Impronta génica
23 enero
12:382017
La impronta génica, o “imprinting”, es un fenómeno genético por el que ciertos genes son expresados de un modo específico dependiendo del sexo del progenitor. Gracias a él un gen o dominio genómico se encuentra marcado bioquímicamente de acuerdo a su origen parental, expresándose epigenéticamente.
¿Pero qué es un mecanismo epigenético o más ampliamente la epigenética? Según se define en un interesante artículo publicado en Diario Médico el pasado mes de diciembre de 2016, la epigenética es la ciencia que estudia los procesos plásticos y dinámicos que regulan el fenotipo celular y del organismo y que, aunque no modifican la secuencia del genoma, regulan la transcripción génica a corto, medio y largo plazo. Es decir, la epigenética contribuye a la formación del organismo adulto (fenotipo), sin modificar el ADN en su estructura, pero sí introduciendo en él pequeñas modificaciones químicas, especialmente metilaciones, que condicionan en algún aspecto el desarrollo orgánico.
Hoy sabemos que, gracias a la epigenética, determinados grupos de genes son activados (y otros reprimidos) durante el desarrollo para determinar linajes celulares, que a su vez darán lugar a los cientos de tipos celulares de nuestros organismos.
A nivel de desarrollo, la epigenética también juega un papel fundamental en el silenciamiento del cromosoma X de las mujeres. Los seres humanos disponemos de 23 pares de cromosomas que contienen un cromosoma de origen materno y uno paterno y los dos sexuales, XX en el caso de las mujeres y XY en el de los hombres. Durante la embriogénesis, en el caso de las mujeres, en cada célula se inactiva un cromosoma X, y esto se debe a procesos epigenéticos que generan un alto grado de empaquetamiento del cromosoma, reprimiendo así su actividad. Pero no sólo el cromosoma X sufre procesos de silenciamiento epigenético. Existen también muchos genes que se expresan de manera distinta dependiendo de su origen, bien sea paterno o materno. Este silenciamiento, denominado impronta génica, se realiza mediante metilación del ADN de regiones determinadas de la copia que no se desea que se exprese.
Aunque lo aquí comentado puede parecer excesivamente técnico, también posee un objetivo componente bioético, en tanto en cuanto, por la impronta génica se determina el sexo fenotípico del embrión preimplantado. Es este un mecanismo más que, a nuestro juicio, afianza el carácter del embrión humano como un ser vivo de nuestra especie y no como un conglomerado celular aleatoriamente constituido. Es decir, ser un organismo autónomo y organizado, que regula su propio desarrollo y que en un proceso evolutivo continuo da lugar al niño de sexo masculino o femenino a partir del ser humano formado por una sola célula, el cigoto.
Este primigenio ser humano es, por su propia condición, portador de toda la dignidad atribuible a cada persona humana, por lo que en consecuencia, no puede ser manipulado en contra de su propio bien, ni mucho menos destruido, como ocurre en muchas acciones biomédicas que aunque tengan un fin bueno en sí mismo, son éticamente inaceptables por propiciar la destrucción de embriones humanos para conseguir sus fines específicos.
Ver artículo Estatuto Biológico del embrión humano.
*Foto: Freepik
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