Los retos de educar tras el terremoto en Nepal
Un millón de niños se quedaron sin aulas tras los temblores. Los menores deben regresar cuanto antes a la escuela para evitar que terminen trabajando o en manos de traficantes
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“El terremoto se llevó para siempre a seis de mis alumnos y a una de mis compañeras maestras. Cada uno de ellos tenía sueños, quería superarse y tenía una vida por delante”, dice Prashneel Nepal con la voz entrecortada. Enseña matemáticas con el programa de Teach For Nepal (TFN). El joven maestro de 28 años también sufrió heridas cuando la casa donde vivía se le cayó encima. Jhulosiruwari, la aldea donde reside y enseña desde hace más de un año, está en una remota zona rural de Sindhupalchowk, uno de los distritos más afectados en los temblores de Nepal, donde se cayeron hasta el 90% de las escuelas. “No me di cuenta de que tenía las manos gravemente cortadas hasta después, cuando ya habíamos rescatado a los vecinos que habían quedado atrapados”, explica mientras enseña las recién formadas cicatrices. Le impresionó especialmente el caso de Divas Goutam, un niño con discapacidad de ocho años, se quedó bajo los escombros por más de 15 minutos. “Supimos que estaba allí debajo porque oímos balar a la pequeña cabra con la que siempre juega”.
En la aldea las casas estaban hechas de piedra y lodo, la inmensa mayoría, quedaron reducidas completamente a escombros. Las pocas construidas con ladrillos y cemento no se derrumbaron por completo, pero sí quedaron agrietadas. Los aldeanos, sobre todo campesinos, perdieron los granos que tenían almacenados entre. También temen perder el maíz que está sembrado ahora, pues con las avalanchas se cambió el curso de los ríos y el agua es muy escasa.
Prashneel, el maestro de TFN, fue una línea de vida entre su aldea y el exterior. Gracias a él, la ONG supo las necesidades más importantes de alimento y refugio para los más de 600 habitantes de la zona. Cuando la ayuda llegó, Prashneel ayudó a repartir los recursos entre los aldeanos, dependiendo de los integrantes por familia.
Como en este caso, los maestros y la ONG han tenido que hacer más que su trabajo en la educación y darse a la tarea de la ayuda humanitaria en el país azotado por dos terremotos. “Los niños perdieron todo, sus casas, sus escuelas y en algunos casos a sus familiares. Ellos acudieron a nuestros maestros para pedir ayuda. Como seres humanos, y para poder continuar con la educación, tuvimos que empezar a hacer otras tareas”, explica el director de TFN, Shisir Khanal. Asegura que el éxito escolar en el país de los Himalaya ya estaba marcado antes del terremoto: los pobres o los que viven en el campo tienen muchas menos oportunidades y eso termina marcando su vida y la de las siguientes generaciones. La situación ahora es todavía más crítica: con los dos seísmos se cayeron escuelas y aulas que dejaron sin ellas de estudios a un millón de los 8,5 millones de menores matriculados. El temblor fue en sábado, día de descanso, lo que evitó aún más muertes de niños ya que estaban fuera de las escuelas, repiten los expertos.
Las clases se suspendieron por cinco semanas. Para la vuelta al colegio las escuelas se marcaron con banderas verdes, las que eran seguras y con rojas las que no.
Para que los niños que se quedaron sin aulas, el Gobierno y las organizaciones humanitarias ponen centros de estudio temporales, que constan de carpas de lona o construcciones de lámina. Pero todavía faltan lugares de estudio para muchos alumnos. Según los datos de Unicef se han instalado con su apoyo 1.007 lugares como estos, todavía lejos de los 4,668 que se necesitan.
“Además sabemos que estos centros son temporales. Somos conscientes de que va a ser difícil para los niños y los maestros mantenerse a salvo en las temporadas de lluvia que están empezando”, explica Marilyn Hoar, la jefa de educación de Unicef. La responsable alerta de que los niños deben volver a la escuela lo antes posible: de lo contrario, aumentan las posibilidades de que dejen para siempre la educación y con ello sean más vulnerables a caer en la explotación laboral o el tráfico de personas. “La educación es una respuesta inmediata a la emergencia, es una forma de mantenerlos a salvo”, explica.
El portavoz del departamento de educación, Harry Lamsal, asegura que el gobierno trabaja en un plan de reconstrucción de las escuelas. Sin embargo dice que no podrá empezar hasta el 2016 y que se tardará hasta dos años y medio en tener todas las aulas.
En la remota zona rural de Sindhupalchowk, uno de los distritos más afectados en los temblores de Nepal, cayeron el 90% de las escuelasLos niños que sí han regresado a la escuela están visiblemente contentos. “Quería pasar tiempo con mis amigos y maestros. Además ya estaba aburrido”, explica Sanjeev Nepal, algo con lo que muchos coincido. Sin embargo no ha sido fácil. “Los menores tienen mucho miedo. No dejan de hablar del terremoto y de preguntar porqué pasó”, explica el maestro Jigme Sherpa. No ha ayudado a disminuir su temor que en Nepal los temblores de menor magnitud siguen siendo constantes.
Una de las actividades del apoyo psicosocial de TFN es que los niños hablen sobre sus experiencias traumáticas en un proceso para superarlas. Los menores se sienten inseguros dentro de edificios y a veces prefieren estar en tiendas de campaña. Pero las condiciones allí no son fáciles: no hay mesas o bancos y hace mucho calor. Además, está por ver cómo resistirán a las lluvias y el viento.
Otro incentivo para promover la vuelta a la escuela de TFN es dar comida a los alumnos: el tradicional arroz con lentejas nepalí. “Muchos tienen que caminar durante más de una hora a la escuela y otra de regreso. El hambre reduce mucho su rendimiento. Además, es un alivio económico para sus familias”, explica el director de TFN. En Sindhupalchowk, sin embargo, esto no ha sido todavía posible porque el agua ha escaseado y en algunas fuentes no está limpia. La ONG está planeando alternativas, como arroz inflado o alimentos que no necesiten agua para cocinarse. También han repartido útiles escolares y uniformes, ya que también se perdieron con las casas y escuelas.
TFN trabaja en 32 escuelas en Nepal, 26 de las cuáles están en las zonas impactadas por el terremoto y sufrieron 70% de daño en las aulas. Una de sus maestras, de 23 años, murió víctima del temblor.. “Este es el mayor reto de la educación en la historia de Nepal, en muchas partes nos hemos quedado sin ninguna infraestructura”, explica el director. Esta ONG tiene cada año un total de 86 maestros, 65 de ellos en las zonas afectadas. Una de las ellas también murió en el terremoto. El modelo de TNF se basa en reclutar a jóvenes líderes recién graduados de la universidad para que enseñen por dos años en escuelas públicas, sobre todo rurales. La idea es que los menos privilegiados puedan tener buena educación.
Prashneel, el maestro de la aldea de Jhulosiruwari, ha tenido que dormir en una minúscula tienda de campaña al lado de un establo desde que la casa en que vivía se derrumbó. Estudió negocios y dejó su trabajo por dos años porque quería ayudar a niños de escuelas públicas a que superaran los problemas que él mismo padeció. “El terremoto ha puesto a los pequeños en una situación todavía más vulnerable, pero ellos están ansiosos de aprender”, dice.
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