El FMI alerta del riesgo de una recaída en la crisis por la escalada de la deuda global
El organismo empieza a detectar señales muy parecidas al periodo de gestación de una crisis y pide a los países que sean cautos
Nueva York
Economistas del FMI durante la presentación de la previsiones SHAWN THEW EFE
Los buenos tiempos no van a durar para siempre. Es el mensaje que repite el Fondo Monetario Internacional mirando a la vulnerabilidad más notable que tiene en este momento la economía y el sistema financiero: la deuda global, tanto pública como privada. Está a un nivel históricamente muy alto y un ajuste repentino en las condiciones financieras, advierte, pondrá en peligro el crecimiento hasta el punto de detonar una nueva recesión.
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La reflexión es simple. Este apalancamiento puede convertirse en un verdadero problema y provocar fuertes tensiones si los tipos de interés suben conforme avanza el proceso de normalización de la política monetaria y las condiciones financieras se restringen. Como señala el FMI, se da la circunstancia de que hay economías muy endeudadas que encima tienen un perfil de crecimiento menor que antes de la pasada crisis.
“Se está perfilando una dinámica más propia del fin del ciclo crediticio”, reconocen los técnicos del organismo, “reminiscente del periodo de gestación de la crisis”. Tobias Adrian, principal consejero financiero del FMI, advierte que en el escenario más adverso es posible que se produzca “un crecimiento negativo” en un plazo de tres años. Es una posibilidad en todo caso aún lejana, señala.
La deuda global asciende a 164 billones de dólares, según datos de 2016. Eso equivale al 225% del producto interior bruto mundial. El planeta está un 12% del PIB más endeudado que en el anterior máximo en 2009. China es una fuerza mayor, con el 43% del incremento desde 2007. La deuda pública también desempeñó un papel importante en esta escalada, por las medidas de respuesta a la recesión.
El informe de estabilidad financiera advierte que la persistencia de la laxitud monetaria está provocando que crezcan las vulnerabilidades a medio plazo, por la acumulación de activos de deuda vincula a las empresas. La semana pasada ya advirtió de que las emisiones de bonos corporativos están disparadas. El FMI señala que la volatilidad observa desde febrero en los mercados es reflejo de que los riesgos se agudizaron ligeramente a corto plazo. A medio, añade, “son elevados”.
Incertidumbre
El hecho de que la tensión reciente en Wall Street y otros parqués no provocara trastornos mayores, según Adrian, “no debería servir de gran consuelo”. “Los inversores y las autoridades deben estar atentas a los riesgos vinculados al alza de los tipos de interés y al aumento de la volatilidad”, insiste. Las tensiones comerciales y un incremento del proteccionismo crean una incertidumbre adicional.
Las economías emergentes y en desarrollo están especialmente expuestas a este riesgo derivado de un eventual endurecimiento repentino de las condiciones financieras. China es un punto principal de preocupación, por su tamaño. Aunque aplaude que las autoridades estén adoptando medidas para hacer frente a este riesgo, califica las vulnerabilidades de su sector financiero de “agudas”.
Estas vulnerabilidades, alerta, “podrían poner en peligro el crecimiento”. “Conforme los bancos centrales continúen normalizando la política monetaria”, insiste, “las vulnerabilidades financieras presagian un camino lleno de baches por delante”. Este apalancamiento, explica, no hará más que amplificar el impacto de los choques en el sistema financiero y en el conjunto de la economía.
La marcha de la inflación será clave a partir ahora. El FMI no sabe decir cómo responderán los precios a los estímulos fiscales en Estados Unidos, donde el proceso de normalización está más avanzado. “Pero si la inflación sube más rápido de lo previsto”, advierte, “los bancos centrales podrían responder con más firmeza y producir una fuerte constricción de las condiciones financieras”.
Transición
El FMI insiste por tanto que la economía global se enfrenta “a un momento de transición crítico” conforme se normaliza la política monetaria. El reto es que esa transición se haga de la manera más suave posible. Para disipar los riesgos al máximo, el Fondo recomienda a los bancos centrales que el avance en el proceso se haga de una forma gradual y se comunique la estrategia con claridad.
En paralelo, pide a las autoridades aborden los riesgos en el sector no bancario y que sigan adelante con las reformas en marcha tras la crisis, refuercen los balances de los bancos más débiles y resuelvan los problemas de liquidez de algunas instituciones que operan a escala internacional. “Una turbulencia repentina podría dejar expuestos esos desajustes y cristalizar problemas de financiamiento”, advierte.
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