo Fondo Monetario Internacional, no se quiere entender que le era de los esclavos humanos ha concluído y no regresará... tampoco se quiere entender que no hay más lugar para conflicto "inventado" alguno... tampoco se quiere entender que el mundo humano debe ser rediseñado a efectos de burlar la extinción, un hecho bien tangible que está allí, a la vuelta de la esquina... no tiene importancia el espacio ignoto, tampoco las zanahorias de un mañana inexistente, menos el lavado de dineros de un narcotráfico que ya no guarda otro sentido que no sea el de salvar lo insalvable, empresas y corporaciones que se vienen mintiendo desde hace cincuenta años, a mansalva. Esto no da para más, es inaceptable lo que proponen aquellos países que occidente compra y vende según la pobre visión de medios oportunistas, incapaces de interpretar la realidad que proponen las bambalinas. Los periodistas del mundo amarillista no tienen capacidad para ver la China que no se muestra, el descalabro de la sociedad americana inducido por su propio desgobierno, la desintegración de la sociedad europea que se está viendo avasallada por las incapacidades de una clase política francamente despreciable. Estamos ante una nueva era. ¿Qué será de ella?... no es fácil saberlo, menos intuirlo, sin embargo una cosa es cierta, la humanidad enfrenta su propia extinción de la mano de las negligencias que sustentan el poder. Octubre 30, 2010.-

UN ESPÍRITU Y UN ALMA: DOS PRESIDENTES


"Es la foto que define este momento"
Victor Bugge, fotógrafo de la Casa de Gobierno, explica lo que le generó esta imagen que recorre el mundo; cuenta que la cámara lo "protege" del dolor

Viernes 29 de octubre de 2010 | 13:43 (actualizado a las 14:20)

NOTA original:
"Es la foto que define este momento" - lanacion.com

el dispreciau dice: indudablemente una fotografía incunable, propia de manuales y libros de historia. Dos Presidentes en una misma sala, en soledad, recorriendo sus momentos, sus circunstancias. ¿Antología?... quizás. Posiblemente nunca más se repita que haya dos Presidentes, matrimonio, compartiendo el instante. Néstor Kichner se lleva un antecedente de oro, que lo destaca y lo define, no sabía jugar al golf, tampoco al truco, no al tenis, ni siquiera a la bolita... hechos menores que sí han caracterizado a la década infame y sus inmediatas consecuencias convergentes en un fatal 2001, su crisis, y una nueva consecuencia que creó un nuevo fantasma, que ya había pululado durante los noventa. Este Presidente, el que ya es espíritu, era pura actividad y más allá de las coincidencias y las disidencias de ideas, el pragma lo deja bien parado ante el estrado de la historia, muy bien parado porque aportó escenario para los jóvenes, que hoy por hoy ya es lo único que tiene importancia ya que el país será heredado por ellos. Su esposa, otra Presidente, tiene más habilidades, más dones y más inteligencia que aquel que se ha ido, tampoco le falta carisma, sí procede (al menos parece) dejándose llevar por ciertas conductas que no son fáciles de definir, pero ella es pura alma, se nota en sus ojos. Una vez más, tenemos diferencias ideológicas (no tanto) y de ideas (procederes), pero en verdad la gestión define perfiles y eso es respetable y entendible, quien está allí se debe a sus zapatos y a sus circunstancias. Espero que este drama se transforme en motor de talentos (que los tiene de sobra) y despierte a una nueva política, aquella que nació de la mano del que ya es espíritu. Ya que el sacrificio está en marcha, Argentina lo merece, mucho más su gente, ni que hablar su juventud, nuestros hijos, nuestros nietos. El espíritu que flota, ha creado un novedoso peronismo K, al tiempo que ha enterrado el falso justicialismo, ese que venía desde los setenta. Podrá gustar, podrá no gustar pero el peronismo de los noventa y el otro, el federal, son dos mentiras que enseñan la impresentabilidad de lo frívolo... el resto de la clase política es impresentable, salvo honrosas excepciones. El país necesita de planificación, de diseño, de concertación, y le doy una vez más la derecha a la Señora Presidente... "no hay con quién hablar"... realmente no lo hay. De allí la importancia de los jóvenes de cualquier índole y factor y sus potenciales contribuciones a un país cierto, vivible. Los viejos, los que nos estamos yendo, los que ya tenemos nuestras vidas transitadas, mejor o peor, queremos ver a los que nos siguen con las suficientes certezas como sostener en alto la celeste y blanca. Nuestra historia lo merece. Nuestro mañana, el suyo, también. Octubre 30, 2010.-

viernes, 29 de octubre de 2010

de dolores y alegrías - Dr. Hugo Osvaldo García

el dispreciau dice: un amigo con el que hemos compartido labores, alegrías, tristezas, traiciones, pero esencialmente con quien me une una profunda amistad desde siempre, de esas donde los puentes no se rompen por nada, ha tenido la deferencia de compartir esta reflexión. Un pensamiento que nos caracterizó en nuestra participación en los ámbitos de la salud, en el sindicalismo de las prestaciones, y hasta en la política. Su texto:


KIRCHNER : DOLOR Y ALEGRÍA

Ha muerto Kirchner. Néstor para el Pueblo. El ciclo biológico se ha cumplido. Final.

Y entre ambos tèrminos- dolor y alegría-, que a primera vista resultan contradictorios, está la Vida misma. La que termina y la que empieza. El Llanto y la Esperanza. El No estar y el Vamos a Ser, porque Somos.

Las acciones através de los tiempos se traducen en Historia. Kirchner, Néstor para el Pueblo, ha entrado en ella por la puerta grande, la que recuerda, la que no olvida, la que lucha, la que construye.

Y el dolor que significa su pérdida física queda atrás de la alegría al ver a cientos de miles: mujeres, hombres, ancianos y escencialmente jóvenes que agradecen, que siguen.

Se apagó una vela pero queda la llama de la búsqueda de verdad, justicia, equidad e inclusión que reconforta los corazones de los más humildes que son los más ricos en esperanzas.

El camino, al decir del poeta, se hace camino al andar.

Vendrán los que querrán apoderarse de nuestras ilusiones y de nuestras conquistas. Querrán robarnos el derecho genuino de ser felices en un país para todos. No podrán. Somos más y mejores.

En respeto a la memoria de Kirchner, Néstor para el Pueblo, recordamos aquí la cita de Don Arturo Jauretche: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.”

Dolor y Alegría.
Dr. Hugo Osvaldo García
Buenos Aires
29-10-2010.
[Año del Bicentenario de Mayo]

MORIR EN LA TRINCHERA - Gestos que perfilan el futuro del Gobierno - lanacion.com

[I]
Los dramáticos minutos finales en la sala de shock
La Presidenta entró con Kirchner y no le soltó la mano durante la hora en que los médicos intentaron reanimarlo; "no me dejes", le decía, llorando

Viernes 29 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa
Mariana Verón
Enviada especial



Los dramáticos minutos finales en la sala de shock
Velas en honor a Kirchner en El Calafate. Ver mas fotos


EL CALAFATE.- Lo tuvo entre sus brazos. No quiso que se le escaparan los últimos minutos de vida sin su presencia. El ya no pudo sentir su mano. Ella nunca lo dejó de tocar. Lo acariciaba. Con una mano agarrada a la de él, con la otra en el pelo, la frente, la cara. Y se le fue. Así, en sus brazos.

Durante 50 minutos, con el esfuerzo físico de los médicos volcados sobre el cuerpo de Néstor Kirchner para reanimarlo, fue la Presidenta la que estuvo a su lado en aquella sala de emergencias en la que la vida de su esposo se esfumó para siempre.

No podía hablar. Apenas balbuceaba. "No me dejes. Vas a poder", le decía Cristina hundida en un llanto, con la espalda encorvada sobre el cuerpo inmóvil que yacía sobre la camilla especial preparada para los auxilios respiratorios.

Frente a ella, Kirchner se desmayó en la casa, y frente a ella se murió. Fue en el shockroom de seis metros por ocho, rodeada por 12 médicos, dos cardiólogos y cuatro terapistas. Le inyectaban drogas, le bombeaban su corazón manualmente. Nada.

El médico presidencial Benito González asistía al plantel del hospital José Formenti, el único asistente de la Unidad Médica Presidente que estaba con el matrimonio en el descanso de unos días que pensaban pasar en esta villa turística hasta que los golpeó la desgracia.

Cristina Kirchner se subió a la ambulancia que trasladó al ex presidente de la casona presidencial al hospital, pegada al lado de Kirchner.

Viajó con él, con sus manos agarradas a las de su esposo. Dos médicos la acompañaban en la parte trasera con las primeras tareas de reanimación.

Al llegar, la Presidenta bajó corriendo detrás de la camilla y se metió en la sala de emergencias. Nadie se animó a insinuar que no estuviera allí, rodeada de médicos, cables, aparatos. Nadie se animó a interrumpir la escena de profundo dolor en la que vieron a la jefa del Estado.
Congoja

Cuando la ciudad comenzaba otra vez a volver a la calma, ayer en el hospital que vio irse al ex presidente todo era recuerdo y congoja. Uno de los médicos que estuvieron en el momento del ataque que sufrió Kirchner contó los entretelones a LA NACION, ya cuando el personal de seguridad de Presidencia había abandonado el lugar para mudarse completo a la Casa Rosada.

En esa hora que duró la reanimación, los testigos privilegiados de la dolorosa escena coincidían en destacar el fuerte estado de shock en el que había entrado Cristina. Pero nunca debió ser asistida por el personal del hospital que estaba en alerta ante las duras muestras de tristeza que manifestó la Presidenta. "Todavía estamos a tiempo", les rogaba a los médicos la jefa del Estado, esperanzada aún en revertir la historia.

Nunca se acercó un respirador a Kirchner. Las tareas de reanimación cardiopulmonar avanzadas (RCP, en la jerga médica), que le practicaron durante los 50 minutos que estuvo en el shockroom, mantuvieron a Cristina Kirchner como una de las pocas del círculo más íntimo del matrimonio. Apenas si ingresaron el médico presidencial que estaba de guardia junto con ellos y algunos custodios. Estaban cerca para contener a la Presidenta. Sabían que por Kirchner ya nada se podía hacer.

Apenas unos minutos después de ingresado a la guardia apareció en el hospital el intendente local, Javier Belloni.

Como toda clínica de pueblo, fue una tarea imposible para el personal médico dejar afuera a quienes se acercaban.

"Puede ser que en un hospital de Buenos Aires no ingrese nadie en ese momento. Pero esto es un pueblo", decían ayer fuentes de la clínica cuando contaban que la jefa del Estado había estado presente en todo momento hasta que el cuerpo fue finalmente trasladado otra vez a la gran casona presidencial para el velatorio íntimo que se organizó para unos pocos.

El otro que ingresó fue el empresario Lázaro Báez, que acompañó a Cristina desde allí hasta su casa.

"Entró con muerte súbita. Su cuerpo ya hacía presagiar un resultado así. Lo mismo hubiese pasado acá o en el mejor hospital del mundo", sostenía el personal de la clínica que anteayer se congregó en pleno, a las 8.05, cuando saltó la primera alarma.

Tan tensa y destruida habían visto a la Presidenta en la hora que pasó en el hospital que desde la clínica se decidió enviar una ambulancia de guardia a la puerta de la residencia Los Sauces. Llegaron equipos incluso de Río Turbio y Piedra Buena como prevención ante la emergencia.

No fue necesaria ninguna asistencia. La familia, los amigos más íntimos y algunos funcionarios se encargaron de contener a la Presidenta.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1319593



[II]
El análisis
Gestos que perfilan el futuro del Gobierno

Joaquín Morales Solá
LA NACION

Viernes 29 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


Néstor Kirchner murió en un segundo fulminante y crucial. Crucial, sobre todo, porque la política argentina no será la misma después del vértigo de esa tragedia. ¿Cómo gobernará Cristina Kirchner el año que le queda de su mandato? ¿Quiénes serán sus asesores ahora que el gran consejero ya no está? ¿Quién o quiénes serán los encargados de ordenar el justicialismo, de transar con los gobernadores y de disciplinar a los intendentes del conurbano? ¿Quién tiene autoridad como para ponerle límites a la ambición sin límites de Hugo Moyano?

El kirchnerismo tiene claramente dos vertientes distintas. Una se inscribe en la política clásica. La otra está inspirada en la épica de los años 70. Una es más realista y la otra es más idealista. Una prefiere la conversación de la política y la otra opta por la violencia tácita de los hechos consumados. Kirchner basculaba entre unos y otros. No porque dudara, sino porque le sacaba a cada uno lo que mejor podía dar para conformar sus propias necesidades.

Los Kirchner fueron una pareja de poder -qué duda cabe-, pero eso no los hacía idénticos a los dos. Néstor Kirchner conocía la condición indispensable de la ingeniería política. Sabía que gobernadores, intendentes y punteros eran la base esencial de cualquier proyecto electoral. A ninguno le preguntaba si venía de la izquierda o la derecha; sólo les pedía a todos que estuvieran de su lado. Después, él se encargaba de colorearlo al viejo metalúrgico Hugo Curto, por ejemplo, con los increíbles trazos del progresismo.

Cristina Kirchner pone conceptos donde su marido ponía práctica. Esos conceptos crean mundos de amigos y de enemigos, en los que sólo caben el bien y el mal. Kirchner también tenía una lógica binaria -cómo no-, pero sus enemigos no eran conceptuales, sino fácticos. Ni aún en sus épocas de legisladora, la Presidenta toleró la gimnasia del diálogo, la negociación y la concesión. Prefería perder antes que conceder. Una vieja leyenda cuenta que cada vez que Néstor Kirchner amagaba con una negociación, su esposa lo frenaba con un par de preguntas devastadoras: "¿Y los principios? ¿Nos olvidaremos de los principios?" Cierta o no, la anécdota describe bien la diferencia fundamental que había entre ellos.

El kirchnerismo nutría el pragmatismo de su líder con algunas figuras que todavía están. Entre esos viejos artesanos de la política (a los que a veces el ex presidente muerto los obligaba a desconocer su propia historia) pueden inscribirse el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández (que es mucho mejor cuando calla que cuando habla); el ministro del Interior, Florencio Randazzo (que no olvidó, aunque parezca lo contrario, que la política es un juego de equilibrios inestables); el presidente provisional del Senado, José Pampuro (uno de los pocos kirchneristas respetados por la oposición); el presidente del bloque de senadores oficialista, Miguel Pichetto (que nunca dejó de negociar, aunque Kirchner le destruía al final todos los acuerdos), y el jefe del bloque de diputados oficialista, Agustín Rossi (que fue un conciliador antes de frecuentar cierto fundamentalismo tardío).

* * *

La otra veta, la del fanatismo y la del famoso lema de la "profundización del modelo", la encarnan el secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el diputado Carlos Kunkel, a quien Kirchner consideraba un consejero indispensable. Hay algunos más, pero carecen de relevancia. Una bisagra entre ambos grupos la corporiza el ministro Julio De Vido, que sirve tanto para conciliar como para romper. Nunca fue, además, un preferido de la Presidenta. De hecho, Cristina Kirchner estuvo a punto de echarlo antes de asumir la jefatura del Estado. Una insistente presión de su marido (que incluyó fuertes operaciones mediáticas inspiradas por el propio Kirchner) terminó confirmándolo en el cargo.

El triunfo de las "palomas" o de los "halcones" marcará la tensión o la distensión de los meses por venir. Los moderados se impondrán si la Presidenta descubre que ya no está el nexo natural que había entre el Gobierno y la estructura del partido gobernante. Cristina Kirchner nunca le dedicó un segundo de su vida al entretejido político, ni dentro ni fuera del peronismo. La victoria de los duros sucederá, en cambio, si la jefa del Estado se convenciera, como parece haberse convencido en los últimos meses, de que ella no lidera una reforma, en el mejor de los casos, sino una revolución. Ella fue la primera en llegar a la certeza de que el mensaje de las últimas elecciones fue la necesidad de "profundizar el modelo" que había perdido.

La escenografía del sepelio, ayer, dio las primeras muestras de que Cristina Kirchner se volcaría hacia los fundamentalistas. Miles de personas, muchas espontáneas y otras tantas movilizadas, desfilaron por la Casa de Gobierno; sobraron las consignas sectarias. La ciudad, sin embargo, no alteró el ritmo normal de su vida cotidiana. Una enorme mayoría social optó por cumplir con los menesteres de todos los días: respetó sus horas de trabajo, fue al banco, consultó con su médico, departió con amigos en un café, hizo las compras necesarias y no cambió el decurso natural de la vida.

* * *

Las cosas excepcionales estuvieron en el lugar de la capilla ardiente. Una Presidenta entera, que contuvo como pudo el llanto y la emoción, aguantó durante horas aferrada al féretro de su esposo muerto. Algo inusual ocurrió también: la Presidenta no dejó espacio para que la saludaran dirigentes opositores como Mauricio Macri, Ricardo Alfonsín y Francisco de Narváez, que llegaron de inmediato al sepelio.

Ni siquiera los miembros de la Corte Suprema de Justicia pudieron darle la mano a la jefa del Estado, advertida por Parrilli, no obstante, de que estaban a su lado los máximos jueces del país. Moyano (que atropelló el ritual oficial y chocó con el recibimiento gélido que sólo Cristina Kirchner puede darle a alguien) y Diego Maradona fueron los únicos que rompieron el férreo cordón protocolar que rodeaba a la Presidenta.

Aníbal Fernández recurrió con lealtad a Julio Cobos y a Eduardo Duhalde para decirles que era mejor que no fueran. ¿Para qué? Hubieran sido blanco de la ira de los manifestantes, que ya se habían pasado gran parte de la noche anterior vituperando a Cobos más que elogiando a los Kirchner. Tampoco la Presidenta los extrañó. Es la verdad.

¿Cuánta sensibilidad ha perdido la sociedad argentina en estos años para que hasta la muerte resulte impotente ante la marea del odio y el rencor? ¿Qué vientos se sembraron para recoger estas tempestades? La muerte de Perón no provocó tanta crispación en 1974, aunque también es cierto que el anciano líder había regresado consensual y moderado, como no lo había sido durante sus primeras presidencias. La muerte de Raúl Alfonsín, hace un año y medio, sólo promovió la nostalgia social de tiempos más amables. Es una lástima, al final de cuentas, que un ex presidente haya sido despedido de este mundo por el agresivo kirchnerismo que creció bajo su sombra.
Gestos que perfilan el futuro del Gobierno - lanacion.com


el dispreciau dice: indudablemente, ante lo inevitable, ante la adversidad irreparable, ante la pérdida, afloran sentimientos humanos genuinos, los afectos, esos mismos que la mayoría de las veces no se enseñan, mucho menos en los ámbitos del poder. Cristina Fernández, más allá de las circunstanciales diferencias, es una mujer de capacidades notables, significativas, que trascienden largamente su formación, caracterizada por una inteligencia prodigiosa... pero el poder demanda convicciones y también saber ocupar espacios sin dar tiempos. Su esposo se lleva el reconocimiento pleno de haber salvado a la Argentina del incendio más temido, no sólo él, sino junto a colaboradores de una primera hora que ya forma parte de la historia... Luego le siguió una pérdida de "estilo" y otra de "perfil", una especie de cansancio y un empecinamiento, y ello trajo consigo alejamientos, decepciones, críticas y más. Por algún motivo, el hombre levantó su apuesta. Hay que reconocer que el sindicalismo argentino de la CGT actual es delesnable, tanto como los empresarios envueltos en la frivolidad, los medios que son opositores por conveniencias y no por inteligencias, y la oposición política que sigue siendo "impresentable", aún hoy, aquí y ahora, mal que nos pese. La Presidente que nos queda, una vez más... más allá de las circunstanciales diferencias, sigue siendo un lujo no explotado, no pulido. Tengo mi visión sobre su posición, pero indudablemente dicha visión no se corresponde con su misión (la de ella). Néstor Kichner era un hombre con "sensibilidad" en la punta de los dedos, en especial para la economía, y su posición respecto al poder de los Estados Unidos de Norteamérica así como del Fondo Monetario Internacional encuentra eco en aquellos que pensamos que este modelo mundial está consumido, apenas latiendo porque las incapacidades de la Europa medieval aún no hallan cómo escapar de la tortura que ellos mismos supieron fabricar. El mundo, éste, transita horas muy complejas que la rutina suele desdeñar, desdibujar, pero igualmente la situación es harto crítica para dos tercios de la humanidad... sí entiendo, que en las horas por venir ya no hay lugar para golpear al ciudadano, y por ende no tiene cabida el concepto setentista como tampoco el seguir aventando divisiones (más allá de las razones). Señora Presidente de la Nación, tenemos grandes y profundas diferencias conceptuales, pero más allá de ellas, Usted tiene mi derecha. Octubre 29, 2010.-

jueves, 28 de octubre de 2010

La vida a cara o ceca - lanacion.com

Opinión
La vida a cara o ceca
Beatriz Sarlo
Para LA NACION

Jueves 28 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


A las diez de la mañana, la ciudad estaba desierta por el censo. En ese vacío cayó la noticia. Cuatro personas, en un vagón de subterráneo escuchamos que alguien dijo: "Murió Kirchner". A partir de ese instante, la ciudad en silencio se convirtió, retrospectivamente, en un ominoso paisaje de vaticinio. Cuando bajé saludé a quienes habían escuchado conmigo la noticia, quise preguntarles sus nombres porque, como fuera, había vivido con ellos un momento de los que no se olvidan nunca más. En el quiosco de San José y Rivadavia pregunté si era cierto, con la esperanza alocada de que me dijeran que alguien acababa de inventarlo. Fue poderoso, ahora estaba muerto.

Pensé en quienes lo amaban. Su familia, por supuesto, pero ese círculo privado es, como toda familia, inaccesible y sólo se mide con las propias experiencias de dolor, que habilitan una solidaridad sin condiciones. Puedo imaginar, en cambio, la muerte del compañero de toda una vida, que la política marcó con una intensidad sin pausa: la Presidenta conoce hoy la fractura más temida.

Con la intensidad de la evocación marcada por una proximidad que comprendo más, pensé en quienes lo admiraron y creyeron que fue el presidente que llegó para darle a la política su sentido. Recordé a Kirchner en el Chaco, en marzo de este año, y un día después en el acto de Ferro, con la cancha repleta, donde se mezclaban los contingentes de los barrios bonaerenses, las familias completas, las barritas con los bombos, los viejos y los niños, con las clases medias que llegaban sueltas o débilmente organizadas. Lo recordé abrazándose a los chicos de un barrio pobre del Gran Buenos Aires, donde aterrizó su helicóptero, bajó corriendo y empezó a caminar como si llegara tarde a una cita. Se movía por las calles de tierra y cascotes como quien siente que la vida verdadera está en esos contactos físicos, abrazos rápidos pero vigorosos, tironeos, gritos; los chicos lo seguían como una nube, jugando; era fácil tocarlo, como si no existiera una custodia que, sin embargo, trataba de rodearlo mientras todo el mundo se sacaba fotos.

A fines del siglo XX nada anunciaba que la disputa por ocupar el lugar del progresismo iba a interesar nuevamente salvo a los intelectuales o a los pequeños partidos de izquierda. Kirchner introdujo una novedad que le daba también su nuevo rostro: se proclamó heredero de los ideales de los años setenta (al principio agregó "no de sus errores"). En 2003, llegó al gobierno marcado por una debilidad electoral que Menem, dañino y enconado, acentuó al retirarse del ballottage y no permitirle una victoria con mayoría en segunda vuelta. La crisis de 2001, pese al intervalo reparador de Duhalde, no estaba tan lejos en la memoria, mucho menos de la de Kirchner, que encaraba su gobierno con poco más que el veinte por ciento de los votos. Su gesto inaugural, el mismo día de la asunción, fue hundirse en la masa que lo recibía, como si ese contacto físico provocara una transferencia. Kirchner ocupaba por primera vez un lugar en la Plaza de Mayo y terminaba, junto a su familia, mirándola desde el balcón histórico; en la frente, una pequeña herida, producida en la marea de fotógrafos.

La escena es un bautismo. Kirchner comenzó su presidencia con un golpe en la frente porque se lanzó a la multitud que estaba en las calles, entre el Congreso y la Plaza de Mayo; se lanzó como quien corre hacia el mar el primer día del verano, con impaciencia y sensualidad, gozando ese cuerpo a cuerpo que es el momento amoroso de la política.

Pensé entonces en las escenas que, pese a ser una opositora, me había tocado vivir. En las escenas de masas, donde no hay sólo acciones que se aprueban o se critican, se percibe un más allá de la política que la convierte en experiencia y en alimento sensible. Kirchner, un duro, gozaba con esa afectividad intensa que a sus ojos seguramente refrendaba el pacto peronista con el pueblo. Pero no pensé sólo en esos cientos de jornadas en que Kirchner había pisado la tierra o los lodazales de los barrios marginados, donde era recibido con una alegría que superaba la gestión de los caudillos locales, porque alguien, un presidente, llegaba a ese confín donde vivían ellos, unos miserables.

Pensé también en los que formaron el lado intelectual del conglomerado que armó Kirchner. Con ellos he discutido mucho en estos años. Sin embargo, me resulta sencillo ponerme en su lugar. Muchos vienen de una larga militancia en el peronismo de izquierda; vivieron la humillación del menemismo, que fue para ellos una derrota y una gigantesca anomalía, una enfermedad del movimiento popular. Cuando los mayores de este contingente representativo ya pensaban que en sus vidas no habría un renacimiento de la política, Kirchner les abrió el escenario donde creyeron encontrar, nuevamente, los viejos ideales. Pensé que se engañaban, pero eso no borronea la imaginación de su dolor.

El furor de Kirchner en el ejercicio del gobierno transmitía la eléctrica tensión de la militancia setentista; para muchos, era posible volver a creer en grandes transformaciones, que no se enredaran en el trámite irritante y lento del paso a paso institucional. Y creyeron. Entiendo perfectamente esas esperanzas, aunque no haya coincidido con ellas. Conozco a esa gente, que se identifica en Carta Abierta, pero la desborda. Pensé en ellos porque cuando un líder político ha triunfado con el estilo de la victoria kirchnerista, su muerte abre un capítulo donde los más mezquinos y arrogantes saldrán a cobrar deudas de las que no son titulares, pero otros padecen el dolor de una ausencia que comienza hoy y no se sabe cuándo va a aflojar sus efectos. La muerte no consagra a nadie ni lo mejora, pero permite ver a quién le resulta más dura. Los que soportamos muchas muertes políticas sabemos que sus consecuencias pueden ser de larga duración.

Imposible pasar por alto la desazón de quienes se entusiasmaron con Kirchner. Sería no comprender la naturaleza del vínculo político. En las manifestaciones de 1973 marchaban viejitos con fotos de Eva que, amarillas y cuarteadas, probaban su origen de casas populares construidas en 1950. No sabemos si habrá fotos así de Kirchner en movilizaciones futuras. Pero su impacto en la sensibilidad política quizá se prolongue. Esto no excluye los balances de su gobierno sino que, precisamente, los volverá indispensables. Kirchner será un capítulo del debate ideológico e histórico. Una forma de la posteridad, tan duradera como la dimensión afectiva de esa gente de los barrios más pobres y de quienes lo apoyaron con su actividad intelectual. Maestra implacable, la muerte nos hará trabajar durante años.

La muerte de Kirchner fue súbita y filosa. Hay una frase popular: murió con los zapatos puestos, no había nacido para viejo. Hay otra, pronunciada en un pasado lejano donde todavía se decían frases sublimes: "¡Qué bella muerte!". Bella, aunque injusta y trágica, es la muerte de un hombre que cae en la plenitud de la forma, un hombre a quien no maceró la vejez ni tuvo tiempo de convertirse en patriarca porque murió como guerrero. Sin haberlo conocido, me atrevo a pensar que Kirchner se identificó siempre con el guerrero y nunca con el patriarca.

La medicina explica con todas sus sabias precisiones que Kirchner debió "cuidarse", que su cuerpo ya no podía soportar los esfuerzos de una batalla concentrada y múltiple. Pero una decisión, que no llamaría sólo psicológica sino también un ejercicio de la libertad, fue que Kirchner eligió no administrarse ni tratar su cuerpo como si fuera un capital cuya renta había que invertir con cuidado. Gastaba. Vivió como un iracundo. Ese era justamente el estilo que se le ha criticado. Tenía un temperamento, y los temperamentos no cambian.

Concebía la política como concentración potencialmente ilimitada de poder y de recursos y no estuvo dispuesto a modificar las prácticas que lo constituían como dirigente. Kirchner no podía ser cuidadoso en ningún aspecto. No se aplacaba. Gobernó sin contemplaciones para los que consideró sus opositores, sus enemigos, sus contradictores. Tampoco se ocupó de contemplar su debilidad física cuando se lo advirtieron. Como político no conoció el intervalo de la tregua; sin tregua manejó el conflicto con el campo y con los medios; la tregua es el momento en que se negocia y Kirchner no negociaba, no administraba sus objetivos, los imponía o era derrotado. No delegaba funciones. Fue, paradójicamente, un calculador que confiaba en sus impulsos, un vitalista y un voluntarista que se pasaba horas haciendo cuentas.

En su primer discurso, cuando juró frente al Congreso, dijo: "Atrás quedó el tiempo de los líderes predestinados, los fundamentalistas, los mesiánicos. La Argentina contemporánea se deberá reconocer y refundar en la integración de equipos y grupos orgánicos, con capacidad para la convocatoria transversal, el respeto por la diversidad y el cumplimiento de objetivos comunes". Sin embargo, esas palabras, que no hay elementos para juzgar insinceras en ese entonces, no le dieron forma a su gobierno.

Kirchner definió un estilo que, como sucede con el liderazgo carismático, es muy difícil de transmitir a otros. El líder piensa que es él el único que puede bancar los actos necesarios: él garantiza el reparto de los bienes sociales, él garantiza la asistencia a los sumergidos, él sostiene el mercado de trabajo y forcejea con los precios, él enfrenta a las corporaciones, él evita, en solitario, las conspiraciones y los torbellinos. El liderazgo es personalista.

La Argentina tiene, como tuvo Kirchner, una oscilación clásica entre la reivindicación del pluralismo y la concentración del poder. Como presidente, Kirchner eligió no simplemente el liderazgo fuerte (quizás indispensable en 2003) sino la concentración de las decisiones, de las grandes líneas y los más pequeños detalles: tener el gobierno en un puño. Consideró el poder como sustancia indivisible. Con una excepción que marca con honor el comienzo de su gobierno: la renovación de la Corte Suprema, un acto de gran alcance cuyas consecuencias van más allá de la muerte de quien tuvo el valor de decidirlo.

El poder indivisible es fuerte y débil: su fortaleza está en el presente, mientras se lo ejercite; su debilidad está en el futuro, cuando las circunstancias cambian. Así como Kirchner no administraba con cautela su resistencia física, tampoco fue cauteloso en el ejercicio de su poder. Frente a la desaparición de quien concebía el poder como indivisible, se aprestan las fuerzas y los individuos que quieren creer que ese poder pasa intacto a otra parte, lo cual sería una equivocación, o los que creen que se acerca un nuevo reparto.

Kirchner murió cuando en el horizonte cercano se insinuaba la posibilidad de un reparto de ese poder indivisible. Las elecciones de 2009 cambiaron las representaciones partidarias en el Congreso. Esa fue una experiencia nueva dentro de los años kirchneristas. Entre la negociación y el veto, entre retirar un proyecto propio y adoptar el de un aliado, se había empezado a recorrer un camino que mostraba cierto cambio de paisaje, obligado por la relación de fuerzas. El poder del Ejecutivo tenía una contraparte que no había pesado hasta 2009 y, en 2010, vendrán las elecciones nacionales. El poder indivisible necesitaba victorias, primero dentro del propio movimiento justicialista, batalla que Kirchner ya estaba calibrando.

Kirchner no era sólo un voluntarista sino también un inspirado. Salvo un apresurado que supiera poco, nadie en esa próxima competencia podía estar seguro de que podía desplazarlo. Su inteligencia y su iniciativa causaron siempre la admiración de sus amigos y la expectativa de sus opositores. Estas últimas semanas de su vida estuvieron bajo el signo de las exploraciones, las encuestas y los pálpitos electorales. Como cualquier político que había tocado el éxito y la popularidad en muchos momentos, Kirchner no quería alejarse de la cabina de mando. Creía que él era la única garantía, incluso la única garantía de su propio futuro. Surgido del peronismo, Kirchner no se sentía seguro con las declaraciones de lealtad y desconfiaba de las disidencias que, a sus ojos, encubren traiciones.

Todos, amigos y enemigos, estaban seguros de que algo debía suceder en los próximos tiempos. Sucedió esta muerte que, como toda muerte inesperada y temprana, cortó el curso de las cosas, pero un destino propicio hizo que Kirchner muriera sin conocer una derrota decisiva. Kirchner, muchos lo aseguraban, vivía en el límite de las apuestas a cara y ceca, perder todo estuvo siempre inscripto dentro de las posibilidades. Fue un político de alto riesgo, no un jefe cuya cualidad principal fuera la prudencia. Fue también un político afortunado. Y murió antes de que su imprudencia venciera a la fortuna.

Junto con la renovación de la Corte Suprema hay otro acto de reparación histórica que nadie podrá negarle: después de la derogación de las leyes de impunidad, Kirchner apoyó con su peso personal e institucional la apertura de los juicios a los terroristas de Estado. Hizo su escudo protector con los organismos de derechos humanos hasta convertirlos en articulaciones simbólicas y reales de su gobierno. Como sucedió siempre con Kirchner, el apoyo a que las causas obtuvieran sentencia se entreveró con la política que inscribió a las Madres y Abuelas en la trinchera cotidiana. Kirchner, hasta hoy, ofrece esos balances complicados. Igual que su afirmación latinoamericanista: reivindicó la idea de una nación independiente y soberana, pero dirigió o permitió peleas tan declarativas como inútiles; como secretario de la Unasur, tomó una responsabilidad que cumplió contra muchas predicciones.

Fin de un acto que lleva su marca. Fue la obsesión amada o temida, desconfiada o combatida de muchos. Pocos políticos tienen la fortuna de marcar la historia de este modo. En la turbulencia que produce la muerte, antes de la claridad que llega con el duelo, no es posible saber si el kirchnerismo será un capítulo cerrado. La muerte convoca a los herederos, los legítimos y los que piensan que, en realidad, no son herederos sino titulares de un poder perdido o entregado de mala gana. También falta definir del todo cuál es la herencia y si es posible que pase a otras manos. La memoria de Kirchner puede convertirse en política o en historia. Lo segundo ya lo tiene asegurado con justicia. © LA NACION
La vida a cara o ceca - lanacion.com


el dispreciau dice: Dios procede de maneras extrañas, será bueno atenderlas en su tiempo y en su afán... ya que él mismo no suele brindar a los pueblos segundas oportunidades. Este hombre marcó un camino y combatió por él, por sus convicciones. Ello merece respeto y reverencia, pero al mismo tiempo demanda actitudes propias de sabios en los que siguen su huella. Lo sucedido deja en claro como lección hacia toda la clase política argentina que, además de nosotros míseros mortales (ciudadanos, pueblo, excluidos, marginados, atropellados), ellos mismos pueden ser llamados a regresar, inesperadamente, lo cual abre una brecha de incertidumbre en aquellos que se creen diferentes, distintos, superiores a los demás. Será bueno entonces que asuman la imprevisibilidad y respeten a la sociedad, lo suficiente como para ser recordados con afecto. Esto también representa una señal para los fantasmas deseosos del poder... el que se fue, no debe volver, so pena del averno. Octubre 28, 2010.-

TODO CAMBIA - Jamás dejó el poder - lanacion.com

El análisis
Jamás dejó el poder
Joaquín Morales Solá
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LA NACION

Jueves 28 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


Podrán decirse muchas cosas de Néstor Kirchner, pero no que le faltó genio para construir un imperio político desde las ruinas. Nunca, como candidato, pudo ganar una elección nacional. Sin embargo, nunca dejó el poder desde que se encaramó en él. En 2003 le ganó Carlos Menem y en 2009 lo superó Francisco de Narváez. El kirchnerismo ganó las elecciones de 2005 y de 2007, pero él no fue candidato en ninguno de esos comicios.

El desierto del que venía lo obligó, tal vez, a una vida excepcional. Todo giraba en torno de él, bajo su presidencia o cuando la jefatura del Estado la ejercía su esposa. Su estilo de gobierno convertía a los ministros en meros conserjes sin decisión propia. Desde que se aferró al poder, fue, al mismo tiempo, gobernador de cualquier provincia, intendente de cualquier municipio del conurbano, ministro de Economía, jefe de los servicios de inteligencia, ministro de Obras y de Defensa, canciller y productor de los programas televisivos que lo adulaban. "Así, enloquecerá la administración o terminará con su vida", colegía uno de los ministros que a los que echó pocos años después de llegar al gobierno.

Fue, también, más que eso. Hasta marzo de este año, cuando cambió la relación de fuerzas parlamentaria, ejerció de hecho la titularidad del Poder Ejecutivo y del Legislativo, fue el jefe fáctico de los bloques oficialistas y titular de las dos cámaras del Congreso. De alguna manera, se hizo al mismo tiempo de la dirección de una porción no menor del Poder Judicial, con la excepción de la Corte Suprema. Siempre cargaba bajo el brazo una carpeta con la información última sobre la marcha del Estado; esos datos no eran a veces certeros y, muchas veces, sobresalían más por el error que por el acierto. Su objetivo no era la verdad, sino colocarla a ésta en la dirección en que estaba su sillón.

"Quiero dejar la presidencia, caminar por la calle y que la gente me salude con un «buen día, doctor»", solía decir cuando conversaba con frecuencia con periodistas que lo criticaban. Entonces era presidente. Cerraba ese diálogo y abría otro con sus habituales lugartenientes. "Mátenlo", les ordenaba de inmediato; les pedía, así, que incendiaran en público a algún adversario o a algún kirchnerista desleal para sus duros conceptos de la fidelidad. Nunca podrá saberse si aquel era un combate entre el deseo y el carácter, en el que siempre perdía el anhelo, o si el deseo era sólo una expresión fingida ante los oídos de un interlocutor diferente.

"Mátenlo", era una palabra que usaba frecuentemente para ordenar los castigos públicos. La política es cruel y las prácticas políticas son crueles. Kirchner era un exponente cabal de esa estirpe. Los amigos se convertían en enemigos con la rapidez fulminante de un rayo. Nada les debía a sus ex colaboradores, que habían dejado en el camino partes importantes de su vida para servirlo. Sus afectos estaban reducidos al pequeño núcleo de su familia, a la que realmente quiso con devoción, más allá de las muchas discusiones y discordias con su esposa. "La familia es lo único que la política no destruye", repetía.

Sabía aprovechar con maestría la debilidad del otro para caerle con la fuerza de un martillo. El caso más emblemático es el de George W. Bush. Conoció a Bush cuando era un líder muy popular en su país, insistió con que quería acercarse a él, lo visitó en la Casa Blanca y lo tranquilizó diciéndole que era no izquierdista, sino peronista. Ese romance duró hasta la cumbre de Mar del Plata en 2005, cuando Kirchner vapuleó imprevistamente a un Bush pasmado por la sorpresa. ¿Qué había pasado? La fatídica guerra de Irak había convertido en jirones la popularidad del líder norteamericano.

"No es popular estar cerca de él en estos momentos", explicó luego con el pragmatismo desenfadado del que hacía gala. La popularidad del otro era el índice de su simpatía. Por eso, nunca rompió con el colombiano Alvaro Uribe, de quien, además, solía hablar bien. Uribe se fue del gobierno con el 75% de aceptación. Todo eso ocurrió en un tiempo en el que Kirchner pintó el país del color de la Patagonia: el mundo fue siempre lejano e impenetrable para él.

Ambivalente, como un príncipe del oportunismo, Kirchner nunca terminó de comprender al conjunto de la sociedad argentina. Nunca recibía a nadie cuando andaba en sus tiempos de broncas desmedidas. Sin embargo, era un anfitrión cordial y conversador, un político clásico, cuando ingresaba en los períodos de conciliación. Eso sí: la información que le trasladaba a un periodista, por ejemplo, no siempre era confiable. Edificaba un océano con una gota de agua que pudiera afectar a un adversario. Y contaba con una buena despensa de información confidencial.

Una vez habló por teléfono con la periodista Magdalena Ruíz Guiñazú para pedirle disculpas porque había borrado la legendaria Conadep de un discurso suyo. Magdalena, sincera y frontal, le reprochó que se dejara llevar por la versión del pasado que le daba Hebe de Bonafini. "Es muy sectaria, pero yo la tengo cerca sólo para contenerla", le respondió el entonces presidente. Flotaba entre una orilla y otra durante su mandato. Luego se quedó definitivamente con Bonafini, con D?Elía, Moyano y Kunkel. Esas alianzas demostraron, más que cualquier cosa, no sólo su talante, sino su desconocimiento de la sensibilidad de la sociedad argentina. Esas figuras integran la lista de las personas más rechazas por una inmensa mayoría social.
El pasado

Compartía con ellos cierto gusto por la arbitrariedad. Al inventarse un pasado personal, debió también acomodar un presente que tampoco era suyo. Convirtió la revisión del pasado en un tema omnipresente, en una divisoria de aguas, en una herramienta para la construcción de su política cotidiana. Ese era un tema que reunía las condiciones épicas que más le agradaban. No le importaba si tenía que mezclar historias artificiales con personajes imaginarios. Hace algunos años, cuando él era presidente, luego de una de las muchísimas veces que vapuleó a este periodista en la fogata de sus atriles, nos reunimos para tomar un café en la Casa de Gobierno. Se produjo este diálogo que lo pinta de cuerpo entero.

-Usted sabe que lo que me imputó es absolutamente falso ?le dije.

-Sí. Pero usted quiere que otro presidente ocupe este despacho ?me respondió.

-¿No cree que estamos hablando de dos cosas distintas? ?le pregunté.

-No ?me contestó, y pasó de inmediato a hablar de otro tema.

Otro Kirchner, más implacable y menos amigable, apareció después de la crisis con el campo y del fracaso electoral de 2009. El Kirchner del primer período era más componedor y moderado. Pero no aceptó ninguna de las dos derrotas. Era un político que no había conocido la derrota y decidió, con envidiable voluntarismo, que no la conocería. Los culpables no eran sus políticas erradas o los argentinos que votaron por opositores, sino los medios independientes que se habían volcado hacia sus adversarios sociales y políticos. Emprendió una batalla para él decisiva contra esos medios y contra los periodistas independientes. No se tomó un día de descanso en esa guerra, como él mismo la llamaba, ni concedió tregua alguna. En esos menesteres bélicos lo encontró el estupor de la muerte.

Fue un presidente y un líder político que conocía los manuales básicos de la economía. Era una condición excepcional desde Arturo Frondizi. Sabía, en algún lugar secreto de su inconsciente, que la inflación y el crecimiento pueden coexistir durante un tiempo, pero no todo el tiempo. Sabía algo peor: ninguna receta antiinflacionaria carece de algunas medidas impopulares. No quería tomarlas. Su popularidad y la de su esposa no pasaban por un buen momento como para correr esos riesgos. Esa lucha entre el conocimiento y la conveniencia lo maltrató durante sus meses cercanos.

Tenía últimamente, dicen los que lo oían, una desilusionada percepción de las cosas, que jamás la llevaba a las palabras. Empezó a zigzaguear con un objetivo claro: él y su esposa nunca serían derrotados por el voto. Debía, por lo tanto, comenzar la escritura del día después, la de una epopeya culminada abruptamente por la maquinación de la "corporación mediática", por el sector rural, por el empresariado y por todo lo que expresara un pensamiento distinto del suyo. Todo eso ya era, no obstante, una fascinante reliquia de un mundo abolido.

Cinco días antes de su muerte, en la noche avanzada del viernes, su encuestador histórico y más eficiente, llamó desesperado a un importante dirigente filokirchnerista. Acababa de concluir una encuesta nacional (el trabajo de campo se hizo antes del crimen de Mariano Ferreyra) y él había hecho un ejercicio: duplicó la intención de votos de los Kirchner en el interior de Buenos Aires, en la Capital, en Santa Fe y en Córdoba. Aun con tanta fantasía, el resultado no superaba el tercio de los votos nacionales que el kirchnerismo sacó en las elecciones de 2009. "Esto está terminado", concluyó el encuestador. ¿Hay alguna posibilidad de cambiar el curso de las cosas?, averiguó el interlocutor. "Ninguna, hermano. Esto está terminado", repitió el conocido analista.

Una vida sin poder no era vida para Néstor Kirchner. Por eso, quizás, su vida y su poder se apagaron dramáticamente enlazados. El final del poder era, para Kirchner, el final de la vida. O de una forma de vivir tal como él la concibió.
Jamás dejó el poder - lanacion.com

el dispreciau dice: mis condolencias a la familia de la Sra. Presidente de la Nación. Sólo eso... Octubre 28, 2010.-

miércoles, 27 de octubre de 2010

In Memoriam: Néstor Kichner

el dispreciau dice: se indica el fallecimiento del Ex-Presidente Néstor Kichner. Lamentablemente se va el mentor de un cambio que flota inconcluso y que aún demanda oportunidad para ser traducido en realidad. Es de desear que este hombre encuentre la paz en el seno del Señor. También es de esperar que las energías que lo han rodeado en este último tiempo, se ordenen tomando lo mejor de él por el bien de la ARGENTINA. Octubre 27, 2010.-

Murió Néstor Kirchner
Tras sufrir una descompensación, fue hospitalizado en El Calafate cerca de las 7 y falleció a las 9.15

Miércoles 27 de octubre de 2010 | 09:30 (actualizado a las 10:32)

RIO GALLEGOS.- El ex presidente Néstor Kirchner murió esta mañana en la ciudad santacruceña de El Calafate, donde había sido internado tras sufrir una descompensación.

En un adelanto exclusivo, las autoridades de salud provinciales, habián adelantado a lanacion.com que Kirchner había ingresado al hospital en una camilla acompañado de la presidenta Cristina Kirchner.

Aún no trascendieron detalles de cómo ocurrió el deceso.

Kirchner había sido internado el pasado 11 de septiembre en el Sanatorio de los Arcos donde le practicaron una angioplastía.

Con la colaboración de Mariela Arias
Corresponsal en Santa Cruz
Murió Néstor Kirchner - lanacion.com

El riesgo de una lógica sectaria - lanacion.com

[I]
El análisis
El riesgo de una lógica sectaria
Joaquín Morales Solá
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LA NACION

Miércoles 27 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


La política argentina está entretenida con una fotogalería, fogoneada, sobre todo, por el kirchnerismo. Cientos de niños mueren de hambre en Misiones. Un muerto reciente clama una justicia que no llega. No importa. La única virtud del exceso es que, a veces, crea anticuerpos.

¿Volverá el oficialismo a construir historias a partir de una foto, como lo hizo insistentemente durante más de un lustro, después de que algunas fotos impertinentes le estallaron en las narices? Tal vez, ya no. La Presidenta se escandalizó en su inquieto Twitter por las fotos que se publicaron del barrabrava Cristian Favale, acusado de la cruel muerte de Mariano Ferreyra, junto con los ministros Amado Boudou y Alberto Sileoni. Es tan imposible como injusto imaginar a Boudou y a Sileoni armando una banda con la orden de matar. Esas fotos no los inculpan a los ministros, pero muestran el mundo en el que se movía un barrabrava dispuesto, por los menos, a golpear y a tirar piedras, según su propia confesión pública.

El Gobierno parece tener una generosa bolsa de trabajo para los cuentapropistas de la violencia. ¿Acaso Guillermo Moreno no anda rodeado de patovicas? ¿No hacía lo mismo el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime? ¿El canciller Timerman no se autodefinió como un barrabrava, quizá para tener siempre a mano la posibilidad de un empleo estatal? En ese universo, en el que la violencia es bien recibida, es donde deben inscribirse aquellas fotos inoportunas.

La Presidenta camina hacia la censura previa o a convertirse en la gran editora nacional. No le gustaron las fotos conocidas de sus ministros. Sin embargo, esas fotografías de ministros abrazados por el acusado de un crimen político hubieran sido noticia de primera plana en cualquier país del mundo. Guste o no.

Las fotos habrían sido, no obstante, una anécdota pasajera si el Gobierno no hubiera usado antes la infraestructura de los servicios de inteligencia para inculpar a Duhalde. Inculpación de la que se colgaron de inmediato desde Hugo Moyano hasta cuatro legisladores kirchneristas de la Capital, que firmaron un formal documento público contra el ex presidente.

"Culpar a un ex presidente de la Nación fue un lamentable trabajo sucio de los legisladores", resumió el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, que es, a pesar de todo, amigo de uno de ellos, el legislador Francisco Nenna. "La tarea sucia tiene un límite que no está dispuesto a pasar ni el filokirchnerismo", reconoció un funcionario de los Kirchner.

Fotos viejas

Timerman difundió en el acto una foto vieja, de hace 13 años, del actual jefe del bloque de diputados radicales, Oscar Aguad, en un acto protocolar en la que se lo ve cerca de Luciano Benjamín Menéndez. Aguad era ministro del entonces gobernador radical de Córdoba, Ramón Mestre. Timerman mismo debió explicar hace poco una foto suya de hace 34 años con el entonces presidente de la dictadura, Jorge Rafael Videla.

Quien esto escribe es también victima de una obscena manipulación de una vieja foto profesional de hace 34 años, en sus comienzos como periodista, en una poblada conferencia de prensa.

Una foto de la inauguración de Papel Prensa, en 1978, hace 32 años, es, según un reciente tweet de Cristina Kirchner, una prueba de la "apropiación" de esa empresa mediante delitos de lesa humanidad.

Timerman no consiguió solo la foto de Aguad. Los servicios de inteligencia lo proveyeron del material en el acto. La foto de Timerman con Videla no define la vida del canciller, que debió vivir luego el calvario del secuestro y la tortura de su padre, Jacobo Timerman.

Héctor Timerman es un mal canciller, pero no por obra de aquella foto color sepia, sino por lo que hace y dice ahora.

Circula también una foto de tiempos de la dictadura, de Néstor Kirchner junto al general Oscar Enrique Guerrero, mandamás de Santa Cruz. Aunque el caso de Kirchner, entonces un simple abogado y un político intrascendente, es menos explicable que el de Timerman (éste pertenecía a una importante familia periodística), lo cierto es que tampoco esa foto es una narración de la vida del ex presidente. Kirchner fue luego intendente de Río Gallegos; gobernador de Santa Cruz durante muchos años, demasiados, y presidente de la Nación y hombre fuerte del país durante los últimos siete años. Kirchner es lo que es por lo que construyó en estos años de poder que por aquella foto con un militar que pasó al olvido.

"Como un Dios injusto"


El patrullaje mediático del oficialismo se frena en seco cuando las fotos incluyen a sus prohombres. "El kirchnerismo es como un Dios injusto, que condena o castiga según sus propios intereses", deduce, no sin ironía, un legislador del propio oficialismo.

En efecto, "los FALCONiformes" de los que habla la Presidenta en su Twitter incansable, en obvia alusión a los autos Falcon de la dictadura, no es un sayo que le quepa a la prensa independiente, sino a los periodistas, programas de televisión y medios gráficos que dependen de la orden y del dinero del Gobierno. Son ellos los que han hecho de la manipulación, de la edición perversa y de la información reservada del Estado un uso sectario y partidista hasta en los medios públicos de comunicación.

¿Qué habría hecho ese patrullaje mediático del oficialismo si Cristian Favale hubiera aparecido en las fotos al lado de políticos opositores o de periodistas críticos? ¿Qué hubiera sido de esa infame tarea de repetir y repetir un rumor, hasta convertirlo en verdad, como lo denunció hace poco con valentía el periodista Jorge Lanata? ¿Qué hubieran tenido que hacer los involucrados, si no dar explicaciones inaudibles en medio de tanta repetición?

Nunca como ahora funcionó, con la misma eficacia, aquella triste frase que se deslizaba durante los años militares: "por algo será". La matriz autoritaria es, venga por derecha o por izquierda, siempre la misma.

Amado Boudou y Alberto Sileoni no tienen nada que ver con la muerte de Mariano Ferreyra; las fotos sólo mostraron en que ámbitos hay trabajo para los violentos, aunque esos ministros tampoco administran la contratación de barrabravas. El inservible intercambio reciente de fotos sólo tendría sentido si sirviera para poner fin a una saga en la que una fotografía antigua es usada para construir una historia o para inventar una vida.
El riesgo de una lógica sectaria - lanacion.com

el dispreciau dice: no queda mucho para agregar... ARGENTINA, su sociedad, su cultura, su historia, demandan una clase política a la altura de las circunstancias (hoy dista de estarlo)... una clase política que entienda que país "somos todos" y que si no se parte de un criterio integrador, las divisiones nos consumen. La sociedad está crispada y el poder político se ensaña con sus enemigos virtuales y reales, fabricando conflictos que además de dividir aguas están sumiendo a la Argentina en un caos, caldo de los peores cultivos. La violencia reina en las calles, en las villas, en la televisión, en sus noticieros, en la radio y los propios, en las escuelas y en los hospitales... existe violencia cuando se miente y mucha más cuando se desprecia o se deja de hacer o se acomodan los indicadores o cuando se atropella al derecho privado o cuando se buscan chivos expiatorios o cuando se hacen discursos descalificantes. Nada de esto le sirve a Argentina. Algún día se entenderá que las lanzas al viento, sólo traen dolor... a los pobres, indefensos, marginados, excluidos, es decir al 80% de la sociedad argentina, abandonada a su suerte por el propio estado "democrático". Octubre 27, 2010.-

martes, 26 de octubre de 2010

Vargas Llosa y el error de la izquierda - lanacion.com

Opinión
Vargas Llosa y el error de la izquierda
Javier Cercas
El País

Martes 26 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa

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Vargas Llosa y el error de la izquierda

MADRID.- Ahora que han pasado unos días desde la concesión del Nobel a Mario Vargas Llosa, ya podemos decir lo obvio: el premio tiene la importancia que tiene, pero nada más. Nada más, claro está, para la obra de Vargas Llosa, a la que ni quita ni añade una coma, no quizá para sus lectores ni para la Academia Sueca, que a juicio de muchos lo necesitaba con urgencia: al fin y al cabo, desde el punto de vista estrictamente literario este premio sólo es, como ha dicho Rodrigo Fresán, un retorno a la cordura.

Así que, aunque el Nobel no cambie en nada lo esencial, al menos hay que celebrar ese retorno; un retorno que, además, ha provocado interesantes efectos secundarios. Por ejemplo, la alegría indisimulable de los lectores corrientes de Vargas Llosa, muchos de los cuales parecían recién salidos del armario tras un largo encierro: de hecho, a ratos daba la impresión de que a todos les hubieran dado el premio, y de que para ellos sí era importante. No es algo tan frecuente, desde luego; no es algo que yo notara, por ejemplo, cuando se le concedió el Nobel a Cela, cosa que puede deberse sólo a que los méritos literarios de Cela no son equiparables a los de Vargas Llosa, y no necesariamente a que esos lectores sintieran que Cela era un hombre opuesto a Vargas Llosa en casi todo, pero sobre todo en esto: aunque casi siempre pareció nadar contra la corriente, Cela siempre o casi siempre nadó a favor de la corriente. Ese es otro de los efectos secundarios que ha tenido el premio: ha mostrado de nuevo que, aunque a algunos les parezca que nada a favor de la corriente, Vargas Llosa siempre o casi siempre ha nadado contra la corriente.

Uno de los comentarios que más hemos leído hasta estos días en los periódicos a propósito del nuevo Nobel ha sido el siguiente: "Admiro sus obras, pero no siempre comparto sus ideas". Dicha así, la frase es extraña, o a mí me lo parece: si ni siquiera comparto siempre mis propias ideas, ¿cómo voy a compartir siempre las de otra persona? Pero en el fondo todos sabemos que la salvedad alude a algo distinto: al hecho de que Vargas Llosa es considerado, en tanto que intelectual -es decir, en tanto que escritor que interviene con sus escritos en la cosa pública-, un conservador, un hombre de derecha, si no un reaccionario o un autoritario. La prueba es que los matices a su premio siempre los ha puesto la izquierda, mientras que la derecha lo ha recibido como un premio a uno de los suyos; mejor prueba aún es el hecho de que esa reputación es la causa más probable de que la Academia Sueca sólo le haya dado este año un premio que merecía desde hace 30.

Pues bien, lo que habría que decir de entrada sobre este asunto es que, sea o no un intelectual de derecha, Vargas Llosa es un intelectual singular. Primero, porque siempre ha servido a las causas que defiende y nunca se ha servido de ellas. Segundo, porque siempre está dispuesto a contrastar sus ideas con la realidad y, si la realidad lo exige, a rectificarlas. Tercero, porque en su evolución política desde las simpatías revolucionarias de su juventud hasta el liberalismo actual hay una coherencia profunda, como comprobará quien se dé el gusto de leer los volúmenes sucesivos de Contra viento y marea , donde entre otras cosas hallará una descripción razonada de esa trayectoria y, por ahí, un instrumento indispensable para entender la vida intelectual de los últimos años. Y cuarto -esto es un corolario de lo anterior y quizá también lo más importante-, por una cuestión, digamos, de estilo. Como pensador, como polemista, Vargas Llosa es un liberal de verdad: nunca confunde, según diría Alejandro Rossi, un error intelectual con un error moral; es decir, nunca ataca a las personas, sino las ideas de las personas (nunca considera que un hombre equivocado es un hombre inmoral). Y cuando ataca las ideas, nunca lo hace caricaturizándolas, es decir, debilitándolas, lo que en un pensador es síntoma de intolerancia y de impotencia, cuando no de vileza, sino exponiéndolas con la máxima fuerza, rigor y nitidez para luego lanzarse a refutarlas en buena lid y en campo abierto. Esto no es de derecha ni de izquierda, ni reaccionario ni progresista: esto es algo que está mucho antes que todo eso y se llama honestidad y coraje.

Pero hay más. El mejor artículo sobre Vargas Llosa que he leído tras la concesión del Nobel apareció en el diario El País y lo firmó Juan Gabriel Vásquez, que no en vano es un heredero legítimo de Vargas Llosa (háganse un favor y compruébenlo leyendo su novela Los informantes ). El artículo se titula "El malentendido Vargas Llosa" y, como corre el riesgo de haber quedado enterrado entre la hojarasca que hemos publicado otros, me permitiré recordar su contenido.

Vásquez sostiene que sólo quien no ha leído a Vargas Llosa o lo ha leído con anteojeras puede afirmar que es un intelectual de derecha o conservador, no digamos reaccionario o autoritario, porque la verdad es que "pocos como Vargas Llosa han defendido las ideas que la mejor izquierda ha reclamado tradicionalmente para sí". No sólo lo ha hecho en sus novelas, furiosos alegatos contra el fanatismo, contra el autoritarismo, contra el militarismo, sobre todo contra los abusos del poder; también lo ha hecho en sus ensayos y artículos, donde ha defendido la libertad individual, el derecho al aborto, la igualdad para los homosexuales, la legalización de la droga y donde ha atacado el nacionalismo de cualquier especie.

Por supuesto, no todas las ideas de Vargas Llosa -y en particular su liberalismo económico, por cierto menos radical y desde luego mucho menos ingenuo y más elaborado que como lo pintan sus detractores- parecen inmediatamente útiles o aceptables para la izquierda; pero lo que me parece seguro es que es imposible que la izquierda salga del atasco ideológico y la consiguiente parálisis práctica en que lleva mucho tiempo metida si no es capaz de discutir con seriedad ideas como las de Vargas Llosa, si no deja de demonizarlas sin esforzarse en entenderlas, si no olvida sus nostalgias autoritarias y su complacencia con tiranías y nacionalismos, si no acepta sin resignación que no hay justicia sin libertad y no entiende con entusiasmo que la democracia debe conseguir que libertad y justicia, esas dos verdades contradictorias -por usar la expresión de Isaiah Berlin que aprendimos en Vargas Llosa-, acaben conviviendo con armonía.

Regalar a Vargas Llosa a la derecha es un pésimo negocio para la izquierda, igual que fue un pésimo negocio regalar a Orwell y a Camus, que nunca quisieron saber nada de la derecha. De ahí, me parece, vienen muchos de los males del pensamiento de la izquierda: de su sectarismo, de su rigidez, de su miedo a salirse del camino trillado, de su miedo a afrontar la realidad como es para cambiarla, de su miedo a la izquierda autoritaria, obsoleta, fracasada y cerril que parece la mala conciencia de la mejor izquierda.

En cuanto a mí, sólo diré que si la izquierda no es capaz de atender las razones de Vargas Llosa y hacer suyo lo que tiene de izquierdista -igual que si no es capaz de hacer suyo lo que tienen de izquierdistas Orwell y Camus-, que empiece a pensar en borrarme de la lista.

El autor, español, es escritor.
Su última novela es Anatomista de un instante

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el dispreciau dice: soy socialista, desde siempre, no comunista, no maoista, simplemente socialista. La izquierda fracasó en el mundo entero por su conducta eminentemente atropelladora e intolerante, de allí que tenga ciertas afinidades con nuestro socialismo gobernante en la Provincia de Santa Fe, que también tiene sus notables desaciertos... La izquierda de la Ex -URSS demostró las mismas falencias que el capitalismo a ultranza. Nada diferente de lo cursado en China o en Corea del Norte. Lo que se impone con sangre termina fabricando ríos de ella, revanchas, odios, frustraciones y más zozobra social, individual, cultural, etc. El resultado de la izquierda no ha sido bueno, es más, ha sido pésimo. Cualquier mecanismo de desprecio masivo hacia las necesidades sociales es delesnable, y en tal sentido muchos de aquellos que se colocan en la izquierda para conseguir votos y luego transformarse en déspotas, también lo son (delesnables). En la izquierda ha caido mucha gente con temibles complejos de inferioridad, envidias y odios que han ido aflorándoles lentamente, según crecía su acceso al poder. El ejemplo ha sido malo, definitivamente. Pero el mundo globalizado ya no admite ni modelos imperiales, tampoco sectarios, mucho menos tiranías, ni tampoco democracias personalistas donde el poder es ocupado por imitadores baratos de mesianismos más baratos aún. En este mundo, o la humanidad se salva unida bajo un nuevo criterio de convivencia social, o perecerá a manos de sus incapacidades cada vez más notorias... todo lo demás ya ha demostrado plenamente que NO sirve. Octubre 26, 2010.-

lunes, 25 de octubre de 2010

EL REINO DEL REVÉS - El derecho y el revés del país - lanacion.com

[I/III]
Una recorrida por la geografía de la Argentina y su gente
El derecho y el revés del país
Guillermo Oliveto
Para LA NACION

Lunes 25 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa

El derecho y el revés del país

A veces hay cosas que, precisamente por su acotado tamaño, tienen una enorme grandeza. Los recuerdos de la infancia suelen estar entre ellas.

Viene hoy a mi mente un pequeño ciclo televisivo con formato poco habitual que de chico veía en aquella televisión de apenas cuatro canales. Se llamaba El país que no miramos y mostraba tesoros ocultos, cosas que estaban ahí pero que, de tan cercanas, no éramos capaces de ver. Por ejemplo, cúpulas de viejos edificios que habían sido realizadas por famosísimos arquitectos o esculturas de enorme valor artístico que, sin que lo advirtiéramos, enaltecían el paisaje ciudadano. Todo eso estaba ahí, pero para nosotros no existía. El programa nos recordaba la importancia de ejercitar la mirada. Veinte años después, el 14 de octubre pasado, El Roto publicó en el diario El País de España uno de sus tantos chistes que más que hacerte reír te dejan pensando. Se ve la imagen de la cara de un hombre muy de cerca. Apenas un cuarto de su rostro, que muestra uno de sus ojos y lleva gafas. Dice el autor: "¡Qué curioso! Cada vez resulta más difícil ver lo que está a la vista".

Hoy ya no hay cuatro canales en la tele, sino cientos. Y cientos de radios. Y decenas de diarios y revistas, en formato impreso y digital. Y blogs. Y portales. Y redes sociales. La información brota de las paredes. Sin embargo, más no es necesariamente mejor. ¿Qué vemos cuando vemos? ¿Qué entendemos? ¿Qué pensamos? ¿Qué decimos?

La revista de los domingos de LA NACION publicó en mayo un memorable artículo de tapa que instaló un nuevo término en el lenguaje: "infoxicados". Estamos intoxicados de información. Hay tanta, y tan disímil, que cuesta mucho asimilarla, procesarla y juzgarla con algún criterio razonable. Umberto Eco, considerado una de las mentes más brillantes del siglo XX, comparó Internet con un mítico personaje creado por Jorge Luis Borges, Funes el memorioso: "Hoy Internet es como el Funes de Borges. Una totalidad de contenidos no filtrada ni organizada. Funes recuerda todo y por esta misma razón es un idiota completo, un hombre inmovilizado por su incapacidad para seleccionar y descartar".

Como en varias de sus obras, Borges fue profético. En la era de la "infoxicación" se vuelve imprescindible desarrollar nuestra capacidad para seleccionar qué guardamos en los archivos de nuestra mente y qué dejamos pasar.

Este año, mi agenda de actividades me llevó a realizar una intensiva inserción en la Argentina 2010. Recorrí más de 30 ciudades en apenas seis meses. A varias de ellas fui más de una vez. En promedio, cinco ciudades diferentes por mes, más de una por semana. Además, naturalmente, continué con mis actividades en la ciudad de Buenos Aires, donde vivo actualmente, y el Gran Buenos Aires, donde nací y viví hasta los 25 años.

En mi propio "tour del Bicentenario" estuve en San Salvador de Jujuy, Salta, San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Formosa, Resistencia, Posadas, Corrientes, Santa Fe, Paraná, Rosario, Córdoba (capital), Río Cuarto, San Luis, San Juan, Mendoza (capital), San Martín, Junín, Rivadavia, Tupungato, San Rafael, General Alvear, La Plata, Quilmes, Mar del Plata, Bahía Blanca, Villa La Angostura, Neuquén, Comodoro Rivadavia y Ushuaia. Viajé en avión, pero también, muchas veces, en auto. Recorrí autopistas, autovías, rutas, caminos. Caminé. Hablé con todos los que pude. Decenas de empresarios, algunos grandes, la gran mayoría pequeños o medianos. Canillitas, remiseros, taxistas, mozos, periodistas. Gente de la cultura. Algunos intendentes. Funcionarios públicos. Responsables de organizaciones público-privadas. Estudiantes, emprendedores, historiadores, lugareños. Miré. Saqué fotos de las cosas que me llamaban la atención. Respiré el clima de cada lugar. Procuré sentir su vibración. Fueron más de 60.000 kilómetros de andar, 7000 de ellos por tierra. ¿Qué vi?

Vi los cargados limoneros de Tucumán. Y las cañas de azúcar en Jujuy listas para la zafra. Los olivares de Catamarca y La Rioja que ya producen en plenitud. Caminé entre los emblemáticos viñedos de Mendoza, que son un orgullo nacional. Vi las escuelas y los centros de salud que se construyeron en Formosa. Y la nueva costanera de Corrientes. Y la soja -nuestro "oro verde"- en Santa Fe, pero también en Santiago y en tantas otras partes. El movimiento comercial renovado en San Juan, consecuencia, en parte, del desarrollo de la minería y también de la vitivinicultura. Las míticas autopistas de San Luis. Sí, están ahí con sus torres de iluminación pintadas de todos los colores. Y vi la sorprendente exposición de arte al aire libre en Resistencia, donde además prometen terminar en breve un gran centro cultural. Se ve que falta poco. Ahí está la obra. Y recorrí esa maravilla que es el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén (única filial del Museo Nacional de Bellas Artes). Vi a los turistas en Villa La Angostura y Ushuaia. Comprobé la fuerza económica que genera el petróleo en Comodoro.

Escuché hablar inglés y portugués por doquier, especialmente en Buenos Aires. Una Buenos Aires donde brilla la cultura, con una cartelera artística y una propuesta de entretenimiento top ten mundial. Y donde los restaurantes, las pizzerías, los bodegones y las parrillas han dejado bien atrás el frío invierno de 2009. Hoy, otra vez, en los lugares más renombrados hay que reservar con anticipación. En los polos gastronómicos de "Lomitas", en el sur del Gran Buenos Aires, o en la avenida Santa Rosa, de Castelar, tampoco es fácil conseguir lugar un sábado por la noche. Vi la revolución de la construcción que comenzó en Buenos Aires y se expandió a Rosario, Córdoba y Río Cuarto. Lo llaman "el ladrillo-soja". Y ese mismo germen de la inversión inmobiliaria incipiente ya está en Mar del Plata. "La Feliz", año tras año recupera su tradicional esplendor. Al igual que buena parte de la costa atlántica. Vi una Bahía Blanca renovada (hacía un par de años que no iba). Y las madereras de Posadas funcionando.

Pude verificar en muchos lugares cómo la reforma de viejos hoteles los había transformado en nuevos establecimientos aptos para el turismo internacional. Y también el desarrollo de una nueva infraestructura turística de primer nivel en otras tantas ciudades, como por ejemplo Mendoza, y también, aunque en menor escala, Paraná. Sentí la estimulante potencia de Salta. Vi la gran mayoría de las ciudades atestadas de autos y, especialmente, de motos de baja cilindrada. Aquí nomás, en La Plata, en Quilmes, Morón o San Justo, también. Visité locales de supermercados, shoppings y cadenas de farmacias. Varios recién estrenados. En todos ellos había mucha gente comprando. Vi decenas de barrios nuevos construidos por el Estado, esos donde todas las casas son parecidas. "Eso era campo, ahí no había nada", me decía la gente del lugar. Un intendente me contó lo que le dijo una señora mayor cuando la recibió: "Se cumplió el sueño de toda mi vida. Yo sólo quería sentarme y ver llover por la ventana". Y también vi múltiples desarrollos de barrios cerrados y countries.

Recorrí nuevas autovías y crucé nuevos puentes, transité por avenidas ensanchadas, caminé por veredas arregladas, disfruté plazas puestas a nuevo. Vi las rutas cargadas de camiones. Que iban y venían. Con cereales, muchos cereales. Con autos, muchos autos. Con madera. Con ganado. No tanto como en otras épocas, pero algunos crucé. Leí los diarios del lugar. Tenían una buena cantidad de páginas y avisos. Avisos de shows artísticos nacionales e internacionales de primer nivel en muchas ciudades que anunciaban que por primera vez en muchos años llegaba ese artista al lugar. Vi la obra pública que se ve. Más en algunos lugares que otros, pero se ve. Vi una actividad comercial pujante prácticamente en todos lados. Y el trabajo de mucha gente anónima, que no está en los medios, pero que todos los días se levanta a la mañana para hacer lo que tiene que hacer. Y lo hace.

Lamento profundamente que la lógica binaria que se ha instalado en la opinión pública nos nuble la vista. Esto es algo que también pude comprobar en mi recorrida. Atraviesa, por desgracia, todo el país. Me da mucha tristeza que hablar de lo que anda bien en la Argentina sea mal visto por mucha gente. ¿No es el país en que vivimos? ¿No es el país que les ha permitido a aquellos que tienen una vida razonablemente digna llegar a tenerla? ¿Cómo puede ser que por alegrarnos de algunos de nuestros esfuerzos y aciertos automáticamente se nos excomulgue tildándonos de "K"? ¿Y que ese mote sea equivalente a "vende patria"? ¿No es éste un gobierno que ganó democráticamente las elecciones con un 47% de los votos?

Negar que el país ha crecido 70% en los ocho años que van de la crisis de 2002 a la actualidad -gobiernos de Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner-, que el desempleo bajó del 25% al 8%, que hoy las palabras "trabajo" y "producción" están de nuevo en el centro de la agenda de la gente, que la pobreza se redujo del 55% a cerca de un 25%, que el consumo de alimentos medido en unidades creció un 63% desde 2002 a 2010, que la Argentina tenía al comenzar 2002 una deuda externa que representaba el 162% del producto bruto y que hoy es cerca del 40% del producto, que este año nos visitarán cerca de cinco millones de turistas extranjeros cuando en aquel entonces eran menos de un millón, que se batirá el récord histórico de venta de autos 0 km (630.000 autos) cuando en 2002 se pronosticaba el cierre de casi todas las fábricas, que se superó el "tan temido 2009" con una solidez que pocos auguraban y que, en definitiva, este país está muy lejos de aquel de la crisis terminal que casi nos lleva a la disolución nacional, es querer tapar el sol con la mano. Pasar por alto que todo eso es muy bueno para la Argentina y los argentinos, más allá del gobierno de turno, también.

Del mismo modo, ¿cómo puede ser que señalar lo que debe mejorarse sea un pasaje directo al estigma de "conspirador destituyente"? Negar que aún hay una cuarta parte de la población argentina que la pasa muy mal, que la inflación existe y es alta, que hay incertidumbre entre algunos de los que tienen la capacidad para invertir, que corregir la inequidad en la distribución de los ingresos que se gestó durante 30 años es un desafío enorme, que son muchos los que desean mayor claridad en un proyecto de mediano plazo para el país, y que el miedo y la paranoia no son ninguna sensación y están a flor de piel entre la gente y que eso es muy malo para la Argentina y los argentinos, también es pretender ocultar lo imposible. Todo esto también lo vi y lo sentí, prácticamente, en todos lados.

Falta un año para la próxima elección presidencial. Promete ser un año "largo", que, por su intensidad, durará más de 12 meses. Tenemos tiempo para pensar. Viendo lo que se ve, pero también lo que no se ve. Aquello que se nos esconde detrás de la vorágine cotidiana y el clima áspero que nos circunda. Ese país que no miramos.

Está ahí. Y funciona. Es perfectible, obviamente, pero anda. La Argentina que hace ocho años estaba devastada se ha puesto de pie. Trabajosamente, arduamente. Y lo hicimos nosotros, cada uno de nosotros.

Ese país que no miramos desea que a quien le toque gobernar, sea quien sea, tenga la capacidad de construir sobre lo construido, y mejorar lo que haya que mejorar, para que toda su potencia florezca de una buena vez. © LA NACION
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[II/III]
El mundo sigue siendo ancho y ajeno
Graciela Melgarejo
LA NACION

Lunes 25 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


Siempre habrá, afortunadamente, lectores que, más atentos que otros, descubran en sus lecturas cotidianas sutiles erratas o alguna ausencia, y quieran compartirlas.

En esta línea de pensamiento, Rubén Laporte, en su correo electrónico del 16/10, cuenta su experiencia: "En el artículo «Por fin, un Nobel justo», del 15/10, Luis Gregorich se ocupa del Nobel otorgado a Vargas Llosa. Destaco dos errores: el título de la novela de Vargas Llosa es Conversación en La Catedral. Las mayúsculas obedecen a que es presuntamente la transcripción de una larga conversación que ocurrió en un bar llamado La Catedral. Presumo que el error obedece a un corrector comedido que seguramente no leyó ese libro.

"Luego Gregorich enumera una serie de escritores peruanos destacados, pero olvida a Ciro Alegría, autor de la novela El mundo es ancho y ajeno, que constituye seguramente, a mi juicio, una fuente de inspiración de Vargas Llosa por ocuparse de la explotación del indígena por parte de la clase dominante, elemento que probablemente haya contribuido a la escasa difusión y a la poca prensa de que ha gozado el urticante libro."

El lector lleva razón con respecto al título de la obra de Vargas Llosa; efectivamente, es Conversación en La Catedral, por el nombre de un bar de Lima en el que se reúnen dos de los personajes principales. En cuanto a la enumeración de escritores peruanos, convengamos en que siempre hay más creadores de los que uno puede recordar, pero, por el contrario, recordar otros a los que no todos conocen es también un mérito. Entre los que enumera Gregorich están, por ejemplo, el magnífico cuentista que fue Julio Ramón Ribeyro y el magnífico ensayista que es Luis Loayza.

Pero es cierto que, independientemente del Nobel a Vargas Llosa, el peruano Ciro Alegría, autor de una novela-río como El mundo es ancho y ajeno y de una nouvelle perfecta como Los perros hambrientos, ha sido y es uno de los grandes nombres de la literatura latinoamericana del siglo XX. Su novela se publicó en 1941 y dio comienzo en Perú a la llamada literatura indigenista. Por todo esto, no cabe sostener que haya tenido "escasa difusión" y "poca prensa", porque, además de ser un clásico de esos que se leían en el colegio secundario y en la universidad, ha sido traducida por lo menos a treinta idiomas. Incluso, el reciente premio Nobel de Literatura 2010 dijo que esta obra es "el punto de partida de la literatura narrativa moderna peruana y su autor, nuestro primer novelista clásico".

Como un tema trae otro, es posible contrastar las observaciones de Laporte con las de otros lectores de otros diarios; en este caso, peruanos, en homenaje a Vargas Llosa. El miércoles último, el diario limeño El Comercio publicó una nota titulada "¿Un «boom» de la lectura en el Perú?". Su autor, el columnista Eduardo Yamada, se remontaba primero a un artículo anterior, según el cual "los índices de comprensión lectora en el Perú todavía están por los suelos. Sólo uno de cada cinco entiende lo que lee". Yamada formulaba luego el siguiente pedido: "Que el Estado, las fundaciones y los medios faciliten ediciones populares de sus obras [las de Vargas Llosa], y que padres e hijos las lean juntos, comenten y escriban ensayos a partir de ellas. Así mejoraremos nuestros índices de comprensión lectora, seremos mejores peruanos y sembraremos las semillas para otros premios Nobel por delante".

Los comentarios de los foristas fueron muchos, pero dos bastan para ejemplificar y encontrar coincidencias de pensamiento con los argentinos. Derrick Zeel escribió: "Un claro ejemplo de que la gente no entiende lo que lee es este site de El Comercio. La falta de lectura y la forma de escribir en los chats redunda en la abundancia de gente que no entiende lo que lee, ignorante que sólo sabe de fútbol y con pésima ortografía. Ojalá que esto algún día cambie". Más optimista, Juan Veliz (juangus) cree: "Al final le tomaremos el gusto. Es como ver una novela por TV, pero en vez de verla la lees. Animo, peruanos, a comenzar. Todo toma su tiempo y esfuerzo, pero con cultura no nos engañarán más".
© La Nacion
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[III/III]
Por un trabajo decente
Martin Santiago Herrero
Para LA NACION

Lunes 25 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa


DESDE 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el 17 de octubre como Día Internacional de Erradicación de la Pobreza, para convocar a países y gobiernos a reflexionar acerca de los alcances, naturaleza y consecuencias de las múltiples carencias y negación de derechos que enfrentaba y enfrenta una proporción muy significativa de la población mundial. Se trata de un profundo desafío ético, que presenta amenazas ciertas para actuales y futuras generaciones, en un contexto globalizado en el cual la geografía de la modernidad ofrece avances extraordinarios, espacios globales de oportunidades e interdependencias, pero, también, reproduce sin asombro la desnuda sentencia de la exclusión y la marginalidad.

En esa etapa histórica de la última década del siglo XX, se sostenía además como pensamiento dominante que la globalización y los mercados desregulados podrían resolver los problemas de carencias materiales de la humanidad. Hoy, 18 años después, podemos asegurar que aquel llamamiento no fue redundante, sino que obedecía a un imperativo categórico que fue tomando cada vez más vigencia y relevancia. Más aún, a partir de la crisis financiera global desatada en 2008, cuyas consecuencias finales están por verse, tanto para países en desarrollo como desarrollados.

El lema de este año fue "De pobreza a trabajo decente: reduciendo la brecha", un reto que, en tiempos de desempleo masivo en muchos países, constituye una verdadera declaración de principios sobre la búsqueda del trabajo decente, que, según define la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es el trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad. Esta definición refuerza la comprensión de que en las sociedades complejas es el mercado de trabajo la caja de transmisión que vincula la economía con el bienestar de los hogares. Esta relación es bidireccional y, por tanto, sociedades con mayores niveles de empleo y equidad potencian un crecimiento armónico tanto económico como político y social.

En América latina, en general, y en la Argentina, en particular, las políticas que tomaban el mercado de trabajo como un simple resultante de los fundamentos macroeconómicos han demostrado sus limitaciones. Se vivieron épocas de elevado crecimiento económico que convivieron con pobreza y mayor desempleo. Hoy se avanza en la dirección de colocar al trabajo en el centro de las decisiones, una muy acertada estrategia para mitigar los efectos de la crisis global. Promover el trabajo decente, registrado y con los derechos laborales establecidos en forma plena es condición para profundizar una senda de consolidación, no sólo de un crecimiento sostenido, sino de un sistema democrático más pleno y equitativo.

La Argentina ha reafirmado su compromiso con esta agenda mundial de lucha contra la pobreza y la desigualdad en todas sus dimensiones, incorporando metas puntuales y más exigentes, y ha sumado otro objetivo para el país ?promover el trabajo decente?, con indicadores sobre el mercado de trabajo y la protección y seguridad sociales. No existe, por tanto, mejor política social que el pleno empleo ni mejor trabajo que el trabajo decente.
© La Nacion
Por un trabajo decente - lanacion.com


el dispreciau dice: conozco la Argentina, a la cual pertenezco, metro a metro... su gente, sus necesidades, sus luchas, sus alegrías y sus tristezas, sus abandonos y sus perezas... pero también conozco el mundo entero, ya que me ha tocado trabajar (sí, trabajar... no pasear) en muchos lugares, en un momento de la historia del mundo previo, coincidente y consecuente a la Caída del Muro de Berlín. Suelo no comprar ideologías, tampoco voluntarismos, mucho menos idealizaciones. Me remito a lo que veo en calidad de observador minucioso de las realidades contiguas, y entiendo lo que veo y sus trastiendas. ARGENTINA suele tener visiones sesgadas de su propia realidad, sucediendo lo mismo con las ajenas. Tenemos una natural tendencia a "idealizar" para luego frustrarnos y luego iniciar una temible caza de brujas, instalar descalificaciones y desprecios. ARGENTINA es una suerte de reino del revés, un rincón del loco país de la Alicia donde las escaleras pueden girar sus sentidos dando lugar a personajes incríbles. Durante los noventa, luego de padecer la tragedia de los años setenta donde aparecen dos bandos responsables, pareció que los ochenta (post-proceso) darían a esta nación vapuleada un poco de aire, pero la realidad demostró lo contrario. Una alianza entre dos sectores del lado oscuro regresó al país a una nueva tragedia, la de deformar todo para luego arrasarlo. Se arrasó la educación y la salud, el trabajo en todas sus formas, las empresas y se dio lugar al renacimiento de lo más bajo de la sociedad. El desastre del 2001 fue inducido por las propias confrontaciones políticas entre pobres y miserables (todos políticos), muchos de ellos cínicos, otro tanto oportunistas, más aún mentirosos. Lo que siguió del 2001 fue auspicioso, sin perder de vista que la realidad mundial ayudó a que nuestro país tomara aire gracias a circunstancias que le eran ajenas, aunque no tanto. En las recuperaciones de las naciones no hay héroes ni tampoco iluminados, hay detrás sólo gentes y esfuerzos... La propuesta K fue inicialmente clara y apropiada a las necesidades del país, más allá de cualquier diferencia de apreciación. No pareció adecuado la partida de Lavagna, tampoco la de Filmus, tampoco otras. Se esbozaba la intolerancia en algunos momentos, pero la misma no era marcada, hasta podía tratarse de conductas propias de las inconductas que nos caracterizan. Desde la segunda etapa K para aquí, todo se transformó en un pandemonium de incoherencias e histerias, crispaciones y atropellos, desprecios y descalificaciones, para nada ponderables en una primera magistrada de las características y capacidades de la Señora Presidente Cristina Fernández. Indudable hay una trastienda del poder que los míseros mortales (ciudadanos) no vemos, que tampoco percibimos... pero ello no habilita a aplaudir ciertas reacciones extemporáneas. La Argentina de hoy habla de una realidad que podrá existir en los números del INDEC, pero es bien distinta en la propia calle. Argentina no puede ser gobernada para los amigos, para los que piensan igual, para los obsecuentes... ya que de ser así, la exclusión crece y eso es justamente lo que sucede. Hay exclusión sindical y laboral. Hay exclusión social en educación. Hay exclusión social en la consideración del gasto social. Hay exclusión en salud. Hay exclusión aún cuando al estado político le cueste asumirlo y entenderlo. Coincido como ciudadano, aún en las profundas diferencias en la visión de la gestión del estado, en que existe un mundo que no puede ni debe ser aceptado, por caso el Fondo Monetario Internacional y sus recetas perimidas... pero no es lo único. Tampoco puede aceptarse el corporativismo de ciertas alianzas empresarias que transforman las circunstancias en monopolios y consecuentes manipulaciones. De allí a que el estado se arrogue el derecho de hacer lo mismo, me parece un disparate que además de no aportar nada, empalidece aún más realidad. Las necesidades de las gentes están incumplidas y en ello el estado no se ocupa, al menos no lo hace del mismo modo que cursó durante la primera etapa K... La prueba más concreta es que el estado no atiende a las victimas de un desastre natural tanto como desconoce la realidad de los millones de marginados que consumen sus días dentro el territorio nacional. No es lo único. La inseguridad crece de las manos de esas mismas pobrezas y esos mismos olvidos. Si esta es la forma "novedosa" de hacer política algo anda muy mal en nuestras cabezas, si dividir y/o descalificar las lealtades y sus sentidos se orienta con la misma brújula, algo anda aún peor. Declaro que mi visión ciudadana sobre la clase política es "impresentable", quizás también lo soy yo, pero apenas si puedo gobernarme a mí mismo y mis pobrezas, con lo cual el daño es menor. Argentina necesita atenderse a sí misma, colocarse en foco de las prioridades que la clase política transforma en deuda social, siempre. Antes que en los políticos creo en las personas y sin esas coincidencias (la de las gentes) un país no existe, y eso es justamente lo que estamos haciendo (no yo), Ustedes, los que juraron por esa misma patria que traicionan. Octubre 25, 2010.-