Un ‘cachorro’ del PP pide electrificar las vallas de Ceuta y Melilla
Luis Santigosa, miembro de Nuevas Generaciones, reclama en Twitter que "nadie" se cuele
Un militante de Nuevas Generaciones del PP ha pedido en su perfil de Twitter que se electrifique las vallas de Ceuta y Melilla para evitar que las salten los "inmigrantes ilegales". Luis Santiagosa de la Riva, estudiante de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, ha escrito este viernes "La valla de Ceuta y Melilla debería de estar electrificada y sino con todos los medios posibles para que NADIE la atraviese". Posteriormente ha escrito otros tres tuits en los que se lamenta de la cantidad de personas que acceden a España, "ya estamos hartos", dice. "Las fronteras están para algo y los españoles alucinan que se ría toda Europa de nosotros, el Gobierno tiene que garantizar su seguridad".
El estudiante, que se define como "liberal y reformista" en el perfil de Twitter y que ha añadido su condición de militante de Nuevas Generaciones desde 2005 en su perfil de LinkedIn, publica básicamente contenido político en la red social, retuitea a Esperanza Aguirre con regularidad y es muy crítico con los socialistas y casos como el de UGT, cuyo líder andaluz ha dimitido esta semana. Luis Santiagosa afirma en la descripción de su perfil de la red de microblogging: "Ante todo, la política con sentido común". Extremo del que se mofan quienes han criticado sus afirmaciones en Twitter.
En varios mensajes Santiagosa deplora ataques a representantes públicos en las universidades públicas como el sufrido por Rubalcaba esta semana, lamenta el pacto de PP y PSOE para acordar la renovación del CGPJ y comenta sobre la condena a cuatro años de prisión a Carlos Fabra, ex presidente de la Diputación de Castellón de su propio partido: "Me parece muy poco para todo el daño causado".
Este sábado, Nuevas Generaciones del PP se ha desvinculado de las declaraciones de su militante en un tuit. Al día siguiente de publicar el mensaje y horas después del texto publicado por su organización, Santigosa ha enviado cuatro tuits disculpándose: "Pido disculpas por el sentido que se haya podido dar sobre la electrificación de la valla, en ningún momento he querido ofender a nadie, dice el primer texto. "Por encima de todo, defiendo el derecho a la vida y los derechos humanos", continúa.
El estudiante, que se define como "liberal y reformista" en el perfil de Twitter y que ha añadido su condición de militante de Nuevas Generaciones desde 2005 en su perfil de LinkedIn, publica básicamente contenido político en la red social, retuitea a Esperanza Aguirre con regularidad y es muy crítico con los socialistas y casos como el de UGT, cuyo líder andaluz ha dimitido esta semana. Luis Santiagosa afirma en la descripción de su perfil de la red de microblogging: "Ante todo, la política con sentido común". Extremo del que se mofan quienes han criticado sus afirmaciones en Twitter.
En varios mensajes Santiagosa deplora ataques a representantes públicos en las universidades públicas como el sufrido por Rubalcaba esta semana, lamenta el pacto de PP y PSOE para acordar la renovación del CGPJ y comenta sobre la condena a cuatro años de prisión a Carlos Fabra, ex presidente de la Diputación de Castellón de su propio partido: "Me parece muy poco para todo el daño causado".
Este sábado, Nuevas Generaciones del PP se ha desvinculado de las declaraciones de su militante en un tuit. Al día siguiente de publicar el mensaje y horas después del texto publicado por su organización, Santigosa ha enviado cuatro tuits disculpándose: "Pido disculpas por el sentido que se haya podido dar sobre la electrificación de la valla, en ningún momento he querido ofender a nadie, dice el primer texto. "Por encima de todo, defiendo el derecho a la vida y los derechos humanos", continúa.
“Tardaron doce horas en coserme las heridas después de saltar la verja”
Testimonios de subsaharianos cortados hace años por las cuchillas de la valla que rodea Melilla
“El grueso de los traumatismos eran por la alambrada y después por los golpes de los marroquíes"
“Nunca vi una amputación, pero los cortes en tendones de la mano si provocaban discapacidades"
Kenjo, de 38 años, pasó las últimas horas de la noche del 3 de diciembre de 2006 escondido en un gran contenedor de basura junto, con otros inmigrantes cameruneses, en Mariguari, casi pegado a la valla de Melilla. “Llovía a cántaros”, recuerda en una cafetería de un pueblo de Valencia donde reside desde hace más de seis años. Soldador de profesión, no tiene papeles y sobre él recae una orden de expulsión de España. Por eso insiste en que no se publique su nombre.
Era la cuarta vez que iba a intentar entrar irregularmente en la ciudad de sus sueños. En julio de ese año lo había incluso conseguido sin grandes esfuerzos físicos. “Algunos de los agentes marroquíes [del cuerpo para militar de las Fuerzas Auxiliares] que acampan pegados a la verja han escarbado túneles de menos de diez metros que desembocan en Melilla para poder hacer sus trapicheos o para dejar entrar a inmigrantes mediante pago”, prosigue Kenjo.
“Pese a que tenía la entrada tapada localizamos un túnel y cuando los agentes dormían nos introducimos en él, pero una vez en Melilla la Guardia Civil nos cazó y nos expulsó a través de una portezuela en la valla” no sin antes preguntar por dónde habían atravesado. “No se lo dijimos porque quién sabía entonces si no volveríamos a utilizar ese túnel”. El relato de Kenjo confirma, como el de otros muchos subsaharianos, que la Guardia Civil echa manu militari de Melilla a inmigrantes incumpliendo la ley de extranjería que estipula que deben ser llevados a la comisaría más cercana.
Diluviaba tanto aquella madrugada de diciembre que a las cinco Kenjo optó por quitarse las deportivas, “porque empapadas de agua y barro pesaban mucho”, y también parte de su ropa mojada para trepar así por la valla con más agilidad en compañía de tres compatriotas. “Nada más empezar a subir ya nos hirieron las cuchillas”, rememora. “Pero los cortes más profundos me los hice arriba en el abdomen y las manos”, asegura.
“Gracias a Dios logré caer del lado español”, recuerda. Fue trasladado al Hospital Comarcal de Melilla donde le curaron y le cosieron. Tardaron “doce horas, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde”. “Aun hoy en día me avergüenzo de ponerme en bañador en una playa”, afirma mientras muestra las cicatrices en brazos y piernas.
José Palazón, responsable de la ONG melillense Prodein, que le conoció durante una visita al hospital, le encontró en la cama “todo vendado, piernas, brazos y manos y abdomen”. Al haber trepado semidesnudo fue más vulnerable a las cuchillas. Aunque sea pleno verano los subsaharianos trataban entonces de escalar con varias capas de ropa para protegerse algo de las cuchillas.
Los cortes de Kenjo eran “impresionantes”, según Palazón, pero no fue el peor parado. Sambo Sadiako, un senegalés, quedó enganchado en lo alto de la valla de Ceuta una noche ventosa de 2009 y “murió desangrado por la fuerza de un viento que golpeó su cuerpo contra una de esas alambradas” salpicadas de cuchillas, escribió Carmen Echarrí, directora del periódico El Faro de Ceuta.
Kenjo no solo tenía incisiones. Tenía una bala o un perdigón “alojado justo encima del tobillo”, asegura. Ante el grupo compacto de subsaharianos que, de sopetón, corre hacia la valla los militares y antidisturbios que la custodian del lado marroquí optan primero por apartarse, pero cuando empiezan a trepar les golpean, les tiran piedras y hasta les han disparado con escopetas de postas y de perdigones.
“¡He extraído tantas postas de las piernas, las nalgas y las espaldas; he cosido tantas heridas de las cuchillas!”, recuerda con una sonrisa amarga Bertín Makoumson, camerunés de 44 años, que vivió nueve meses en el monte Gurugú, que domina Melilla, con los ojos puestos en la ciudad que estaba a sus pies. Las concertinas, como llama el Ministerio del Interior a las cuchillas, “cortan hasta los guantes industriales que algún compatriota consiguió en una obra y se puso para saltar”, sostiene. “Nunca he visto una amputación, pero los cortes en los tendones de la mano, que no podíamos operar, sí dejaron a algunos discapacitados”, rememora.
Makoumson, que reside legalmente en Bilbao donde trabaja para una agencia de publicidad, estudió biología en Nigeria y trabajó incluso en un laboratorio. “Hablo francés e inglés y era lo más parecido que había allí a un médico; por eso hice de enfermero en el monte, primero con medicamentos caducados que sacábamos de la basura y después con los que nos proporcionaba la ONG Médicos Sin Fronteras”, relata paseando por la capital guipuzcoana.
“Cada vez que los chavales se marchaban rumbo a Melilla, los que no lograban saltar volvían todos heridos”, prosigue Makoumson. “La mayoría de los traumatismos los causaba la alambrada y, en segundo lugar, los golpes que propinaban las fuerzas de seguridad marroquíes”, añade. “Se ensañaban sobre todo con las articulaciones para que los inmigrantes para quitarles las ganas de volver a escalar la verja durante meses”.
Makoumson nunca logró cruzar a Melilla –acabó llegando a nado a Ceuta en 2007- pero tampoco se hirió en la valla. “Desarrollé una técnica”, explica. “Las cuchillas de la parte inferior se sorteaban con escaleras de madera fabricadas en el monte y las de arriba yendo despacio; cogiendo el alambre pero evitando las hojas y, una vez del lado español, dejándose caer de frente a la verja con las manos agarradas al enrejado hasta que no diera más de sí”.
El alambre entremezclado con hojas cortantes fue instalado en el otoño de 2005 por el Ministerio del Interior junto con sirgas de acero, mallas metálicas y un sistema de dispersión de líquidos urticantes que nunca fue empleado. Ceuta y más aún Melilla habían padecido ese año una presión migratoria sin precedentes -5.551 inmigrantes lograron entrar- a la que el Gobierno socialista reaccionó colocando cuchillas al pie de la valla, del lado marroquí, y en lo alto. A la vista de las heridas que causaban Interior decidió retirarlas a principios de 2007, pero solo de la parte superior de la verja melillense. En Ceuta se mantuvieron.
La multiplicación de los asaltos a la valla de Melilla en 2012 –con 2.186 entradas irregulares- y en lo que va de año ha incitado al titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, a volver a colocarlas en los tres kilómetros más calientes del perímetro fronterizo sobre un total de doce. Sostiene el ministro que “no son agresivas”, que solo causan heridas “superficiales” pero que son “disuasorias”. ¿Lo son? “Para nada, con o sin ellas los africanos lo seguirán intentando”, contestan al unísono Kenjo y Makoumson desde su lugares de residencia. Makoumson se declara satisfecho por la vida que lleva en España. Kenjo, en cambio, está desilusionado, pero no se arrepiente de haber emigrado.
“Tardaron doce horas en coserme las heridas después de saltar la verja” | Política | EL PAÍS
Era la cuarta vez que iba a intentar entrar irregularmente en la ciudad de sus sueños. En julio de ese año lo había incluso conseguido sin grandes esfuerzos físicos. “Algunos de los agentes marroquíes [del cuerpo para militar de las Fuerzas Auxiliares] que acampan pegados a la verja han escarbado túneles de menos de diez metros que desembocan en Melilla para poder hacer sus trapicheos o para dejar entrar a inmigrantes mediante pago”, prosigue Kenjo.
“Pese a que tenía la entrada tapada localizamos un túnel y cuando los agentes dormían nos introducimos en él, pero una vez en Melilla la Guardia Civil nos cazó y nos expulsó a través de una portezuela en la valla” no sin antes preguntar por dónde habían atravesado. “No se lo dijimos porque quién sabía entonces si no volveríamos a utilizar ese túnel”. El relato de Kenjo confirma, como el de otros muchos subsaharianos, que la Guardia Civil echa manu militari de Melilla a inmigrantes incumpliendo la ley de extranjería que estipula que deben ser llevados a la comisaría más cercana.
Diluviaba tanto aquella madrugada de diciembre que a las cinco Kenjo optó por quitarse las deportivas, “porque empapadas de agua y barro pesaban mucho”, y también parte de su ropa mojada para trepar así por la valla con más agilidad en compañía de tres compatriotas. “Nada más empezar a subir ya nos hirieron las cuchillas”, rememora. “Pero los cortes más profundos me los hice arriba en el abdomen y las manos”, asegura.
“Gracias a Dios logré caer del lado español”, recuerda. Fue trasladado al Hospital Comarcal de Melilla donde le curaron y le cosieron. Tardaron “doce horas, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde”. “Aun hoy en día me avergüenzo de ponerme en bañador en una playa”, afirma mientras muestra las cicatrices en brazos y piernas.
José Palazón, responsable de la ONG melillense Prodein, que le conoció durante una visita al hospital, le encontró en la cama “todo vendado, piernas, brazos y manos y abdomen”. Al haber trepado semidesnudo fue más vulnerable a las cuchillas. Aunque sea pleno verano los subsaharianos trataban entonces de escalar con varias capas de ropa para protegerse algo de las cuchillas.
Los cortes de Kenjo eran “impresionantes”, según Palazón, pero no fue el peor parado. Sambo Sadiako, un senegalés, quedó enganchado en lo alto de la valla de Ceuta una noche ventosa de 2009 y “murió desangrado por la fuerza de un viento que golpeó su cuerpo contra una de esas alambradas” salpicadas de cuchillas, escribió Carmen Echarrí, directora del periódico El Faro de Ceuta.
Kenjo no solo tenía incisiones. Tenía una bala o un perdigón “alojado justo encima del tobillo”, asegura. Ante el grupo compacto de subsaharianos que, de sopetón, corre hacia la valla los militares y antidisturbios que la custodian del lado marroquí optan primero por apartarse, pero cuando empiezan a trepar les golpean, les tiran piedras y hasta les han disparado con escopetas de postas y de perdigones.
“¡He extraído tantas postas de las piernas, las nalgas y las espaldas; he cosido tantas heridas de las cuchillas!”, recuerda con una sonrisa amarga Bertín Makoumson, camerunés de 44 años, que vivió nueve meses en el monte Gurugú, que domina Melilla, con los ojos puestos en la ciudad que estaba a sus pies. Las concertinas, como llama el Ministerio del Interior a las cuchillas, “cortan hasta los guantes industriales que algún compatriota consiguió en una obra y se puso para saltar”, sostiene. “Nunca he visto una amputación, pero los cortes en los tendones de la mano, que no podíamos operar, sí dejaron a algunos discapacitados”, rememora.
Makoumson, que reside legalmente en Bilbao donde trabaja para una agencia de publicidad, estudió biología en Nigeria y trabajó incluso en un laboratorio. “Hablo francés e inglés y era lo más parecido que había allí a un médico; por eso hice de enfermero en el monte, primero con medicamentos caducados que sacábamos de la basura y después con los que nos proporcionaba la ONG Médicos Sin Fronteras”, relata paseando por la capital guipuzcoana.
“Cada vez que los chavales se marchaban rumbo a Melilla, los que no lograban saltar volvían todos heridos”, prosigue Makoumson. “La mayoría de los traumatismos los causaba la alambrada y, en segundo lugar, los golpes que propinaban las fuerzas de seguridad marroquíes”, añade. “Se ensañaban sobre todo con las articulaciones para que los inmigrantes para quitarles las ganas de volver a escalar la verja durante meses”.
Makoumson nunca logró cruzar a Melilla –acabó llegando a nado a Ceuta en 2007- pero tampoco se hirió en la valla. “Desarrollé una técnica”, explica. “Las cuchillas de la parte inferior se sorteaban con escaleras de madera fabricadas en el monte y las de arriba yendo despacio; cogiendo el alambre pero evitando las hojas y, una vez del lado español, dejándose caer de frente a la verja con las manos agarradas al enrejado hasta que no diera más de sí”.
El alambre entremezclado con hojas cortantes fue instalado en el otoño de 2005 por el Ministerio del Interior junto con sirgas de acero, mallas metálicas y un sistema de dispersión de líquidos urticantes que nunca fue empleado. Ceuta y más aún Melilla habían padecido ese año una presión migratoria sin precedentes -5.551 inmigrantes lograron entrar- a la que el Gobierno socialista reaccionó colocando cuchillas al pie de la valla, del lado marroquí, y en lo alto. A la vista de las heridas que causaban Interior decidió retirarlas a principios de 2007, pero solo de la parte superior de la verja melillense. En Ceuta se mantuvieron.
La multiplicación de los asaltos a la valla de Melilla en 2012 –con 2.186 entradas irregulares- y en lo que va de año ha incitado al titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, a volver a colocarlas en los tres kilómetros más calientes del perímetro fronterizo sobre un total de doce. Sostiene el ministro que “no son agresivas”, que solo causan heridas “superficiales” pero que son “disuasorias”. ¿Lo son? “Para nada, con o sin ellas los africanos lo seguirán intentando”, contestan al unísono Kenjo y Makoumson desde su lugares de residencia. Makoumson se declara satisfecho por la vida que lleva en España. Kenjo, en cambio, está desilusionado, pero no se arrepiente de haber emigrado.
“Tardaron doce horas en coserme las heridas después de saltar la verja” | Política | EL PAÍS
Fábrica de cuchillas entre cítricos
Una empresa malagueña confecciona en exclusiva las concertinas de Melilla
La concertina que corona la valla fronteriza de Melilla se fabrica en una nave de 3.600 metros cuadrados ubicada en un municipio malagueño de 23.664 habitantes: Cártama, en el valle del Guadalhorce, conocido por sus cultivos de cítricos. La empresa European Security Fencing (ESF) tiene patentado desde 2003 el término que define este alambre con cuchillas en forma de acordeón que se utiliza para evitar el paso en territorios y propiedades privadas, además de las herramientas que aceleran su confección. “Ven, cógelo”, invita Antonio Mora, gerente de la compañía, rodeando fuerte con la mano uno de los rollos para intentar demostrar que pueden pinchar, pero “no cortan”.
La empresa está integrada en el Grupo Mora Salazar, propiedad de Antonio y de sus tres hermanos, y es la única de toda Europa que elabora este producto. La factoría trabaja en ámbitos diversos y sus clientes se cuentan por miles. La OTAN, el Ministerio de Defensa francés y Gobiernos de otros países, urbanizaciones o empresas como Repsol y Endesa demandan las concertinas para uso militar o para cerrar perímetros de seguridad. En la factoría malagueña trabajan 12 operarios de media y en momentos punta se pueden alcanzar los 70 trabajadores.
Existen 11 modelos de concertinas. El que se ha colocado en la valla de Melilla es un rollo de 70 centímetros de diámetro con una cuchilla de 22 milímetros de largo y 0,5 de grosor. “La tapa de una lata de atún o de anchoas tiene un espesor de 0,2 milímetros, corta más”, argumenta Mora, defensor de este método de seguridad “disuasorio”. La concertina de la polémica tiene 55 espirales (o vueltas) y se extiende, una vez desplegada como un acordeón, a lo largo de ocho metros. En el paso fronterizo se han cubierto dos kilómetros y medio. Se ha colocado encima de una malla de seis metros de altura que es más tupida de lo habitual en las lindes entre países. El objetivo es evitar que una persona pueda trepar por ella.
En las instalaciones del grupo Mora Salazar hay ahora mismo siete remolques listos para partir rumbo a Kuwait, cargados de concertinas destinadas a delimitar un terreno que el ejército de ese país ocupará para hacer maniobras. Mora abre diligente las puertas de los carros y muestra el material que fabrica en exclusiva en Europa. Hay otras empresas en China, EE UU y Sudáfrica.
Antonio Mora tenía poco más de 20 años cuando puso el germen del grupo empresarial. En 1975 empezó a hacer cerramientos rurales y después se especializó en vallados de alta seguridad para las fincas de cítricos del Guadalhorce, que necesitaban protección ante posibles robos. Los encargos de otros puntos del país no tardaron en llegar. ESF ha surtido de concertinas a más de una veintena de cárceles españolas. La primera, la de Dueñas (Palencia), en los años 90. Fue el primer contacto con las cuchillas. A finales de esa década salieron los primeros pedidos para las vallas de Ceuta y Melilla. La empresa ha exportado su producto a los cinco continentes, y entre sus clientes hay centrales nucleares, urbanizaciones privadas, empresas pirotécnicas, centrales eléctricas, centros de internamiento de menores… Los buques que navegan por el Índico también han recurrido a concertinas para disuadir a los piratas. ESF trabaja ahora en un método similar pero menos agresivo. Ya lo tiene patentado, pero Mora guarda silencio sobre los detalles.
Fábrica de cuchillas entre cítricos | Política | EL PAÍS
el dispreciau dice: cuando cayó el Muro de Berlín estaba en ALEMANIA... me produjo una emoción de tal magnitud que hasta el día de hoy la llevo estampada en mi alma, con imágenes no registradas por fotógrafo alguno, pero que hacen a la vida de las personas, anónimas, desconocidas... evidentemente la vida me llevó allí por algo... y más tarde me tocó vivir la caída de la cortina de hierro, tal se la llamaba por entonces a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas)... antes me había tocado andar por China, deslumbrado por la gran muralla y sus más de tres mil kilómetros de extensión... algo muy visitado por el turismo... muy poco comprendido por sus visitantes... desconocido en el más allá que divide la China imperial de las otras... de algún modo la vida me fue enseñando que los muros no sirven para nada, excepto dividir las intencionalidades políticas disfrazando las miserias humanas que anidan en sus mentores. También me tocó pasar un lapso prolongado por el África Sahariana y la subsahariana... apreciando la catástrofe humanitaria que la EUROPA MEDIEVAL le obsequió al continente negro, apoderándose de los recursos y haciendo puré de papas a los destinos de gentes inocentes, humildes, silenciosas por excelencia... fabricaron colonias a medida de las necesidades de economías quebradas, de reinos atravesados por mesianismos desquiciados, de virreinos acomodados a obsecuencias necesarias para seguir con el teatro que da forma a la permanencia en las cercanías del poder... de principados vacíos, lavadores de dineros robados... desde luego, los colonialismos humanos, aberrantes por cierto, llenaron las arcas europeas de "recursos" ajenos... pero al construirse, crearon vacíos... de culturas... de alimentos... de aguas... de aires... de suelos arrasados... llenándolos con esclavos callados a golpes, algo que occidente ha omitido registrar en los genocidios a escala cursados en los últimos siglos, algo que dura hasta hoy... aún cuando el turismo no pase por los lugares afectados, donde se sembraron los sidas y otras aberraciones de las ciencias de las conveniencias, esas que dicen estudiar a cambio de las muertes ajenas... donde los seres humanos son cobayos que responden a intereses oscuros... era lógico pensar que algún día, todo ese universo de víctimas propiciatorias de un continente transformado en un campo de concentración globalizado, sus hijos, sus nietos, huirían a la Europa que les había infrigido el daño de lesa humanidad. Desde luego el occidentalismo cultural europeo suele no ver lo que no le conviene, suele evitar pensar en aquello que le pesa en la consciencia... no obstante ello, la realidad no cambia, y se sostiene implacable, aún cuando ninguna historia la relate, la cuente, o la registre. Los estados ausentes de la EUROPA MEDIEVAL de hoy mismo, no quieren ver gentes negras por sus calles... le ensucian la trastienda... y entonces levantan muros electrificados... o colocan cuchillas en los bajos del Mediterráneo para asegurar hundimientos prodigiosos... o colocan cuchillas que desgarran tejidos humanos del mismo modo que hacían y hacen las trampas para lobos o para osos... quebrando huesos... creando dolores que nadie registra... sobre los que nadie escribe... pero que definen la civilización humana que viene, vacía de valores, vacía de contenidos morales, ahuecada de éticas, carente de compasiones, despojada de misericordias, muerta de solidaridades... Occidente, la política y corporativa, está podrida por dentro... y está, al modo de un cajón de manzanas, pudriendo todo lo que toca... los intereses se están devorando a la civilización, pero antes le están devorando el sentido común... las conveniencias tienen atrapados a unos pocos idiotas que se creen dueños de los destinos de sus prójimos, en cualquier lugar del mundo... porque carecen de alma para sensibilizar los daños que ellos mismos instalan... Aunque Usted no lo crea, la EUROPA MEDIEVAL está instalando muros en el Mediterráneo para evitar la invasión africana de gentes desesperadas... que huyen de sus mismos destinos sin comprender que nadie, absolutamente nadie, puede huir de su propio destino... lamentablemente, la manzana podrida de occidente, con sede en Bruselas, ya ha podrido a gran parte del cajón... el ejemplo del triple muro que divide EEUU de México (tres mil kilómetros) es un acto salvaje contra la raza humana... no divide territorios... niega la pobreza y el aislamiento de unos, ejemplificando cómo se denigra la condición humana de aquellos a los que se les ha quitado la dignidad, sumiéndolos en la marginación común a la exclusión que domina al sistema económico que se está comiendo a la humanidad... estos idiotas aún no han aprendido que no hay muro capaz de diferenciar a los esclavizados de sus esclavizadores... lamentable lección para el Siglo XXI que queda. DICIEMBRE 01, 2013.-
La empresa está integrada en el Grupo Mora Salazar, propiedad de Antonio y de sus tres hermanos, y es la única de toda Europa que elabora este producto. La factoría trabaja en ámbitos diversos y sus clientes se cuentan por miles. La OTAN, el Ministerio de Defensa francés y Gobiernos de otros países, urbanizaciones o empresas como Repsol y Endesa demandan las concertinas para uso militar o para cerrar perímetros de seguridad. En la factoría malagueña trabajan 12 operarios de media y en momentos punta se pueden alcanzar los 70 trabajadores.
Existen 11 modelos de concertinas. El que se ha colocado en la valla de Melilla es un rollo de 70 centímetros de diámetro con una cuchilla de 22 milímetros de largo y 0,5 de grosor. “La tapa de una lata de atún o de anchoas tiene un espesor de 0,2 milímetros, corta más”, argumenta Mora, defensor de este método de seguridad “disuasorio”. La concertina de la polémica tiene 55 espirales (o vueltas) y se extiende, una vez desplegada como un acordeón, a lo largo de ocho metros. En el paso fronterizo se han cubierto dos kilómetros y medio. Se ha colocado encima de una malla de seis metros de altura que es más tupida de lo habitual en las lindes entre países. El objetivo es evitar que una persona pueda trepar por ella.
En las instalaciones del grupo Mora Salazar hay ahora mismo siete remolques listos para partir rumbo a Kuwait, cargados de concertinas destinadas a delimitar un terreno que el ejército de ese país ocupará para hacer maniobras. Mora abre diligente las puertas de los carros y muestra el material que fabrica en exclusiva en Europa. Hay otras empresas en China, EE UU y Sudáfrica.
Antonio Mora tenía poco más de 20 años cuando puso el germen del grupo empresarial. En 1975 empezó a hacer cerramientos rurales y después se especializó en vallados de alta seguridad para las fincas de cítricos del Guadalhorce, que necesitaban protección ante posibles robos. Los encargos de otros puntos del país no tardaron en llegar. ESF ha surtido de concertinas a más de una veintena de cárceles españolas. La primera, la de Dueñas (Palencia), en los años 90. Fue el primer contacto con las cuchillas. A finales de esa década salieron los primeros pedidos para las vallas de Ceuta y Melilla. La empresa ha exportado su producto a los cinco continentes, y entre sus clientes hay centrales nucleares, urbanizaciones privadas, empresas pirotécnicas, centrales eléctricas, centros de internamiento de menores… Los buques que navegan por el Índico también han recurrido a concertinas para disuadir a los piratas. ESF trabaja ahora en un método similar pero menos agresivo. Ya lo tiene patentado, pero Mora guarda silencio sobre los detalles.
Fábrica de cuchillas entre cítricos | Política | EL PAÍS
el dispreciau dice: cuando cayó el Muro de Berlín estaba en ALEMANIA... me produjo una emoción de tal magnitud que hasta el día de hoy la llevo estampada en mi alma, con imágenes no registradas por fotógrafo alguno, pero que hacen a la vida de las personas, anónimas, desconocidas... evidentemente la vida me llevó allí por algo... y más tarde me tocó vivir la caída de la cortina de hierro, tal se la llamaba por entonces a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas)... antes me había tocado andar por China, deslumbrado por la gran muralla y sus más de tres mil kilómetros de extensión... algo muy visitado por el turismo... muy poco comprendido por sus visitantes... desconocido en el más allá que divide la China imperial de las otras... de algún modo la vida me fue enseñando que los muros no sirven para nada, excepto dividir las intencionalidades políticas disfrazando las miserias humanas que anidan en sus mentores. También me tocó pasar un lapso prolongado por el África Sahariana y la subsahariana... apreciando la catástrofe humanitaria que la EUROPA MEDIEVAL le obsequió al continente negro, apoderándose de los recursos y haciendo puré de papas a los destinos de gentes inocentes, humildes, silenciosas por excelencia... fabricaron colonias a medida de las necesidades de economías quebradas, de reinos atravesados por mesianismos desquiciados, de virreinos acomodados a obsecuencias necesarias para seguir con el teatro que da forma a la permanencia en las cercanías del poder... de principados vacíos, lavadores de dineros robados... desde luego, los colonialismos humanos, aberrantes por cierto, llenaron las arcas europeas de "recursos" ajenos... pero al construirse, crearon vacíos... de culturas... de alimentos... de aguas... de aires... de suelos arrasados... llenándolos con esclavos callados a golpes, algo que occidente ha omitido registrar en los genocidios a escala cursados en los últimos siglos, algo que dura hasta hoy... aún cuando el turismo no pase por los lugares afectados, donde se sembraron los sidas y otras aberraciones de las ciencias de las conveniencias, esas que dicen estudiar a cambio de las muertes ajenas... donde los seres humanos son cobayos que responden a intereses oscuros... era lógico pensar que algún día, todo ese universo de víctimas propiciatorias de un continente transformado en un campo de concentración globalizado, sus hijos, sus nietos, huirían a la Europa que les había infrigido el daño de lesa humanidad. Desde luego el occidentalismo cultural europeo suele no ver lo que no le conviene, suele evitar pensar en aquello que le pesa en la consciencia... no obstante ello, la realidad no cambia, y se sostiene implacable, aún cuando ninguna historia la relate, la cuente, o la registre. Los estados ausentes de la EUROPA MEDIEVAL de hoy mismo, no quieren ver gentes negras por sus calles... le ensucian la trastienda... y entonces levantan muros electrificados... o colocan cuchillas en los bajos del Mediterráneo para asegurar hundimientos prodigiosos... o colocan cuchillas que desgarran tejidos humanos del mismo modo que hacían y hacen las trampas para lobos o para osos... quebrando huesos... creando dolores que nadie registra... sobre los que nadie escribe... pero que definen la civilización humana que viene, vacía de valores, vacía de contenidos morales, ahuecada de éticas, carente de compasiones, despojada de misericordias, muerta de solidaridades... Occidente, la política y corporativa, está podrida por dentro... y está, al modo de un cajón de manzanas, pudriendo todo lo que toca... los intereses se están devorando a la civilización, pero antes le están devorando el sentido común... las conveniencias tienen atrapados a unos pocos idiotas que se creen dueños de los destinos de sus prójimos, en cualquier lugar del mundo... porque carecen de alma para sensibilizar los daños que ellos mismos instalan... Aunque Usted no lo crea, la EUROPA MEDIEVAL está instalando muros en el Mediterráneo para evitar la invasión africana de gentes desesperadas... que huyen de sus mismos destinos sin comprender que nadie, absolutamente nadie, puede huir de su propio destino... lamentablemente, la manzana podrida de occidente, con sede en Bruselas, ya ha podrido a gran parte del cajón... el ejemplo del triple muro que divide EEUU de México (tres mil kilómetros) es un acto salvaje contra la raza humana... no divide territorios... niega la pobreza y el aislamiento de unos, ejemplificando cómo se denigra la condición humana de aquellos a los que se les ha quitado la dignidad, sumiéndolos en la marginación común a la exclusión que domina al sistema económico que se está comiendo a la humanidad... estos idiotas aún no han aprendido que no hay muro capaz de diferenciar a los esclavizados de sus esclavizadores... lamentable lección para el Siglo XXI que queda. DICIEMBRE 01, 2013.-
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