Blair: “El Brexit afecta al corazón de los acuerdos de paz de Irlanda del Norte”
El ex primer ministro británico alerta del grave desafío que la salida de la UE representa para los equilibrios irlandeses a los 20 años del histórico pacto
Londres
El ex primer ministro británico, Tony Blair, este lunes en Londres. S. ROUSSEAU (AP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
“El Brexit plantea un desafío para la paz en Irlanda del Norte que hay que vencer, porque afecta fundamentalmente a los principios que están en el corazón de los Acuerdos del Viernes Santo”, proclama Tony Blair cuando se cumple el vigésimo aniversario de aquel logro esencial para finiquitar tres décadas de violencia sectaria en la región. Firme europeísta, el ex primer ministro británico participará este martes en Belfast en las conmemoraciones del histórico acuerdo, revestidas de un sabor agridulce ante la amenaza de que la salida de Reino Unido de la UE acabe traduciéndose en el restablecimiento de una frontera dura entre las dos Irlandas.
Los Acuerdos del Viernes Santo, recordaba este lunes Blair durante una entrevista con un grupo de medios internacionales, se sustentaron “en la enorme concesión de los republicanos a la hora de aceptar el principio de consentimiento”, esto es, que Irlanda del Norte seguirá perteneciendo al Reino Unido mientras la mayoría de la población así lo quiera. “Pero, a cambio”, subraya el antiguo líder laborista, “el unionismo aceptó el derecho legítimo de los nacionalistas en su aspiración de una Irlanda unida, y eso implica mantener una frontera abierta con el sur”. Ese es, a su entender, el cambio fundamental que atenaza los acuerdos de paz, el tremendo simbolismo del regreso de los controles entre el Ulster y la República, una vez que la frontera que el Brexit levantará entre el territorio británico y Europa se convierta a su vez en una barrera terrestre entre el norte y el sur irlandeses.
Auspiciado por el Gobierno conservador británico de John Major en los años noventa, el proceso de paz norirlandés siguió siendo objeto de los esfuerzos sostenidos y continuados de la Administración Blair durante su década como primer ministro. Hace hoy veinte años, concluía en el castillo de Hillsborough una sesión maratoniana de tres días que reunió a los representantes de las facciones norirlandesas enfrentadas, los jefes de gobierno del Reino Unido y la República de Irlanda (Blair y el taoiseach Bertie Ahern), y el mediador estadounidense George Mitchell, enviado por el entonces presidente Bill Clinton. “No tuve la certeza de que habría acuerdo hasta sólo minutos antes de anunciarse”, rememora Blair sobre aquel pacto sellado que, a pesar de sus consiguientes altibajos, acabaría resultando en un ejecutivo compartido por los antiguos enemigos en el Ulster.
“No digo que los acuerdos de paz no puedan sobrevivir al Brexit, pero creo que el Gobierno británico debería enfocarse más en el impacto que tendrá el Brexit en Irlanda del Norte, y no sólo desde el punto de vista del comercio sino especialmente en la cuestión tan sensible de la libertad de movimientos”, precisa el exprimer ministro. Ante aquellos críticos en Reino Unido que le acusan de utilizar la cuestión irlandesa en su particular cruzada contra la salida británica de Europa, Blair responde que “la cuestión de la frontera entre las dos Irlandas es una metáfora de toda la negociación [de Londres] con la Unión Europea, porque al final habrá que llegar a la misma solución”. Su argumentario recoge la convicción de que May se verá obligada finalmente a justificar la adhesión a ciertas normas europeas si ambiciona beneficiarse en cierta medida de las ventajas del mercado único, “y entonces muchos británicos se preguntarán por qué nos vamos, esa es la gran sandez del Brexit”.
Blair detecta “la sensación en Europa de que el Brexit es inevitable”. “Pero creo que realmente no lo es”. Ese es el mensaje que viene repitiendo desde que el pasado 29 de marzo arrancara un año de cuenta atrás para el abandono de Europa, y que sustenta en su percepción de “un pequeño viraje en la opinión del público británico” que no quiere exagerar, aunque cree “que el verdadero cambio se producirá cuando el Gobierno ponga sobre la mesa los términos del acuerdo definitivo con la UE. Ahí se acabará la fantasía, será la hora de las realidades obvias y la primera cuestión será qué hace el Parlamento”.
Cuando el antiguo primer ministro sugiere que ahora es más posible que nunca trastocar la hoja de ruta del Gobierno, se está refiriendo a la potestad del Parlamento británico de escudriñar y votar el acuerdo final del Brexit, una concesión a la que se vio forzada May. “Incluso si el actual liderazgo laborista es favorable al Brexit, no veo cómo Jeremy Corbyn podría respaldar un acuerdo de los tories sin provocar un cisma en el partido”. Una derrota parlamentaria del Gobierno, a manos del laborismo y de diputados conservadores desafectos del Brexit, añade, “no es un escenario imposible”.
Inquirido sobre la división sectaria que sigue imperando en la sociedad norirlandesa, agudizada por el revisionismo de los Acuerdos del Viernes Santo que hoy alimenta la derecha británica, Blair recuerda las dificultades que afrontan otros procesos similares en Kosovo o Colombia, “pero lo fundamental es que se avanza y que Irlanda del Norte es hoy muy diferente de la del pasado reciente”. ¿Está garantizada la paz, veinte años después? “La paz debe trabajarse contínuamente”, apostilla, “porque nunca está del todo garantizada”.
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