domingo, 15 de noviembre de 2009

construyendo desde los abandonos


Para Celso que Vive en Cerro Moroti
Y nos dio una Lección de Vida.


Lo común y cotidiano, para aquellos que viven y que vivimos en la ciudad y para cada uno de nosotros que hemos podido acceder a una educación superior, puede convertirse en algo realmente extraordinario, para un adolescente que vive en el campo, que apenas logra acceder a una escuela, para escribir simplemente su nombre.
Contar además, que la escuela esta a varios kilómetros, de su humilde ranchito y que si se trata de una niña, tal vez pueda sucederle algo malo en el camino.
Contar además, que es más productivo, para sus padres que tampoco fueron a la escuela, que el niño o el adolescente se quede en el hogar, porque debe trabajar en la chacra.
Contar además, que la prioridad es comer, luego resguardarse del frio, tratar de conseguir algún tipo de atención medica en caso de enfermedad, por lo tanto lo que menos importa es ir a la escuela, no porque realmente no lo deseen, sino porque francamente no pueden hacerlo.
Contar además, que si llegan a asistir a una escuela, es probable que cada vez que llueva, no vayan o que el profesor tampoco asista en forma regular.
Contar además, que ya estando sentado en el banco de su escuela, no pueda aprender casi nada, porque la parasitosis y la anemia, se comieron las últimas ganas de estudiar.
Contar además, que la falta de Yodo se llevo la posibilidad, de comprender aquello que el profesor decía y escribía en el pizarrón y escribirlo, en un solo y único cuaderno de apenas 20 hojas, con un lápiz de papel.
Porque esta, es la realidad escolar de los niños en el campo.
Porque esta realidad es tan difícil de comprender y hasta de imaginar, si no la vives o no la ves directamente.
Porque, yo misma debo admitir que siempre tuve un libro en la mano, ya sea para aprender algo o solo para distracción y esparcimiento.
Porque, yo leo los periódicos todos los días.
Porque, yo accedo a un teléfono celular.
Porque, yo tengo acceso a la electricidad y por lo tanto a la luz.
Porque, yo tengo un escritorio y no solo una única mesita, que se usa para comer.
Porque, yo tuve lápices de colores, en cajas de 24 unidades.
Porque, yo aparte de ir a la escuela por la mañana, por la tarde estudiaba algún idioma y como no era suficiente, también hacia algún deporte.
Porque, así como es simple y sencillo, es así de injusto y desigual.
Porque, en este mismo momento yo escribo en una computadora…
SI COMPUTADORA…
COM – PU – TA – DO – RA…

Y nace lo extraordinario, nace la magia unida al deseo, de un adolescente.
Liliana de 14 años, que vive en Karaimi y que nos habla de la posibilidad de estudiar computación en Madre Tierra. Pero tras la posibilidad y el interés de este precioso ser; nació además, la alternativa de poder enseñarle, primero dactilografía y luego Word y luego no sabemos cómo, ya estábamos imprimiendo un trabajo del colegio.
Unos 15 días más tarde, acompaña a Liliana, la hija de uno de los vecinos de la zona de karaimi, llamada Maura.

En las semanas sucesivas, más jóvenes iban llegando. Ángel Darío de 18 años y su hermano Edgar González de 16 años, de la Compañía de Recta, Alfredo Benítez de 15 años y Magno Ortiz de 17 años de la Compañía de Cerro Cajón, Nélida Bravo de 14 años y Elizabeth Fretes de 16 años de la Compañía de Paso Pindo y Liliana y Maura de Karaimi.
Montamos entonces una mesa de estudios, con cuatro computadoras, unas que se repararon y se lograron armar y otras que habían sido donadas. Así contamos hoy día con 4 computadoras y 9 jóvenes, que cada sábado reciben dos horas de clases impartidas por Arturo Amarilla, un joven que trabaja en Madre Tierra, hace ya varios meses.

Pero la lección más grande, en este nuevo emprendimiento nos la dio un joven de 15 años, que cursa el noveno grado en el colegio y que vive en una Compañía llamada Cerro Moroti, distante a mas de 4 horas de Madre Tierra, quien vestido con su uniforme escolar y corbata, se presento más que puntualmente a su primera clase de computación.
Su nombre es Celso Caballero Aquino, y camina 8 horas en total para su clase de computación. Un joven delante del cual, deberíamos sentir vergüenza, pues él con toda su sencillez y humildad ha sabido demostrarnos la importancia y el deseo de superarse, no solo por él, sino por toda su comunidad.
Porque cuando Celso asiste a su clase de computación, trae por escrito las necesidades de su Compañía, de aquellos ancianos, mujeres o jóvenes con dolores de cabeza, dolor de diente o acompaña en el viaje de más de 4 horas a jóvenes niñas por seguridad.

Celso, despertó y sigue despertando en nosotros algo extraordinario. La conciencia de tomar cada acto diario, grande o pequeño, muy importante o quizás no tanto, cada detalle que realizamos en nuestra vida, con la misma magnitud de responsabilidad y seriedad en el servicio.

Dra. Chantal Hulin
Presidente Asociación Justicia y Verdad
“MADRE TIERRA”
12 de octubre de 2009
Karaimi - Paraguay

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Publicado por Asociacion sin fines de lucro Justicia y Verdad para ASOCIACION JUSTICIA Y VERDAD MADRE TIERRA el 11/13/2009 11:58:00 AM

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Soledad Lugones
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el dispreciau dice:
cuando no tienes nada...
cuando la soledad es tu compañía...
cuando cuatro pares de manos parecen un montón...
cuando no alcanzan los ojos para padecer las necesidades del alma,
cuando la misericordia es apenas una palabra vacía desde el altar lleno de soberbia pero vacío de espíritu genuino,
cuando la "calidad humana" es sólo una justificación del poder...
sencillamente una pizca es mucho.
Noviembre 15, 2009.-

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