"La pelea que tienen los Kirchner con los medios es suicida"
Es una actitud "destructiva", afirma la escritora
Noticias de Cultura: Miércoles 6 de enero de 2010 | Publicado en edición impresa
Laura Di Marco
Para LA NACION
Votó dos veces por el kirchnerismo, pero hoy siente que la Presidenta la decepcionó, entre otras cosas por haber resignado el manejo del poder en favor de su marido. Ahora, el único dirigente que le gusta es Hermes Binner; sin embargo, descree de sus posibilidades presidenciales por el hecho de que no es peronista.
Ana María Shua, escritora especializada en microrrelatos o cuentos breves, cree que la pelea de Néstor y Cristina Kirchner con los medios es suicida. "Es parte de ese extraño e incomprensible comportamiento destructivo", sostuvo durante una entrevista con LA NACION.
Está convencida de que los argentinos tienen una necesidad desesperada de encontrar explicaciones de por qué son como son. Es esa voracidad por comprender el motivo del éxito de las novelas históricas, el setentismo como consumo periodístico y los ensayos que ofrecen claves sobre la actualidad. Dentro de un par de meses, cuando entremos de lleno en el Bicentenario, seguramente habrá mucho interés sobre la historia ligada a la independencia. Y aquí hay algo muy argentino -dice-, es esta sensación de que nosotros estábamos aquí para ser importantes. "Estamos condenados al éxito", se ríe. "Seguimos buscando quién nos robó la gloria a la que estábamos destinados?"
-¿Votó por el kirchnerismo?
-Sí, las dos veces. Los primeros cuatro años me gustaron mucho, como a tanta gente, por eso Cristina ganó las elecciones. Néstor Kirchner y Lavagna hacían una dupla muy buena; hubo una apuesta muy interesante por la industria nacional. Pero, después, pasaron cosas inexplicables, realmente irracionales; no me explico por qué los Kirchner han tenido estas conductas de suicidio político.
-¿La pelea con los medios es un suicidio político?
-Sí, es suicida. Es parte de ese extraño e incomprensible comportamiento destructivo. No se puede decir que hay censura en la Argentina, pero sí hay una relación dañosa entre el Gobierno y los medios, que es destructiva para todos, pero sobre todo para ellos. Del mismo modo, esta confrontación loca con el campo, y lo que ocurrió con Cobos. Los Kirchner crean sus propios enemigos y después les dan de comer. Lo de Cobos es otra cosa inexplicable. Si al día siguiente del voto "no positivo", Cristina le hubiera dado un abrazo diciéndole algo así como: "Gracias por sacarnos las papas del fuego", lo hubiera desactivado en el acto. Cobos hubiera seguido siendo el vicepresidente de este gobierno, en lugar de esa especie de injerto de la oposición dentro del Gobierno, otro absurdo nacional. Y ahora ya es tarde para darle un beso?
-¿Usted se la imagina a Cristina dándole un beso a Cobos?
-Bueno, le hubiera dado la mano? En la confrontación, lo único que han logrado es hacerlo crecer. Lo del campo, en cambio, tiene otros matices. Creo que si hubiera estado Néstor Kirchner en lugar de Cristina, se hubiera llevado de otra manera. No por culpa de ella, sino por él. Siendo presidente no hubiera llevado ese enfrentamiento hasta las últimas consecuencias. Estando él mismo en el cargo, no creo que hubiera perdido la chaveta de ese modo. Sólo se trataba de negociar en lugar de ir a esa confrontación tan loca.
-¿Y descubrir, luego, la corrupción no la decepcionó?
-Sabemos que hay corrupción, pero no creo que este gobierno sea mucho más corrupto que otros que tuvimos. Es triste decirlo, pero... es normal.
-¿No le parece que hay un tipo de corrupción que tiene que ver con una concepción estructural del poder? En el caso de los K, por ejemplo?
-No. En todo caso, creo que Kirchner tiene una concepción salvaje del poder. El no admite otra cosa que no sea el poder absoluto: no comparte, no delega, no acepta críticas, ni siquiera una constructiva. Lo que sí me decepcionó es que no se hayan esmerado más en atacar, un poco al menos, el núcleo duro de la indigencia; esos tres o cuatro millones de personas que viven en la miseria extrema, provocada, en gran parte, por la ola neoliberal que nos azotó en los noventa. Pero, además de que esto es una desgracia por sí sola, es la verdadera fuente de inseguridad. Por eso, me parece absurdo y erróneo proponer penas más altas como solución al delito, por el simple hecho de que estos chicos que salen a matar consideran que su propia vida no vale nada. Entonces, que las penas sean mayores o menores, ¿qué importa? Ellos sienten que no son importantes.
-¿Y quién la convence ahora políticamente?
-Binner, pero no creo que llegue a presidente porque no es peronista.
-Según pasan los años, ¿se va poniendo más egoísta o más comprometida?
-Más egoísta, sólo preocupada por la felicidad de mi familia, ésa es la verdad. Realmente cada vez me importa menos lo que pasa afuera. Es triste decirlo.
-¿Muchas desilusiones?
-Sí. Me he entusiasmado muchas veces con un cambio o con un liderazgo, y después me he desilusionado mucho también. Y ahora, cada vez que veo a los presidenciables, me dan ganas de escaparme. No hay liderazgos que me provoquen ningún tipo de ilusión.
-En los sesenta y setenta, los escritores eran convocados para pensar la Argentina, cosa que hace bastante no sucede. Es cierto que, en el medio, hubo una dictadura, pero también ustedes se corrieron de la escena política, ¿por qué?
-Es un fenómeno internacional. En términos generales, los escritores y los intelectuales no son convocados para pensar la política ni la economía de los países. Pensar el país es una tarea que ha quedado en manos de contadores. Pero los argentinos somos bastante provincianos a veces, y creemos que lo que nos pasa a nosotros no le pasa a nadie más. En realidad, compartimos virtudes y defectos con muchos otros países del mundo, y sobre todo con la historia latinoamericana.
-En los 70, muchos escritores querían cambiar el mundo. ¿Qué quieren hoy?
-Hoy, todos, hasta los más jóvenes, somos más cínicos, más escépticos. Seguimos haciendo nuestro trabajo a la espera de un renacimiento, que pueda redescubrir nuestros textos.
-Es cierto que tenemos características similares a otros países latinoamericanos, pero hay un cierto sello criollo. Por ejemplo, aquí parece haber más corrupción que en Chile o en Uruguay. Y, en la escalada de violencia, últimamente hay muchos ataques personales.
- Hoy México nos gana por una enorme distancia, en materia de violencia. Junto con San Pablo son las ciudades más violentas, más incluso que Bogotá. La ciudad de Buenos Aires en realidad es bastante segura en relación con otras capitales latinoamericanas, por eso hay tanto turismo de todo el mundo. Y este diagnóstico no es mío; es el que ofrece el gobierno norteamericano a sus ciudadanos cuando viajan al exterior. Como te decía, siempre creemos que lo que sucede aquí es único en el mundo.
-¿Nunca tuvo la ilusión de influir con sus textos?
-No. La literatura nunca tuvo una gran influencia en la sociedad. Esa fue otra ilusión falsa, pero yo nunca la tuve. Por otra parte, hay pocos que leen para sorprenderse. En general, la gente lee para encontrar lo que ya tiene en su cabeza. Entonces, te dicen: "Tal libro es maravilloso: dice lo mismo que yo".
-¿Cuál es nuestro pecado capital y nuestra virtud más luminosa?
-El pecado capital, la falta de respeto por las leyes, y la mejor virtud de los argentinos es, sin duda, nuestra enorme capacidad de creación.
El personaje
ANA MARIA SHUA
Escritora y guionista de cine
Edad: 59 años
Obra: publicó mas de 140 libros. Sus cuentos figuran en antologías editadas en diversos países. Algunas de sus novelas han sido publicadas en España, Italia, Alemania y los Estados Unidos.
Premios: su novela Soy paciente ganó el premio Losada en 1980. Con El libro de los recuerdos recibió la beca Guggenheim.
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Los intelectuales / Ana María Shua"La pelea que tienen los Kirchner con los medios es suicida"
Es una actitud "destructiva", afirma la escritora
lanacion.com | Cultura | Mi?oles 6 de enero de 2010
el dispreciau dice: la sociedad no atina a comprender por qué semejante empecinamiento en destruir aquello que no le es afín... pero la realidad es que Argentina se está convirtiendo en una réplica subdesarrollada del infierno. Aquella obra magistral que hablaba de los hombres de poder y sus enfermedades debería reeditarse asumiendo este extraño caso que nos plantea la circunstancia. La misma debería tomarse como caso de estudio mundial porque podríamos estar en el convencimiento que el caso en sí mismo es único y hasta quizás irrepetible (aunque en la Argentina nunca está todo dicho y la realidad supera a cualquier ficción, incluso a la ciencia ficción). Enero 06, 2010.-
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