Cara & Ceca
La frivolización de la salud, una constante
En la lucha contra el tiempo y en pos de la perfección, la responsabilidad nuestra de cada día
Noticias de Moda y belleza: Jueves 3 de diciembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Por la tele, el doctor da detalles de su infancia y su precoz inclinación por la belleza. Es un especialista en rejuvenecimiento al que siguen y promueven varias celebrities locales, que en otro momento de la charla asegurará haber hecho varios cursos de formación junto a Christian Barnard en La Prairie, clínica suiza famosa por los tratamientos que ellos llaman de "enlentecimiento de la edad". Al día siguiente, en las redacciones se recibirá un comunicado oficial de esa clínica asegurando que el doctor en cuestión no ha tenido ni tiene ninguna relación con ellos. Y que tampoco conocen que haya realizado curso ni práctica alguna en el lugar.
Un contrapunto de los muchos que seguramente se dan en la lucha contra el tiempo o en favor del cuerpo perfecto, industria increíblemente próspera. Tanto que más de un médico de otra rama ha descolgado su título para subir el de estas especialidades tras uno o dos cursos con los que se dan por cumplidos para poner manos a la obra.
Video: el alto precio de la belleza, por Carmen Acevedo Díaz
Todo esto mientras el canto de la sirena sigue encantando. Basta escuchar a los marketineros del métier para creer que toda intervención de este tipo es fácil y sin riesgos. Así, según ellos sería tan válida la aplicación de sustancias reabsorbibles por el organismo (aconsejadas por la medicina más seria) que siliconas líquidas o metacrilatos, suerte de acrílico no autorizado en tratamientos de belleza (se usaría para pegar huesos y prótesis) que no se reabsorben y pueden migrar hacia otros lugares del organismo. Precisamente, lo que le habrían inyectado a la modelo cordobesa Solange Magnano, que luego murió por una embolia pulmonar. Pero, ¿cuál sería la razón de la sinrazón de elegir productos de altísimo riesgo en lugar de aquellos totalmente inocuos? Simple: el negocio. Si el bueno sale 180 dólares, el malo no va mucho más allá de los 5, pero se cobra tanto como el primero, afirman profesionales de primera línea.
Ese discurso, el de lo fácil, bello y perfecto, es en buena medida el que quieren escuchar quienes en el apuro por la eterna juventud se olvidan de cuidarse mejor. Y el que con la mejor sonrisa se sostiene desde publicaciones y programas donde las invitadas o invitados hablan maravillas de tal o cual tratamiento o intervención que por supuesto aplican en sus institutos mientras quien escribe o escucha acompaña, complaciente, sin indagar sobre sus consecuencias. Un toque y sí, quedamos divinas.
Es un bien mayor la salud, no frivolizable, que habría que agradecer y cuidar. Por lo pronto, no creyendo en los milagros y teniendo presente que en esto hay de todo: técnicas recomendadas y seguras y otras muy peligrosas; profesionales serios y otros que no lo son. Y excesiva buena fe por parte de los pacientes. La desconfianza a veces es sabia.
cacevedo@lanacion.com.ar
http://www.twitter.com/caracevedo
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Cara & CecaLa frivolización de la salud, una constante
En la lucha contra el tiempo y en pos de la perfección, la responsabilidad nuestra de cada día
lanacion.com | Moda y belleza | Jueves 3 de diciembre de 2009
el dispreciau dice: todo está tergiversado... los valores genuinos están olvidados en algún lugar del altillo o despreciados en los basurales... se los usa para declamar discursos vacíos de ciencias, academicismos y otras soberbias, pero ningún título universitario es per se sinónimo de ciencia como tampoco lo son las entidades académicas por el sólo hecho de llamarse universidades. La esencia está en la calidad de los contenidos y en la calidad de las personas, sólo allí y ello como culto diario. Hoy la medicina es mayoritariamente un negocio para pocos. Los que pretenden hacer ciencia y culto de la profesión son mirados de reojo por aquellos que penan sus guardias o por aquellos otros que hicieron de su conocimiento escaso un brutal comercio que enreda a las ilusiones de otros. La gente no quiere envejecer, pero la realidad es bien otra y la imagen bonita de un tiempo se transforma en una imagen a la que hay que agregarle valor y asumir los tiempos inexorables. No se respeta la vida y lo único que vale es la frivolidad de mostrar lo que no es. Equivocarse en la vida tiene precios, a veces reconocidos y otras veces no... asumidos o no, comprendidos o no... pero en la ciencia, atropellar conocimientos y prescindir de la ética implica llevar a otros a una muerte segura y eso denigra la condición de la ciencia en cualquiera de sus ámbitos. Diciembre 02, 2009.-
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