Vietnam amordaza Internet
29 periodistas y blogueros permanecen encarcelados en el
país asiático por denunciar casos de corrupción del Gobierno en la Red
PABLO L. OROSA Saigón (Vietnam) 20 MAR 2015 - 10:27 CET
Phan Chi Dung llega a la reunión diez minutos antes de la hora prevista. Sólo los dos bolígrafos, uno rojo y otro negro, delatan su labor como intelectual y periodista. “No traigo papeles, es peligroso”. Desde que en 2007 comenzase a denunciar los casos de corrupción vinculados a la élite dirigente del Partido Comunista, Phan Chi vive cada día esperando volver a ser encarcelado. “Quieren controlar la democracia”, alerta. Actualmente son 29 los periodistas y blogueros que permanecen en prisión en el país. Dominar la red es una obsesión para un Gobierno que ha convertido a Vietnam en la cuarta mayor cárcel del mundo para los ciudadanos de la Red.
Dinh Dang Dinh, un antiguo soldado y profesor de química, era en diciembre de 2011 uno de los activistas y blogueros medioambientales más influyentes en Vietnam por su lucha contra las minas de bauxita en la cordillera central. La corte provincial de Dak Nong le condenó en agosto de 2012 a seis años de prisión por “dirigir propaganda” contra el Gobierno. Fue acusado de escribir y publicar en Internet documentos contrarios a los intereses del Estado. Su juicio apenas duró tres horas y la vista de apelación 45 minutos. En la cárcel, Dang Dinh fue maltratado y sólo tres meses antes de morir, en abril del pasado año, fue autorizado a ser tratado en un hospital del cáncer de estómago que sufría. La de Dang Dinh es una de las 75 historias sobre presos de conciencia recopiladas por Amnistía Internacional en su informe Silenced Voices de 2013. Esto es sólo la punta del iceberg en un país en la que la prensa escrita está en manos del partido único y la censura impide la publicación de libros críticos con la historia oficial. The Trader of Saigon, de la escritora británica Lucy Cruickshanks, ha sido uno de los últimos en unirse a esta lista.
Amparado en una legislación ambigua y poco precisa, el Ejecutivo vietnamita mantiene desde hace algunos años una fuerte política represiva contra activistas, periodistas, blogueros y defensores de los derechos humanos. El Código Penal de 1999 es utilizado contra aquellos que levantan la voz para desvelar los abusos del poder y la corrupción. “Entre 2007 y 2010, la situación mejoró un poco, pero pronto el Gobierno inició una campaña de detenciones”, recuerda Phan Chi. Él fue una de sus víctimas. Tras 25 años trabajando para el Partido, en 2003 decidió dejar su puesto como funcionario —“yo mentí al pueblo”, reconoce— y empezó a denunciar las ilegalidades del sistema. Su batalla por destapar los escándalos de corrupción vinculados a la familia del primer ministro, Nguyễn Tấn Dũng, lo llevó a la cárcel en 2012. “Fueron a la sede de la empresa donde trabaja mi hermana pequeña y le recomendaron que me aconsejara que dejara de criticar al Gobierno”. Phan Chi no se amedrentó y fue encarcelado durante cinco meses acusado de publicar propaganda contra el Gobierno (Artículo 88 del Código Penal) y llevar a cabo actividades para derrocar a la Administración (Artículo 79). “Finalmente, tuvieron que liberarme porque no tenían pruebas”, afirma sin alzar demasiado la voz. No hay trazos de victoria en sus palabras.
Internet, el enemigo de la nueva era
Los medios de comunicación privados están prohibidos en Vietnam, lo que hasta la proliferación de Internet y los blogs políticos, con gran influencia entre las nuevas generaciones, fue suficiente para acallar las voces discordantes. Hoy, este modelo de control ya no basta. “Es estúpido intentar censurar un libro o una información cuando está disponible en la Red. Sólo hace falta hacer click para encontrar lo que buscas”, apunta Kieu, un joven estudiante de la provincia de Vinh que llegó a Hanói hace cuatro años para estudiar económicas.
A finales de 2013, el Gobierno aprobó el denominado Decree 72, que prohíbe la publicación online de material considerado crítico con el Ejecutivo o que pueda dañar la seguridad nacional. El decreto,condenado enérgicamente por las organizaciones internacionales de derechos humanos, especifica que las redes sociales, como Twitter o Facebook, sólo pueden ser utilizadas para “aportar e intercambiar información personal”. De hecho, aunque no existe una prohibición oficial, desde septiembre de 2013 el acceso a Facebook en Vietnam está bloqueado —pese a lo cual la mayoría de los vietnamitas consigue acceder fácilmente a la red social—. “Internet es sólo una herramienta. Si para los ciudadanos la radio fuese la única posibilidad de escuchar voces alternativas e información sobre temas no tratados por los medios de comunicación, o tratados pero bajo el filtro del Partido Comunista, estoy seguro de que tendríamos el país lleno de receptores piratas de radio que se venderían en el mercado negro”, asegura el responsable de Reporteros Sin Fronteras (RSF) en el país Benjamin Ismaïl.
Vietnam ocupa el puesto 175 de 180 en el índice de libertad de prensa, sólo por delante de China, Siria, Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea
Los esfuerzos del Gobierno por mantener el control de la información se centran principalmente en periodistas y blogueros. “Desde hace dos años mantienen una fuerte campaña contra nosotros”, insiste Phan Chi. En enero de 2013, 14 jóvenes blogueros fueron condenados a penas de entre 3 y 13 años de cárcel en virtud del artículo 79 tras participar en Bangkok en un taller de formación organizado por Viet Tan, partido que aboga por una reforma pacífica en el país y que el Gobierno califica como terrorista.
El caso más mediático ha sido el del reputado bloguero Nguyen Van Hai, más conocido como Dieu Cay, quien fue detenido en abril de 2008, apenas siete meses después de haber fundado el Club de Periodistas Libres con otros dos blogueros —Phan Thanh Hai y Ta Phong Tan—, acusado de un delito de fraude fiscal y posteriormente de “propaganda antigubernamental” por sus críticas a las relaciones entre los Gobiernos de Vietnam y China. Dieu Cay fue sentenciado en diciembre de 2012 a 12 años de prisión, donde mantuvo durante 35 días una huelga de hambre para denunciar las malas condiciones de los reclusos de la provincia de Nghe An. El pasado mes de octubre, Dieu Cay fue puesto en libertad y conducido al aeropuerto de Noi Bai, en Hanói, desde donde tomó un vuelo a Estados Unidos sin poder despedirse de su familia.
Pese a formar parte del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR, por sus siglas en inglés) y ser miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Vietnam viola sistemáticamente los principios legales internacionales sobre libertad de expresión. El país ocupa el puesto 175 de 180 en el índice anual de libertad de prensa elaborado por Reporteros Sin Fronteras (RSF) en 2015, sólo por delante de China, Siria, Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea.
Desde la elección de Nguyen Phu Trong como secretario general del Partido, en enero de 2011, la situación de los periodistas ha empeorado considerablemente. “Nunca tantos blogueros habían sido encarcelados”, subraya el portavoz de RSF, quien atribuye este aumento de los “enfrentamientos y detenciones a la mayor actividad y eficiencia de los periodistas y activistas en la Red”. “Es, sobre todo, una nueva generación de ciudadanos que se inspiran en sus mayores, a menudo aún activos, para recuperar el impulso en la lucha por la libertad de prensa e información”, resume Ismaïl. Actualmente, 29 blogueros y periodistas permanecen encarcelados en Vietnam, convirtiendo al país en la cuarta prisión del mundo para los internautas, sólo por detrás de China, Irán y Siria, según datos de esta organización.
Las copias piratas de libros prohibidos y novelas extranjeras ocupan un puesto preferente en las numerosas librerías clandestinas que abarrotan las aceras del centro de Hanói o Saigón. Tras una breve conversación, los vendedores ambulantes ofrecen también casi cualquier lectura censurada. La batalla del Gobierno está en los medios de comunicación. “A la prensa escrita la pueden controlar, pero no así Internet”, subraya Phan Chi, quien junto a otros 64 periodistas forma parte de la primera asociación de periodistas independientes del país (IJAVN), constituida el pasado mes de junio. Cuentan con un medio digital que recibe más de 300.000 visitas diarias. “La gente quiere información libre y veraz, quiere saber la verdad sobre la economía, la sociedad…”, señala.
Vietnam es la cuarta prisión del mundo para internautas
Phan Chi se sabe vigilado. “Mi teléfono, mi email y mi Skype están controlados. Lo único que no pueden controlar es mi mente”, asegura mientras apura metódicamente otro de los cigarrillos Fine con los que acompaña el café. Sentados en la única mesa ocupada en el extremo más elevado de la cafetería Sỏi Đá, uno de los locales de moda de Saigón, Phan Chi no pierde detalle de lo que pasa a su alrededor. “Podemos ser arrestados en cualquier momento”, recuerda insistentemente.
La campaña de control impulsada por el Gobierno de Vietnam es equiparable a la del Ejecutivo chino: los proveedores independientes de noticias han sido obligados a aumentar la vigilancia, mientras se han multiplicado los arrestos y juicios en virtud de la nueva y draconiana legislación. En muchos casos, como el de Dieu Cay, quien permaneció casi dos años sin poder hablar con su familia, los blogueros arrestados pasan largos periodos incomunicados. Los juicios están, según el informe de Amnistía Internacional, “alejados de los estándares internacionales de justicia”. “No hay presunción de inocencia, ni oportunidad de examinar a los testigos y a menudo falta de acceso a una defensa competente”, dice el documento. Al tiempo que muchos familiares y amigos de los disidentes son acosados. “Nuestro trabajo es peligroso no sólo para nosotros, sino para nuestras familias”, admite Phan Chi.
Pese a las dificultades, los periodistas vietnamitas no piensan ceder. “Nosotros hablamos en nombre de la gente. No tenemos ninguna excusa para dejarlo”. En los últimos años, la sociedad civil no ha dejado de desarrollarse. La presión de estas organizaciones, sustentadas por la comunidad internacional, ha permitido mejoras en los derechos humanos y la democracia. “La gente ya habla de la debilidad del Gobierno, de los problemas económicos, de la corrupción…”, resalta Phan Chi. Un “régimen mentiroso” no podrá seguir siéndolo indefinidamente, zanja.
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