Teléfono Rojo:
muy malas noticias
El recién retirado jefe de los servicios de inteligencia
exteriores británicos, MI6, alerta de que “la amenaza
de confrontación militar nuclear” con Rusia aún está presente
“En la película Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, estrenada en 1964, el presidente de Estados Unidos [Peter Sellers] llama al presidente soviético. Tiene malas noticias. Y muy malas noticias. ¿Las malas? Ha habido un terrible error. Un avión militar estadounidense se dirige a la Unión Soviética con órdenes de lanzar una bomba nuclear. ¿Las muy malas? No hay manera de revocar las órdenes”.
Esta es la traducción de las palabras con las que sir John Sawers, recién retirado jefe de los servicios de inteligencia exteriores británicos (MI6), eligió iniciar una conferencia el mes pasado en la Universidad de King’s College (Londres). Como si hubiera querido replicar la sangre fría de M, versión ficticia en las películas de James Bond del papel que él interpretó en la vida real, Sawers adoptó un aire distendido para transmitir un mensaje alarmante: por primera vez desde el final de la Guerra Fría, a raíz de las tensiones creadas en Ucrania, planea sobre el mundo la amenaza de un choque nuclear entre Occidente y Rusia.
“La amenaza de confrontación militar nuclear, incluyendo un error de cálculo o simple mala suerte, aún está presente”, declaró Sawers en su conferencia. “Mantenemos esto en mente cuando tratamos con la Rusia de Vladímir Putin”.
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La clave está en el matiz: error de cálculo o mala suerte. Ni siquiera durante los momentos de mayor tensión entre la Unión Soviética y Estados Unidos, como se demostró en la crisis de los misiles en Cuba de 1962, existió la intención por parte de las grandes potencias de iniciar una conflagración que les llevaría al aniquilamiento mutuo asegurado. Sería absurdo pensar que la mentalidad haya cambiado hoy. El llamado “equilibrio del terror” seguirá siendo la gran garantía de paz. Pero en el actual clima entre Rusia y Occidente, con el pronóstico de que se avecinan tormentas peores, crece el peligro de que la ley de las consecuencias imprevistas entre en juego una vez más, como en el guion de Teléfono Rojo.
Cuando Sawers habla en primera persona plural (“mantenemos esto en mente”) se refiere no solo a sus colegas en las altas esferas de la política exterior británica sino también a los de Estados Unidos y de la OTAN, con los que trabajó codo con codo durante los cinco años que estuvo al mando de MI6. El temor que comparten es que la actual crisis militar en Ucrania será el preludio de otra aventura rusa, esta vez en los países bálticos antes pertenecientes a la Unión Soviética, hoy miembros de la OTAN a los que la OTAN está obligada a proteger.
El riesgo de que Rusia intente anexionarse territorio en Estonia, Lituania o Letonia aumentará en función del desgaste de la economía rusa, azotada por las sanciones impuestas por los países de Occidente como castigo por la incursión en Ucrania y, aún más, por el desplome del precio del petróleo. Desde el final de la Guerra Fría, los rusos han aspirado a mucho más que la mera supervivencia. Al ver que sus expectativas se desvanecen, y el descontento aumenta, la alternativa tentadora que se le presentará a Putin para conservar la alta popularidad de la que actualmente goza, según entienden analistas como Sawers, será recurrir con mayor insistencia al populismo nacionalista, apelando al ancestral espectro de la amenaza que proviene de Occidente. Gideon Rachman, experto en política internacional del Financial Times, escribió a finales del año pasado que “el agresivo y autocompasivo nacionalismo que orquesta el señor Putin recuerda la política de Rusia y Alemania en los años treinta”. Chrystia Freeland, autora de un libro sobre la transición rusa del comunismo al capitalismo titulado La venta del siglo, comentó hace poco que la ruina económica podría hacer que Rusia se vuelva “más agresiva e imprevisible”.
La retórica rusa ya es más agresiva que en ningún otro momento desde la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov. La búsqueda de chivos expiatorios occidentales va acompañada por una tendencia, como la de un adolescente grandote pero acomplejado, a recordar al mundo que puede que Rusia sea un país sin modernizar pero posee un arsenal nuclear no solo colosal sino recientemente modernizado. El diario Pravda, portavoz soviético en su día y hoy vocero de Putin, tituló un artículo hace poco con las palabras “Rusia prepara sorpresa nuclear para la OTAN”. Varios políticos rusos se han hecho eco de una advertencia que lanzó Putin, ex alto cargo de la KGB, el año pasado: los de fuera no deben “meterse con nosotros” ya que “Rusia es una de las principales potencias nucleares”.
Hace 15 días, Putin fue citado en un documental de la televisión rusa diciendo que cuando se inició la crisis en Ucrania hace un año estaba dispuesto a poner sus armas nucleares en disposición de combate“porque allí viven rusos”. En semejante contexto, la reciente intrusión de dos bombarderos rusos capaces de lanzar armas nucleares muy cerca de la costa del suroeste de Inglaterra no fue, como comentó un diplomático británico a este diario, “ninguna broma”. “El peligro de que un malentendido, o un incidente a primera vista inocuo, desate un conflicto catastrófico siempre existe”, dijo el diplomático, como Sawers cuando advirtió del riesgo que podría proceder de un error o de la mala suerte.
Putin juega con fuego. Sin que ni él ni nadie lo quieran, se puede generar una dinámica parecida a la que buscan los terroristas islamistas, cuyo objetivo es utilizar el miedo para sembrar indignación y rabia en los países occidentales y así provocar respuestas desproporcionadas y contraproducentes, como ocurrió en Irak tras la caída de las Torres Gemelas. El caos y la confusión pueden provocar malas decisiones y terribles accidentes. Y más si llegase al poder en Estados Unidos una figura como el vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney, lo más parecido que se ha visto en Washington al demencial Dr. Strangelove, protagonista de Teléfono Rojo.
“La crisis de Ucrania no solo tiene que ver con Ucrania. Se trata ahora de una crisis mucho mayor y más peligrosa entre Rusia y los países occidentales”, dijo en su conferencia sir John Sawers, que posee más información sobre el balance geopolítico actual que casi nadie. Y agregó: “No habrá convergencia entre Rusia y Occidente mientras Putin siga al mando… Gestionar las relaciones con Rusia será el problema que definirá la seguridad de Europa durante varios años más”. Ante la posibilidad, de la que también advirtió Sawers, de que el sucesor de Putin podría representar un peligro incluso mayor, la alocada tesis de Teléfono Rojo vuelve a cobrar relevancia.
Con buena suerte y con los cálculos bien hechos por los que controlan los botones nucleares nunca ocurrirá, pero sí existe la posibilidad de que dentro de no mucho tiempo volvamos a convivir, como nuestros padres o nuestros abuelos, con el miedo latente de que nos matemos todos.
Amenaza rusa
EL PAÍS, MADRID
El embajador ruso en Copenhague, Mijail Vanin, advirtió el sábado de que Moscú podría atacar con misiles nucleares a barcos daneses si ese país, miembro de la OTAN, se une al sistema antimisiles de la Alianza. Si ocurre, “corremos el riesgo de considerarnos mutuamente enemigos”, dijo al diario Jyllands-Posten.
El ministro de Exteriores danés, Martin Lidegaard, que se esforzó ayer en que no subiera la tensión entre ambos países, declaró que los comentarios de Vanin son “inaceptables” y le acusó de haber “cruzado la línea” roja al decir que cualquiera que se una a la Alianza puede ser objetivo de misiles balísticos rusos.
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Rusia hostiga a la minoría étnica de los tártaros en la anexionada Crimea
La comunidad, que representa casi el 11% de la población de la península, lucha por conseguir los derechos que Moscú le prometió hace un año
PILAR BONET Simferópol 23 MAR 2015 - 00:55 CET
Una cosa es prometer para seducir y otra cumplir las promesas tras lograr el fin. Un año después de la anexión de Crimea, la comunidad tártara, la más antigua de la península, lucha por hacer realidad los derechos que Rusia le garantizó a cambio de consentir el “retorno” a la jurisdicción de Moscú. El presidente Vladímir Putin se hubiera ganado el apoyo de los tártaros si les hubiera dado el mismo nivel de competencias que a los tártaros de Tatarstán (república en la zona del Volga), es decir, un régimen autónomo dentro de la Federación Rusa, opina Ilmí Umérov, exjefe de la Administración de Bashjisarái, la histórica capital del Janato de Crimea. Antes de la conquista rusa en el siglo XVIII, en la península existió desde el XVI un estado vasallo del imperio Otomano.
Umérov es uno de los 33 miembros del Medzhlís de Crimea (órgano directivo nacional tártaro) y, como otros paisanos suyos, nació en Asia Central, donde los tártaros fueron deportados por Stalin en 1944. “La situación de los derechos y las libertades es muy deficiente hoy en Crimea”, dice.
En marzo de 2014, Rustam Minnijánov, presidente de Tatarstán, avaló una disposición del Parlamento de Crimea para garantizar la “paz y estabilidad”. El texto preveía cuotas del 20% para los tártaros en la Administración, el mantenimiento de las instituciones, la enseñanza preescolar en tártaro y el apoyo a los medios de comunicación en esa lengua. Pero resultó que la legislación rusa no admite cuotas, que a la televisión en tártaro (ATR) le niegan la renovación de su licencia, y que la lengua tártara —oficial en Crimea junto con el ruso y el ucranio— será marginada si prospera “un proyecto de ley de educación que da carácter facultativo a la lengua tártara”, según Eminé Avamíleva, miembro del Medzhlís y filóloga. “Antes de aprobar la ley de educación hay que aprobar otra sobre lenguas estatales obligatorias de Crimea y las normas para su uso”, señala. Los líderes rusos locales ya han manifestado su oposición a la obligatoriedad del tártaro.
A diferencia de las escuelas ucranias, en su mayoría transformadas en rusas, los 15 colegios tártaros (de 576 en la península) se mantienen, pero con problemas, dice Avamíleva. Los libros de texto editados en Ucrania han sido ilegalizados, pero Rusia no los ha sustituido con sus propios manuales —el idioma tártaro de Tatarstán es diferente del de Crimea—, afirma Avamíleva. “Los alumnos forran los libros para ocultar que son ucranios”, dice Umérov. La legislación rusa garantiza el derecho a la educación en lengua natal y las escuelas pueden formar grupos de tártaro a petición de los padres. Pero las familias tártaras “están asustadas y los directores de las escuelas las disuaden”, indica Avamíleva.
Inicialmente, el Kremlin confió la tutela de Crimea a los líderes de Tatarstán, que visitaron la península e invitaron a los tártaros locales a estudiar su modelo lingüístico. A los tártaros de Crimea les gustó el modelo, que prevé la obligatoriedad del tártaro en la escuela. “Nos sentimos apoyados”, señala Avamíleva. En el verano, el Kremlin atajó los contactos directos entre tártaros del Volga y tártaros del mar Negro, explica una fuente de estos últimos.
“La autodeterminación es un arma de doble filo”, opina Mijaíl Rémizov, jefe del Instituto de Estrategia Nacional de Moscú. “En caso de crisis de Estado, las regiones nacionales de Rusia apelarán con energía al derecho de autodeterminación e invocarán el precedente de Crimea”, sentenció en un seminario en Simferópol. La obligatoriedad de las lenguas locales en Tatarstán o Bashkortostán “es fuente de constante conflicto”, sostuvo Rémizov, que mostró el deseo de que las lenguas autóctonas pasen a ser facultativas. La sede del Medzhlís de Crimea está clausurada y sus miembros, dispersos: siete exiliados, uno (Ajtem Chiygoz) detenido, y cinco destituidos (por aceptar cargos en la Administración rusa). “Para tomar decisiones legítimas recurrimos al Skype”, cuenta Umérov.
Umérov, Avamíleva y otros líderes tártaros han sido citados a declarar por el choque de dos manifestaciones (una de tártaros y otra de prorrusos) el 26 de febrero de 2014 ante el Parlamento de Simferópol, cuando aún no estaba ocupado por enmascarados rusos. Pese a que el líder prorruso Serguéi Axiónov y el jefe del Medzhlís, Refat Chubárov, lograron calmar los ánimos de los manifestantes, el nuevo régimen busca hoy a los “culpables” de las muertes accidentales de dos personas (una por asfixia y otra de infarto). Su celo en buscarlos en la comunidad tártara evoca los procesos incoados contra manifestantes que protestaban en Moscú en vísperas de la toma de posesión de Putin en 2012. Las desapariciones, registros, detenciones y la prohibición de manifestarse o conmemorar son parte de una “intimidación para que la gente tema y no exprese su desacuerdo”, concluye Umérov.
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Solidaridad de Turquía
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, respaldó la integridad territorial de Ucrania, Crimea incluida, y exhortó a los dirigentes ucranios a defender los derechos de la minoría tártara de la península. En una visita a Kiev el viernes, Erdogan expresó así una mínima solidaridad con el pueblo de lengua túrquica, cuyos líderes desean más apoyo del que Ankara les da, sobre el telón de fondo de sus intereses económicos en Rusia, comprendido el proyecto de gasoducto que marginaría a Ucrania como país de tránsito.
En la península del mar Negro viven 232.200 tártaros de Crimea (10,6% de la población), según el censo realizado en octubre de 2014. Crimea (con Sebastopol) tiene 2,2 millones de habitantes, algo menos que los 2,4 de 2001, fecha del censo anterior. El grupo más numeroso son los rusos, un 68% de quienes indicaron su nacionalidad.
El segundo son los ucranios (15,7%) y el tercero, los tártaros de Crimea (10,6%), a los que hay que añadir los que se registraron como “tártaros” sin más (el 2%). Con respecto a 2001, la comunidad rusa aumentó un 2,7%.
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el dispreciau dice: el mundo humano está de rodillas, y el poder desenfrenado que padece esquizofrenia está empecinado en hacer valer sus desquicios mentales al precio que sea... algo semejante a que la locura se ha apoderado del "poder" haciéndole creer que cualquier cosa es buena para lograr el fin elucubrado entre gallos y medias noches... Europa, la medieval, aliada, imperial y nazi, se está equivocando segundo a segundo sin embocar ni una sola, ni por casualidad... y eleva la apuesta sin entender que la realidad es cada vez más siniestra... Rusia, no está dispuesta ceder un ápice... al igual que China y sus socios de conveniencias... lo cual eleva imprudentemente el riesgo del "desatino inoportuno"... entre tanto, lo que estaba mal, está cada vez peor y el propio judaísmo americano ha comenzado a señalar con el dedo a los dementes y sus demencias... curiosamente, los musulmanes moderados que aún permanecen en la paz de sus cabales, están viendo la misma realidad que distinguen las miradas de los judíos americanos, que a su vez coinciden con las del Papa Francisco, un Papa en rebelión contra las estructuras fosilizadas del Vaticano, que cuenta con el apoyo del Papa Benedicto XVI, un Alemán que comprende perfectamente el concierto de los riesgos crecientes, ya no para los cristianos sino para la humanidad como un todo racial, dependiente de un único Dios que no tiene religiones ni tampoco preferencias sagradas... a como vamos, el elevar las apuestas, sea de un lado o del otro, promete más tragedias que las ya vistas... y eso, en cualquier caso, no es para nada bueno... porque en la esquizofrenia desatada, lamentablemente, pierden todos, como siempre. MARZO 23, 2015.-
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