domingo, 24 de enero de 2010

REFLEXIONES EN PROSA


LA GACETA LITERARIA
"Internet es un invento del príncipe de las tinieblas"

Domingo 24 de Enero de 2010 | Laiseca, uno de los más originales escritores de la literatura argentina y el autor de la novela más larga que haya publicado un narrador de nuestro país, advierte los riesgos de la "red de redes" sobre los niños pero destaca las posibilidades que ofrece la televisión. Ataca el prejuicio que afecta a los best sellers, rescata a Stephen King y afirma que a Borges le faltó vivir. Por Martín Mazzuco, para LA GACETA - TUCUMAN.



Cuando uno se topa con una imagen de Alberto Laiseca, piensa que ese hombre de figura imponente y bigote protagonista: debe ser un pescador de salmones en un fiordo noruego, que lucha contra bravos mares y gélidos vientos; o un escritor. Y uno no se equivoca, porque Alberto Laiseca es lo segundo. Y en el sentido estricto del término: es un escritor, un narrador, un hombre que batalla con las palabras y la sintaxis hasta crear un mundo que, por lejos, es de los más originales en la literatura argentina. Ya sabemos que la originalidad no es un mérito en sí misma, pero en el caso de Laiseca, cubre como una mantilla celosa tanto la genialidad como el trabajo, que sí son encomiables. Pactamos una entrevista telefónica. Va a realizarse durante tres noches. No serán tantas como las de Sherezade en Oriente, pero tendrán también su encanto. Yo preguntaré desde la noche en Tucumán, y él me responderá desde su departamento en Buenos Aires, con voz de megalito, de dragón pacífico. En medio de ambos, su obra y sus ideas. Entre otras cosas, hablaremos de Los Sorias. Para quien no esté al tanto, es su obra maestra: un monumento de 1.500 páginas que tardó varios años en publicarse. Una novela que recorre los temas típicos de la literatura, pero bajo formas tan propias, que demuestra al lector una cosa: no sólo es el contenido; en la forma está también la belleza. En la iglesia del barrio se adora a Cristo, como en la Catedral de Chartres, pero no podemos negar que la segunda tiene una belleza inalcanzable para la primera. Con Los Sorias pasa lo mismo: ya hemos leído sobre el poder, el amor, la humanidad, pero nunca en estos moldes.

- ¿Cómo es ser escritor en la actualidad, Don Alberto?
- Es difícil, porque estamos en un momento de transición. Se lee cada vez menos, y ya los niños no recurren a Pinocho, por ejemplo. Internet, un invento del príncipe de las tinieblas, logra conversaciones en un chat con personas tan tontas como uno. Yo no sé siquiera prender una computadora, pero si algún día me invade la ansiedad por aprender, Internet no tendría en mí el mismo efecto que en niños de diez años. Usted y yo hemos leído y tenemos una relación con los libros, pero a un niño, ¿qué le puede dejar un videojuego? Tampoco creo que en algún momento, Internet se vuelva un medio útil. Me parece una paparruchada el argumento de que "ahora no se lee menos, se lee distinto, en otras formas diferentes al libro". La televisión, en cambio, tiene sus cosas buenas. Yo, además del cine de terror, que me encanta, veo documentales y algunos programas de entretenimientos. Cuentos de terror es una muestra de lo que se puede hacer en televisión. Una de las intenciones con ese ciclo era lograr que los niños se interesaran más por la lectura.

- ¿El cine es el gran aliado de la literatura?
- Claro que sí. El escritor piensa cinematográficamente y, además, hay una recreación de imágenes en las lecturas. Mire La caída de la casa Usher: es un cuento fantástico, que debe ser leído frente a un fueguito, de noche, con un traguito. No es para leer en el colectivo. Hay hermosas adaptaciones al cine de grandes libros. El fantasma de la Ópera es una novela pensada cinematográficamente. La literatura ha adquirido cierto ritmo propio del cine. Ello es innegable.

- ¿Cómo percibe la realidad de la literatura, en el orden nacional y en el orden mundial?
- Estamos en una época de transición. Hay autores jóvenes interesantes, que publican bastante. Yo, en mí taller, logré que la Editorial Gárgola publicara Siete y el tigre harapiento, de Leonardo Oyola, uno de mis alumnos. Es un policial de época, y el autor investigó mucho sobre el momento histórico en que se desarrolla el libro.

- ¿Le provoca algo que algunos bodrios se publiquen con tanta facilidad y obras que valen la pena esperen tanto?
- Eso es algo que no se puede modificar. Y prefiero no perder el tiempo en cosas que no puedo cambiar. Tengo asuntos más serios de los que ocuparme. Pensar en ello me genera un gasto de energía que no quiero realizar. Pero sin duda que siento cierto malestar.

Best sellers, Stephen King y Borges

- ¿Qué opina de los best sellers?

- A (Mika) Waltari nunca lo entendieron porque vendía mucho. Decían que era literatura para señoras gordas, y muchos escritores profesionales tendrían que haber aprendido cosas de él. Algo parecido sucede hoy con Stephen King. No debe atenderse la cantidad de libros que publica, sino lo bien escrito que está El Resplandor, por ejemplo. Hay un prejuicio contra los best sellers, por supuesto.

- Ahora que me nombra a King, maestro contemporáneo del terror, ¿lo atrae su literatura?
- Mire. Yo digo que si alguien busca un buen cuento de terror, ahí tiene a La caída de la casa Usher, de Poe. Y si quiere una novela de terror, está El Resplandor, de King. Es un libro extraordinario…

- Imagino que, como amante del cine de terror, también le gustó su versión en el cine, realizada por Kubrick…
- Es una gran película. La vuelvo a ver seguido, y es magnífica. Sé que Stephen King se enojó con Kubrick por algunas variaciones que realizó, pero me parece un enojo infundado. Al fin y al cabo, la película tiene un final más terrorífico que el libro, porque que el hotel Overlock explote le trae al lector cierta tranquilidad, pero al espectador que sabe que ese lugar continuará lleno de espectros y tragando almas, el final lo desespera. Si tuviera que elegir un director para filmar uno de mis libros, sería Kubrick…

- ¿Y de los escritores en español a quiénes prefiere?
- El Martín Fierro, de Hernández, me parece una obra maestra. También es una gran novela Adán Buenosayres, de Marechal. Rescato además a Arlt. De los latinoamericanos, me gustan mucho Guillén en poesía y Asturias en prosa. Siempre digo que Guillén es un poco el abuelo de la poesía americana, así como Asturias lo es pero en la novela. Acerca de García Márquez, es un buen escritor, más allá de toda la pompa a su alrededor. Vargas Llosa también lo es, aunque es algo mentirosito… Lo digo por esa dualidad política que mostró. Siempre quiso cambiar las cosas del lado equivocado. Carpentier me gusta… Cortázar me gusta en sus cuentos, pero creo que en sus novelas se dejó llevar por la vanguardia y no fue tan bueno. Rayuela no me parece, como totalidad, un gran libro, pero me gustan algunos de sus cuentos, es decir, esos pasajes autónomos que conforman el libro. A Borges me parece que le faltó experiencia, le faltó vivir. Quizá por ello no se dedicó a la novela, aunque creo que su cuento El acercamiento a Almotásim es su novela no escrita. Igualmente, no tengo mucho tiempo para leer, ahora. Cuando tengo tiempo, escribo.

- ¿Llega un momento en que hay que optar entre una cosa y otra?
- Sí, mi amigo. Más cuando se vive de lo que se escribe.

Su obra maestra

- ¿Sintió que después de Los Sorias ya no había qué decir?
- En absoluto. No soy un escritor que sufra de vacíos creativos. Al terminar con esta novela, comencé inmediatamente con otras (La hija de Kheops, El Jardín de las máquinas parlantes). Siempre queda algo por decir: hay temas que uno tiene para toda la vida. Por ejemplo, el poder, la humanización, el amor. Tampoco soy un escritor que se disconforme en el proceso creativo y eso me obstaculice. Eso sí, corrijo mucho.

- Pero sí es un libro que proyecta su sombra sobre el resto de su obra…
- Es mi obra maestra; es innegable. Pero no creo que opaque al resto de mis libros o a mí. De hecho, muchas de mis otras novelas son también muy largas. Cada obra, cada libro, es único. Y las motivaciones que llevan a crearlo, también.

- ¿Tampoco existe esa sombra de Los Sorias para los lectores?
- No sé que pasará con ellos. Pero descreo de esa sombra…

- En la creación de ese universo tan vasto, ¿qué rol habría cumplido Alberto Laiseca, el escritor, como personaje? ¿Se identifica con alguno?
- Bueno, Oscar Wilde decía que el mérito del artista está en esconderse detrás del arte. El autor se reparte en sus personajes. Hay algo de mí en todos ellos. Tengo algo del Monitor, de Iseka. Pero es éste último el más parecido, el que mejor me refleja.

- ¿Y el escritor (La-iseca) se confunde con el personaje en la realidad (Iseka)?
- Algo siempre se confunde. El autor y la obra conviven en la realidad y en el libro.
© LA GACETA [TUCUMÁN]

Perfil
Alberto Laiseca nació en Rosario, en 1941. Realizó diversos oficios antes de dedicarse íntegramente a la escritura y la enseñanza. Fue cosechero, empleado telefónico, corrector de pruebas en el diario La Razón, de Buenos Aires, y presentador del programa televisivo Cuentos de terror en la señal de cable I-Sat. Hoy continúa presentando películas en el ciclo Cine de terror en la señal de cable Retro. Publicó 18 libros correspondientes a distintos géneros (novela, cuento, poesía y ensayo); algunos títulos de su novelística son Su turno para morir (1976), La hija de Kheops (1989) y El jardín de las máquinas parlantes (1993). Fruto de 16 años de trabajo es Los Sorias, una novela que tiene 30.000 palabras más que el Ulyses de James Joyce, y que ostenta el récord argentino en extensión. El libro reflexiona "sobre el poder absoluto y la posibilidad de organizarlo de un modo más humanizado", sostiene Laiseca.
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el dispreciau dice: harto ya de repetir las vicisitudes políticas de nuestra alicaída Argentina, y dado que suelo recorrer varios diarios, semanarios y mensuarios del mundo, en distintos idiomas, me detuve a atender las razones de la nota de LA GACETA de TUCUMÁN, un medio que además de distinguir al periodismo argentino, hace lo propio con la provincia de Tucumán y el país. Sus notas suelen ser reflexivas y aportan "pensamiento" proactivo a nuestra vapuleada sociedad que muchas veces no encuentra almohada para descansar la cabeza... Me llamó la atención la definición: "Internet es un invento del príncipe de las tinieblas", porque somos muchos los que pensamos, creemos, entendemos... que internet es una herramienta conducida desde las tinieblas, no porque no tenga un peso específico distintivo y que aporte información al modo de una Biblioteca tipo Alejandría (así lo llamo: la ALEJANDRÍA electrónica), sino porque en manos inadecuadas (las más) la vida de la generación que ha nacido con la oportunidad (y nada la sorprende) es manipulada prolijamente hacia una suerte de sometimiento virtual (del que no se aprecia mucho por estas tierras) que invade las vidas a conveniencia. Sean temas de sexo explícito o virtual, redes sociales altamente peligrosas donde queda todo estampado descubriendo las debilidades de cada quien, sus necesidades, sus urgencias, sus penurias y sus miserias, el sistema invasivo por naturaleza se ha ido metiendo en todos lados y domina la vida de las personas que se atan al monitor creando una dependencia sólo guiada por el morbo. Insisto, no hablo ni de médicos, ni de abogados, ni de ingenieros, ni de arquitectos, ni de bioquímicos, tampoco de farmacéuticos, mucho menos de personas de bien, me refiero casi con exclusividad a los niños y adolescentes que vieron este fabuloso aparatito desde la propia cuna. Hoy, casi nadie estudia, apenas se remiten a copiar y pegar... pocos son los que saben qué es una suma y mucho menos cómo se divide... esto es que el razonamiento humano está perdiendo capacidad para pensar, reflexionar, razonar, y se está atando a las evidencias virtuales que conllevan el sello de sus creadores. Quizás es inevitable. Tal vez es consecuencia de un proceso lógico. Indudablemente, el príncipe de las tinieblas, en conocimiento pleno de las debilidades humanas se ha metido en muchos hogares y domina el pensamiento de una célula en extinción: la familia... ya nadie quiere compromisos, o si los acepta o los quiere lo hace bajo pautas mezquinas: "lo tuyo es mío... y lo mío es sólo mío", o bien "tu vida profesional me pertenece... pero la mía es de mi propiedad". Lo he visto muchas veces y he asistido a estas conductas y actitudes que son dis-sociantes en sí mismas. Más allá o más acá, el progreso no tiene retorno y para cada Biblioteca ancestral siempre hay un incendio que la renueva. En el caso de ALEJANDRÍA, su extinción ameritó que las ciencias perdieran sus esencias filosóficas y se entregaran siglo tras siglo al dominio de una Iglesia Católica a la que nunca le convino el pensamiento científico y que terminó de pulverizarlo en el medioevo para luego endosarlo a los poderes económicos que hoy compran y venden pensamientos... Lo mismo ha ocurrido y sucede cuando se quema un libro, sea éste de cualquier contenido. La cuestión es que internet domina hoy la vida de la humanidad que nos sigue. "Alguien" sabe cuándo te conectas, qué haces, cuáles son tus afinidades y hacia donde te diriges... aspecto no menor que le ofrece la oportunidad de manipular al antojo de sus necesidades o peor aún, de sus intereses. Finalmente, internet es una herramienta espectacular... y lo será sin duda alguna... hasta que se produzca el incendio. Cuidado, cuando ello suceda se acabará la memoria humana. Enero 24, 2010.-

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