La UE acepta repartir a 40.000 inmigrantes pero sin imponer cuotas
Grecia desbanca a Italia como principal foco de las entradas irregulares
LUCÍA ABELLÁN Bruselas 24 JUN 2015 - 15:43 CEST
Los países europeos quieren dejar claro que las competencias migratorias son nacionales y que la Comisión Europea no puede imponerles nada. Por eso han optado por responder con matices a lacontrovertida propuesta de establecer cuotas en la distribución de refugiados por el continente. Los jefes de Estado y de Gobierno tienen previsto aceptar los 40.000 extranjeros llegados a Italia y Grecia que Bruselas proponía reubicar en dos años, pero sin más indicaciones, según recoge el borrador de conclusiones de la cumbre que arrancará mañana en Bruselas y confirma un alto cargo del Consejo Europeo. Los líderes darán el visto bueno a la medida para que los ministros del Interior perfilen el sistema de reparto y la apliquen a finales de julio.
El resultado es el mismo –aliviar a Italia y Grecia, los países que más migrantes reciben por vía marítima-, pero los Estados forzarán un cambio importante en la propuesta de la Comisión. No aceptarán el reparto según PIB, población, paro y esfuerzos anteriores en acogida que diseñaron los expertos de Bruselas, sino que pactarán entre las capitales una forma de distribución. El acuerdo puede resultar más difícil de ese modo, pues casi todos los países creen que ya hacen suficientes esfuerzos en alguna de estas políticas y que, en cambio, su vecino puede implicarse más.
Los líderes europeos se comprometerán a “la rápida adopción” de un mecanismo “temporal y excepcional” para distribuir a los 40.000 extranjeros que necesiten protección, según el borrador de conclusiones. “Las cuotas obligatorias son contraproducentes. Pero la voluntariedad no puede ser una vía para no hacer nada o hacer algo ridículo. Tenemos que recolocar a 40.000 personas”, sintetiza un alto cargo comunitario.
Además de redistribuir a ese grupo de potenciales refugiados que ya han llegado a las costas europeas, los Estados miembros se comprometen a acoger a otras 20.000 personas que necesiten protección y que aún no hayan llegado al continente. Al igual que en el anterior caso, el Consejo Europeo –representa a los Estados- acepta la misma cifra que propuso la Comisión Europea, pero restándole la distribución obligatoria. En la práctica la medida vinculará a todos. “Todos los Estados miembros participarán en el reasentamiento”, prometen los jefes de Estado y de Gobierno en las conclusiones que previsiblemente adoptarán el próximo viernes, al término de la cumbre de dos días que se celebrará en Bruselas.
España, Portugal y el bloque del Este (Polonia, Hungría y los bálticos, entre otros) conforman el grupo de 12 países que rechaza las cuotas obligatorias. El resto acepta el marco vinculante, pero discrepa de los criterios fijados por la Comisión Europea para realizar el reparto. Finalmente los Estados optarán por encargarse ellos mismos de esta tarea.
El Ejecutivo comunitario situaba a Italia como la principal beneficiaria de redistribución de demandantes de asilo, pero Grecia la está desbancando como la más afectada por el drama migratorio. En los cinco primeros meses del año, 48.000 personas han entrado irregularmente en la UE por el Mediterráneo oriental (Grecia y Bulgaria), frente a las 47.000 del Mediterráneo central (Italia y Malta), según datos de Frontex, la agencia europea de fronteras, a los que ha tenido acceso EL PAÍS.
Oficialmente, el mayor número de entradas irregulares se registra aún por Hungría: 50.000 hasta el mes de mayo. “Pero de ese número, la mitad había entrado en primer lugar por Grecia para atravesar luego los Balcanes y volver a acceder a la UE por Hungría”, explica Gil Arias-Fernández, director adjunto de Frontex. Es decir, los extranjeros que ingresan en la UE por Grecia (aunque luego vuelvan a entrar por Hungría desde los Balcanes) representan el 46% de todas las llegadas. En total entraron hasta mayo 155.000 personas por las fronteras europeas, casi el triple que en el mismo periodo del año anterior. Es la tendencia que se lleva registrando durante todo 2015.
La principal evidencia que tiene Frontex de que la mitad de esos flujos por Hungría provenían inicialmente de Grecia es que las nacionalidades de los extranjeros coinciden con las que acoge Grecia: sirios, iraquíes y afganos. En cambio, los que entran originalmente por Hungría suelen provenir de los Balcanes. La graves problemas de Grecia para llegar a un acuerdo sobre el rescate europeo y la evidencia de que este país deja marchar a muchos de los migrantes que acceden a su territorio, que optan por pedir asilo en otros países comunitarios, eclipsan el problema griego. La voz del primer ministro italiano, Matteo Renzi, se hace mucho más presente en este debate.
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