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- Yilian Palacios (izda), de 16 años, y Dorys Isabel Norbet, de 14 años, en un descanso del taller de salsa en el salón de danza de a+ Espacios Adolescentes, que se ha convertido en un centro de referencia para ese grupo poblacional en La Habana Vieja, el histórico y turístico municipio de la capital de Cuba. Crédito: Ivet González/IPS
- Lisset Ametller, directora a+ Espacios Adolescentes, en el laboratorio de computación del centro que brinda múltiples actividades para cubanas y cubanos de entre 12 y 18 años, en La Habana Vieja, en la capital de Cuba, donde ese grupo etario solo ahora comienza a recibir atención especial en el país. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
- Interior de la mediateca del centro de actividades múltiples a+ Espacios Adolescentes, en La Habana Vieja, en la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
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Centro cubano se enfoca en los olvidados adolescentes
- En una calle adoquinada por donde transitan turistas y residentes de la zona fundacional de la capital cubana, varios carteles anuncian la ubicación de a+ Espacios Adolescentes, un centro dedicado a este grupo de la población, padres, madres y docentes.
La institución es única en su tipo en Cuba, la financió la Unión Europea (UE) y la planificaron el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC). El centro es ya un referente en La Habana Vieja, un municipio capitalino con alto potencial turístico e igual grado de complejidad social.
La atención a la población entre los 12 y 18 años gana terreno en Cuba, por sus particularidades psicológicas, físicas y sociales, aunque todavía suele ser poco visible, apenas se investiga y carece de una clara definición en la legislación vigente.
Y en esta isla caribeña resulta clave el cuidado de esta franja etaria por el acelerado envejecimiento de su población, donde casi 20 por ciento de sus habitantes tienen 60 años o más.
El grupo de cero a 17 años decrece desde 1970, al punto que la proporción de niños y adolescentes en la población se redujo a la mitad entre el censo realizado aquel año y el último, de 2012, cuando se contaron en ese rango 2.341.649 que representan 21 por ciento de los 11,2 millones de habitantes.
Absorta en su teléfono celular, Yilian Palacios, de 16 años, espera por el comienzo del taller de salsa. “Siempre están estimulando la participación. No conozco otro lugar parecido”, evaluó la estudiante de bachillerato, que vive en el municipio periférico de Arroyo Naranjo.
Palacios aseguró que viene al centro desde que inició sus actividades este año, luego de la inauguración oficial en diciembre de 2017, a tono con el relanzamiento de los vínculos entre la UE y Cuba como parte del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, suscrito en 2016 y que se implementa desde este año.
“Lo crearon para que los adolescentes se instruyan más en la cultura…, para que tengan algo que hacer en lugar de estar en las calles”, opinó la joven sobre el centro estatal de servicios gratuitos, que recibe apoyos de la cooperación internacional y una red de voluntarios y entidades locales.
El último censo contó 850.453 habitantes en las edades de 12 a 17 años y, desde entonces, algunas investigaciones arrojan luz sobre la franja a la que el centro se enfoca con un trabajo educativo y social diferente.
“Nunca se había hecho un proyecto específico en la OHC para esta edad (…), que quedaba en tierra de nadie porque no son ni niños ni jóvenes”, explicó a IPS Lisset Ametller, la directora de a+ Espacios Adolescentes, que es el fruto final de un proyecto para el desarrollo social integral y participativo de los adolescentes de La Habana Vieja.
Con el apoyo de la UE y Unicef, la iniciativa fue desarrollada de 2011 a 2017 por la OHC, que se encarga de la restauración del casco histórico habanero así como de obras sociales en esa zona urbana.
El proyecto, que benefició a 5.000 adolescentes, creó una red de colaboradores para el trabajo directo y especializado con este grupo, abrió servicios de formación complementaria a la escuela, consejería así como espacios para el ocio saludable y, por último, edificó el centro de referencia.
“El grueso de las actividades que realizamos son talleres. Tratamos que los adolescentes no sientan presión por las aptitudes porque no queremos convertirnos en academia”, indicó Ametller, sobre los cursos con nuevas matrículas cada mes y fortalecidos en los períodos de receso escolar.
Espacios amplios y ventilados, muebles coloridos, acceso a equipos tecnológicos como grandes y modernos televisores y una perspectiva ecológica, componen el diseño y arquitectura del lugar, que tomó en cuenta el pedido de chicos y chicas consultados.
En el país “faltan escenarios como este para hacer otro trabajo con la adolescencia”, dijo Ametller. “En todos los lugares hay secundarias básicas o un pre (bachillerato), pero son espacios sumamente formales”, opinó, sobre asuntos pendientes del sistema educativo, que es público a excepción de la enseñanza complementaria.
Dentro de las reformas económicas y sociales que comenzaron en este país socialista desde 2008, actualmente, operadores privados, iglesias y organizaciones no gubernamentales ofertan cursos de idiomas, computación, repasos de las asignaturas curriculares, en apoyo a las debilidades de la educación pública, que es gratuita en todos sus niveles.
Eso produce brechas para los estudiantes porque las familias de menores ingresos no pueden costear cursos complementarios.
En ese contexto, a+ Espacios Adolescentes aspira a fortalecer la labor estatal complementaria, con la atención en primer lugar a todas las escuelas de La Habana Vieja y opciones en horarios asequibles para el resto de los otros 14 municipios que conforman la capital.
Aunque aún trabaja en darse a conocer, el equipo a cargo del centro, compuesto por ocho personas, registra la participación de adolescentes de otros municipios como Diez de Octubre, Plaza de la Revolución, Playa, Habana del Este y Arroyo Naranjo.
La instalación se divide en dos edificios conectados por un puente: uno para artes y cultura y otro para las tecnologías y ciencias.
Los talleres tratan desde artesanía, danza hasta gestión de redes sociales en Internet, edición digital de audio y video. Cuenta, además, con mediateca, consejería y grandes patios para conciertos y otras actividades masivas.
También despliega un trabajo social basado en un diagnóstico realizado en 2011 con 882 adolescentes de La Habana Vieja y datos actuales recabados por centros de estudios.
“Entonces detectamos problemas como la violencia de género, el ‘bullying (acoso escolar)’ y la violencia entre ellos mismos”, indicó la socióloga Gema Ramos, una de las coordinadoras del centro, que resalta la importancia de “educar y acompañar a los adolescentes en todos los sentidos”.
La investigación también encontró violencia intrafamiliar, familias disfuncionales, hacinamiento en las viviendas, convivencia de varias generaciones, incorporación de adolescentes a la economía familiar (la legislación vigente protege del trabajo infantil hasta los 17 años) y embarazo temprano.
Cuba registra una tasa de fecundidad adolescente de 51,8 por 1.000 niñas de 15 a 19 años, según el Ministerio de Salud Pública. Aunque se ubica por debajo de la media regional, especialistas alertan sobre la tendencia creciente de los últimos años.
Las tasas de embarazo adolescente en América Latina y el Caribe son las segundas más altas del mundo, estimadas en 66,5 nacimientos por cada 1.000 mujeres adolescentes de entre 15 y 19 años y superadas solo por las de África subsahariana, según la Organización Mundial de la Salud.
“Cuesta trabajo posicionar las consejerías una vez que empiezan”, compartió la consejera Cecilia García, que trata asuntos como salud sexual, violencia y adicciones.
“Ellos hablan conmigo problemas que no hablan con nadie más. Son cosas que les hace mucha falta”, valoró sobre el espacio a disposición también de familiares.
Cuba desarrolló por primera vez en 2015 un estudio nacional de caracterización del adolescente, que encuestó a 1.381.135 personas entre 10 y 19 años de edad, y en febrero fue lanzado el Atlas de la Infancia y la Adolescencia en Cuba.
Edición: Estrella Gutiérrez
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