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Despertar y oler el aroma a café orgánico en Jamaica
- En 1992, la idea de Dorienne Rowan-Campbell de replantar el cafetal arruinado de su padre parecía imprudente. Pero en perspectiva, fue la mejor decisión que pudo tomar esta consultora en desarrollo internacional y periodista.
Casi tres décadas después, Rowan-Campbell cultiva café de forma orgánica en sus dos hectáreas, la hacienda Royale, de casi 60 años, ubicada en una ladera en el oeste de Portland, una parroquia del noreste de Jamaica, con vista a las famosas Montañas Azules, conocidas por sus cafetales.
Allí cultiva el famoso café Jamaica Blue Mountain, una de las especies más raras, caras y preferidas para hacer el delicioso café expreso. “Fue imprudente, solo quería levantarme en las montañas y tratar de cultivar”, confesó.
En diálogo con IPS, Rowan-Campbell comentó que se lanzó en esta aventura con una bebida energizante apreciada en todo el mundo y que podría volverse escasa a consecuencia del cambio climático.
La agricultura orgánica es un gran riesgo, pero no para la naturaleza
Cultivar café de forma orgánica fue un gran cambio, pero también una gran apuesta. Su padre plantaba con el método tradicional, con los contaminantes pesticidas, herbicidas y fertilizantes industriales para evitar las pestes y las enfermedades y mantener un suelo nutritivo.
Rowan-Campbell tiene en más de media hectárea más de 1.800 cafetos.
“Lo orgánico apareció porque todo el mundo dijo: ‘necesitas entre 50 y 60 galones para mezclar pesticidas’, y yo pensé: ‘yo no’”, relató Rowan-Campbell, exdirectora del Programa de Mujeres y Desarrollo de la Secretaría de la Mancomunidad de Naciones, con sede en Londres.
Lo logró contra todo pronóstico pues no tenía mucho conocimiento sobre agricultura orgánica. Su esposo y sus empleados se capacitaron y el experimento funcionó. En 2002, la organización alemana BCS OEKO-GARANTIE, que certifica a alrededor de 35 por ciento de los productos orgánicos del país, certificó su hacienda.
Desde 2004, recibe inspecciones y certificaciones anuales de la Certificación de Estándares Ambientales (Ceres), una agencia que usa la presencia de aves como indicio de equilibrio ambiental.
Un estudio de la Universidad de Humbolt y de la Universidad de las Indias Occidentales, realizado en 2006, sobre las aves como vectores del control de plagas concluyó que, si bien la hacienda Royale era la más pequeña de la muestra, tenía la mayor cantidad de aves, la mayor variedad y la menor proporción de Hypothenemus hampei, un coleóptero que daña los cafetales.
“Como productora orgánica, tengo que aprovechar la naturaleza y trabajar con ella porque no usamos químicos en mi hacienda”, aseguró.
“Tengo insectos y aves, que se comen más de 50 por ciento de las plagas que atacarían a mis cafetos, por lo que la calidad queda protegida de forma natural”, apuntó, y explicó que cubre con una mantilla y prepara abono natural para los cafetos y controla las plagas y las enfermedades con químicos naturales.
“Ahora tenemos la enfermedad de la roya, que diezma la industria cafetera en América del Sur, América Central y el Caribe. Algunas personas usan químicos extremadamente fuertes para combatirla. Yo uso una mezcla de ajo y agua; funciona y la comparto con otros agricultores”, comentó.
Unos 4.000 agricultores cultivan el café Blue Mountain en Jamaica. Este año, Rowan-Campbell espera cosechar cuatro toneladas de granos de café, que vende en América, Europa y Asia.
Contra el cambio climático
Una vez, Rowan-Campbell armó un paquete, una caja con varios cafés tostados y se lo envió al príncipe Carlos, de Inglaterra, por correo privado, pero nunca los recibió.
“Él pidió café orgánico y le dijeron que no había ninguno”, recordó. “La agricultura orgánica es una estrategia de adaptación al cambio climático, y trato de enseñarle a otros”, indicó.
El café es vulnerable a las variaciones de temperatura, pues solo crece con ciertas condiciones específicas en los trópicos.
Las investigaciones científicas muestran que el cambio climático puede reducir el área de cultivo de café en el mundo hasta en 88 por ciento para 2050.
Unos 25 millones de productores de café en más de 60 países tropicales tuvieron que adaptarse al cambio climático mediante varias técnicas, como mejorando la sombra y recurriendo a la rotación de cultivos.
“Nuestros resultados sugieren que las áreas propicias para el café se reducirán entre 73 y 88 por ciento para 2050 por el recalentamiento ambiental, una disminución de entre 46 y 76 por ciento superior a la estimada por las evaluaciones globales”, precisa un estudio de PNAS Journal.
El café es el segundo producto más comercializado en el mundo y una fuente de divisas para muchos países en desarrollo, según la Organización Internacional del Café.
Animada por la demanda mundial de producción orgánica, Rowan-Campbell, integrante activa del movimiento de agricultura orgánica en Jamaica, también planta verduras y elabora jaleas y mermeladas orgánicas.
“Para mí, la agricultura orgánica es lo más importante porque muestra que estás construyendo un futuro sostenible para tus bisnietos”, destacó.
Sin embargo, queda la duda de por qué funciona. Según ella, “probablemente por amor y pasión”.
“Creo que es importante que en Jamaica tengamos esta importante variedad de café. Es un regalo porque el café se cultiva a cierta altura y el suelo es bueno”, remarcó.
“Cuando comencé, no sabía que estaba dando un paso tan grande en Jamaica. Muchas mujeres se me acercan y me dicen que quieren cultivar orgánico”, añadió.
Desde 2004, la hacienda, comprada por su padre en 1960, soportó cuatro huracanes. El peor fue Dean, que en 2007 dañó casi 70 por ciento de los cafetos. Rowan-Campbell sostiene que los métodos de cultivo orgánicos previenen los deslizamientos de terreno y la erosión del suelo.
En la actualidad, Rowan-Campbell es una inspectora certificada y capacita a agricultores en la prácticas orgánicas y promueve la certificación. En 2018, participó en una iniciativa para desarrollar un estándar de la Comunidad del Caribe para la producción de café orgánico.
Los productores de café orgánico en Jamaica han tenido que superar muchos desafíos por la falta de normativas para el café orgánico, costosas licencias y certificación local.
Rowan-Campbell comentó que no tiene planes de expandir su negocio. Prefiere producir un volumen menor, de manera eficiente, rentable y de gran calidad para poder exportar.
“Soy meticulosa. Solo quiero granos bien maduros y recogerlos de a poco; Sin un gran ingreso, más bien una producción sostenible y de gran calidad”, subrayó.
Traducción: Verónica Firme
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