Opinión
Contra la demagogia, la dignidad de la palabra
Santiago Kovadloff
Para LA NACION
Noticias de Cultura: Domingo 6 de junio de 2010 | Publicado en edición impresa
Son tres los imposibles a los que Freud se refiere: gobernar, psicoanalizarse y educar. "Imposible" significa, aquí, fatalmente inconcluso. El periodismo bien ejercido constituye, a mi entender, una rama de la educación freudianamente entendida.
La realidad excede siempre las aptitudes analíticas de la conciencia. No obstante, corresponde al periodismo cabal revelarse contra esa desmesura de los hechos, sin presumir con ello que sabrá llegar adonde no puede. En verdad, se trata de otra cosa. Se trata de no renunciar a infundir un poco más de inteligibilidad a lo complejo. De no resignarse a los encubrimientos y distorsiones con que la indecencia y la demagogia suman su propio aporte a lo que la realidad ya tiene de intrincado.
Ese espíritu crítico que distingue al periodismo auténtico busca desocultar, echar alguna luz sobre lo empecinadamente oscuro, evitar las simplificaciones y denunciar los enmascaramientos. Se trata, de modo eminente, de una lucha en favor de la dignidad de la vida y las palabras. Todo ello para que esa realidad, que no termina de caber en lo que se dice, se vea, al menos, liberada de las mutilaciones que intencionalmente le provocan los que mienten.
El periodista que sabe serlo une a la información que suministra una formidable aptitud analítica. Ejerce el pensamiento, labor del todo inusual.
Una cosa es la actualidad; otra, el presente. La actualidad es el aluvión de acontecimientos que se suceden día tras día. El presente, en cambio, es una construcción. Está conformado por las líneas estructurales que acusan la dirección dominante seguida por los acontecimientos.
El periodista sabe leer, en el vértigo de la actualidad, la constancia del presente. Nos permite, como lectores, transitar de lo múltiple y en apariencia dispersivo hacia lo convergente y unitario. Traza las líneas maestras de lo que nos pasa, viendo en lo que sucede lo que no debemos desatender si aspiramos a comprender en qué estamos y dónde, y por qué.
Ciertamente, el periodismo así entendido es temible para quienes odian la libertad, el debate y el diálogo. Su despliegue invita al intercambio de ideas, a la convivencia asentada en la escucha tanto como en la enunciación.
Es un oficio que no resulta posible terminar de ejercer con idoneidad. Y la razón es sencilla: el hombre no puede terminar de aprender a ser libre. Pero una cosa es aceptar resignadamente esa limitación y otra, admitirla luchando, sin pausa, contra lo que puede sumergirnos en un silencio humillante.
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OpiniónContra la demagogia, la dignidad de la palabra
Santiago Kovadloff
lanacion.com | Cultura | Domingo 6 de junio de 2010
el dispreciau dice: la clase política mundial ha perdido el horizonte que establecía la importancia de la dignidad de las personas, lo cual los ha habilitado para transgredir los límites del derecho ciudadano, social y humano a su antojo, inventando éticas a la medida de sus conveniencias... curiosamente, las empresas y sus empresarios emplean los mismos métodos para someter las voluntades y negar las necesidades genuinas de las personas. En esta renovada esclavitud dominada mediante el consumismo potencial y las comodidades efímeras, las personas se transforman en variables descartables de demandas para nada altruistas propias de los intereses y las conveniencias. De este modo, se miente en los discursos en la seguridad que los votos obtenidos favorecerán nuevos y mejores mecanismos de atropellos conducentes a circunstancias inducidas para condicionar las dignidades. El hombre no puede prescindir de su dignidad, ya que de hacerlo se verá sometido a una penosa vida, donde se tiene cuerpo pero se carece de alma, algo que los políticos conocen bien (tanto como los empresarios, los miembros del clero, los economistas y otros tantos genios que aportan al virtualismo de la vida). Donde el hombre cede, o se ve obligado a hacerlo, sus convicciones, indefectiblemente se verá limitado en su capacidad de creación, de contribuir con el ideario colectivo, de dejar huella en forma de historia cierta. Pareciera que la gesta humana consiste en burlar la lógica y transgredir el sentido último de las cosas, intentando siempre crear un universo propio y acorde con mundos imaginarios donde todo debe ser sometido a un modelo perverso donde los pocos se valen de los muchos para construir imperios de barro. El periodismo, fundado en conceptos americanos de la intromisión en la vida de las personas, se ha asimilado a la máquina de destruir que domina el mundo desde vaya a saber cuándo... y colabora con los poderes, fusilando según sus conveniencias a víctimas y victimarios, o bien destruyendo a los primeros para salvaguardar a los segundos o viceversa, siempre aventado por la necesidad del raiting, los ejemplares vendidos, las mentes manipuladas. Los medios hoy no son otra cosa que una burda mentira que acomoda variables para dar o recibir favores desde los nichos del poder. Asistimos a burlas permanentes que avergüenzan corazones ajenos, defendiendo intereses y poderes que luego acomodarán nuevas circunstancias para dar lugar a renovadas conveniencias. Este mundo de los blog´s está terminando con las mentiras mediáticas y las otras editoriales, salteando las segundas intenciones y burlando las manipulaciones, ya que todo se conoce en tiempo y forma y puede ser compartido en el mismo momento en que se está produciendo, rompiendo con la hegemonía de las pretensiones que fabrican valores y tradiciones según las circunstancias. Dos tercios de excluidos enseñan una humanidad entregada y sometida por intereses plenos en segundas intenciones, reflejadas en caminatas conspirativas en canchas de golf, o bien en otros encuentros maquiavélicos propios de las miserias humanas. Este mismo año, muchas son las cosas que han quedado en evidencia como consecuencia de las manipulaciones de la información... todas, demostrando que los seres humanos sueltos y dueños de sus voluntades, son mucho más productivos que los antojos de los pocos, más útiles socialmente, más comunitarios, pero esencialmente enseñando la capacidad de la humildad para evitar el daño de las mentiras. Junio 06, 2010.-
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