Si esto no salta definitivamente por los aires es porque hay dos instituciones que sostienen todo el tinglado: la familia y la Iglesia. Son vilipendiadas, ninguneadas, despreciadas por el Estado… la Ideología de Género se ensaña con la primera y el laicismo más rancio y agresivo con curas y monjas, pero que no falten por favor…
Actuall ya contó en un informe escrito por Pablo González de Castejón, lo que la Iglesia le ahorra al Estado: las estimaciones superan los 30.000 millones de euros, aunque la valoración real es imposible de calcular porque rebasa con mucho esa cifra, dada la ingente y multiforme labor asistencial, benéfica y educativa de parroquias, asilos, centros de acogida, colegios, voluntarios etc.
Lo que aportamos esta vez es la historia de una monja, en la que los guarismos son sustituidos por rostros con nombre; y las frías estadísticas por comidas calientes, tazas humeantes y un techo para personas rescatadas de intemperie y la desesperación.
Sor Ana Rodríguez, asturiana de 72 años, llegó a Lanzarote, después de una vida entregada a las misiones en países como Perú y Colombia y se dio cuenta de que nadie hacía nada por los ‘homeless’, muchos de ellos sentenciados por la droga. Y en lugar de una jubilación tranquila y sin problemas, la religiosa decidió meterse en el lío.
El lío es una ONG, llamada “Calor & Café”, que ha atendido a más de 2.700 personas, la mayoría de ellas drogodependientes. Como su nombre indica, la ONG de Sor Ana reparte café (y potajes, bocadillos) y sobre todo el nutriente más preciado para quienes están al borde del abismo: calor humano.
Su paciente y tenaz apostolado ha librado a muchos jóvenes del pozo de la droga, o del paro (“¿No se acuerda de mí? Ahora tengo un niño y trabajo” le dijo un chico).
Pero no siempre lo ha conseguido: el mundo de la droga es una telaraña de la que no siempre resulta fácil salir, porque las recaídas son frecuentes… algunos han muerto, de Sida sobre todo, pero hasta en esos casos estaba sor Ana al lado. Al pie del cañón.
Tamara García Yuste ha charlado con esta religiosa que dice ser “una abuelita” pero que reparte medio centenar de comidas diarias a los necesitados. Te adelanto la entrevista como suscriptor de Actuall.
La historia de Sor Ana es la demostración palpable de que es posible superar la queja estéril y cambiar (parte del) mundo. No es preciso disponer de muchos medios, ni tener padrinos, ni viento a favor. Sor Ana no lo tenía y ahí está su ONG.
Cuenta Juan Manuel de Prada en un artículo titulado Los dineros de la Iglesia, que paseando por el centro de Madrid vió llegar el coche del presidente del Gobierno, que se dirigía al Senado. Y señala: “Le hubiese bastado, al bajar del coche, con alzar la vista para contemplar a los mendigos que entraban en un centro de Cáritas, donde se les brinda comida y refugio frente a la intemperie. Ahí, señor presidente, ahí se destinan los dineros de la Iglesia”.
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