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Indígenas de Australia le hacen frente a proyecto de megaminería
“Nuestro pueblo es el único originario de este país”, puntualizó la joven Murrawah, cuyo nombre significa arcoíris en lengua gubbi gubbi. “Eso somos, es nuestra identidad, nuestra cultura, nuestras canciones y nuestras danzas”, apuntó en diálogo con IPS.
El pueblo wangan y jagalingou, con unos 500 integrantes, considera a la mina Carmichael como una amenaza a su propia existencia, y ha rechazado en reiteradas oportunidades los avances de la compañía Adani Mining.
Las 79 millones de toneladas de emisiones contaminantes que liberará al año la mina son tres veces más que las de Nueva Delhi, seis veces más que las de Ámsterdam y el doble de las de Tokio. Además, superaría a las emisiones anuales de Sri Lanka y sería similar a las de Austria y Malasia.
Los dueños tradicionales arguyen que la mina destruiría sus tierras, “lo que quiere decir que destruirá nuestra historia, y también a nosotros como pueblo y nuestra identidad”, observó Murrawah, portavoz del Consejo de Familia de su comunidad
Adani Mining es una subsidiaria del Grupo Adani, la multinacional india con operaciones en India, Indonesia y Australia, que opera en distintos sectores, desde recursos naturales, pasando por proyectos de logística, energía y agronegocios hasta el inmobiliario. En marzo, la compañía anunció su primera incursión en defensa.
El proyecto Carmichael se extiende por 40 kilómetros, contaría con una mina de 10 kilómetros de ancho y seis fosos abiertos, además de cinco operaciones subterráneas, durante seis años.
La compañía apuesta a transportar el carbón a India para cubrir sus necesidades eléctricas. Según la Agencia Internacional de Energía, 244 millones de personas, 19 por ciento de los más 1.200 millones de habitantes, carecen de electricidad en ese país.
De concretarse, sería el mayor proyecto de extracción de carbón en Australia, que ya es un gran productor y exportador del mineral. Además, este país estaría entre los más grandes del mundo con una producción de unas 60 millones de toneladas de carbón térmico al año, en el máximo de su capacidad.
Pero en el marco de la mayor conciencia sobre los efectos del recalentamiento global, la mina Carmichael generó una importante oposición. Desde el anuncio del proyecto, en 2010, hubo más de 10 apelaciones y procesos judiciales contra la iniciativa.
La activista Shani Tager, de Greenpeace Australia, no tienen dudas de que el carbón que quiere extraer Adani debe permanecer bajo tierra.
La centrales de generación eléctrica a carbón emiten grandes cantidades de dióxido de carbono, uno de los gases que más contribuyen a recalentar la atmósfera, los que generan el fenómeno del cambio climático, agravado por las actividades humanas.
El Instituto de Australia concluyó en un informe en 2015, que el proyecto de Adani liberaría más dióxido de carbono a la atmósfera que muchas grandes ciudades del mundo, y hasta que algunos países.
El documento estima que las 79 millones de toneladas de emisiones contaminantes que liberará al año la mina son tres veces más que las de Nueva Delhi, seis veces más que las de Ámsterdam y el doble de las de Tokio. Además, superaría a las emisiones anuales de Sri Lanka y sería similar a las de Austria y Malasia.
Sin embargo, tanto el gobierno estadual de Queensland como el de Australia están a favor de la mina Carmichael. Además, se corrió el rumor de que el gobierno central apoyaría el proyecto con un préstamo de 722 millones de dólares estadounidenses.
Además, el gobierno de Queensland, que prevé un alza en el empleo, la mejora de la economía y de los ingresos a sus propias arcas por las regalías, anunció en octubre que otorgaría al proyecto el estatus de “infraestructura fundamental” para acelerar su aprobación.
“El gobierno se toma en serio el inicio de las operaciones de la mina de Adani. Queremos que se concrete”, declaró entonces el ministro de Minas, Anthony Lynham.
A principios de diciembre, Adani recibió lo que el gobierno estadual calificó de “gran aprobación definitiva”: a la vía férrea de la compañía hacia el puerto de Abbot Point, desde donde el carbón partirá hacia India.
En 2011, Adani suscribió un arrendamiento por 99 años con la terminal de carbón de Abbot Point, ubicada al lado del parque marino de la Gran Barrera de Coral, que es el mayor ecosistema de coral del mundo y está entre los más diversos y ricos de la Tierra.
En noviembre, científicos de la Universidad James Cook, de Queensland, confirmaron la peor pérdida de corales en ese arrecife tras una masiva decoloración sufrida a principios de este año. El estrés por el calor, derivado de las altas temperaturas, es la principal causa, y se pronostica que el fenómeno del blanqueamiento de corales se volverá más frecuente y más severo con el recalentamiento planetario.
Adani tiene previsto ampliar la terminal de Abbot Point para embarcar grandes cantidades de carbón, lo que implica dragar el lecho marino pegado a la Gran Barrera de Coral.
“La mina de carbón Carmichael tendrá un efecto dominó de impactos negativos sobre el arrecife, desde instalar la necesidad de ampliar el puerto y realizar más dragados y vertidos hasta aumentar el riesgo de accidentes” en el arrecife, precisó Cherry Muddle, de la Sociedad Australiana de Conservación Marina.
En el sector turístico, que genera unos 65.000 empleos, numerosos operadores también se quejaron en los últimos tiempos de la mina y de las obras de ampliación del puerto.
Las garantías ofrecidas por el ministro Lynham de que las “200 condiciones rigurosas impuestas en los procesos jurídicos” protegerán el arrecife, no convencen a sus detractores.
“Adani tiene antecedentes realmente preocupantes en materia de destrucción ambiental, violaciones de derechos humanos, corrupción y evasión fiscal”, detalló Adam Black, de GetUp, un movimiento activo en varios asuntos sociales.
Entre las acusaciones presentadas contra las operaciones de Adani en India, detalladas en un informe de 2015 de Environmental Justice Australia, figura la destrucción de manglares, la falta de previsión de la intrusión de agua salada en las reservas subterráneas, las exportaciones de mineral de hierro ilegales y soborno, el uso de relaciones políticas para comprar tierras más baratas y la obtención de deducciones impositivas ilegales.
Además, el gerente general de Adani en Australia, Jeyakumar Janakaraj, estuvo a cargo de una mina de cobre en Zambia, propiedad de Konkola Copper Mines (KCM) cuando en 2010 vertió contaminantes peligrosos al río Kafue. La compañía fue hallada culpable y debió pagar el equivalente a unos 2.900 dólares estadounidenses.
Unos 1.800 ciudadanos zambianos demandaron a KCM y a la sociedad matriz, Vedanta Resources, en un alto tribunal de Londres, acusándolas de haberles causado problemas de salud y de haber destruido sus tierras cultivables durante 10 años a partir de 2004; Janakaraj trabajó en KCM de 2008 a 2013.
En la actualidad, que Adani se prepara para poner la piedra fundamental a su proyecto a mediados de 2017, los detractores se preparan para continuar con su hasta ahora exitosa campaña para disuadir a los posibles capitalistas de que aporten entre 11.500 y 15.800 dólares estadounidenses.
“Si no consiguen el dinero, no podrán construir la mina”, subrayó Murrawah Johnson.
El pueblo wangan y jagalingou creó hace poco lo que llamó una “línea legal de defensa” contra Adani y el gobierno de Queensland, que incluye la presentación de cuatro demandas, además de sus planes de llevar el asunto hasta el Tribunal Supremo, de ser necesario.
Para Murrawah, esta lucha se trata de mantener relación con el pasado y con el futuro. “Me niego a ser el eslabón roto de esa cadena”, setenció.
Traducido por Verónica Firme
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