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Cuando los jóvenes protagonizan la lucha por los derechos humanos
- Abraham M. Keita tenía nueve años cuando una niña de 13 fue agredida sexualmente y estrangulada en el barrio donde se crió en la capitañ de Liberia.
La indignación y la tristeza que sintió por esa muerte le llevaron a tomar la decisión de comenzar a defender los derechos de los niños, con su participación en marchas y la organización de protestas y otras actividades, en un país donde el abuso sexual infantil se encuentra entre los peores del mundo, según cifras de las Naciones Unidas.
Keita cumplirá 20 años a fines de este mes y dice que ya pasó la mitad de su vida como activista por el cambio. “He estado marchando y luchando desde que tenía 10 años”, dijo a IPS con una sonrisa tranquila.
Este joven alto y delgado con aire pensativo, fue parte de la amplia representación de jóvenes activistas que participó en la Semana Internacional de la Sociedad Civil, conocida como la ICSW2019, que este año acogió esta capital serbia, entre el 8 y el 12 de abril.
Coorganizada por Civicus, la alianza global de la sociedad civil con sede en Sudáfrica, y la serbia Iniciativas Cívicas, en la ICSW participaron más de 850 representantes llegados a Belgrado desde todo el mundo.
Keita ganó en 2015 Premio Internacional de la Paz de los Niños, que desde hace 15 años otorga la Fundación KidsRights, con sede en Ámsterdam, para reconocer a un niño o una niña que haya realizado un aporte importante a la defensa de alguno de los derechos de la infancia en cualquier parte del mundo.
El joven creador de la Fundación Given Hope to the Children en su país, se unió así a otros galardonados con esta distinción anual entre los que está la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai, de Pakistán.
Según los organizadores de la ICSW, Keita integra un vibrante movimiento de activistas juveniles que luchan por la defensa de las libertades civiles y exigen que los gobiernos actúen para frenar la violencia contra los niños y niñas, garantizar el desarrollo sostenible y reducir el calentamiento global.
“La participación de los jóvenes en la ICSW es extremadamente importante para lograr la creación de asociaciones entre diversos grupos y para continuar generando conciencia sobre las contribuciones que los jóvenes realizan en los espacios de la sociedad civil”, dijo Elisa Novoa, coordinadora de participación juvenil de Civicus.
Durante la semana de encuentros y debates en Belgrado, los jóvenes enviaron un mensaje especial a la sociedad civil para que “abra el espacio” a las organizaciones juveniles.
“La sociedad civil debe entender la importancia de compartir el poder y permitir la inclusión de una manera significativa y edificante”, subrayaron los jóvenes en su declaración.
“Nosotros, como jóvenes de diversidad de conocimientos, reconocemos la importancia de que voces que expresen la vulnerabilidad estén a la vanguardia del cambio. Necesitamos redefinir la forma en que aportamos soluciones y construimos nuestra propia unión”, añadieron.
Los activistas juveniles también solicitaron la confianza de los donantes, alentando a los patrocinadores a ser audaces en el financiamiento de organizaciones que son verdaderamente lideradas por jóvenes.
Para muchos de estos grupos, un tema central es proteger a los vulnerables, una posición que Keita siente que encarna en su activismo.
El joven explicó a IPS que creció entre niños en situación de vulnerabilidad, al vivir en la pobreza en un barrio precario de Monrovia, la capital de Liberia, con su madre y sus hermanos, después que su padre fue asesinado antes de que él cumpliese cinco años, durante lalarga y brutal guerra civil de su país.
Las partes en conflicto usaron a la población infantil como niños y niñas soldado y abusaron sexualmente de muchos de ellos, como han demostrado los informes de la Organización de las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales.
Esa herida se mantiene abierta, aseguró, con la persistencia de un gran número de niñas y mujeres agredidas, mientras que la mayoría de los violadores quedan impunes.
Según las cifras del gobierno de Liberia, en los primeros nueve meses de 2018, se denunciaron cerca de 900 casos de violencia sexual y de género, incluidos 500 casos de violación sexual, de las cuales 475 víctimas eran niñas y también niños.
Las estadísticas proporcionan “evidencia alarmante de que todavía no estamos tratando este problema de manera efectiva”, reconoció el presidente de Liberia, George Weah, en octubre.
Keita señaló algo que suma gravedad a la situación: muchos casos de violencia sexual no se denuncian, por lo que el número de niños afectados es mucho mayor que registran los datos oficiales. Además, los casos de violencia sexual no son procesados por la justicia con rapidez.
“Cientos de casos todavía están en los tribunales, y los agresores siguen caminando libres por las calles”, dijo.
El activista aseguró que el fenómeno de los abusos sexuales contra la población infantil está arraigado en todos los niveles de la sociedad y no excluye a miembros de la sociedad civil organizada o del gobierno, y ni siquiera a personas responsables de proteger a los niños y niñas víctimas de las agresiones.
En 2017, un legislador liberiano presuntamente violó a una niña de 13 años y la dejó embarazada. Entonces Keita, contó, organizó protestas contra la poderosa figura, y como consecuencia fue arrestado y acusado de “coerción criminal”, hasta que finalmente los cargos en su contra fueron retirados.
Mientras, el legislador se personó finalmente ante el tribunal, pero sólo pasó dos días presó y desde entonces los activistas no han podido localizar más ni a la niña presuntamente agredida ni a su familia, dijo Keita a IPS.
Por eso él y otros defensores de los derechos humanos siguen presionando para que se procese el caso, incluso si eso puede llevarlo nuevamente a la cárcel, agregó.
T: EG
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