COLUMNA
#VenezuelaSinFronteras
Invitamos a una Venezuela sin las fronteras de la censura, donde las voces crezcan a tal punto que llegue a los oídos de Maduro un clamor imposible de soportar
Pareciera que todo está dicho pero no es así. No mientras lo denunciado logre hacer la diferencia en un país que ya va por un índice de pobreza que supera el 80 por ciento y una inflación que puede llegar al 2 mil para final de año. Y en donde el número de muertos aumenta cada día, superando los 100 por la represión en las calles, lugar donde la oposición está unificada en la resistencia.
El hecho más reciente, a pocas horas de la fecha en que Nicolás Maduro busca vía constituyente perpetuarse en el poder, es el retiro de Avianca. La aerolínea colombiana que operaba desde 1950, por más de 60 años con el 56 por ciento del mercado directo y casi el 80 si se tiene en cuenta la ruta Lima- Caracas, cerró sus operaciones.
Más de 13 mil personas cada mes que se desplazaban y que representaban además ingresos por 100 millones de dólares, no podrán movilizarse. La ruta terminó por razones que no podrían ser más graves. No era posible garantizar la seguridad en un aeropuerto que como el de Maiquetía en Caracas carece de infraestructura y control de equipajes y en donde además atracan a la tripulación.
Y como si fuera poco 300 millones de dólares castigados, porque no es posible sacarlos de Venezuela. Ya ocho aerolíneas habían cerrado sus operaciones. Lo hicieron Delta, Air Canadá, Alitalia, Lufthansa, Latam, Aeroméxico, Gol, Tiara Air y United Airlines.
No es menor el impacto y las consecuencias para miles y miles de pasajeros. Avianca ha explicado que nada tiene que ver con el éxodo hacia Colombia, pero esa es una realidad que no puede desconocerse: la dinámica migratoria es cada vez más compleja entre los que se mueven a través de la frontera y los que llegan con la intención de quedarse.
En Colombia 579.630 venezolanos tienen la tarjeta de movilidad fronteriza TMF, 50 mil son venezolanos con visa, 153 mil entraron regularmente pero tienen vencidos sus permisos de permanencia y aproximadamente 140 mil han entrado por pasos fronterizos no autorizados. El total de venezolanos, que atiende Migración Colombia con vocación de quedarse es de 350 mil.
Hechos y más hechos mientras en Caracas arde una hoguera que va de los gritos de Maduro en contra del presidente Juan Manuel Santos, pasando por Estados Unidos que lo amenaza con las acostumbradas sanciones económicas, que bien ha dicho Moises Naim no harán otra cosa que atornillar al dictador como ocurrió en Cuba, y afectan cada vez más al ciudadano e incrementan la ya insostenible crisis humanitaria.
Trump pretende que el comercio mundial de petróleo entre en el juego como una posibilidad de intervenir para debilitar a Nicolás Maduro y a sus enriquecidos cómplices. Carne para los leones. Insumos que alimentan el trasnochado discurso de los chavistas contra el imperio.
Y entonces ¿qué hacer cuando los 7 millones de votos de la oposición no han servido para impedir la intención de Maduro de reescribir la Constitución y seguir engañando al porcentaje de la población que le queda, con conquistas sociales inexistentes?
No creo que la salida sea el llamado que desde Colombia hiciera el ex presidente Uribe a los militares para que hagan a un lado a Maduro. De un golpe, sálvanos señor. Bien claro lo dijo desde la derecha de sus afectos Mario Vargas Llosa en entrevista con Julio Sánchez Cristo, al recomendar la autobiografía de Sergio Ramírez, Adiós Muchachos: No podemos ceder a las tentaciones apocalípticas. “Lo que hay que hacer es evitar las soluciones revolucionarias y buscar las democráticas. La democracia es lo que garantiza el progreso. Lo otro es la verdadera tragedia que está viviendo Venezuela”.
Hay que evitar una guerra civil en Venezuela y la advertencia la hace desde el New York Times el profesor David Smilde cuando deja entrever que la oposición venezolana estaría caminando hacia la creación de un gobierno paralelo, luego de su triunfo en el plebiscito de las últimas semanas, para luego ir en busca de apoyo internacional, incluso para el uso de las armas.
En la negociación, la presión internacional, la denuncia libre desde los medios de comunicación, la oposición unida en las calles, la fe puesta en la división de los militares, en la valentía de Luisa Ortega y el desencanto de los chavistas de hace algunos años tiene que encontrar Maduro su fin y los ciudadanos la forma de reconstruir en elecciones libres y ojalá anticipadas.
Por ahora la invitación es a una Venezuela sin fronteras, por lo menos sin las fronteras de la censura, donde las voces crezcan a tal punto que llegue a los oídos de Maduro un clamor imposible de soportar. Lo haremos cada domingo desde la radio, desde el exilio al que fue obligada una de tantas periodistas, para que lo oigan en Colombia y lo escuchen por Caracol Radio donde haya forma de sintonizarnos o seguirnos en la redes con #VenezuelaSinFronteras.
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