Grupo de refugiados caminando/ Gabriel Tizón El 20 de junio fue el
Día Mundial del Refugiado. Un día como otros. Un colectivo, como todos los colectivos oprimidos que viven en la sombra, desigualdad e injusticia. Colectivos que no son atendidos durante todo el año, pero sí durante su día, aunque sea en una foto con un postureo de actores y actrices profesionales, con lágrimas de cocodrilo y promesas mojadas. En días como ese la gente muestra su preocupación y malestar, aunque de una forma temporal porque al siguiente ya se pasa a otra cosa, los titulares siguen su ritmo sensacionalista y los políticos siguen con sus vidas de élite, con sus trajes intactos y su maquillaje bien cuidado. Mientras tanto los ciudadanos de a pie seguiremos con nuestros problemas, porque con lo nuestro ya tenemos bastante.
Mientras tanto, no muy lejos de nosotros,
seguirán muriendo personas por tratar de cumplir un sueño y un derecho: vivir en protección y huir de la muerte. No muy lejos de nosotros seguirán sufriendo personas por nuestro ego. No muy lejos de aquí otras seguirán siendo secuestradas. No muy lejos de aquí se están forrando mafias de tráfico y de trata de personas, mafias de tráfico de órganos, mafias esclavistas y mafias racistas. No muy lejos de aquí nuestra debilidad cobra vida, nuestra mentira sale a la luz: nuestra humanidad va desapareciendo.
Estamos en una crisis humanitaria y nos da igual. Nos llegan datos escalofriantes sobre la situación de los refugiados, sobre pobreza, trata de personas y de desigualdades y no parece afectarnos. Esto es muy grave. Se trata de algo sencillamente intolerable. Nos estamos deshumanizando y nos importa un pimiento. Si no somos capaces de exigir una acogida a la gente que muere, ¿qué nos pasará mañana si sufrimos lo mismo? ¿Crees que alguien moverá un dedo por ti? Lo que vemos en otros es el reflejo de lo que somos y de lo que vivimos.
En el mundo
hay 65,3 millones de personas que huyen.
Huir no es de cobardes, sino de valientes, de luchadores, de optimistas y esperanzadores. Huir es la única solución cuando la muerte es un castigo arbitrario. No hay peor castigo para una persona que vivir en la incertidumbre entre la vida y la muerte. Muchos habremos visto en alguna película cómo sufre la gente cuando tiene un familiar hospitalizado con un diagnostico entre la vida y la muerte. A muchos se nos habrá, incluso, escapado alguna lágrima. ¿En serio?
Hemos caído tan bajo que sentimos más por la ficción que por la realidad. Te parece duro lo que ves en la televisión, no te imaginas lo duro que es en la vida real. Gente que pasa meses andando y buscando la forma de llegar a buen puerto. Gente que después de meses sufriendo el trayecto, se ve obligada a volver. ¿Volver a dónde?
Los refugiados no dejan nada atrás, solo sufrimiento. No les devolvamos a la muerte. No seamos tan inhumanos. Tengamos misericordia, solidaridad o como queráis llamarlo. Tengamos humanidad.
Según las cifras, cada minuto 24 personas se ven obligadas a abandonar su hogar y buscar refugio. Se ven atacadas, ultrajadas, saqueadas, robadas, violadas, golpeadas por las guerras, violencias, persecuciones o ataques contra los Derechos Humanos.
Pintadas protesta de refugiados/ Gabriel Tizón Derechos Humanos. Algo tan básico que se ha convertido en un privilegio. Se ha convertido en una moneda de cambio. Lo hemos mercantilizado. Nos hemos mercantilizado. Vale más un fajo de billetes que un grupo de personas. Dado el material con lo que está hecho el dinero, ¿quién lo diría?
En Europa nos gusta dar lecciones de vida. Nos creemos los reyes del mambo. Europa es una utopía, no los Derechos Humanos. Los Derechos Humanos son más importantes que Europa. A Europa la mueve y le da vida el dinero, a los Derechos Humanos la vida y las personas.
Europa está en decadencia. Normal. Nació con un propósito y sigue firme con otro propósito. Nació pobre, y se hizo rica empobreciendo a otros. Sus bases más fundamentales están manchadas de sangre inocente. Sangre de americanos, de africanos y de asiáticos. Nos creemos los mejores, pero somos descendientes de los peores.
Por cierto, ¿conoces el himno de la Alegría? Pues es el himno oficial de Europa. Alegría. ¿En serio quieres que me trague el cuento de hadas y duendes? No soy tonto ni voy a dejar que me traten como tal. ¿Tú eres tonto? Imagino, y me atrevería a asegurar, que no. Pues estamos siendo tratados como tontos. La política no es un juego de pocos. La política es un derecho de todos. El ser humanos es ser racional, emocional y político. La política debe ser como el fútbol hoy en día. Todos los días debemos leer el periódico. Apostar por los equipos que luchan por dar la talla, y castigar a los equipos millonarios y que no hacen ni el tato. Lo bello del fútbol es la igualdad; que el equipo pobre le haga frente al rico. De eso se trata el espectáculo. De esto trata la vida.
El 20 de junio fue el Día Mundial de Refugiado, el día mundial del derecho a la vida. En la misma semana, España se evalúa en las urnas. Nuestras vidas pueden cambiar, puedes seguir igual o pueden empeorar. El 26 de junio nos jugamos algo más que votos, nos jugamos nuestras vidas y las de otros. Nos jugamos ser tratados como personas o continuar siéndolo tratados como idiotas. Yo ya he elegido. Te toca a ti.
Vive, ayuda a vivir y deja vivir. Esta frase, querido amigo, es nuestra esencia y consta de tres partes. En cuanto no cumplimos una parte de la frase, perdemos un poco de nuestra esencia. La esencia es la humanidad. Y sin humanidad no somos personas, tan solo somos seres vivos, seres humanos. Luchemos por nuestra humanidad, luchemos por nuestras vidas.
La esencia de la vida. Abdelouahed B.
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