lunes, 8 de marzo de 2010
una de cal y otra de arena: visiones sísmicas argentinas
| RUINAS. El sismo del ’44 destruyó el 80% de las construcciones de San Juan. ARCHIVO / LA GACETA [Tucumán]
3.500 funcionarios del país se forman por año para enfrentar desastres naturales
Domingo 7 de Marzo de 2010 | "Argentina está en condiciones de enfrentar una catástrofe natural", según el titular nacional de Protección Civil.
Sequías históricas en el centro y el oeste del país, inundaciones en las mismas provincias que padecieron la falta de agua, aludes en Jujuy, y sismos en Cuyo y Salta. La lista enumera algunos de los fenómenos de los últimos seis meses. La situación no atemoriza a Roberto Ippolito, titular de la Dirección Nacional de Protección Civil, que afirma: "Argentina está preparada para una catástrofe natural". El funcionario, que orgánicamente depende del Ministerio del Interior de la Nación, precisa que el éxito de la gestión de una situación de crisis estriba en la articulación de una respuesta federal.
La vasta extensión del territorio nacional ofrece un abanico de suelos y climas que, a la par de una riquísima variedad de recursos, plantea una amplia paleta de desastres naturales, "Frente a esta diversidad resulta poco operativo tener una estructura centralizada de asistencia, por eso buscamos fortalecer las organizaciones locales", informa Ippolito por teléfono desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ese esquema de trabajo preserva la estructura federal que rige en el país. "Las cosas ocurren en un lugar y hay una cadena de responsabilidades. Como es obvio, los Gobiernos provincial y nacional tienen una logística que los municipios no pueden sostener pero, justamente, los recursos están para actuar en esos casos", observa.
Según el director, la repartición que dirige capacita anualmente a cerca de 3.500 funcionarios de todo el país, sobre todo bomberos y personal de Defensa Civil.
"Trabajamos con distintas hipótesis de riesgo en función de las características de cada localidad. En el caso de las provincias de mayor actividad sísmica, como San Juan y Mendoza, realizamos por año entre tres y cuatro simulacros de catástrofes en distintos edificios públicos", relata Ippolito.
A partir de 1900
La BBC, cadena pública de noticias de origen británico, ha publicado que los registros del Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) concluyeron que desde 1900 hubo anualmente alrededor de 18 terremotos importantes (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9 grados) y un "gran" terremoto (de 8,0 grados o mayor) en todo el mundo.
"Hay fenómenos naturales que, por el progreso de la meteorología, podemos predecir; pero, en el ámbito de la sismología, numerosos aspectos aún no tienen una explicación científica. Por ello hay que insistir con el control de las normas sismorresistentes en el ámbito de la edificación y en la capacitación de la población para que sepa qué hacer en caso de sismos", sostiene Ippolito.
Un informe reciente de Oxfam, ONG internacional de promoción del desarrollo y lucha contra la hambruna, ha calculado que los desastres afectan a cerca de 250 millones de personas cada año. Esta cifra ascendería a 375 millones para 2015 como consecuencia de las modificaciones climáticas. "Los cambios meteorológicos aumentan los riesgos de desastres naturales. Un ejemplo de ello es el gran incremento de las precipitaciones que hace colapsar los sistemas de desagües urbanos. Estas obras no fueron construidas para recibir tanta cantidad de agua en tan poco tiempo", postula el director de Defensa Civil.
El funcionario insiste en que Argentina está en condiciones de responder a un impacto natural de gran magnitud, aunque aclara: "siempre según el comportamiento histórico de nuestro territorio. Si se produjese un terremoto de 9 grados, la situación cambiaría porque ese hecho supera la máxima magnitud esperable en el país, que es de 8 grados".
Sacudones históricos
El país experimentó la máxima magnitud sísmica en 1894, con el "Gran terremoto argentino" de San Juan, que alcanzó los 8,0 grados. Pero los sismos más emblemáticos son los sucedidos en la misma provincia en enero de 1944 y en noviembre de 1977, con 10.000 y 65 víctimas fatales respectivamente.
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(1 de 4 fotos) | DEVASTADOR. El sismo de abril de 2009 dejó 380 víctimas en Italia. REUTERS
Un desastre tras otro, sin pausa y en todo el globo
Domingo 7 de Marzo de 2010 | La teoría de la casualidad choca contra la tesis de la reacción de la Tierra ante el maltrato del hombre.
La mayoría de los 200.000 muertos aún no habían sido enterrados cuando la familia Desarmes logró salir de Haití. Huían del terremoto del 12 de enero, y su secuela de devastación y caos. Once días después, los Desarmes se sintieron a salvo al aterrizar en Santiago de Chile.
La sensación de bienestar no tardaría mucho en diluirse: como si de un trágico "déjà vu" se tratase, sus vidas se encontraron con otro sismo el 27 de febrero. Una vez más, los Desarmes lograron sobrevivir a la furia de la Tierra.
La historia de la familia haitiana parece una broma del destino, pero la sucesión de desastres naturales (inundaciones, sequías, aludes, sudestadas, vientos huracanados, terremotos...) ocurridos de un año a esta parte en distintos lugares del globo ponen en duda la teoría de la casualidad. Mientras algunos especialistas niegan la relación entre los fenómenos, el planeta parece fuera de sí. El desenfreno también es leído como un síntoma apocalíptico del enojo de la naturaleza, como si la Tierra tuviese la capacidad de reaccionar contra el maltrato que el hombre le inflige.
Italia sufrió el peor movimiento telúrico de los últimos 30 años en abril de 2009. En octubre, la naturaleza se ensañó con Asia: un tsunami arrasó el archipiélago de Samoa, mientras que el tifón "Parma" y la tormenta tropical "Ketsana" azotaron Filipinas. El inventario de cataclismos prosiguió con un sismo en Indonesia.
El inicio de 2010 estuvo señalado por la fatalidad del terremoto en Puerto Príncipe, que llevó al extremo la histórica miseria de Haití.
Quince días más tarde, las aguas del río Vilcanota incomunicaron el pueblo de Aguas Calientes ubicado en la base de las ruinas de Machu Picchu, en Perú.
La crudeza del planeta no respeta al Hemisferio Norte. Entre diciembre de 2009 y enero de este año hubo récord de nevadas en Europa y Estados Unidos. La inédita acumulación de nieve paralizó Washington, Filadelfia y Nueva York durante febrero.
Hielos abrasados
El frío no es la única experiencia límite. La última década fue la más calurosa en la historia del planeta, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas. En ese período, la temperatura global promedio alcanzó los 14,3 grados centígrados, un grado más que durante el siglo XX. El calentamiento terrestre amenaza los glaciares y círculos polares, y trae aparejado el avance de los océanos sobre las costas de islas y continentes.
La repetición de fenómenos climáticos y sísmicos en un plazo corto de tiempo desafía la memoria. La prensa no termina de alertar sobre un maremoto inminente en Japón cuando los cables de último momento ya comienzan a pronosticar una tormenta perfecta en el este francés. Para el caso, Chile aún tiembla. Los Desarmes, por las dudas, duermen a la intemperie.
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PUNTO DE VISTA
Adelantarse a la catástrofe
Domingo 7 de Marzo de 2010 | Por Alejandro Giuliano - Director del Inist. Nac. de Prev. Sísmica.
Más allá de la frecuencia de los últimos terremotos, la actividad sísmica no se ha incrementado en el planeta. Lo que sí ha sucedido es que los efectos de los movimientos de gran escala son más devastadores por la mayor densidad poblacional y por el crecimiento en altura de las ciudades.
La población debe comprender que el terremoto en sí no ocasiona la muerte. El arma letal es la interacción del fenómeno con las obras vulnerables del hombre.
En este sentido, el emblemático terremoto de 1944 destruyó totalmente San Juan, generó 10.000 víctimas fatales e innumerables heridos, mientras que el de 1977 casi no provocó daños en la capital sanjuanina por la política de construcciones sismorresistentes implementada durante tres décadas. Pero Caucete, una ciudad de casas de adobe, se vino abajo.
Sísmicamente activos
Es necesario edificar construcciones que, aunque se dañen con los sismos, no colapsen ni parcial ni totalmente. No hay que esperar a que ocurra una catástrofe como la de 1944 para tomar medidas que contrarresten los efectos de estos fenómenos.
Urge aprender del pasado, tanto de lo que sucedió en Argentina como de lo que pasó y pasa en el mundo.
Por otro lado, la sociedad debe tomar conciencia de la emergencia. El Instituto Nacional de Prevención Sísmica desarrolla programas educativos en San Juan desde hace ya 20 años. La población de las zonas sísmicas más activas tiene otra familiaridad con estos fenómenos y aprende a distinguir un movimiento normal de un sismo catastrófico. Pero es el conjunto de la comunidad el que debe hacer un cambio cultural y, como todo cambio, requiere su tiempo.
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PUNTO DE VISTA
A merced de la naturaleza
Domingo 7 de Marzo de 2010 | Por Martín Gonzalo Sirombra - Biólogo, Cat. de Ecología General, UNT.
Racional por definición, el ser humano se pregunta: ¿qué está sucediendo? ¿Por qué ocurren estos fenómenos? En la búsqueda de respuestas entendemos vagamente que estamos a merced de los fenómenos naturales.
Los científicos nos informan que la Tierra sufrió cambios climáticos muy bruscos a lo largo de su historia, y que pasó por extremos de congelamiento y de calentamiento. Por lo tanto, podríamos pensar que estamos dentro de un ciclo dirigido a alguno de esos polos.
A los registros altamente inestables de temperaturas y precipitaciones hay que agregar la variable de la superpoblación del planeta, que obliga a vivir en sitios marginales y peligrosos como las riberas de los ríos o laderas de las montañas.
La manutención de esta superpoblación exige, por otro lado, el desarrollo agrícola e industrial, que cambia el uso del suelo. La industria del Hemisferio Norte secreta gases a la atmósfera. El más peligroso es el llamado dióxido de carbono, responsable del calentamiento global como consecuencia del efecto invernadero al que los científicos atribuyen los eventos climáticos extremos, como lluvias aisladas con marcada caída de agua en poco tiempo.
Sabemos que la atmósfera primitiva tenía grandes concentraciones de dióxido de carbono, que los microorganismos lo consumieron y que liberaron oxígeno como producto de desecho. Parece obvio que necesitamos organismos vivos que puedan consumir el exceso de gases nocivos. Los árboles y las algas están dotados de esta capacidad.
La intrincada red no permite encontrar un culpable directo de los desastres naturales. El mensaje es claro: debemos ser más solidarios entre nosotros y con la madre naturaleza.
Como primer paso, apostemos por la acción de los árboles desarrollando acciones que tiendan a recuperar sustentablemente la función de sumidero de carbono que cumplen estos organismos.
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› PUNTO DE VISTA
El cataclismo de la violencia
Domingo 7 de Marzo de 2010 | Por Héctor Caldelari - Sociólogo.
La sociedad humana se sustenta en frágiles redes de contactos que facilitan la existencia de relaciones relativamente fluidas entre individuos y sectores sociales. Esas redes permiten prescindir del recurso de la fuerza física, última "ratio" que, sin embargo, aparece en algunas situaciones particulares aún dentro de la situación de "normalidad".
Cuando el esquema social soporta tensiones o se rompe -y las catástrofes naturales son una ocasión para ello- el recurso a la fuerza salta al primer plano.
En el caos que suele sobrevenir a los desastres pueden surgir conductas extremas que, guiadas tanto por la abnegación como por el egoísmo, se traduzcan en violencia. Es el caso probable de la madre o el padre que se enfrenta con sus compañeros de desgracia para defender a su familia u obtener los alimentos necesarios apelando a la misma violencia a la que recurre un delincuente que ve en el desorden una oportunidad de lucro.
El nivel de desigualdad y conflicto que caracterizaba a la sociedad antes de la catástrofe así como la capacidad de organizar el auxilio a las víctimas son, sin lugar a dudas, determinantes en la emergencia de la violencia. Pero ni aún las sociedades más desarrolladas están aseguradas contra estas situaciones. La agresión surgida durante la distribución de la ayuda y los saqueos estuvieron presentes no sólo en Haití y Chile, sino también en Nueva Orleáns, durante la contingencia del huracán "Katrina".
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ANALISIS
Desprotegidos
Domingo 7 de Marzo de 2010 |
Autor
Guillermo Monti
Prosecretario de Redacción
gmonti@lagaceta.com.ar
"Acá no nos hacemos problemas. Tiembla casi todos los días", explica el taxista. Las sacudidas son comunes en San Juan, al extremo de que un temblor equivale a una tormenta de verano en Tucumán. No sorprende ni asusta a nadie. Claro, los terremotos que asolaron a la capital provincial (en 1944) y a Caucete (1977) moldearon el carácter y los hábitos de los sanjuaninos.
Los cuyanos aprendieron a convivir con el riesgo y por eso están listos para enfrentar el próximo terremoto -porque saben que, inexorablemente se producirá- con armas efectivas. Todo se construyó y se construye en función de la prevención antisísmica. Los organismos oficiales cuentan con planes de evacuación y asistencia bien aceitados.
Un museo mantiene vivo el recuerdo del terremoto del 44. Una experiencia fascinante es ingresar al simulador -traído de Europa- que reproduce fielmente la catástrofe de aquel 15 de enero.
No hay comparación posible con Tucumán. Da la sensación de que muchos se sienten inmunes a los caprichos de la naturaleza. ¿Qué pasaría con nuestra ciudad? ¿Qué tienen preparado las autoridades? A veces, las preguntas molestan.
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el dispreciau dice: indudablemente las preguntas y los comentarios molestan, en esencia debido a que nuestra clase política es incapaz de mirar por los ojos del otro, es incapaz de tener sentimientos solidarios, es incapaz de reaccionar a favor de las gentes, es incapaz de gestionar, es incapaz de planificar, es incapaz de construir a favor del mañana de las personas y por ello la clase política es una isla dentro de la sociedad argentina, siempre restando y siempre escudándose en discursos que jamás se corresponderán con realidad alguna. Muchos obsecuentes viven lamiendo los zapatos de la clase política a efectos de recibir su consideración pero ello no contribuye a mejorar el perfil social. ARGENTINA es un sumidero de palabras vacías y todas las iniciativas altruistas mueren en el concepto de "no hay presupuesto", una pauta establecida por la máquina de impedir conformada por funcionarios que necesitan de dichos fondos para sostener sus vergüenzas en flor... Las calamidades socio-naturales que ha padecido nuestro país dejan al descubierto temibles falencias operativas que se traducen en víctimas propiciatorias. Desde Cromagnon en adelante los argentinos no hemos aprendido nada y como siempre los nichos sin resolver acumulan odios y frustraciones... Peor aún, desde los atentados a la Embajada de Israel y el posterior a la Mutual Judía AMIA, tampoco... El estado sigue sin comprender que su rol ante una catástrofe es esencial para la reconstrucción de la vida de las personas, pero dicho factor no le es importante sencillamente porque para la clase política la sociedad argentina sólo existe para el voto, para luego convertirse en súbitos esclavos de antojos y atropellos. Es mentira que en nuestro país las estructuras edilicias estén preparadas para un sismo superior a 7.0 y ello quedará en evidencia el día que debamos soportar un llamado de atención de la naturaleza... El día que ello suceda quedarán al descubierto, una vez más, que los discursos no resuelven otra cosa que no sea el ego de quien lo pronuncia. Los 17 millones de pobres son la mejor muestra de las carencias sociales de un país que teniendo todo, no tiene absolutamente nada y que el cinismo de los políticos, no tiene límites. Marzo 08, 2010.-
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