Opinión
Todos en la calle de un presente infinito
Beatriz Sarlo
Para LA NACION
Noticias de Política: Jueves 25 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa
Prácticamente todo el espectro del progresismo estuvo ayer en la calle. Vale la pena empezar por la tarde transcurrida en la Plaza de Mayo, porque hubo allí una representación de continuidad histórica entre las organizaciones de derechos humanos y decenas de agrupaciones políticas y sociales, a las que se agregó, como novedad de último momento, una Juventud Sindical de la CGT que no se había visto antes en manifestaciones de este tipo.
La continuidad de las organizaciones de derechos humanos (con sus fracturas y peleas) hizo posible que los crímenes de la dictadura quedaran abiertos como reclamo de justicia. A diferencia de lo sucedido en otras naciones, los juicios fueron una piedra basal de la transición democrática. Las organizaciones no reconocieron nunca la trascendencia del juicio a las Juntas, porque no incluyó a todos los culpables.
No existe un acuerdo sobre los logros de la democracia en relación con los crímenes de la dictadura. La radicalidad ética del reclamo por "cárcel perpetua y efectiva de por vida a los genocidas" y las palabras de Estela de Carlotto afirmando que "hoy, a 34 años del golpe militar, los cómplices son los mismos que antes, los que defienden el pasado y quieren construir un país para pocos" instalan la cuestión en un fantasmático presente infinito, donde lo alcanzado en la Argentina queda sumergido en la masa de lo que no se ha conseguido. Afortunadamente, Carlotto se equivoca: nadie es el mismo que antes. Los Kirchner, por ejemplo, no son los de los años noventa.
Esto también se vio ayer en la Plaza de Mayo. A las tres de la tarde ya estaba completamente llena. Para quien ha visto muchas "plazas", lo nuevo era el inesperado nucleamiento del grupo Facebook-6,7,8, programa del Canal 7 de impertérrito oficialismo. Se identificaban ruidosamente mientras usaban sus celulares. Llegaron muy temprano, antes de las dos de la tarde. Serían unos mil, cifra no exigua y unánime en su enfrentamiento con los medios. Abundaron las menciones poco elogiosas hacia LA NACION y Clarín .
A las tres, desde los micrófonos se anunció: "Somos cincuenta mil". Poco antes era difícil enterarse de lo que iba a suceder. Nadie en las organizaciones que llegaban sabía con seguridad si leerían un documento, para retirarse luego y no escuchar a Hebe de Bonafini ni presenciar el festival artístico. A los militantes no les interesaba mucho esa cuestión crucial de las diferencias entre las organizaciones. Y los dirigentes de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia, Madres Línea Fundadora, Familiares y Detenidos de Desaparecidos tampoco daban una respuesta segura, mientras la gigantesca bandera azul, con las fotos de los desaparecidos, avanzaba lentamente por la Avenida de Mayo.
Cerca de la 9 de Julio, se estacionaban las organizaciones más decididamente de izquierda, el mundo no K. Tuvieron que negociar y cuerpear un lugar en la Plaza. Después de las cinco hubo incidentes, empujones, golpes. Finalmente el Encuentro Memoria Verdad y Justicia pudo leer su documento y retirarse antes de que empezara el capítulo Bonafini-festival del acto.
Quizás algunas claves puedan encontrarse en el acto de la mañana en el Centro Cultural Haroldo Conti, que se inauguró en el ex Centro de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra Naval de la ESMA, un espacio espectacular, cuya estructura original permanece intacta, pintada de gris plomo.
Allí habló la Presidenta, después de entregar el Premio Azucena Villaflor a tres "padres de Plaza de Mayo" que acompañaron a sus mujeres en la lucha, y al hijo de Eduardo Mignone, fundador del CELS que será recordado por la claridad intelectual, el coraje y el equilibrio. La asistencia era kirchnerismo sin mezcla (hubo, incluso, unos aplausos para De Vido y fervor cuando se anunció al ex presidente). De paso, tomar nota: a algunos de Carta Abierta les irrita que un asistente no cante el Himno Nacional. Cantar el Himno a la fuerza era una humillante imposición durante la dictadura: ¿cómo olvidarlo justo el 24 de marzo?
La Presidenta no hizo un gran discurso. Quien buscaba un "gran relato" no lo escuchó ayer a la mañana. La primera parte se desarrolló bajo el signo del "amor, la vida y la alegría", actitudes que confesó haber aprendido en su relación, tardía, con las Madres y las Abuelas. La segunda parte expuso un pedido a la Justicia: celeridad en los juicios para "dar vuelta la página". No puede haber calidad institucional ni Estado de Derecho si no hay identidad. Se refería, por supuesto, a la fatídica cuestión de la apropiación de niños.
Y, en intensa escalada, un anuncio: si los jueces no dan sentencia, "esta presidenta la va a acompañar el recurso a los tribunales internacionales". La promesa fue hecha a Estela de Carlotto. La sostuvo una referencia a "tantos años de impunidad y poder mediático". El público de la ESMA tradujo con exactitud. Y a la tarde en la Plaza, como un eco, se escuchaba " Clarín , Magnetto, ¿de quiénes son los nietos?".
El día empezó con un acto presidencial frente a los dirigentes de organizaciones de derechos humanos que el Gobierno ha designado como su elite de interlocutores (que excluye, para dar sólo un nombre, al premio Nobel Pérez Esquivel). Y terminó en la Plaza de Mayo con una típica disputa de espacio público, donde partidos de izquierda, grupos sociales y organizaciones diversas volvieron a exponer sus conflictos sobre quién hegemoniza ese campo.
Finalmente, fue de la constelación kirchnerista y de Hebe de Bonafini, esa aliada que nadie previó hace unos años. Bonafini agradeció a Cristina y a Néstor; reivindicó a los hijos cuyas acciones señalaron el camino de la revolución, y, como no faltan elecciones en ese camino, pidió que nadie se equivocara al votar, porque los que quieren el golpe están hoy en los "malditos medios". Bonafini, la eterna opositora, ha encontrado por fin su lugar en el mundo: "Estamos orgullosas de tener el gobierno de una mujer valiente y estoica". Se agitan los carteles. Gran cierre para la Presidenta.
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Beatriz Sarlo
lanacion.com | Política | Jueves 25 de marzo de 2010
el dispreciau dice: los argentinos carecemos de "memoria", la clase política actual tanto como la pasada tampoco. El 24 de marzo de 1976 ARGENTINA, la suya y la mía, estaba sumida en un conflicto inmanejable por incapacidad política del poder ejecutivo, del legislativo entonces manipulado por radicales, y por un poder judicial miope... por ende, como antes, la sociedad estaba dividida entre peronistas, montoneros, guerrilleros del ERP y otras facciones, radicales incapaces y los demás, tan incapaces como el resto. Todos se autodenominaban patriotas pero en verdad aparecían como oportunistas y atropelladores. El conflicto por el poder terminó en un golpe de estado cuyos hombres hicieron todo mal, aún habiendo tenido la oportunidad de modificar la historia y habilitar a una nueva ARGENTINA. Las calamidades que fabricaron en nuestra sociedad han dejado huellas indelebles, resueltas para la ilusión de unas pocas madres y abuelas atadas a las nostalgias, nada más. El foco de la calamidad que propinaron a la sociedad argentina toda sigue sin resolver como tantas otras cosas. Desde mi humilde punto de vista, el mayor de los problemas que supieron fabricar y legar ha sido la destrucción de una generación de intelectuales, científicos, gentes con iniciativas diferentes pero en esencia una generación política distinta a la que hay. Ya fue, no hay atrás. Han pasado 34 años y ARGENTINA en manos de una clase política pobre e impresentable no ha aprendido nada. Seguimos atados a las revanchas, a las confrontaciones por ideologías perimidas, a conflictos sociales crecientes porque nadie se digna atender las necesidades del soberano. Los muertos están muertos tanto como los desaparecidos lo están... ninguno de ellos regresará a traer solución alguna. Mientras tanto los oportunistas corruptos que se apoderaron de la política tras la caída de una cúpula militar incapaz de manejar el monstruo que habían creado, regresaron con los métodos de los tiempos previos a 1976, esto es que no maduraron, no crecieron, persisten en la desidia y el cinismo que los caracterizó y lo sigue haciendo. Así no se hace patria, así se la burla. ARGENTINA hoy permanece dividida por falsas ideologías y mientras ello no se supere, seremos víctimas de tiranos disfrazados de demócratas. Hasta ahora ninguno de los actores políticos encaramados por el voto popular desde 1983 han aportado algo para construir otra ARGENTINA, por el contrario siguen siendo mezquinos y miserables, tanto como los que pasaron antes, incluyendo en ello al propio General Perón cuyo "ego" no lo dejaba ver el árbol ni el bosque, simplemente por creerse imprescindible... y el cementerio está lleno de imprescindibles que lapidaron sus respectivas oportunidades creyéndose dueños del poder y las personas. ARGENTINA vencida, jamás será unida... Marzo 25, 2010.-
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