La CDU opta por la continuidad del legado de Merkel con la elección de Kramp-Karrenbauer
La canciller se despide de la dirección del gran partido conservador alemán tras dirigirlo durante 18 años
Hamburgo
Angela Merkel (d) felicita a Kramp-Karrenbauer, este viernes en Hamburgo. En vídeo, declaraciones de la nueva líder de la CDU. FOTO: C. BILAN (EFE) | VÍDEO: REUTERS
Annegret Kramp-Karrenbauer ha sido elegida sucesora de Angela Merkel al frente del centroderecha alemán. En una ajustada votación, un millar de delegados de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ha optado por la continuidad del legado centrista de Merkel frente al candidato rupturista, Friedrich Merz, que proponía un giro a la derecha. La ajustada votación, en la que la ganadora ha obtenido 517 votos frente a 482 de su rival, ha evidenciado la profunda división de un partido en horas bajas, mermado por el avance de la extrema derecha.
La ganadora se sitúa ahora en la primera línea para convertirse en la próxima canciller alemana. Kramp-Karrenbauer, conocida como AKK, era la candidata preferida por Merkel, quien planea continuar al frente del Gobierno alemán hasta 2021. El triunfo de AKK aleja el fantasma de elecciones anticipadas; un escenario mucho más probable de haber ganado Merz. La convivencia política con él habría sido complicada al ser un rival histórico de la canciller, que lo relegó en 2002, cuando era jefe del grupo parlamentario.
Ha sido necesaria una segunda vuelta para dar con la ganadora. En la primera, ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría suficiente y los delegados volvieron a votar ya con Jens Spahn, el tercer candidato, fuera de la carrera. “Está claro no va a haber un nuevo comienzo. Que se ha optado por un excesivo statu quo”, explica a este diario tras la votación un alto cargo del partido visiblemente decepcionado. Las próximas semanas resultarán clave para saber hasta qué punto AKK está dispuesta a incorporar en la cúpula a representantes del ala más conservadora, que han ofrecido un apoyo masivo a Merz.
La Unión Demócrata Cristiana (CDU) gobierna en coalición con la socialdemocracia y se enfrenta como el resto de partidos tradicionales de Europa a una considerable pérdida de votos, debido en parte al auge del populismo de extrema derecha.
NUEVE MINUTOS LARGOS DE APLAUSOS PARA MERKEL
Habló Angela Merkel y la gran sala del palacio de congresos de Hamburgo la despidió en pie con nueve minutos largos de aplausos. La política que ha dirigido con firmeza el centroderecha alemán durante 18 años ha dicho adiós a su partido. “Ha llegado el momento de pasar a una nueva etapa”, dijo la canciller, que planea continuar como canciller de Alemania hasta 2021. “Gracias, jefa”, se leía en unos carteles naranjas que llenaron este viernes la sala en la que se celebra el congreso del partido.
“Deseo que salgamos motivados y unidos de este partido. Confío en que lo conseguiremos”, dijo la canciller en su intervención, previa al discurso de los dos hombres y la mujer que aspiraban a sucederla. El triunfo de su protegida, Annegret Kramp-Karrenbauer, colmó de alegría a la canciller, poco dada a mostrar su emociones, pero que ayer no ocultó su satisfacción.
Tres candidatos se postulaban para suceder Merkel al frente del partido: Kramp-Karrenbauer, la candidata continuista del legado de la canciller; Merz, representante de la ruptura y de la vuelta a los valores conservadores tradicionales del partido; y con menos opciones, Spahn, ministro de Sanidad y defensor también de un giro a la derecha. Estaban llamados a votar 1.001 delegados, representantes del partido en todo el país.
En la CDU convive un intenso deseo de cambio y renovación con la esperanza de que la nueva figura sea capaz de unir a un partido fracturado principalmente por la crisis de la inmigración que comenzó en 2015 y que ha tenido como consecuencia la llegada de un millón y medio de demandantes de asilo a Alemania. Parte del partido acusa a Merkel de haber perdido el control de las fronteras del país.
Explicaba bien el dilema a este diario poco antes de la votación Fritz Güntzler, diputado y uno de los delegados llamados a decidir. “AKK es una opción más estratégica y Merz una más emocional. Es el mesías que promete resucitar a la vieja CDU. Él atrae a los soldados; ella a los oficiales”, piensa Güntzler. Mientras hablaba, a su alrededor muchos delegados iban marcando la papeleta con su voto.
Los militantes y delegados quieren sobre todo que el nuevo presidente sea capaz de frenar la sangría de votos. El 41,5% que la CDU logró en 2015 parece ahora una ensoñación. Las encuestas de intención de voto indican que, de celebrarse hoy las elecciones, obtendría un 27,5% de los votos.
El problema es que renovación y cohesión no son ambiciones necesariamente compatibles a la vista de los candidatos. Si Merz o incluso Spahn representaban más o menos lo nuevo, son a la vez figuras que polarizan mucho y difícilmente podrían ejercer de puente en el partido. AKK, por el contrario, es la figura de consenso, capaz de arropar a las distintas corrientes que cohabitan en la CDU, pero a la vez simboliza el aparato más tradicional del partido y hasta cierto punto, la continuidad de la era Merkel.
AKK pronunció un discurso muy aplaudido en el que pidió coraje al partido para afrontar las turbulencias de un mundo que se enfrenta a cambios profundos. “No es suficiente con atacar al rival político. Tenemos que tener nuestras propias ideas”. Habló de las elecciones europeas y de cómo la CDU debe ser capaz de crear una Europa “resistente a eurocrisis y con intereses de seguridad comunes”. Habló de la digitalización, de educación y de los servicios públicos. Llamó a acabar con las divisiones en el partido. “Para mí hay solo una Unión”.
Después le tocó el turno a Merz, también muy aplaudido y en el que consideró el éxito de la extrema derecha “insoportable”. El candidato hizo hincapié en la necesidad de conectar con los votantes y en garantizar la seguridad de la gente “que no se siente segura saliendo a la calle y que ha perdido la confianza en que vayamos a ser capaces de solucionar sus problemas”. Y dijo que los ciudadanos esperan que “el Estado tenga el control de sus fronteras”, en clara alusión a la política migratoria de Angela Merkel. Merz llamó también a marcar diferencias con el SPD, el partido socialdemócrata con el que los conservadores gobiernan en coalición. “Este congreso tiene que marcar un nuevo comienzo”, pidió.
En la gran sala del palacio de Hamburgo se respiraba esta mañana un ambiente efervescente. Desde 1971 no había habido una elección semejante y desde primera hora de la mañana los delegados fueron tomando asiento. “Esto es muy emocionante. Hacía años que no teníamos esta oportunidad. Este puede ser un congreso histórico”, dice Sabine Verheyen, mientras toma asiento. Representa a Renania del Norte-Westfalia, la delegación más numerosa y cree que lo importante es “votar a alguien que pueda organizar y unir al partido, alguien que sea capaz de trabajar con Merkel en la actual gran coalición de gobierno. Este país necesita estabilidad”. Esa persona es para ella AKK. “No es una mini Merkelcomo dicen, en muchos aspectos es más conservadora que ella”, sostiene.
Andre Kuper, jefe de filas del grupo en Renania del Norte y también delegado, reconoce que “hay un resentimiento muy fuerte en el partido contra Merkel por haberse alejado de los valores tradicionales conservadores”. Cree que Merz es capaz de recuperar votos para el partido, pero también piensa que su riqueza —es un candidato millonario, con dos aviones en propiedad— le aleja del ciudadano medio.
Otros, como Kristi Waldhem, de Hannover, ha decidido esperar a escuchar a los candidatos en Hamburgo. “Queremos a alguien cuya propuesta no sea luchar contra Merkel, sino aportar contenidos y un perfil para el partido”, explica.
Kramp-Karrenbauer es la política designada por Angela Merkel para sucederla al frente del partido. En febrero fue nombrada secretaria general de la CDU en un primer salto a la política nacional. AKK tiene una dilatada experiencia en el Gobierno regional del Sarre, un pequeño Estado al oeste del país, donde ha sido ministra de Interior regional y jefa del Gobierno de Sarre. Su elección implicaría una transición ordenada, con Merkel al frente de la cancillería.
Merz es el hijo pródigo que ha querido volver al partido después de diez años en el sector privado. Representa a quienes desean que el partido vuelva a sus raíces, porque cree que la socialdemocratización de Merkel les ha llevado a un descalabro en las urnas. Prometía dar un perfil más definido al partido y distinguirlo de otras formaciones, es decir, de la socialdemocracia (SPD) con la que la CDU gobierna en gran coalición. Prometió recuperar también los votos migrados a la extrema derecha y aglutina el descontento con la gestión de Merkel en los últimos años.
En la recta final de la carrera sucesoria se ha hablado mucho cómo recuperar a los votantes que se han pasado a la extrema derecha y el discurso de los aspirantes se ha contagiado de los temas con los que triunfan los extremistas, principalmente la inmigración. Es cierto que en las generales de 2017, un millón de votantes de la CDU migraron a la extrema derecha, pero también es verdad que esa es una cifra algo menor de la suma de los votos que el centroderecha recibió de antiguos votantes de la socialdemocracia y Los Verdes (1.120.000). Es decir, el viraje al centro de Merkel sumó más que restó.
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