Posse, ayer, en su casa: "Cuando no hay dinero, el maestro tiene que seguir colaborando".
Foto: LA NACION / Aníbal Greco
"Digo lo que piensa la mayoría de los argentinos"
El escritor afirma que las críticas reflejan "miedo a la inteligencia"
Noticias de Política: Viernes 11 de diciembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Raquel San Martín
LA NACION
Ajeno al revuelo político que causaron sus opiniones públicas, que sembraron su relación con los gremios de diferencias insalvables, el nuevo ministro de Educación porteño, Abel Posse, no teme resultar irritativo.
"Cuando hay dinero, hay que pagarle bien al maestro. Y cuando no hay dinero, el maestro tiene que seguir colaborando", dice, en respuesta a los reclamos salariales de los sindicatos, en una entrevista con La Nacion. La infraestructura escolar "es fundamental", pero "no hay que creer que existe el problema de las escuelas y no el de las calles, los hospitales, los árboles que se caen". Las voces que señalan su falta de experiencia en educación expresan "miedo a la inteligencia" y su polémico artículo sobre seguridad, publicado ayer en la tapa de La Nacion, "dice lo que piensa la mayoría de los argentinos".
A partir de ese artículo, los gremios pidieron que usted no asuma el cargo. ¿Qué opina?
Nada. Es una opinión agresiva. Mi artículo dice lo que piensa la mayoría de los argentinos y de todos los que padecen la inseguridad. ¿Qué tiene que ver mi artículo con la educación? Es un texto violento, pero esa violencia está basada en un sentimiento generalizado que los políticos no expresan.
¿Qué responde a quienes dicen que usted no tiene conocimientos específicos sobre educación?
Es una expresión del miedo a la inteligencia que tiene toda la clase dirigente argentina. Es un país que está al revés. ¿Qué sabían Sarmiento, Mitre y Avellaneda de educación? Estamos en una política de chatura, de repetición, de caminos sin sentido.
¿Cómo le parece que va a ser su convivencia con un comité asesor que integraría, entre otros, Mariano Narodowski?
Es simplemente un centro de diálogo sobre los problemas. Es ideal que un ministro pueda escuchar lo que piensa gente que vivió toda su vida en la cultura y la educación. Ese es el objetivo.
Se dice que usted sería la cara visible, pero la gestión cotidiana seguiría en manos del equipo anterior.
?No creo que sea así. Hay un aparato de gestión experimentado en la administración del ministerio, pero lo principal es la dirección de las decisiones. No se puede confundir gestión con decisión. Muchas veces la gestión es una forma de no tomar decisiones. Estamos en un renacimiento democrático en la Argentina. Tuvimos una democracia suspendida incluso después del 28 de junio y ahora se pone en marcha la necesidad de soluciones dialogadas en torno de los problemas fundamentales.
¿Cómo abordará las negociaciones con los gremios?
El epicentro de todo esto es el niño. Vamos a convocar a los sindicatos al amor al niño, a la realidad nacional del niño y lo que significa como tejido recién nacido de la sociedad. Poniendo este valor por encima vamos a trabajar todos para mejorar la situación. Y que por Dios no se utilice este problema para buscar afirmaciones políticas. Puede haber reivindicaciones muy duras, económicas y sobre la calidad de vida de los maestros, pero lo que no se puede es usarlas para negar o afirmar espacios políticos. El maestro tiene que estar bien pagado y tener una carrera estable y honorable como lo fue en la Argentina durante mucho tiempo.
¿Cómo piensa lograrlo?
Cuando hay dinero, hay que pagarle bien al maestro. Y cuando no hay dinero, el maestro tiene que seguir colaborando. Pero en un país tan enfermo como el nuestro, esta lógica elemental parece un acto de provocación.
¿El presupuesto educativo es suficiente?
No lo he considerado porque todavía no me hice cargo, pero es uno de los pilares para ver si podemos llegar al máximo posible.
Los sindicatos dicen que no alcanza para dar aumentos.
Vamos a apelar a esa buena fe elemental, a ver si la tenemos. Estamos en una situación muy difícil. El poder político que todavía sobrevive agrede al jefe de gobierno de Buenos Aires y no le cedió los espacios constitucionales que tienen las provincias. La política está destruyendo a la Argentina y el que paga eso es el niño.
En la ciudad es notable la desigualdad entre escuelas del Norte y el Sur, en vacantes y recursos.
Sin duda. Para eso la computadora es un elemento democratizador, de igualación. La tecnología puede cubrir baches que no sabríamos cubrir por el camino tradicional.
¿Aun cuando algunas escuelas estén en condiciones edilicias deficientes y la situación social de los chicos sea desigual?
No, eso hay que arreglarlo. Es prioritario y no tan difícil.
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"Digo lo que piensa la mayoría de los argentinos"
El escritor afirma que las críticas reflejan "miedo a la inteligencia"
lanacion.com | Política | Viernes 11 de diciembre de 2009
el dispreciau dice: en este mundo desquiciado todo es motivo de duda. Las sociedades hartas de ser atropelladas dudan de todo y de todos, con justa razón. A veces con razón y muchas otras sin ella. La clase política se autojustifica como conducta esencial a su falta de capacidad pero todo se revela en una frase: "miedo a la inteligencia", y eso es lo que motiva la descalificación antes que el análisis y la aceptación. La corrupción instalada en el poder como mecanismo de subsistencia y permanencia sobre ofrece la acumulación cíclica de las calamidades. Esta conducción política, PJ-FPV, contrariamente a lo que opinan otros (muchos) no ha hecho una sola cosa bien, como tampoco ha hecho nada a favor de las personas, porque aún creyendo que algunas de sus medidas han sido positivas para ciertos sectores, dicha calificación se caerá cuando esas mismas personas se den cuenta que han sido usados para obtener recursos genuinos para otros destinos, o bien que el problema no se resuelve con limosnas sino ofreciendo soluciones duraderas en el tiempo y sólidas en sus bases. Ninguna decisión política de estos últimos años (2007 en adelante) a favorecido a alguien que no sea "amigo" en el sentido deplorable de la palabra (aquí nadie es amigo de nadie, ya que todo depende de la vereda en la se esté parado). Lamentablemente, Argentina padece de "miedo social a la inteligencia", un miedo que fue instalado por el partido radical allá por 1930 y que luego fue creciendo hasta alcanzar su climax a manos del sabio General Juan Domingo Perón que despreciaba a los universitarios al tiempo que se amparaba en ellos (zapatillas sí, libros no) para sus estrategias de negocios. Desde 1947 en adelante Argentina (entidad) se fue convenciendo que eso era bueno y así es que para un argentino no hay nada peor que otro argentino, concepto que nadie declara públicamente pero que está en los genes de todos. Así hemos liquidado a un Favaloro y sus victimarios están sueltos, hacen declaraciones y encima se ríen. Así expulsamos a un Milstein para luego gritar a los cuatro vientos que era "argentino"! gracias a un Nobel. Así protegemos silenciosamente a un Firmenich (exiliado), socio de sus propios secuestrados. O bien aceptamos frescamente que la familia Pomar murió en un accidente cuando el sentido común indica algo bien distinto, acomodado, tan dibujado como el INDEC o la desaparición de López, tan mentido como la utopía de la reforma política o bien como la vergüenza denominada ley de medios. Todo está mal, aún cuando no queramos reconocerlo o queramos ver hacia otro lado para convencernos que esta gestión no apelará ahora a una sistemática revancha que nos impulsará como país al mismo infierno... esto recién comienza. Diciembre 11, 2009.-
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