miércoles, 18 de marzo de 2015

COSTURAS ESTALLADAS ▼ EL NUEVO EJE ▼ Alemania, Francia e Italia se unen a un banco asiático creado por China | Internacional | EL PAÍS

Alemania, Francia e Italia se unen a un banco asiático creado por China | Internacional | EL PAÍS



Alemania, Francia e Italia se unen a un banco asiático creado por China

El proyecto busca modificar el orden financiero de las últimas décadas





KISSINGER, EN PEKÍN. El ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, clave en el deshielo entre EE UU y China en 1972, ha sido recibido este martes en Pekín por el presidente chino Xi Jinping (en la foto). “No hubiera imaginado que vería un día a China y EE UU discutiendo juntos sobre la paz”, dijo tras la recepción. / FENG LI (EFE)




En el delicado juego de ajedrez que representan EE UU y China por el control del sistema financiero internacional, Pekín se ha apuntado un jaque importantísimo. Una semana después de que lo hiciera el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia desafiaron este martes las objeciones de Washington y anunciaron su participación en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), una de las entidades que promueve Pekín como alternativa a las instituciones multilaterales actuales.
“Francia, Alemania e Italia, en estrecha colaboración con los socios europeos e internacionales, tienen la intención de colaborar con los miembros fundadores del AIIB para construir una institución que siga los mejores principios y las mejores prácticas en materia de gobernanza y de políticas de salvaguarda, de sostenibilidad de la deuda y de contratos”, indicó en un comunicado el Tesoro italiano. Los Ministerios de Finanzas alemán y francés confirmaron la adhesión en términos similares.


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El banco, lanzado en octubre pasado, contará con un capital inicial de 50.000 millones de dólares (47.000 millones de euros). Con sede en Pekín, está previsto que comience a funcionar este año y tendrá como misión financiar proyectos de infraestructura en Asia, un sector donde se calcula que las inversiones necesarias en la próxima década rondarán los ocho billones 



La adhesión europea, todo un símbolo del cambio en la realidad económica global, representa un importante triunfo para China. No solo los países europeos han puesto de manifiesto su preferencia por colaborar con la República Popular y atraer sus inversiones en lugar de implicarse en una guerra fría política e ideológica, apunta Gauri Khandekar, del centro de estudios FRIDE en Bruselas, sino que Pekín “emerge como la sangre nueva de la economía internacional, que busca un cambio y sus ideas no son necesariamente malas”.
Fuentes diplomáticas españolas indicaron que el Gobierno aún no ha adoptado una decisión y que esta corresponderá, sobre todo, al Ministerio de Economía. No obstante, Exteriores es en principio partidario de que España forme parte del núcleo fundador, al igual que Reino Unido, Italia, Francia y Alemania.
Pekín, ya convertida en la segunda economía del mundo, ha presionado durante años en favor de reformas de las instituciones multilaterales que reduzcan la cuota de poder estadounidense en favor de economías emergentes. Pero la resistencia del Congreso de EE UU, dominado por los republicanos, las ha bloqueado hasta ahora, generando frustración entre los europeos y países emergentes y motivando las propuestas alternativas de China.
En una audiencia este martes en el Congreso de EE UU, el secretario del Tesoro, Jack Lew, advirtió contra esa inacción estadounidense. Los retrasos “están causando que otros países, incluidos algunos de nuestros aliados, pongan en duda nuestro compromiso con el FMI y otras instituciones multilaterales... Nuestra credibilidad internacional y nuestra influencia están siendo amenazadas”.
Durante meses, la Casa Blanca había presionado para evitar que sus países aliados se sumaran a un proyecto que percibe como rival del Banco Mundial —donde EE UU es la nación que mayor capital aporta— y del Banco Asiático de Desarrollo, que tiene a Japón como socio principal. Washington alega temores a que la nueva institución sea más laxa a la hora de conceder créditos a proyectos de viabilidad dudosa o que no respeten los derechos laborales o el medioambiente.
En una declaración que equivale a reconocer la derrota, el secretario de Estado adjunto de EE UU para Asia Pacífico, Daniel Russell, declaró en Seúl que “cada país puede decidir por sí mismo si la manera de conseguirlo es adhiriéndose antes de que se hayan aclarado los términos del acuerdo o bien esperando a ver qué aspecto tienen las cosas una vez que el banco comience a funcionar”, declaró el alto funcionario norteamericano.
Según China, 27 países ya han presentado su candidatura como países miembros, entre ellos India, Filipinas o Tailandia. Australia, que inicialmente siguió la línea estadounidense, ha dicho que decidirá “pronto” si pide el ingreso. El plazo para solicitarlo finaliza el día 31. La agencia china, Xinhua, ha apuntado que Suiza, Luxemburgo o Corea del Sur —que inicialmente tampoco aceptó la invitación china— también podrían estar interesadas.
Para Alice Ekman, investigadora del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), la adhesión de los europeos representa “un hito”. “Da más peso a una institución encabezada por China, que se percibe como una alternativa a las instituciones lideradas por EE UU o Japón”.
El AIIB es el proyecto más avanzado de la serie de instituciones promovidas por China ante la falta de reformas en las entidades actuales. El año pasado se lanzó el Nuevo Banco de Desarrollo o Banco de los BRICS. “Se está dando un verdadero giro hacia un nuevo orden mundial”, en el que China emerge como líder en el diseño de un nuevo sistema económico que rivalice con el de Breton Woods, opina Khandekar, y en el que estarán integrados los países europeos, precisamente los arquitectos del viejo modelo.

ANÁLISIS

Las costuras de la gobernanza estallan

Las viejas instituciones internacionales no reconocen el peso de los países emergentes ni sus necesidades concretas


Durante años, los países desarrollados se han negado a ceder protagonismo en las instituciones internacionales que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial. El patrón de la gobernanza global apenas ha variado en lo básico desde su diseño en Bretton Woods en 1944 pero el mundo de hoy es muy diferente al de entonces y la nueva realidad, económica y geopolítica, les ha acabado atropellando.
Estados Unidos acaba de sufrir una severa derrota diplomática a manos de China. Pese al rechazo explícito de Washington a formar parte del nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y a cuestionar sus modelos de gestión, algunos de sus más importantes aliados han decidido ignorar la posición estadounidense y apostar por un acercamiento mucho más pragmático a la nueva institución. Es difícil resistirse a las oportunidades de negocio que ofrece una economía mayor que las de Alemania, Francia e Italia juntas y con más de cuatro billones de dólares en reservas. Todos los bancos de desarrollo han contado con el apoyo de las grandes potencias, como hizo Estados Unidos con el Banco Interamericano de Desarrollo en 1959, y esta vez no iba a ser diferente.
EE UU argumenta que el nuevo organismo no ofrece las garantías que se le exigen a este tipo de instituciones pero es que las viejas estructuras tampoco dan respuesta a las necesidades de los países emergentes. El Banco Mundial, por ejemplo, apenas financia una decena de proyectos de energía hidráulica en todo el mundo, por el rechazo de los grupos de presión a la construcción de presas. La dura condicionalidad que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) imponen en sus créditos frena el desarrollo de muchos proyectos en los países emergentes. No es de extrañar que el Banco de Desarrollo de China realice ya más préstamos que el Banco Mundial. Pekín ha puesto en marcha, además, el banco de desarrollo de los BRICS —acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— y el Fondo de la Ruta de la Seda, respaldado por otro banco de desarrollo.
La necesidad de impulsar las infraestructuras en los países en desarrollo es innegable. Según los antiguos economistas-jefe del Banco Mundial, el premio Nobel Joseph Stiglitz y Nicholas Stern,hará falta invertir unos dos billones de dólares en la próxima décadapara mantener el ritmo de desarrollo en estos países y reducir los niveles de pobreza. Ahora esa cifra apenas alcanza los 800.000 millones.
Porque no es solo una cuestión de dinero. El Congreso de Estados Unidos ha rechazado el proyecto de reforma del FMI para dar más peso a China y a otros países emergentes en el organismo. Solo el G-20, que en 2016 presidirá Pekín, comienza a dibujar las bases de otro modelo de gobierno global.

el dispreciau dice: cuidado, prepárate para irte a dormir con una realidad para luego despertarte otra totalmente opuesta por su vértice... sin dólar, sin euro, sin nada conocido, sin trabajo, sin techo, sin salud, sin educación, indefenso y tal vez hasta invadido... esta clase política carece de sensatez... por ende carece de alma... tema no menor a la hora de los estadismos reemplazados por empecinamientos vacíos... como ves el imperio se está desintegrando delante de tus propias narices y junto con el imperio todo lo que lo sustenta... quizás hasta intencionalmente el nuevo eje está tomando entidad global de modo de comerse lo que queda del mundo humano... ¿resistir?... ¿resistirás?... lo importante en esta nueva etapa del nazismo globalizado, es no convertirse en colaboracionista, porque estos, a diferencias de los otros, están dispuestos a no dejar a nadie vivo, al sólo efecto de apoderarse de todo y por siempre... claro, ellos no son conscientes de que son mortales... y que las facturas de aquí, también se pagan allá. MARZO 18, 2015.-

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