jueves, 12 de marzo de 2015

EL INVIERNO INTERMINABLE ▼ “Me parte el corazón talar árboles, pero nuestros niños podrían morir” | Planeta Futuro | EL PAÍS

“Me parte el corazón talar árboles, pero nuestros niños podrían morir” | Planeta Futuro | EL PAÍS



“Me parte el corazón talar árboles, pero nuestros niños podrían morir”

El invierno empeora la situación de más de cinco millones de sirios

Ya se enfrentaban a pésimas condiciones de vida a causa de la guerra



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Un chico transporta madera en el este de Ghouta. / AMER AL SHAMI (UNICEF)


"Tendré que quemar árboles de nuestra plantación de cerezos y usar la madera como combustible para poder mantener a mis nietos en un lugar caliente en este gélido invierno", cuenta Abou Taha, un líder comunitario de 70 años en Kfer Yabous, una ciudad al pie de las montañas cerca de la frontera con Líbano. Sus ojos brillan cada vez que habla de esos cerezos bajo cuya sombra creció de niño. "En este lado del mundo nunca cortamos árboles para necesidades personales. Pero tengo muy poco que ofrecer a mi familia", me dice el patriarca.
El invierno está siendo malo en Siria. En enero, las peores tormentas de nieve en décadas azotaron el país, dejando grandes nevadas en varias regiones. Para más de cinco millones y medio de sirios, que de por sí ya se enfrentan a las peores condiciones que podamos imaginar, el invierno solo empeora la situación.
La ausencia de ingresos con los que pagar gasóleo para calentar las casas, unida a la escasez generalizada, hace que muchas familias tengan que utilizar árboles como combustible y medio de calefacción. "No se encuentra gasóleo en el mercado. Me parte el corazón tener que talar árboles, pero nuestros niños podrían morir. Los más pequeños no sobrevivirán", dice Majeda, una profesora y madre de dos niños en Al Waer, un barrio controvertido justo a las afueras de Homs.

Clases congeladas

En zonas de Damasco algo más seguras, la disponibilidad de combustible no es mucho mejor. Ahlam, madre de tres hijos, se vio obligada a abandonar su hogar en Zamalka, en las afueras de Damasco, y ahora vive de la caridad en un piso de un dormitorio cerca de la capital. Ahlam también cuida de sus sobrinos ya que sus padres están atrapados en su ciudad de origen en Zamalka. "Los cortes de electricidad duran 15 horas al día, no tenemos forma de calentarnos", dice.
Ahlam se asegura de que sus hijos vayan al colegio. Mientras hablamos, ayuda a su hija Rola a hacer los deberes de matemáticas. "Solo estudié hasta sexto grado pero me aseguro de estar involucrada en su aprendizaje", cuenta mientras sonríe. "A veces tengo que pedir a mi hija mayor que corrija los ejercicios a la pequeña", añade señalando a Rola. Tres de sus niños perdieron un año de colegio mientras se quedaron en su ciudad natal, que vivió importantes operaciones militares el año pasado. "Hoy hacen sus deberes a la luz de una vela pero, ¿qué se puede hacer con el frío? A veces es imposible concentrarse. Nos apiñamos debajo de una manta y esperamos hasta quedarnos dormidos", dice sin perder fuerza.
Unos dos millones de niños necesitan asistencia para el invierno dentro de Siria. Queremos llegar al menos a 900.000 con suministros vitales para esta época del año. De momento, se han enviado 316.000 conjuntos de ropa y hay más en camino.

Los cortes de electricidad duran 15 horas al día, no tenemos forma de calentarnos

Ahlam, vecino de Zamalka
"A través del esfuerzo de las ONG locales hemos proporcionado ropa de invierno adquirida en el mercado local a 35.000 niños en Alepo, y se llegará a un número similar en los próximos días", dice Mark Choonoo, jefe de la oficina de UNICEF en esa ciudad.
En Al Waer, durante una semana de intensas nevadas, una relajación temporal del conflicto nos permitió entregar 1.400 conjuntos de ropa de invierno para los niños. Al Waer ha estado fuera del alcance de la asistencia humanitaria durante meses. Este apoyo de UNICEF, que incluía medicamentos básicos, equipos de higiene y suplementos nutricionales, es parte de un convoy de varias agencias humanitarias en la zona que pretende cubrir las necesidades de 1.500 familias. "Al Waer no ha recibido ningún suministro de diésel en 18 meses", nos cuenta mediante videoconferencia un voluntario de una organización local. "Agotamos todas nuestras existencias el pasado invierno y no nos queda nada para este año", añade.

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