domingo, 7 de mayo de 2017

LA "IDIOTIZACIÓN" ES FUNCIONAL A LOS INTERESES DE "ALGUIEN" ▼ Atención | Ciencia | EL PAÍS

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ANÁLISIS

Atención

Las tecnológicas están convirtiendo nuestra atención en una simple mercancía. Nuestra vida consciente ocupa lugar, y está demasiado expuesta a los cantos de sirena comerciales



Un grupo de jóvenes consulta su móvil mientras el papa Francisco habla en la basílica de Santa Maria Maggiore, en Roma, el pasado mes de abril.

Un grupo de jóvenes consulta su móvil mientras el papa Francisco habla en la basílica de Santa Maria Maggiore, en Roma, el pasado mes de abril. 



La tecnología se nos ha venido encima sin dejarnos tiempo para pensar si la queremos, o cómo la queremos. La ley de Moore (los chips duplican su potencia cada dos años) ha aplastado la frágil capacidad de discernimiento del ser humano, y cada año trasferimos más competencias al pequeño robot conectado al mundo que llevamos en el bolsillo posterior del vaquero. Nuestro teléfono inteligente –o listófono, como proponía Forges— nos molesta y nos increpa, nos hace creer que tiene algo relevante para nosotros, nos embauca con su propaganda tecno. “Las fuerzas de la sombra nos dicen verdades, nos tientan con minucias para luego engañarnos en lo grave y trascendente”, como dice Banquo en Macbeth. Lee en Materia un buen reportaje sobre la forma sutil y obstinada en que las grandes tecnológicas están condicionando nuestra vida, y nuestra atención, esa valiosa criptonita que nos da la fuerza para vivir.
¿Por qué no dedicamos lo más valioso que tenemos, nuestra consciencia, a leer a los mejores científicos, pensadores y narradores de nuestro tiempo, y de todos los tiempos?
Pese a un mito persistente, las personas no somos multitarea. Cuando atendemos a dos cosas a la vez, nuestra atención no hace más que dividirse entre las dos, reduciendo así a la mitad nuestra probabilidad de entender algo. Si pretendemos atender a los 100 o 200 mensajes, tuits y chistecillos que nos llegan a diario a nuestro móvil personal, esa probabilidad tiende a cero. ¿No será mejor leer a Bertrand Russell? ¿Por qué no dedicamos lo más valioso que tenemos, nuestra consciencia, a leer a los mejores científicos, pensadores y narradores de nuestro tiempo, y de todos los tiempos? ¿De verdad compensan cuatro cuñados con verborrea digital esa pérdida general de inteligencia que nos aqueja?
“Creemos que las sociedades deben proteger, cuidar y cultivar la capacidad de atención de los seres humanos”, dice el Manifiesto Onlife encargado sobre esta cuestión por Bruselas. Los expertos que lo firman denuncian que la nuestra atención se ha empezado a tratar como una mercancía, una por la que compiten las empresas más poderosas y pujantes de nuestro tiempo. Cada minuto que gastas en las redes sociales y en los embaucadores electrónicos es una mina de oro para quienes comercian con tus datos y te exponen así al bombardeo pertinaz de los amantes del dinero fácil.
Ahora sigue jugando al videojuego de moda. Pero después no te quejes de que estén alienando los cantos de las sirenas.

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