El enemigo interior de Israel
El Estado hebreo empieza a tomar conciencia de la amenaza del terrorismo judío
JUAN CARLOS SANZ Jerusalén 8 AGO 2015 - 22:26 CEST
Después de mirar durante décadas hacia otro lado ante la violencia de los colonos radicales judíos contra los palestinos en Cisjordania, Israel empieza a tomar conciencia de la presencia un enemigo interior que amenaza su futuro como Estado democrático. Elatentado de la aldea de Duma, próxima a Nablús, en el que murió abrasado un niño palestino de 18 meses la semana pasada, y que este sábado se cobró la vida de su padre, afectado de quemaduras graves en el 80% de su cuerpo, parece haber quebrado la ley del silencio en la que se amparaba el terrorismo judío.
El ataque incendiario sacudió a la sociedad israelí, que expresó su rechazo a la violencia con manifestaciones multitudinarias en Tel Aviv y otras ciudades, y forzó una contundente reacción del Gobierno contra los radicales judíos. El apuñalamiento de varios asistentes —una de los cuales falleció—, al desfile del orgullo gay en Jerusalénsuscitó amplias condenas, aunque se trató de la acción aislada de un ultrarreligioso israelí.
Uno de los primeros en ser arrestados por el Shin Bet (servicio de seguridad interior) tras el asesinato del niño palestino fue el dirigente colono extremista Meir Ettinger, de 24 años, nieto del rabino radical Meir Kahane, y que ya había cumplido 18 meses de cárcel por violar una orden de detención domiciliaria.
Mucho más radicalizado a su salida de prisión, en 2012, se integró en una secta ultranacionalista judía en un asentamiento de Cisjordania que buscaba poner fin a la existencia del Estado de Israel para sustituirlo por un reino teocrático, donde impere la halajá o ley religiosa.
Ettinger y un grupo de colonos jóvenes, caracterizados por un atuendo informal a caballo entre rastafari y paramilitar, constituyeron después el grupo La Revuelta, que según informes del Shin Bet manejados por el diario Haaretz, pretende sembrar el caos con atentados terroristas como el de Duma para derribar los cimientos del Estado fundado por David Ben Gurion en 1948.
Estos colonos radicales, algunos de los cuales apenas cuentan con 16 años, proceden del movimiento denominado Hay que Pagar un Precio, surgido tras la retirada de Israel de la Franja de Gaza, hace ahora 10 años, donde fueron clausurados por el Ejército 21 asentamientos judíos y desplazados sus 8.000 habitantes. Sus seguidores consideran que la población palestina, la minoría cristiana e incluso los soldados israelíes tienen que sufrir represalias ante cada retroceso que sufran sus planes de expansión territorial.
"Está surgiendo un Estado de facto donde se desarrollan ideologías anarquistas, violentas y racistas, que son tratadas con tolerancia por los sistemas policial y judicial de Israel”, puntualiza un ex jefe del Shin Bet
Pero mientras las represalias de los extremistas se habían expresado en forma de daños materiales —como tiene documentado la Autoridad Palestina en los más de 110 ataques registrados en 2015—, el grupo La Revuelta decidió franquear la línea roja que divide los delitos sectarios de las acciones terroristas para atentar directamente contra mezquitas e iglesias y atacar a las personas.
La policía y el Ejército israelíes han hecho a menudo la vista gorda ante las acciones violentas de los colonos contra los palestinos, como el apedreamiento de vecinos o la quema de cosechas, al considerar que la justicia iba a imponerles penas menores o simples multas. La decisión del Gabinete de Benjamín Netanyahu de aplicar a los extremistas judíos la llamada “detención administrativa”, que puede prorrogarse de forma indefinida sin asistencia letrada ni intervención judicial, ha dado un vuelco a esta situación. Esta medida de excepción afectaba casi en exclusiva a los palestinos.
Yuval Diskin, que dirigió el Shin Bet entre 2005 y 2011, considera que el brote de extremismo radical judío entre los colonos de Cisjordania no es un fenómeno limitado a “unas docenas de jóvenes frustrados que han fracasado en sus estudios”, sino que se extiende como una corriente principal de opinión entre los sectores nacionalistas religiosos israelíes. Diskin, que ha criticado abiertamente la política de Netanyahu en los territorios palestinos ocupados, escribió estas reflexiones en su página en Facebook, de donde fueron recogidas por la Web de la agencia israelí JTA. “Está surgiendo un Estado de facto en Judea [nombre bíblico de Cisjordania], donde se desarrollan ideologías anarquistas y anti-Estado, al tiempo que violentas y racistas, que son tratadas con tolerancia por los sistemas policial y judicial de Israel”, puntualiza el exresponsable de seguridad interior, que en la actualidad apoya al líder del Partido Laborista, Isaac Herzog.
Esta opinión queda superada por la realidad. Benzi Gopstein, líder del movimiento extremista judío Lehava, se manifestó este jueves ante los estudiantes de una yeshiva (escuela religiosa) a favor de incendiar las iglesias.
“Debemos sofocar este fuego antes de que nos pase por encima”, ha advertido el presidente Reuven Rivlin, una de las voces que más alto ha clamado en Israel contra la violencia, en varias entrevistas concedidas esta semana, para reconocer que el Estado “ha escondido la cabeza” ante los extremistas judíos. El Shin Bet ha redoblado su protección al jefe del Estado ante las amenazas de muerte lanzadas contra él por su condena al terror de los judíos radicales.
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