1 - Calidad de vida / Por causa de la inequidad, pobreza, corrupción y derroche
Preocupa el mal uso del agua en la región
Pocos lugares del mundo gozan del privilegio natural que emana de montañas, selvas y glaciares, pero el derroche es importante
Noticias de Información general: Domingo 20 de diciembre de 2009 | Publicado en edición impresa
El Grupo de Diarios de América (GDA) publica en los 11 periódicos más importantes de la región de igual número de países, México, Costa Rica, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, Chile, la Argentina y Uruguay, una radiografía sobre las amenazas y retos que le esperan a la región frente al tema del agua, a propósito del apocalíptico mensaje que dejó la reciente cumbre sobre el clima que se celebró en Copenhague.
Pocas regiones del mundo gozan del privilegio natural que emana de las montañas, selvas y glaciares que forman la geografía de América Latina: el agua.
De México a Argentina, el preciado líquido cumple con creces la misión salvadora de brindar un recurso del que no goza el 50 por ciento de la población de África subsahariana (unos 314 millones de personas), mientras que en esta parte del mundo el acceso al agua potable alcanza niveles del 90 por ciento en la mayoría de países.
Sin embargo, esa buena disposición de agua no consigue calmar la sed de millones de personas que aún no reciben este recurso por distintas razones: inequidad, pobreza, corrupción y un desperdicio que sólo puede generar vergüenza.
Venezuela: situación grave
En la provincia de Buenos Aires aún hoy, en pleno siglo XXI, hay 3,5 millones de personas que no consumen agua potable, según varias organizaciones no gubernamentales. Y en Costa Rica, con 4 millones de habitantes, apenas un millón tiene alcantarillado. La principal fuente hídrica de miles de personas son los pozos subterráneos, que suelen estar contaminados por los mismos desechos orgánicos.
Venezuela vive una situación dramática de racionamientos en todo el país agravada por el pésimo estado de su infraestructura. Colombia, considerado uno de los países con mayor potencial hídrico del mundo, tiene al borde de carecer de este recurso a casi la mitad de su población, y ahora enfrenta el fenómeno de El Niño.
"Estamos con la profunda preocupación de una larga sequía", alertó al mundo el propio presidente Álvaro Uribe en su reciente visita al foro de Copenhague.
Brasil, que posee la mayor fuente de agua dulce del planeta, no vive una situación mejor: desperdicia el 40 por ciento del agua para consumo humano frente a una media internacional aceptada del 20 por ciento.
Este año, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de México, anunció que las siete represas y embalses del Sistema Cutzamala debían contar con unos 720 millones de metros cúbicos de líquido, pero ante la falta de lluvias sólo tienen 470 millones de metros cúbicos y se debe abastecer a 5,5 millones de personas, que dependen de esta infraestructura.
Menos dramática es la situación de Chile y Uruguay. Sin embargo, sobre estos países se cierne la amenaza de que, entre 2040 y 2100, habrá un aumento de las temperaturas que acelarará el derretimiento de los glaciares, en el primero de ellos; mientras que en el segundo el calentamiento global ya ha generado inundaciones, que han provocado que unos 6000 uruguayos sean evacuados desde noviembre pasado.
Problemas de salud en Perú
La mala disposición del agua genera serios problemas de salud en Perú. A ello se suma la contaminación producto de la actividad de la minería ilegal y el cultivo de plantas con fertilizantes y plaguicidas que llenan de químicos el agua de los ríos.
Aunque todavía no hay un diagnóstico real sobre el estado de los afluentes del Ecuador, se conoce que la mayoría están contaminados por las descargas directas de aguas servidas y distintos desechos industriales.
Hay un denominador común en la mayoría de países afectados por la escasez de agua o el mal manejo de ella: la inequidad y la pobreza. En Puerto Rico, el 3% de la población no recibe agua de la Autoridad de Acueductos, porque no cuentan con capacidad económica para tener los sistemas de abastos de los que se suplen.
El desequilibrio también es evidente en toda América latina con el excesivo uso de agua para cultivos y el consumo residencial ilimitado.
"En todos los sectores de la economía de Brasil, el agua es muy utilizada en particular en la irrigación, donde es muy grande el desperdicio. Se gasta mucha agua para producir poco, cuando debería ser lo contrario", advierte José Antonio Frizzone, del Instituto Nacional de Irrigación, de Brasil.
El tema hídrico ya genera distintos roces entre naciones, tal como en la actualidad sucede con la Argentina y Uruguay por la construcción de una papelera finladesa a orillas del río Uruguay, curso que comparten ambos países.
Hay que reconocer que las legislaciones en esta materia han avanzado. En varios estados el agua ha adquirido rango ministerial. En otros se endurecen normas para evitar el derroche.
Pero mientras se mantengan las condiciones de desigualdad y el agua siga siendo un bien cada vez más excluyente y no se consuma de forma sustentable, la región estará condenada a pasar de la prosperidad hídrica que brinda su paisaje a la ruina ambiental. La buena noticia es que todavía hay cómo evitarlo.
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2 - La Conferencia de Copenhague / Un drama aún ignorado en los encuentros internacionales
Exodo masivo por el cambio climático
Millones de personas ya se vieron forzadas a abandonar sus regiones de origen, golpeadas por inundaciones o sequías severas
Noticias de Exterior:Domingo 20 de diciembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Guillermo Idiart
LA NACION
Huracanes, terremotos, inundaciones y tsunamis cada vez más intensos y amenazantes para la vida humana. Por el cambio climático, los desastres naturales anuales se duplicaron a 400 en los últimos 20 años, y se han vuelto más destructivos.
Pero otras catástrofes más lentas y silenciosas, aunque igualmente devastadoras, se suceden en todos los extremos del mundo. Y todas ellas están obligando a millones de personas a abandonar sus hogares.
El alza del nivel de los mares y ríos amenaza con sepultar islas y afectar a poblaciones costeras. Las desertificaciones y las sequías avanzan sin freno en varias regiones del planeta, lo que degrada vastos territorios agrícolas. Y las altas temperaturas están derritiendo los glaciares. Así, poblaciones enteras se ven obligadas a trasladarse en busca de recursos esenciales, cada vez más escasos.
Según el Consejo Noruego para Refugiados, sólo el año pasado más de 20 millones de personas fueron desplazadas por desastres inducidos por el calentamiento global, casi cuatro veces más de los afectados por conflictos armados. Y los pronósticos no son alentadores: los más optimistas dicen que habrá unos 250 millones de "desplazados climáticos" hacia 2050. Los más pesimistas, 1000 millones.
Pese a estas alarmantes cifras, el problema aún es ignorado en las negociaciones internacionales, como pasó en la reciente cumbre de Copenhague. "El desplazamiento de poblaciones es el hijo olvidado: no se habla de él en las conferencias a pesar de que se trata de una problemática prioritaria", señaló Jean-François Durieux, responsable de cambio climático del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
La situación de los "desplazados climáticos", que no son considerados refugiados por las normas internacionales, obliga a establecer un nuevo marco legal y a crear un órgano mundial específico que haga frente a sus necesidades.
"La noción de refugiado se aplica a las personas perseguidas o víctimas de violencia. No existe ninguna obligación de recibir a quienes huyen de la pobreza. En el futuro, ¿quién se hará cargo de toda esta miseria? Los Estados son reticentes, incluso hostiles, a abrir esta discusión. Es necesario establecer un vínculo claro entre desplazados y causas climáticas", advierte Durieux.
"El temor es que los desplazados por razones climáticas queden en un limbo legal", dice a LA NACION Carolina Podestá, vocera de la oficina del Acnur en Buenos Aires.
Impacto diferenciado
Los organismos internacionales que ayudan a los desplazados en todo el mundo proponen que los costos sean absorbidos por los países industrializados que más incidencia tienen en el calentamiento global, como Estados Unidos y China, los mayores emisores de gases de efecto invernadero.
Pese a que las naciones desarrolladas son las máximas responsables del aumento de CO2 en la atmósfera, serán los países más pobres los que tendrán que afrontar las mayores consecuencias. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) estima que durante este siglo la temperatura media del planeta aumentará entre 2 y 4°C respecto de la era preindustrial. Esos niveles de calentamiento, que alterarán los patrones climáticos, se traducirán en situaciones límites cada vez más frecuentes. Y a millones de personas que se verán forzadas a abandonar sus hogares se les hará imposible el retorno.
"Los países en vías de desarrollo no podrán hacer frente a esta carga adicional: los desplazados incrementarán la presión demográfica en zonas ya afectadas por las penurias", alerta François Gemmene, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales.
Según un informe conjunto de la ONU y del Centro de Supervisión de Desplazamiento Interno, en Asia ocurrió el 80% de los desplazamientos relacionados con desastres naturales en 2008: más de cinco millones de personas por inundaciones en la India, casi dos millones en Filipinas por tormentas y cientos de miles en China y Myanmar debido a fuertes lluvias. Eso sin contar los 15 millones que dejó un terremoto en la provincia china de Sichuan.
Mientras tanto, en China el desierto de Gobi ya crece a un ritmo de 10.000 km2 al año. Situaciones similares ocurren en Marruecos, Túnez y Libia. En Egipto, la mitad de las tierras cultivables se salinizan, y en el Amazonas miles de personas se desplazan por las sequías. Y millones de habitantes en zonas costeras (el 60% de las 39 mayores ciudades del mundo se concentran allí) se verán forzados a emigrar cuando, dentro de 40 años, el nivel del mar se eleve varios centímetros.
Para ese momento, entre 10 y 25 millones de personas habrán huido de sus hogares por inundaciones. Sólo en el delta del río Nilo, una subida de un metro en el nivel del agua obligará a huir a seis millones de personas.
Para el Acnur, no puede haber más dilaciones. "Ahora se tiene el suficiente conocimiento para actuar y evitar una situación que podría terminar siendo incontrolable."
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Millones de personas ya se vieron forzadas a abandonar sus regiones de origen, golpeadas por inundaciones o sequías severas
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3 - Los pozos, una solución no exenta de riesgos
La situación en México, Costa Rica y Puerto Rico
Noticias de Información general: Domingo 20 de diciembre de 2009 | Publicado en edición impresa
México vive una escasez de agua lluvia como resultado del cambio climático. A ello se suman la sobreexplotación de los mantos acuíferos de los que se extrae el 75 por ciento del caudal, la contaminación de esos cuerpos, una mínima capacidad de tratamiento del agua residual y el elevado costo de llevar el líquido a cada casa o negocio.
Las autoridades federales y estatales calculan que en el valle de México el déficit de agua es de 7000 litros por segundo, suficiente para abastecer a poco más de dos millones de personas.
Según un estudio de la Universidad Iberoamericana, en la zona metropolitana hay 970 pozos de extracción que bombean líquido desde profundidades que van de los 70 a los 400 metros.
De esos pozos se extraen 1300 millones de metros cúbicos de agua cada año, lo que excede entre un 40 y 80% la capacidad de recarga natural "poniendo el agua subterránea como un recurso no renovable", se advierte en ese estudio, que data de 2007.
En el Distrito Federal se consumen 35.000 litros de agua por segundo y desaloja al drenaje 22.000. De esa última cantidad, sólo recibe tratamiento un poco más de 3000 litros por segundo, que se utilizan para regar parques, jardines y abastecer a los canales de Xochimilco.
Puerto Rico vive una situación privilegiada. En la isla, los niveles del agua subterránea, en la mayoría de acuíferos, están por encima de lo normal gracias a que en la última década ha llovido bastante. Pero no quiere decir que la calidad haya mejorado, pues hubo sobreexplotación de los acuíferos costaneros en los últimos 20 a 30 años.
Sin embargo, la alta densidad poblacional tiene un impacto en la calidad del líquido superficial por varias razones, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Entre esas está la turbidez del agua y la alta concentración de coniformes, originadas en las heces fecales en los pozos sépticos y en ranchos de crianza de animales.
El desperdicio de agua, común a otras regiones del hemisferio, también lo padece Costa Rica, que al año registra pérdidas de 1000 metros cúbicos por habitante debido a la falta de sistemas de alcantarillado sanitario. En el país viven 4 millones de habitantes, pero apenas un millón tiene alcantarillado.
El 70% de la población sustituyó esa deficiencia por tanques sépticos, pero esa iniciativa pone en riesgo la calidad de las aguas subterráneas.
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4 - Cuando la amenaza va de la mano del hombre
Reservas en Chile, la Argentina y Uruguay
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Podría decirse que el eje sur es una de las zonas con menos histeria en materia de suministro de agua y de su calidad. Pero allí la amenaza va de la mano del hombre y del progreso.
El gobierno uruguayo, por ejemplo, atendió a tiempo la emergencia derivada de una sequía en el verano de este año, mediante el abastecimiento de pozos.
No obstante, aunque para el Ejecutivo "la actividad minera es pequeña y la producción forestal o agropecuaria no significan grandes peligros respecto al agua", organizaciones ambientalistas creen que la forestación es una amenaza clara. Ese temor se acrecienta con el cambio climático, que ya ha generado inundaciones y provocado la evacuación de 6000 personas.
Chile, por su parte, posee una de las reservas de agua potable más grandes del continente, gracias a una red de 3100 glaciares que, según el reciente Registro Nacional de Glaciares, cubren una superficie de 20.188 kilómetros; los mayores son los campos de hielo Norte y Sur.
En contraste, apenas el 4,4% del recurso se destina a consumo humano y más del 85% por ciento va a la agricultura.
Las mediciones sobre calidad de las aguas de lluvia en Torres del Paine, en el extremo austral del Campo de Hielo Sur, concluyeron durante la década pasada que es el agua más pura del orbe y que debe servir como referencia para estudios científicos.
Tal vez la situación más desfavorable sea la vivida por la Argentina, donde 7,5 millones de personas no cuentan con acceso al líquido y casi la mitad del país no tiene acceso a redes sanitarias seguras.
Lo curioso es que no se trata de falta de recursos hídricos, sino que hay una mala distribución. El 85 por ciento del total está concentrado en la cuenca de la Plata, que sólo cubre el 30% del territorio, mientras las cuencas áridas y semiáridas disponen de menos del 1% de los recursos.
El agua subterránea podría ser la solución de tal inequidad, pero la mano del hombre viene a complicarlo todo.
Según el Consejo Hídrico Federal, es alarmante la continua y acelerada degradación de la calidad de ese reservorio: en las regiones dedicadas a la actividad agrícola-ganadera, es frecuente tanto la contaminación por nitratos (relacionada con el volcado de desechos humanos) como la salinización por sobreexplotación de esa fuente subterránea.
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5 - Efectos del abandono y del desperdicio
Los países que no tienen agua, a pesar de compartir el Amazonas, sistema hídrico por excelencia
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Reina Pérez y Regina Ortiz no se conocen. Viven a miles de kilómetros una de la otra. La primera, en Caracas, capital de Venezuela, y la segunda, en Jujan, humilde poblado de Ecuador. Sin embargo, ambas comparten el mismo destino: levantarse cada mañana a conseguir las gotas de agua que alivien su precaria situación y la de sus familias. No importa si se vive en la gran ciudad o en un pueblo polvoriento.
La imagen es común en buena parte de los países de América latina y particularmente en el eje de naciones que comparten uno de los sistemas hídricos más importantes del mundo: el Amazonas, con sus 6700 kilómetros de extensión.
No obstante, la sobreexplotación del recurso, el desperdicio, la falta de infraestructura, un obsoleto manejo tarifario, el calentamiento global, la contaminación de ríos y quebradas y fenómenos de corrupción ponen en riesgo el suministro del líquido.
La falta de asistencia técnica en vastas zonas de Brasil genera desperdicios de agua en la agricultura que pueden llegar hasta el 40 por ciento. Sólo los grandes hacendados pueden pagar esa asistencia, pero no el grueso de pequeños cultivadores, que son los que producen la comida para el país.
El desperdicio del recurso también es evidente en el área urbana. Según la consultora H2C, el brasileño gasta cinco veces más agua (200 litros por persona por día) que lo establecido por la OMS: 40 litros por persona por día.
El hijo de Regina, de 12 años, ha tenido que ir varias veces al hospital por enfermedades relacionadas con la mala calidad del agua de pozo que consume. El integra el 62 por ciento de la población del área rural de Ecuador que no cuenta con agua potable.
Curiosamente, el Foro de Recursos Hídricos asegura que, en el país, hay agua suficiente. El problema es que existe una inequitativa distribución. Por ejemplo, en la parroquia Urcuquí, en Imbabura, están disponibles 411 litros, de los cuales 369 van a una docena de haciendas y el resto se distribuye entre más de 1000 pobladores.
Desde 1973 hasta la fecha, el Estado ecuatoriano ha entregado 68.244 concesiones. El adjudicatario paga 1,85 dólares mensuales. Según Antonio Gaybor, autor del libro El despojo del agua, esa cifra es irrisoria y demuestra poca visión sobre la sostenibilidad de los recursos hídricos.
El informe anual de la Defensoría del Pueblo de Colombia sobre calidad de agua advierte que 21 millones de colombianos viven en lugares con dificultades para mantener una disponibilidad apropiada del líquido que cubra la demanda de sus habitantes.
Los racionamientos serían frecuentes en más de la mitad del país si no se cuidan las fuentes hídricas. Una situación a la que seguramente no se hubiera llegado si en décadas pasadas la corrupción no hubiera hecho de las suyas.
Un informe de la Procuraduría General revelado el año pasado indicó que entre 1996 y 2003 se desperdiciaron 11,7 billones de pesos (más de 500.000 millones de dólares) que el gobierno giró a los municipios para frenar los líos de saneamiento. Según el Ministerio Público, si esos recursos se hubieran invertido adecuadamente, los más de 16 millones de colombianos que hoy no tienen agua la estarían recibiendo.
Venezuela revela hoy imágenes estremecedoras de la gente en busca de agua en las laderas de las montañas que circundan la capital. Mario Dubois, profesor de la Universidad Central, asegura que uno de los problemas está en la pérdida del agua en las tuberías de Caracas ?que puede oscilar entre 30% y 40% del total? por el pésimo estado de su infraestructura. A esto se suma el derroche. Los venezolanos consumen 330 litros por persona diarios y el esquema tarifario genera una lógica perversa. "Subsidia a los más pudientes y perjudica a los más pobres, que no reciben obras para atender sus necesidades", dice Arnaldo Gabaldón, ex ministro de Obras.
Entre tanto, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), señaló a comienzos de año que Perú está por debajo del promedio en agua y saneamiento a pesar de que el país cuenta con tres regiones hidrográficas: la vertiente del Pacífico, del Amazonas y del Titicaca.
El problema radica en la distribución de la población y la actividad económica. En la vertiente del Pacífico, donde está ubicada Lima, con 7.605.742 habitantes, vive el 70% de la población y sólo cuenta con el 1,80% de disponibilidad de agua del país; mientras que en la vertiente del Amazonas hay una disponibilidad de agua del 97.70% debido a la gran cantidad de ríos, pero allí sólo vive el 26% de los peruanos.
La otra amenaza latente es el calentamiento global y la pérdida de glaciares que alimentan las principales fuentes de agua para la población. Perú cuenta con el 70% de los glaciares andinos. Sin embargo, en las últimas dos décadas, se ha perdido más del 20% de la superficie de éstos.
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Los países que no tienen agua, a pesar de compartir el Amazonas, sistema hídrico por excelencia
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el dispreciau dice: ayer he compartido con ustedes una reflexión sobre el problema irresuelto que merece una solución inmediata, hoy, ya que mañana puede ser demasiado tarde. Indudablemente el problema de la alteración climática negada por muchos y descalificada por otros según las propias conveniencias e intereses que los sustentan en cada caso comenzó a vislumbrarse allá por el año "Geofísico Internacional" sobre fines de los 50 y comienzos de los sesenta, cuando se apreció la necesidad estratégica de conocer aspectos hasta entonces desconocidos del planeta. Desde aquellos años hasta hoy, el clima de la tierra, dinámico en sí mismo, se ha ido modificando arrastrando las consecuencias de las actividades del hombre cuyos alcances se desconocen más allá de todos los pseudo estudios de medio ambiente publicados por prestigiosas revistas del tema. Digo pseudo porque estos estudios representan intereses, definitivamente y éstos están preocupados en demostrar que nada es como parece y que lo que parece no es como se lo ve. Indudablemente la temperatura en el planeta está sufriendo cambios significativos que son apreciables a simple vista (flor de piel)... sequías en medio de áreas de temibles aguaceros... sequías desertificantes... deslaves como consecuencia de lluvias torrenciales concentradas en espacios reducidos... y todos los etcéteras que los especialistas en clima le quieran adosar, algunos de los cuales son llamativos y hasta anunciativos de males mayores, uno de ellos (para mencionar alguno) es la desaparición de pastos que servían como alimento a especies autóctonas que deben moverse para buscar nuevas fuentes de alimentos y agua... pero el mayor problema que afecta a la humanidad en lo inmediato se concentra en el "agua dulce", cada día más escasa y la poca que hay cada día más contaminada, siempre por las propias actividades depredatorias del hombre y sus angurrias, tal el caso de desparramar toneladas de cianuro en ámbitos contiguos a los glaciares suponiendo que no habrá contaminación alguna de aquello que no se ve, con el sólo objeto de obtener un gramo de oro para las arcas canadienses, suizas, o de otros semejantes. Argentina, por caso, tiene casi todas sus napas contaminadas con arsénico y ha habido excelentes estudios denunciando la situación pero el estado voraz permanece en estado catatónico, no ve, no escucha, porque esencialmente no le interesa nada que tenga que ver con la gente. No es diferente en los Estados Unidos de Norteamérica donde la clase política se va en discursos pero la corrupción empresaria es un hecho repetido y la contaminación tiene ejemplos temibles de la capacidad de transgresión que ejercen de manera sistemática. Sin agua la humanidad es inviable... y con el calor creciente, las fuentes se reducen a toneladas métricas por día. Suponer como lo hace Japón que la Antártida es una buena fuente de agua para la humanidad sobreviviente del "holocausto de la estupidez y la desidia" (así lo llamo) es parte de las entelequias de los poderosos y sus acciones diezmantes de la vida. Léase, sin sentido común comunitario, no habrá humanidad, sencillamente porque sin ello no hay mañana... y este problema no se puede patear más hacia adelante, sencillamente porque no lo hay, más allá de los discursos y las explicaciones inexplicables que nos caracterizan. Diciembre 20, 2009.-
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