Macron y su política migratoria, foco de las críticas de la prensa italiana
Italia acusa a Francia de haber violado su soberanía tras la irrupción de aduaneros franceses en el local de una ONG en Bardonecchia para someter a una prueba antidrogas a un inmigrante nigeriano
El presidente francés, Emmanuel Macron, durante su vísita al centro de migrantes de Croisilles, en el norte de Francia, el pasado enero. MICHEL SPINGLER AP
¿Está Emmanuel Macron aplicando una política migratoria “inhumana” simplemente por cálculo electoral a costa de Italia y de Europa? Esta es la hipótesis que sostiene la gran mayoría de los comentaristas de la prensa italiana tras el incidente diplomático ocurrido el pasado viernes en la localidad turinesa de Bardonecchia, fronteriza con Francia. Cinco aduaneros franceses irrumpieron sin autorización en el local de la ONG Rainbow for Africa, instalado en una antigua estación ferroviaria. Allí, los agentes sometieron a un control de orina a un inmigrante nigeriano, detenido en un tren de alta velocidad París-Milán, bajo la sospecha de tráfico de drogas. El análisis se reveló ser negativo. Tanto la supuesta brutalidad con la que los agentes trataron al inmigrante, “asustado y tembloroso” según recoge Il Corriere della Sera, como el carácter “ilegal” de la actuación policial, considerada como una “violación de la soberanía italiana”, han sido condenados de forma unánime. “Cínico”, “arrogante”, “invasor”, son algunos de los calificativos utilizados para describir a un presidente acusado de mantener un doble discurso en materia migratoria. Su alegato “humanista” y su defensa de una mayor cooperación europea chocan radicalmente con los hechos, argumentan. Una estrategia que la prensa italiana atribuye a la necesidad del inquilino del Eliseo de contener el auge de la extrema derecha francesa.
“Desde el día de su elección, Macron ha demostrado que para contener las pulsiones populistas que amenazan a Francia está dispuesto a pagar el precio de la inhumanidad y de la arrogancia en los confines meridionales con Italia”, estima Carlo Bonini de La Repubblica. Una visión que comparte Leonardo Martinelli de La Stampa, convencido de que lejos de ser un incidente aislado, la actuación de los aduaneros “contiene todos los elementos” de una política deliberadamente antiinmigración que "ya no respeta a los derechos humanos”. El periodista —particularmente crítico con la Ley de Asilo e Inmigración adoptada por el Parlamento francés el pasado febrero— recalca el creciente número de extranjeros internados en centros de detención administrativa -1944 en diciembre 2017 por los 1123 en el mismo periodo en 2016- y recuerda que “miles de clandestinos vagan por París mientras la policía destruye sistemáticamente sus refugios de fortuna”.
Según Massimo Nava de Il Corriere della Sera, la notoria insensibilidad y la dureza francesa hacia los inmigrantes reflejan las directivas del Gobierno sobre el control de los inmigrantes que intentan entrar en el ‘hexágono’. El incidente de Bardonecchia, recalca el autor, recuerda las persecuciones de clandestinos en la frontera de Ventimiglia, la manera en la que fueron desalojados los migrantes de la “jungla” de Calais e incluso la “grotesca” inculpación de un guía alpino francés por haber socorrido una migrante. “Un filósofo dijo que la cultura nacional es una mezcla de la gran historia vivida y de un ambicioso proyecto de futuro. La impresión es que Macron, más que un proyecto ambicioso, esté ya pensando en las próximas elecciones”, sentencia Nava.
“La Francia de Emmanuel Macron ha perdido su honor y la Europa de Junker y Merkel su alma” estima Marco Revelli de Il Manifesto mientras Michela Marzano de La Repubblica se pregunta si detrás de las “lindas palabras" de Macron se esconde en realidad una voluntad de evitar cualquier forma de reparto de los inmigrantes entre países miembros. Francia no puede declararse solidaria con Italia al mismo tiempo que erige muros exactamente como los que se están imponiendo en Hungría, Polonia o Eslovaquia. Y menos aún invocar la necesidad de compartir y defender una política europea común “mientras viola claramente los pilares sobre los que se fundamentan los derechos humanos: la dignidad, la neutralidad, la imparcialidad y la humanidad”, concluye Marzano.
Una violación de la soberanía italiana
Los hechos, por los que la Fiscalía de Turín ha abierto una investigación —y que según la agencia italiana AGI, podrían dar lugar a cargos de inculpación por “abuso de poder”, “violación de domicilio” e incluso “acto de requisición ilegal”— son indiscutibles, según Bonini de La Repubblica. Las autoridades francesas, que defienden la legalidad de la operación basándose en un acuerdo aduanero del 1990, estaban informadas desde semanas de que una ONG utilizaba el local. Incluso estaba prevista una reunión a mediados de abril para encontrar una alternativa. La irrupción armas en mano del viernes en Bardonecchia no puede considerarse por lo tanto como “un lamentable accidente” o “una incomprensión”, estima el periodista, sino más bien como “una gigantesca violación de la soberanía de Italia”.
“Ninguna de las controversias que, en los últimos diez meses, han hecho que las relaciones entre Paris y Roma sean cada vez más tensas es fruto del azar”, advierte Gian Micalessin del diario milanés Il Giornale. Para el autor, el episodio de Bardonecchia, demuestra sobre todo el menosprecio de Macron hacía Italia y la “arrogancia” con la que Francia trata a su vecino transalpino. Micalessin percibe el incidente como un “descaro” más que se suma a la decisión del mandatario francés de nacionalizar los astilleros de Saint Nazaire prometidos a la constructora naval italiana Fincantieri, el pasado julio, como al constante sabotaje francés de cualquier iniciativa italiana de política exterior en su excolonia Libia.
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