¿Qué hacen fuerzas especiales rusas protegiendo a un presidente africano?
Rusia despliega cerca de 200 uniformados y envía armas ligeras a República Centroafricana, uno de los rincones más pobres de África, sumido en una larga guerra por su tierra y recursos minerales
Madrid
El presidente Touadéra, tars depositar su voto en las elecciones, el 14 de febrero de 2016. GETTY
Primero Moscú pidió que se hiciera una excepción al embargo de armas que pesa contra República Centroafricana desde 2013. Lo logró y procedió a la donación de armamento ligero y munición. Luego, el Kremlin decidió que había que enviar instructores para enseñar a manejar las armas a los militares centroafricanos. Allí están. Finalmente, fuerzas especiales del Ejército ruso se han sumado a la guardia pretoriana que protege al presidente Faustin-Archange Touadéra. Es el relato breve, de no más de medio año, que da forma a la pica puesta por Rusia en uno de los polvorines de África, un rincón desgarrado por violencia y miseria, en el que milicias cristianas guerrean con grupos musulmanes por el control de la tierra y minerales como oro y diamante. Un avispero en el que, por cierto, ya operaba una misión de pacificación de la ONU con más de 13.000 efectivos y otra de entrenamiento militar de la UE con 154 miembros.
La ONU renovó en enero el veto a la compra de armas impuesto a República Centroafricana (4,5 millones de habitantes) en 2013. El enfrentamiento abierto entonces entre cristianos antibalaka y musulmanes Seleka dejó en prácticamente un año más de 5.000 muertos. Las sanciones de la ONU incluyen en esta última revisión una excepción: se podría proveer de armamento siempre y cuando fuera a parar a la misión internacional (MINUSCA), a las fuerzas francesas o al entrenamiento efectuado por los soldados europeos. Un traje que se ajustaba a la petición cursada por Rusia, que a finales del pasado año comunicó su interés por enviar armas ligeras al país (pistolas, fusiles, lanzagranadas). A Francia no le gustó por el peligro a perder el rastro de las armas en una posible escalada de la violencia. Pero hubo luz verde de la ONU.
Guerra fría africana
Casualidad o no, Washington anunció en enero una donación de 12,7 millones de dólares a la formación del Ejército centroafricano. Las dos grandes potencias de nuevo en el tablero africano de la guerra fría. Como antaño hiciera la URSS, Putin mueve ficha en África: en Libia, con un apoyo tajante y explícito al poderoso general Jalifa Hafter; en Túnez, con el que ha colaborado en la lucha antiterrorista; en Marruecos, con lazos económicos reforzados; en Egipto, donde la estatal Rosatom construirá una planta nuclear con cuatro reactores... Un revival ruso en el continente africano justo cuando la buena reputación alcanzada en la guerra siria hace de Rusia un buen aliado militar; cuando el gigante chino se muestra imparable, con lazos económicos y políticos en medio continente, y, finalmente, cuando además, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha mostrado escaso interés en África —basta recordar la expresión "países de mierda"—.
Tres meses después de que Moscú recibiera el plácet de la ONU para enviar armas, la publicación Jeune Afrique ha informado de que alrededor de 40 miembros de las fuerzas especiales rusas participan en la protección del presidente. Se les vio por primera vez junto a Touadéra en un acto en el estadio de Bangui, capital del país. Firmin Ngrebada, director de su gabinete, confirmó el despliegue argumentando que sirven para "reforzar la capacidad de las fuerzas armadas centroafricanas en la protección del presidente". Los rusos serían la punta de lanza en su defensa, por delante de los militares centroafricanos y un operativo ruandés de la MINUSCA.
Pero, ¿qué interés tiene Moscú en la antigua colonia francesa? El 22 de marzo, un portavoz de Exteriores ruso tuvo que responder a esta pregunta, ante cuestiones de la prensa local. El vocero habló sobre todo del viaje, en octubre, del presidente Touadéra a Sochi, en donde se vio con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Allí se comprometieron a estrechar lazos políticos y económicos. Entre lo acordado estaría la exploración de los recursos minerales de República Centroafricana. Además del envío de cinco militares y 170 instructores rusos. Por cierto, un mes después de que Touadéra visitara Sochi, fue para allá Omar al Bashir, presidente de Sudán, perseguido por la Corte Penal Internacional por crímenes en Darfur. Al Bashir fue recibido por Vladímir Putin, al que pidió "protección" frente a EE UU.
Rusia ha dado en el clavo; hacen falta fusiles en República Centroafricana. En una conversación mantenida por este diario en agosto con el general español Fernando García Blázquez, entonces al frente de la misión europea (EUTM RCA), este afirmaba que la falta de armas dificultaba la capacidad defensiva de los batallones del renovado Ejército centroafricano, frente al contrabando imparable desde Congo y Chad para nutrir a grupos rebeldes. Un portavoz de esta misión, en la que aún participan ocho españoles, ha confirmado a este diario que, en efecto, las armas provistas por Rusia tienen como destino los dos batallones entrenados por los europeos (1.300 efectivos). Los instructores rusos están, en coordinación con las autoridades centroafricanas y bajo la supervisión de la ONU, enseñando a los militares locales. "La [misión] EUTM RCA está dispuesta a colaborar con terceros Estados", señala este portavoz, "insistiendo en la transparencia y consulta con todas las partes a todos los niveles".
La llegada de los rusos ha suscitado sin duda algún recelo entre militares y diplomáticos. El embajador francés, el veterano Christian Bader, reclamó este jueves precisamente transparencia en la nueva cooperación entre Rusia y República Centroafricana, aludiendo al artículo 60 de la Constitución. El mensaje estaba claro. Ese artículo exige que cualquier acuerdo que afecte a los tan queridos recursos naturales del país tenga previamente el visto bueno del Parlamento.
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