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- Orlando Corrales cultiva plantas forrajeras intercaladas dentro de plantaciones de banano, utilizando las hojas y tallos para el alimento de su ganado en la finca Jibacoa, delimitada por cercas vivas, en el sur de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
- El ganado es alimentado con una mezcla propia de plantas forrajeras, cultivadas en la finca Jibacoa, en el municipio Boyeros de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
- Una empleada de la tienda de jugos El Framboyán sirve uno de fruta bomba. Sus jugos se elaboran con frutas cosechadas en Jibacoa, la cercana finca ubicada en Boyeros, en la periferia sur de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
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Plantas proteicas renuevan la alimentación animal en Cuba
- A base de plantas proteicas, pastos y forrajes, el productor Orlando Corrales obtiene leche de vaca y cabra en una finca enclavada junto a una gran avenida de la capital cubana. “Aquí no usamos ningún pienso industrial”, asegura con orgullo.
La calma reina en la finca Jibacoa, de siete hectáreas, aunque muy cerca domina el ruido del incesante tráfico de la calzada de Boyeros, en la periferia sur de La Habana. En los establos, las vacas, cabras y ovejas comen una mezcla de varias plantas que Corrales siembra en sus terrenos poco fértiles, dedicados a la ganadería y los frutales.
“Con estas plantas se puede sustituir el pienso porque cuentan con un alto nivel de proteínas”, indicó a IPS el productor, que tiene, hasta en las cercas vivas que delimitan su finca, más de 15 variedades para nutrir a 32 cabezas de ganado vacuno, 36 de caprino y 54 de ovino, además de experimentar con la crianza de conejos y cuis (Microcavia australis).
“Se han hecho buenos trabajos científicos en América Latina y el Caribe en respuesta a la necesidad de encontrar bases forrajeras que aumenten la producción ganadera. Ese es un reto para todo el mundo”: Theodor Friedrich.
A su manera, Corrales sigue la recomendación de especialistas para que pequeños ganaderos como él eleven de forma autónoma las producciones de carne y leche, dos alimentos que escasean en la mesa de las familias cubanas y clasifican entre los más caros en los mercados locales.
Entre varias causas, la poca disponibilidad de alimentos animales industriales, que se producen e importan en bajas cantidades en el país caribeño de economía en recaída, atenta contra el desarrollo ganadero y su consiguiente impacto en la seguridad alimentaria de la población de 11,2 millones de habitantes.
De ahí que centros estatales de investigación, el Ministerio de la Agricultura y productores como Corrales apuestan y promueven el uso de arbustos como la moringa (Moringa oleifera), morera (Morus) y tithonia (T. rotundifolia) para alimentar el ganado en pequeñas explotaciones y condiciones climáticas adversas.
“Muchas de estas plantas forrajeras estimulan la producción de leche en las hembras”, amplió Corrales, que en 2016 obtuvo 1.800 litros de leche de cabra, 6.000 litros de leche de vaca y tres toneladas de tubérculos, frutas y hortalizas. Adicionalmente, abastece a una tienda de jugos naturales y un punto de venta en un agromercado.
Gracias a capacitaciones recibidas y la experiencia acumulada, el ingeniero mecánico de formación hoy hace “un balance nutricional para los animales con estas plantas, sobre todo para las gestantes o en ordeño”. “Todo se muele en máquinas forrajeras y se mezcla con otros alimentos”, detalló.
“Tenemos moringa, tithonia, morera, los pastos híbridos ‘king grass’ y zacate. Intercalamos forrajes dentro de plantaciones como el plátano (banano), del que usamos las hojas y tallos para alimento animal. Esta es la sacha inchi (Plukenetia volubilis)”, mostró Corrales durante un recorrido por su parcela, que en 2008 obtuvo en usufructo del Estado.
“También cultivamos caña de azúcar, que no aporta muchas proteínas pero sí energía y buen sabor, piñón florido (Gliricidia sepium), marpacífico (Hibiscus rosa-sinensis), almácigo (Bursera simaruba), álamo (Populus)… tenemos un banco de semillas de estas plantas y mucha comida hasta para tiempos de sequía, que es fuerte”, describió.
Aunque le falta por explotar más los terrenos, cerrar ciclos productivos, incorporar el sistema semiestabulado de crianza y elaborar heno (hierba seca), el uso de pastos, forrajes y plantas proteicas por parte de este productor constituye una muestra de que es posible sustituir los tradicionales piensos mezclados o compuestos.
“Lo recomendable para el trópico es alimentar el ganado con más de 70 por ciento de pastos y forrajes locales y el resto de la proteína deficitaria se complementa con las plantas proteicas”, explicó a IPS el agrónomo Francisco García, presidente de la no gubernamental Sociedad de Producción de Pastos y Forrajes en La Habana.
Con resistencias por parte del campesinado, el ramo agrícola estableció en 2011 un programa para promover el uso de plantas proteicas y extender sus cultivos en el país. La más conocida por la población local es la moringa, a la que el líder revolucionario Fidel Castro (1926-2016) le dedicó varias de sus columnas de prensa.
Hasta en reuniones parlamentarias se ha analizado la deficiente producción local de alimento animal como un obstáculo para el despegue de las ofertas de carne y leche a la población. Identifican como la única experiencia exitosa a la producción porcina, que mantiene crecimientos sostenidos de 10.000 toneladas por año.
En 2016, en la isla caribeña se sacrificaron el equivalente a 338.000 toneladas de cerdo en pie, 167.000 toneladas de vacuno y 39.000 de aves, según cifras de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información que incluyen los patios caseros y parcelas.
La producción de leche de vaca fue de 594 millones de litros, por debajo de la demanda en este país de 11,2 millones de personas.
Varios rubros del agro cubano descendieron durante el primer semestre de 2017, respecto al mismo período del año anterior, por problemas acumulados de deficiencias y la severa sequía de 2014 a 2017. El panorama puede ser peor a finales del año, debido al azote del huracán Irma a la costa norte cubana en inicios de septiembre.
Actualmente se registran 3.979.700 cabezas de ganado vacuno, 56.700 bufalino, 2.376.000 ovino y 1.154.300 caprino.
“En Cuba tenemos que introducir productos alternativos que abaraten los costos de la producción animal, a fin de que sea sostenible”, indicó la investigadora Lourdes Lucía Savón, que se enfoca al estudio de otras maneras de nutrir localmente al ganado.
Resultados obtenidos por la científica cubana forman parte de la compilación lanzada en mayo en La Habana, titulada “Morera, moringa y tithonia en la alimentación animal y otros usos. Resultados en América Latina y el Caribe”.
“Estas especies son de rápido crecimiento y deben ser aprovechadas en el contexto cubano, donde hay tantos problemas con la carne”, planeó la bioquímica de formación. “Analizamos su uso y hacemos recomendaciones sobre la base del tracto digestivo del animal para evitar trastornos”, subrayó.
Savón valoró que los alimentos tradicionales a partir de “maíz y soja hacen que los animales crezcan más rápido” pero alertó de un problema poco conocido.
“Hoy se sigue la tendencia de importar pienso, que a veces tiene microtoxinas que causan trastornos en los animales”, reveló. “Con los productos alternativos los animales crecen más lento, pero se asegura localmente su disponibilidad y se garantiza la salud del ganado”, analizó en su diálogo con IPS.
La científica aclaró que los alimentos alternativos “son muy difíciles de llevar a nivel industrial”, por ello se aconseja su uso “en las medianas y pequeñas producciones”.
Por la importancia del tema, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acompaña los esfuerzos nacionales en ese sentido. Incluso apoyó la elaboración y publicación del libro donde participó Savón junto a otros colegas de Cuba, Ecuador y Venezuela.
“Se han hecho buenos trabajos científicos en América Latina y el Caribe en respuesta a la necesidad de encontrar bases forrajeras que aumenten la producción ganadera. Ese es un reto para todo el mundo”, remarcó a IPS el representante de la FAO en Cuba, Theodor Friedrich.
Editado por Estrella Gutiérrez
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