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- Al filipino Ariel Lazarte le diagnosticaron lepra en 2014, pero se trató y se curó. Luego se convirtió en un exitoso empresario y ayuda a los afectados por la enfermedad. Crédito: Nalisha Adams/IPS
- Típicos de Filipinas, los “jeepneys” son taxis largos hechos a partir de jeeps estadounidenses que quedaron en el país tras la Segunda Guerra Mundial. Crédito: Nalisha Adams/IPS
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Sobrevivió a la lepra, prosperó y ayuda a quienes la padecen ahora
Ahora, Lazarte, oriundo de la ciudad de Quezón, posee múltiples empresas, entre ellas una de transporte y construcción. Y también es propietario de una gran casa para su familia, así como de un centro de internación para personas que reciben tratamiento contra la lepra.
Lo que condujo a Lazarte por la senda del éxito fue su intenso deseo de ayudar a los demás.
“Yo no recibí ninguna ayuda, ni de mi familia ni de mis amigos. Solo confiaba en el médico”, relató Lazarte a IPS a propósito del año que pasó recibiendo tratamiento contra la lepra.
“Estaba ávido de ayuda, padecía necesidades”, subrayó.
La lepra, o mal de Hansen, es una enfermedad infecciosa crónica causada por el bacilo Mycobacterium leprae. “Afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias altas y los ojos”, señala el sitio web de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Agrega que actualmente es curable y que, si quien la padece recibe tratamiento “en las primeras fases, se puede evitar la discapacidad”.
Lazarte participa en la Asamblea Regional de Organizaciones de Personas Afectadas por la Lepra en Asia, que se realiza desde el domingo 3 y hasta el martes 5 en Manila.
El encuentro es organizado por el gobierno de Filipinas, a través del (público) Sanatorio y Hospital General de Culión, y también por la Coalición de Concienciación sobre la Lepra de Filipinas y la japonesa Sasakawa Memorial Health Foundation, que desde 1974 apoya activamente la lucha para erradicar esta enfermedad en todo el mundo.
A consecuencia, terminó perdiendo su empleo y sintiéndose cada vez más solo, ya que su esposa dejó de compartir su cama con él y sus amigos dejaron de visitarlo.
El negocio de venta de pescado seco de su esposa se convirtió en su único medio de sustento, y buena parte del dinero pasó a gastarse en la supervivencia cotidiana y no en medicamentos.
Aunque seguía recibiendo tratamiento, Lazarte no podía evitar pensar que se estaba muriendo.
Su médico le terminó diciendo que no podría curarlo y lo remitió al sanatorio deTala, conocido oficialmente como Dr. José Natalio Rodríguez Memorial Hospital. Allí inició un tratamiento de ocho meses que resultó exitoso, y Lazarte se curó.
“El médico me había prometido que recibiría ayuda. Y yo prometí que ayudaría a quienes padecieran lepra”, dijo Lazarte, explicando que no quería que otros afectados por la enfermedad tuvieran que experimentar lo mismo que él.
Según la médica María Francia Laxamana, secretaria adjunta en el Departamento de Salud de Filipinas, el país tiene 1.000 nuevos infectados con lepra al año. De estos, apenas uno de cada cuatro recibe tratamiento, porque muchos temen al estigma social que conlleva la enfermedad.
Así fue como, luego de curarse tras un año de tratamiento, Lazarte comenzó a cumplir su promesa. Empezó con apenas 15 dólares, comprando shorts y almohadas para luego venderlos. Pronto adquirió un típico triciclo filipino con una pequeña cabina. Tiempo después fue dueño de siete.
Luego pudo comprar un “jeepney”. También exclusivos de Filipinas, los “jeepneys” son taxis largos, basados en ruedas, hechos a partir de jeeps estadounidenses abandonados en el país luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Ahora es propietario de 12 “jeepneys”.
Con el dinero de los negocios pudo construir un centro de internación con cuatro dormitorios para quienes reciben tratamiento contra la lepra. Situado a las afueras de la capital, alberga a personas que se atienden en el Dr. José Natalio Rodríguez Memorial Hospital.
La propiedad también cuenta con un automóvil, para que los pacientes puedan conducir hasta el hospital, que está a 45 minutos de allí, para realizarse los chequeos.
Como ahora Lazarte y su esposa tienen una casa grande y no todos sus ingresos se destinan al hogar de internación, él quiere que los pacientes con lepra aprendan a ser autosuficientes. Tienen una huerta donde plantan verduras para venderlas y en los últimos tiempos recibieron financiamiento para un proyecto avícola.
“Inicié mi propio camino en busca de mi propia dirección”, dijo a IPS.
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