Especial - Día Mundial de la Alimentación
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Contra migración rural latinoamericana, estímulos para quedarse
Este año, el Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre, tiene como lema el de “cambiar el futuro de la migración. Invertir en seguridad alimentaria y desarrollo rural”, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Si hay mejores condiciones de vida en los territorios rurales las poblaciones pueden adoptar estrategias de vida que sean más autónomas y que conviertan la decisión de migrar – y de no migrar – antes que todo en una opción entre otras posibles”, planteó Beduschi, oficial de políticas de la oficina regional de la FAO en Santiago de Chile.
“Un factor que puede tener gravitación potencial (para migrar) es el de los desastres naturales y el cambio climático, que llama a una nueva evaluación de las consecuencias de la movilidad, afectando a personas con menos recursos y capacidades de resiliencia": Jorge Martínez.
El académico brasileño agregó a IPS que “la propensión a emigrar aumenta y/o disminuye” según características propias y del entorno del migrante.
Entre ellas citó las individuales, como por ejemplo “la búsqueda de autonomía entre los más jóvenes”, y las familiares, ya que “entre las familias con miembros en otros países la propensión a emigrar suele ser más amplia”.
También están las territoriales y en este punto Beduschi explicó que “en territorios con más oportunidades económicas, con menores índices de violencia, con mejores dotaciones de servicios públicos, etc., la propensión a emigrar suele ser menor”.
Por eso, “en aquellos lugares más remotos, con tierras más pobres, en que las personas no tienen ahorros y/o liquidez para migrar se hace aún más necesaria la protección social”, subrayó.
Migración en contexto
Unos 30 millones de latinoamericanos y caribeños viven fuera de su país de nacimiento, lo que equivale a cuatro por ciento de la población total de la región, según datos de Comisión Económica para América Latina (Cepal) sobre la base de los últimos censos de población. De ese total, unos 20 millones viven en Estados Unidos y 11 millones son indocumentados.
Mesoamérica es la subregión que más contribuye con cerca de 15 millones de emigrantes (9,7 por ciento de su población) y México representa 40 por ciento de la emigración regional, con casi 12 millones de sus ciudadanos viviendo en el exterior, la mayoría en Estados Unidos.
El Informe Internacional sobre Migración de las Naciones Unidas informó que en América Latina hay una tendencia al rejuvenecimiento de la población migrante, ya que entre 2010 y 2015 la edad promedio bajó de 40 a 36 años.
Un dato significativo es que cerca de 5,5 millones de jóvenes entre 15 y 29 son inmigrantes en Estados Unidos, equivalente a 25 por ciento de la población migrante latinoamericana en ese país. Otro es que son mujeres 49,4 por ciento de los migrantes hacia la potencia del Norte.
Padecen hambre 42,5 millones en la región
En 2016, 42,5 millones de latinoamericanos y caribeños estaban subalimentados, según el Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional publicado por la FAO y por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el martes 10.
“Vamos por mal camino. La región ha dado un paso atrás importante en una lucha que venía ganando. No podemos tolerar los niveles actuales de hambre y la obesidad, ya que paralizará a toda una generación de latinoamericanos y caribeños”, advirtió Julio Berdegué, representante regional de la FAO.
Después de varios décadas de progreso, en 2016 crecieron en 2,4 millones las personas subalimentadas en la región, con respecto al año precedente. Eso significa que seis por ciento más de la población regional padece hambre, lo que amenaza la meta de erradicar el hambre en la región para 2030.
Simultáneamente, el sobrepeso y la obesidad afectan a todos los grupos de edad, hombres y mujeres, en todos los países de las Américas convirtiéndose en un problema de salud pública.
“Si bien la desnutrición aún persiste en la región, especialmente en poblaciones vulnerables, ahora van acompañados del sobrepeso y la obesidad que afectan más que nada a las mujeres, pero también a los niños”, afirmó la Directora de la OPS, Carissa F. Etienne.
La peor situación en términos de prevalencia de subalimentación la presenta Haití, donde casi el 47 por ciento de la población, es decir 5 millones de personas, sufre hambre.
En 2016, 42,5 millones de latinoamericanos y caribeños estaban subalimentados, según el Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional publicado por la FAO y por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el martes 10.
“Vamos por mal camino. La región ha dado un paso atrás importante en una lucha que venía ganando. No podemos tolerar los niveles actuales de hambre y la obesidad, ya que paralizará a toda una generación de latinoamericanos y caribeños”, advirtió Julio Berdegué, representante regional de la FAO.
Después de varios décadas de progreso, en 2016 crecieron en 2,4 millones las personas subalimentadas en la región, con respecto al año precedente. Eso significa que seis por ciento más de la población regional padece hambre, lo que amenaza la meta de erradicar el hambre en la región para 2030.
Simultáneamente, el sobrepeso y la obesidad afectan a todos los grupos de edad, hombres y mujeres, en todos los países de las Américas convirtiéndose en un problema de salud pública.
“Si bien la desnutrición aún persiste en la región, especialmente en poblaciones vulnerables, ahora van acompañados del sobrepeso y la obesidad que afectan más que nada a las mujeres, pero también a los niños”, afirmó la Directora de la OPS, Carissa F. Etienne.
La peor situación en términos de prevalencia de subalimentación la presenta Haití, donde casi el 47 por ciento de la población, es decir 5 millones de personas, sufre hambre.
Además, otro fenómeno que destaca la Cepal es que durante este siglo en la región hay un crecimiento anual promedio de 3,5 por ciento en la migración interregional, con más de ocho millones de latinoamericanos inmigrantes en otros países latinoamericanos, 63 por ciento en territorios vecinos.
Pobreza y clima, factores de emigración
Para el abogado Víctor Hugo Lagos, del católico Servicio Jesuita a Migrantes que funciona en tres ciudades chilenas, en el actual proceso migratorio la pobreza es el factor que más incide.
“La pobreza es un factor para que la gente decida salir de su país de origen. Y la pobreza tiene distintas causas, puede ser impedimento en acceso a educación, falta de puestos de trabajo. Pero ese es uno de los factores para que la gente vaya a buscar oportunidades en otra parte”, aseveró a IPS.
Jorge Martínez, del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía(Celade), sostuvo que en la región la migración desde el campo a la ciudad ha pasado a tener poca gravitación.
“Fue un tema de décadas pasadas que acompañó las transformaciones sociales y económicas, ya sea por emigración por falta de oportunidades, modernización agrícola, atracción urbana simultánea”, declaró a IPS en la sede de Celade en Santiago.
Agregó que actualmente el grueso de la emigración internacional entre la población regional tiene un origen urbano aunque el proceso migratorio en países como México sí puede estar involucrando despoblamientos en zonas rurales.
“Un factor que puede tener gravitación potencial es el de los desastres naturales y el cambio climático, que llama a una nueva evaluación de las consecuencias de la movilidad, afectando a personas con menos recursos y capacidades de resiliencia”, advirtió.
En el año 2015, más de 19 millones de personas fueron desplazadas internamente debido a desastres naturales en todo el orbe, según datos de la FAO.
Entre 2008 y 2015, un promedio de 26,4 millones de personas fueron desplazadas anualmente como consecuencia de catástrofes climáticas o meteorológicas.
Lagos lamentó que “a nivel del derecho internacional no se han reconocido (los desastres naturales) como un motivo para dar la calidad de refugiado en otro país”, porque “la práctica muestra como hoy día el medio ambiental es uno de los factores principales para que las personas salgan de su país”.
“Un ejemplo clásico es Haití, que no solo es un país que está sumido en la pobreza y un país cuyos gobernantes han demostrado un elevado nivel de corrupción, sino que también ha sido azotado por distintos desastres naturales”, sostuvo.
Beduschi, en tanto, subrayó que los proyectos, programas y políticas que apoya FAO buscan ampliar la autonomía de las familias rurales en sus procesos de toma de decisiones, incluida la decisión de migrar.
El planteamiento apunta a que se puede “cambiar el futuro de la migración invirtiendo en seguridad alimentaria y en la agricultura”.
“Lo que buscamos en la FAO, con un conjunto amplio y diverso de socios, es erradicar el hambre y la pobreza rural, mejorar la situación nutricional de las personas, hacer mejor uso de los recursos naturales y fortalecer los medios de vida de las poblaciones”, aseveró.
“La cooperación internacional no quiere contribuir a disminuir el número de migrantes, sino apoyar a que la migración sea un proceso seguro, ordenado y regular. Quiere también que las personas, las familias tomen la decisión de migrar no como la única opción para su desarrollo, sino como una opción dentro de un abanico más amplio de oportunidades”, subrayó.
Beduschi indicó, asimismo, que “los conflictos sobre la tenencia y la gestión de recursos naturales están relacionados a flujos migratorios” como también son factores “los cambios en las condiciones climáticas y el agotamiento de los recursos naturales”.
Postuló, por ello, que “ampliar el acceso a activos y a servicios es parte de la respuesta para construir resiliencia en los territorios rurales, así como estimular prácticas de producción más amenas en relación al medioambiente”.
Según la FAO, invertir en sistemas alimentarios sostenibles y desarrollo rural significa emprender algunos de los principales desafíos globales de alimentar a la creciente población mundial, proteger el clima mundial y abordar algunas de las causas fundamentales de la migración y el desplazamiento.
Añade que no se podrá alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sin acabar con el hambre y sin tener una agricultura y unos sistemas alimentarios respetuosos con el clima, sostenibles y resilientes que provean para las personas y el planeta.
De 129 países monitoreados por la FAO, 72 ya lograron el objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas que sufren hambre en 2015, aunque el organismo lanzó un preocupante alerta de que en 2016 la lucha contra la subalimentación tuvo un neto retroceso.
Editado por Estrella Gutiérrez
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