Campesinos no quieren multimillonario proyecto chino en Sri Lanka
- Este es un típico pueblo rural de Sri Lanka, con arrozales salpicados de pequeñas casas y un templo en su mayor elevación. La modernidad no parece haber llegado hasta Beragama, a pesar de estar muy cerca del segundo mayor puerto del país y del segundo mayor aeropuerto internacional.
En parte, por eso, los cambios que se avecinan generan ansiedad en este poblado del distrito de Hambantota, unos 250 kilómetros al sur de Colombo, y donde un proyecto chino de unos 1.500 millones de dólares podría tragarse a este caserío y a las más de 6.000 hectáreas adyacentes.
“No estamos en contra de las inversiones, pero no queremos perder nuestras tierras ni nuestras casas”: Nandana Wijesinghe.
Tanto el presidente Maithripala Sirisena como el primer ministro Ranil Wickremasinghe quieren suscribir un acuerdo con una empresa china, que participaría en el nuevo puerto de Magampura y en una futura zona de inversión.
El proyecto aliviaría el peso de la enorme deuda nacional de unos 64.000 millones de dólares, 8.000 de los cuales se le deben a China. Entre 2016 y 2017, los pagos de deuda rondarían los 8.000 millones de dólares.
El gobierno necesita desesperadamente ese dinero para recuperar la frágil economía nacional. La situación llegó a tal punto que a dos años de iniciada su gestión, acudió a los mismos capitalistas que había rechazado en 2015.
El expresidente Mahinda Rajapaksa siguió una política favorable a Beijing, a pesar del riesgo de molestar a otra potencia regional como es India.
El nuevo gobierno trató de seguir una política prooccidental, incluso suspendió el único gran proyecto de inversión de 1.500 millones de dólares en el puerto capitalino. Pero sin nuevas inversiones, Colombo tuvo que pedir ayuda a China.
“No estamos en contra de las inversiones, pero no queremos perder nuestras tierras ni nuestras casas”, explicó Nandana Wijesinghe, residente de Beragama, al ser consultado por IPS.
La población local se queja de que los chinos quieren las tierras más fértiles y las áreas más cercanas al puerto. “¿Por qué no toman las tierras con arbustos? Hay mucha”, observó Wijesinghe.
Cuando empezaron a circular los rumores de que esta aldea estaba en la mira de los inversores y de que el gobierno avanzaba en el acuerdo, los pobladores locales comenzaron a reunirse en el templo, y allí, a mediados de noviembre, decidieron que no abandonarían sus tierras.
Y por tanto, cuando los agrimensores llegaron a mapear la zona, los detuvieron. “Le pedimos a las autoridades de Colombo que vinieran a explicarnos la situación. Hasta entonces, no permitiremos nada de eso”, explicó S. Chandima, al ser consultado por IPS, mientras otros pobladores rodeaban a los funcionarios que habían llegado para realizar su trabajo.
Los funcionarios locales dijeron a fin de año, que todavía no estaba decidido qué tierras cederían bajo un contrato de arrendamiento de 99 años.
“Por ahora tenemos instrucciones de medir, nada más. No tenemos información de qué tierras se ofrecerán”, explicó S H Karunarathne, secretario del distrito de Hambantota.
Pero las protestas ya empezaron en Hambantota contra el futuro proyecto y, de a poco, se genera un movimiento en contra.
Uno de los elementos que preocupa al actual gobierno es que Hambantota es la tierra natal de Rajapaksa, donde propició inversiones multimillonarias, como el puerto, el aeropuerto, que opera un vuelo diario en su pico de actividad, un estadio de criquet, ahora usado para recepciones de bodas, y un centro de convenciones, que permanece cerrado.
Rajapksa, un defensor de las inversiones chinas en Sri Lanka entre 2009 y 2014, ahora se opone a la cesión de tierras.
“Son tierras agrícolas de campesinos. No nos oponemos a que vengan chinos, indios o estadounidenses. Pero estamos en contra de que les den tierras y de las privatizaciones que están haciendo”, declaró frente a corresponsales extranjeros en Colombo.
De hecho, según dijo, discutió el tema con funcionarios chinos que visitaron este país. Y también señaló que tenía previsto reemplazar al actual gobierno este año.
El otrora hombre fuerte de Sri Lanka, Rajapaksa gozó de gran popularidad, en especial entre la mayoría cingalesa de este país, cuando derrotó a los insurgentes tamiles tras tres décadas de guerra civil.
A pesar de su derrota electoral hace dos años, siguió siendo un líder importante y en los últimos meses retornó a una vida política más activa, aunque no ha participado en ninguna de las protestas en Hambantota.
Pero su hijo mayor, el legislador Namal Rajapaksa, sí participó en una manifestación. Toda corriente de apoyo a las protestas contra el gobierno en esta zona del sur del país podría estar encabezada en cualquier momento por Rajapaksa.
El gobierno ya pospuso una vez la ceremonia de cesión de tierras para fines de este mes. Pero el ministro de Estrategias de Desarrollo y Comercio Internacional, Malik Samarawickrama, confirmó que el acuerdo avanzaría a fines de enero.
La postergación no calmó los ánimos en Hambantota, sino todo lo contrario. Cuando el primer ministro y el embajador de China llegaron para inaugurar la zona industrial, estallaron los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, entre quienes habían monjes budistas contrarios al proyecto.
La inauguración se realizó igual, a pesar de los camiones lanza agua y de los gases lacrimógenos que se propagaron por doquier, no es un buen presagio para el futuro.
Traducido por Verónica Firme
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