La basura estorba en Latinoamérica
Menos de la mitad de los residuos es tratado en forma adecuada; solo uno de cada cinco municipios cuenta con planes de gestión de los desperdicios
ALEJANDRO REBOSSIO Buenos Aires 17 JUN 2015 - 10:13 CEST
En algunos barrios pobres del Gran Buenos Aires —periferia de la capital argentina—, el camión recolector de residuos debería pasar tres veces por semana, pero muchas veces eso no sucede porque las calles de tierra están intransitables o porque las empresas incumplen los contratos con los municipios. Entonces la basura se acumula en la vía pública, tapa las zanjas por las que desagota el agua de lluvia, se transforma en foco de enfermedades o en motivo de futuras inundaciones. Algunos vecinos la queman.
Los residuos siguen siendo un desafío para las urbes de Latinoamérica. Un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca “alto nivel de cobertura” del servicio de recolección de residuos urbanos, que alcanza al 89,9% y que “refleja la prioridad que la ha dado la región”. Sin embargo, solo el 45,4% de los habitantes se benefician con una prestación diaria. El 53% la recibe entre dos y cinco veces por semana y el 1,8%, solo una vez.
Pero el problema no acaba allí. El 45% de los desperdicios recogidos no recibe una disposición o tratamiento adecuado, es decir, en rellenos sanitarios. Casi la mitad entonces va a vertederos controlados o a cielo abierto, se quema, se arroja al agua o se usa como alimento para animales, entre otras soluciones consideradas inapropiadas para el medio ambiente y la sanidad.
Solo el 19,8% de los municipios latinoamericanos relevados por el BID cuenta con planes de gestión de los residuos sólidos. Y apenas el 2,2% tiene programas formales para su reciclaje. La mayoría delega esta tarea en el sector informal, es decir, en los recuperadores o recicladores urbanos, los cartoneros, como los llaman en Argentina, ocatadores, en Brasil .
El informe del BID destaca que la cobertura del servicio de recolección supera los niveles de Oriente Medio y el norte de África (85%), el sur de Asia (65%) o África (46%). También señala que Argentina, Chile, Colombia, República Dominicana, Uruguay y Venezuela cuentan con guarismos cercanos al 100%. Claro que hay otros países en los que el porcentaje es menor que en otras regiones en desarrollo. Son los casos de El Salvador (78,8%), Guatemala (77,7%), Honduras (64,6%) y Paraguay (57%). En Brasil, la cobertura alcanza al 90,4%; en México, al 93,2% y en Perú, al 84%.
Casi la mitad de los residuos van a vertederos controlados o a cielo abierto, se quema, se arroja al agua o se usa como alimento para animales
La frecuencia diaria del servicio no es tan habitual. Alcanza al 71,9% de la población argentina, al 71,6% de la mexicana y al 58,2% de la venezolana, entre los países con mejores índices. En cambio, en Colombia, Costa Rica y Nicaragua a nadie le recogen la basura todos los días, según el documento del organismo con sede en Washington. En Brasil, la cobertura diaria llega al 44,7%; en Chile, al 22,3%; y en Perú, al 57,2%. El BID destaca, de todos modos, que el 62% de los municipios brasileños ha implementado programas de recolección selectiva de residuos.
Los planes de gestión de deshechos sólidos son practicados por el 74% de los ayuntamientos de Argentina y Uruguay, el 57% de los de Perú y Costa Rica o el 53,4% de Chile. En cambio, es poco corriente en Brasil (únicamente lo hace el 1,6% de los municipios), Nicaragua (1,2%) o República Dominicana (5,1%). Un tercio de los venezolanos y mexicanos tratan los sólidos.
El reciclaje es una tarea aún más inusual, al menos en los programas oficiales. Las mayores cantidades de basura reutilizada dentro de planes gubernamentales se registran en Guatemala (19,3%), Colombia (17,2%) y Perú (14,3%). Por el contrario, en Costa Rica solo alcanza el 0,3% del total de residuos; en Brasil, el 1%; en México, el 9,6% y en Chile, el 10%.
“Muy pocos países cuentan con infraestructura formal para la clasificación de residuos sólidos urbanos y su reciclaje”, critica el documento del BID. “En América Latina y el Caribe la recuperación de materiales reciclables es realizada mayormente por el sector informal, a través de recuperadores/recicladores urbanos, que se estiman en unos cuatro millones. La mayoría de los países de la región no dispone de datos oficiales sobre tasas de reciclaje”, lamentó el banco que preside Luis Alberto Moreno.
“Solo algunos países que han empezado a implementar metas de reciclaje, como Brasil, tienen cuantificados estos índices para materiales específicos”, aclaró el informe. En 2012, en Brasil se reutilizó el 97,9% del aluminio arrojado al cesto, el 45,7% del papel y el del 58,9% del plástico PET, que es el usado para las botellas. “Son índices elevados, que han sido fomentados por un marco de política nacional y estadual que ha proporcionado incentivos para la actividad y para la inclusión de recicladores informales en los sistemas de gestión de residuos sólidos urbanos”, elogió el BID.. En Ecuador, las estadísticas muestran un altísimo grado de reciclaje de PET y el Banco Interamericano lo atribuye a un incentivo tributario específico.
Aún falta mucho para que la región aproveche la basura para generar energía. El BID cita que varios países han establecido evaluaciones preliminares y propuestas de proyecto. “El proyecto en etapa más avanzada se encuentra en construcción en Barueri, estado de Sâo Paulo (Brasil), y contará con tecnología de incineración de residuos sólidos urbanos y aprovechamiento energético. Existen proyectos implementados de captura y uso de biogás de relleno sanitario en ciudades como Buenos Aires (Complejo Ambiental Norte III), Santiago de Chile (rellenos sanitarios Loma los Colorados y Santa Marta), Sâo Paulo (relleno sanitario Bandeirantes) y Monterrey, entre otros”, ejemplificó el banco. Pero está claro que la basura es un problema en toda la región.
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