OPINIÓN
Un día para proponer soluciones
168 millones de niños trabajan en el mundo, cuatro veces más que la población española
Kiara tiene cinco años y desde los tres vende horquillas en el metro de Buenos Aires. Walter rebusca en un basurero de San Salvador chatarra para su reventa diaria. Puede que sus hermanas y madres también trabajen a destajo, sin salario ni pasaporte, en una maquila de ropa en el mismo país. En ese mismo momento, un nuevo grupo de niños en Irak ha sido reclutado para cuidar las fronteras durante el conflicto. Está ocurriendo en el siglo XXI.
El día 12 de junio, Naciones Unidas y las organizaciones que trabajan por los Derechos de la Infancia, como UNICEF, recordamos a cada uno de los niños y jóvenes que trabajan en el mundo. Hoy es un día para alzar la voz pero, sobre todo, para proponer soluciones.
Las razones son claras: 168 millones de niños de entre cinco y 17 años trabajan en el mundo, más de cuatro veces las personas que viven en España. Más de 300.000 niños son utilizados como soldados y esclavos, mensajeros, cocineros o limpiadores en conflictos armados. Las niñas, las más perjudicadas, son forzadas a convertirse en esclavas sexuales, con riesgo de sufrir enfermedades o quedar embarazadas.
Más de 300.000 niños son utilizados como soldados y esclavos, mensajeros, cocineros o limpiadores en conflictos armados
De cada 10 jóvenes que trabajan en el mundo (entre los 15 y 17 años), cuatro lo hacen en trabajos peligrosos o en condiciones claramente perjudiciales para su salud, manejando maquinaria pesada, químicos o en hogares donde sufren abusos. Es el día a día para millones de niños y jóvenes que ven sus derechos vulnerados. Nunca han tenido un salario digno, trabajan sin descanso, sin medidas de seguridad, protección social u otros factores del trabajo decente.
Por eso, la nueva agenda mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reconoce el doble reto de la equidad y la sostenibilidad. Extiende los compromisos más allá de los límites geográficos del mundo en desarrollo y constata el modo en que los intereses de un país concreto están vinculados al destino de los demás. En vísperas de aprobarse la nueva agenda de desarrollo, los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible encierran un doble desafío en esta materia: eliminar las peores formas de trabajo infantil y garantizar el trabajo decente para los adolescentes y jóvenes, cuya situación a menudo pasa inadvertida. Sin embargo, este es un periodo crítico: la educación secundaria, la inclusión social y la preparación para el empleo suponen prioridades en este ámbito.
Sólo poniendo en el centro de las políticas a niños como Walter o Keira, acompañándoles y garantizando que tienen acceso a la educación y que están protegidos en todo momento, avanzaremos en la tarea. Y es una tarea de todos: los gobiernos asignando recursos presupuestarios adecuados a la protección de la infancia y fortaleciendo los sectores que se relacionan con este tema, en particular, los de justicia y bienestar social; o el sector empresarial, con un rol activo de defensa y protección de los derechos de los niños. El Código de Conducta para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en el Turismo y los Viajes (ECPACT) firmado por cientos de empresas en el mundo, con el que adoptan una postura de no tolerancia y rechazo a la explotación sexual infantil promovido por ECPAT, es un buen ejemplo.
Maite Pacheco es directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de UNICEF Comité Español
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