Arabia Saudí pacta una compra de armas en un acercamiento a Rusia
El rey saudí acuerda con Putin comprarle misiles de defensa antiaérea S-400
Moscú
El presidente ruso, Vladímir Putin (d), recibe al rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdelaziz (i), durante su visita en el Klemlin, este jueves 5 de octubre. ALEXEI NIKOLSKY EFE
Rusia exportará armas, incluidos sistemas de misiles antiaéreos S-400, considerados por los expertos como la pesadilla de los pilotos, y transferirá tecnología para la coproducción de equipamiento bélico a Arabia Saudí, según los acuerdos alcanzados este miércoles durante la visita oficial del rey Salmán a Moscú, la primera de un jefe de Estado saudí a Rusia. En unas conversaciones “sustanciosas” y “de confianza”, el presidente Vladímir Putin y el monarca se concentraron en los intereses compartidos: desde continuar los exitosos esfuerzos para controlar los precios del petróleo (el acuerdo con la OPEP está vigente hasta marzo) hasta las negociaciones para hallar una salida al conflicto sirio.
Los acuerdos para la venta de armas fueron confirmados por las Industrias Militares de Arabia Saudí (SAMI, en sus siglas en inglés), la empresa militar con la que Rosoboronexport —la compañía rusa de exportación de armamento— ha firmado un memorando de entendimiento. Este acuerdo incluye la transferencia de tecnología para la producción local de los sistemas de misiles guiados antitanque Kornet, lanzadores de misiles múltiples y los lanzadores de granadas automáticos. Además, las dos compañías estatales cooperarán en el desarrollo de un plan para localizar en Arabia Saudí parte de la producción y el mantenimiento de piezas del sistema de defensa antimisiles S-400. Es el mismo escudo antimisiles que Turquía anunció recientemente que había comprado y que ha levantado suspicacias por ello en la OTAN.
Los acuerdos entre Riad y Moscú jugarán “un papel central” en el desarrollo de la industria bélica en Arabia Saudí, según la información de SAMI. A tenor de esta fuente, las tecnologías avanzadas que se transferirán actuarán como catalizador del 50% del gasto militar del reino.
Entre los 14 documentos firmados por instituciones rusas y saudíes durante la visita del monarca a Moscú, además del memorando entre Rosobornexport y SAMI, figura también un contrato entre ambas compañías para organizar la producción de fusiles de asalto Kaláshnikov AK-103 y de diferentes municiones en Arabia Saudí. El miércoles, el periódico Kommersant había informado de la preparación por parte de Rusia de un paquete de contratos de equipo bélico por valor de 3.000 millones de dólares (2.563 millones de euros). Previamente, el jefe del servicio federal de cooperación técnica militar, Dmitri Shugáiev, había confirmado a Interfax que se estaban llevando a cabo negociaciones con Arabia Saudí, ya que este país estaba interesado en la compra de armas rusas. Antes de fin de año una comisión intergubernamental ruso-saudí de colaboración técnica militar mantendrá su primera reunión.
Se da la circunstancia de que ya en 2015 Rusia y Arabia Saudí firmaron un acuerdo intergubernamental de colaboración técnico-militar, pero la comisión que debía desarrollarlo no se reunió ni una sola vez, según informó Shugáiev. El pasado mayo, durante la visita del presidente de EE UU Donald Trump a Arabia Saudí, los dos países firmaron contratos para la venta de armas por valor de 110.000 millones de dólares (85.439 millones de euros). El Kremlin no ha querido hacer comentarios sobre los acuerdos saudíes con EE UU.
Riad está diversificando sus relaciones con espíritu pragmático y ese pragmatismo es el que ha llevado al reino a tener en cuenta a Rusia tras reconocer que, gracias a sus operaciones militares en Siria, se ha convertido en uno de los principales jugadores de Oriente Próximo, manifestó el arabista Grigori Kosach, en un coloquio de expertos organizado por la agencia oficial TASS. Sin embargo, Rusia juega conjuntamente con Irán en la región y eso preocupa mucho a Arabia Saudí, que quiere alejar a Moscú de Teherán, señaló Nikolái Surkov, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales del Ministerio de Exteriores de Rusia.
En su reunión con Putin, el rey Salmán manifestó que el logro de la seguridad y estabilidad en el mundo “exige que Irán renuncie a inmiscuirse en los asuntos internos” y a causar “desestabilización” en Oriente Próximo.
Escape a las sanciones
El volumen del comercio bilateral entre Rusia y Arabia Saudí no llegó a los 500 millones de dólares en 2016, pero las ambiciones rusas son grandes y entre los dos países existen puntos de coincidencia importantes. Ambos Estados tienen una economía muy dependiente de los hidrocarburos, ambos están interesados en impedir que bajen los precios del crudo y ambos pueden beneficiarse de proyectos de colaboración en sectores que van desde la petroquímica hasta la agricultura. Los dirigentes rusos ven las potenciales inversiones saudíes como una forma de superar las sanciones financieras a las que se ven sometidos por Occidente a causa de la invasión de Crimea en 2014.
Según recordó Putin, la Unión Soviética fue el primer país que estableció relaciones con Arabia Saudí. En 2007, tras su primera gran declaración de principios para cambiar el orden internacional en Múnich, el presidente ruso viajó a Arabia Saudí, pero ha habido que esperar al éxito del acuerdo para controlar los precios y la producción de petróleo y a la operación militar rusa en Siria para dar un impulso a la relación.
Sobre las expectativas de futuro el profesor Kosach mostró un “optimismo precavido” en vista de que las divergencias entre Moscú y Riad no se han despejado. Con todo, ambos países mostraron voluntad de acercamiento y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, valoró positivamente los esfuerzos de Arabia Saudí para unir a la oposición siria.
Riad ha apoyado las conversaciones de Astaná para Siria (patrocinadas por Rusia, Irán y Turquía) y el proceso de Ginebra. Chechenia ha jugado un papel importante en los altibajos en las relaciones entre Rusia y Arabia Saudí, pues, tras un acercamiento de esta república al reino, se produjo posteriormente un enfriamiento debido a la condena del wahabismo (corriente musulmana suní apoyada por Arabia Saudí) por los dirigentes religiosos del norte del Cáucaso.
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