miércoles, 24 de agosto de 2016

Actuall: El sexo es libre, los hechos son sagrados - Actuall

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¡Buenos días, "el dispreciau", de parte de toda la Redacción!
Si tú quieres, desde el próximo 1 de septiembre volveremos a intercambiar impresiones sobre la actualidad. Ese día –D.m.– te serviré el primer El Brief de Actuall de la nueva temporada.
Tengo muchas ganas de reencontrarme contigo y reanudar la conversación sobre las noticias y los debates del día en el mundo.
Ya sabes lo que puedes esperar de Actuall: un resumen diferente, personal y cosmopolita de la actualidad, enfocado en las noticias sobre el derecho a la vida, la familia y la libertad de conciencia en España, América Latina y Europa. 
Haré el mejor periodismo que sepa para intentar reengancharte a nuestra cita diaria. 
Mientras tanto, déjame compartir contigo algunas conclusiones sobre la realidad de la violencia contra personas homosexuales y transexuales en España. Según los grupos de presión LGBT, cada vez hay más agresiones. ¿Es así? 
Hay una vieja regla del periodismo que dice: las opiniones son libres, los hechos son sagrados.
Por trasnochada que pueda parecer a quienes creen que una mujer puede estar atrapada en el cuerpo de un hombre y un gato, maullar desconsolado en el córtex cerebral de una adolescente, esa sencilla norma del oficio sigue siendo la mejor guía para no perder el sentido de la realidad.
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¿Han repuntado las agresiones a personas gais y transexuales? 
Las organizaciones LGBT españolas sostienen que cada vez hay más casos violencia por homofobia y transfobia. Jesús Generelo, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales, dijo este martes a la agencia Efe que han aumentado las denuncias y que, aún así, solo representan entre el 20 y el 30% de las agresiones. Para este activista, la violencia contra homosexuales y transgénero proviene de todos los estamentos de una sociedad que durante siglos ha sido “agresiva con la diversidad sexual y de género” –siempre, según la versión de las palabras del señor Generelo servida por la agencia Efe.
Dos casos recientes han puesto el foco de los medios en la violencia motivada por la orientación sexual y la llamada “identidad de género” de las personas. En la plaza de Chueca de Madrid, el pasado fin de semana, fueron detenidas siete personas –cinco hombres y dos mujeres–, por agredir a una pareja de hombres de nacionalidad mexicana. En Albacete, el pasado jueves, tres jóvenes agredieron a otros tres a la salida de un bar de copas. Para las organizaciones de activismo LGBT, no hay duda de que se trata de delitos de odio. La Policía no lo ha confirmado.
La ausencia de una versión oficial sobre si es violencia por odio, o bien responde a otras motivaciones, es una situación bastante común. Casos similares trascienden a la opinión pública como agresiones homófobas, porque es así como las califican los grupos de interés del movimiento LGBT. El incentivo de esta percepción es bastante evidente: cuanta mayor sea la violencia percibida contra el grupo al que representan, mayor será su fuerza para conseguir influir en las leyes, obtener subvenciones, ampliar los derechos exclusivos del grupo.
Lo sorprendente es que el periodismo acepte una percepción tan obviamente parcial e interesada, sin realizar el esfuerzo de contrastarla con los datos disponibles. Esos datos son bastante accesibles, y resultan concluyentes. Pocas veces, como en este caso, el conocimiento de los hechos está tan al alcance y presta un servicio más esclarecedor a la comunidad.
El sexo es libre, los hechos son sagrados
¿Hay más agresiones a personas homosexuales y transgénero en España? Según el Ministerio del Interior, no.
En 2015, el número de casos se redujo en un 67,1%. El Informe anual de incidentes relacionados con delitos de odio indica 452 agresiones en 2013 relacionadas con la orientación o la identidad sexual de las víctimas. En 2014 fueron 513, y 169 en 2015.
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Los grupos de presión LGBT sostienen que, entre el 70 y el 80% de las agresiones no se denuncian. Puede que sea así, o puede que no. El público sabe que esos grupos están particularmente interesados en que se perciba así. Lo que no admite discusión son los datos. Estos dicen que, de los 169 casos registrados en 2015, solo 61 acabaron en detenciones o imputaciones de delitos. Representan el 36%.
Dicho de otro modo: de cada diez denuncias, seis no prosperan, y no porque no se esclarezcan –en 2015, se esclarecieron 113, de los 169 casos–, sino porque los hechos no constituyen delitos.
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Otro contraste significativo entre la percepción incentivada de los grupos activistas, por un lado, y los hechos, por el otro, apunta el recuento inflado de casos locales.
Según indicó a la agencia Efe el Observatorio Madrileño contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia, uno de los grupos de presión política a favor de los derechos exclusivos LGBT, en la Comunidad de Madrid se han producido 155 agresiones homófobas en lo que va de 2016.
Los datos del Ministerio del Interior señalan que, en todo 2015, Madrid registró 19 agresiones relacionadas con la orientación o identidad sexual de las víctimas. En 2014, Madrid registró 26 casos. El recuento del movimiento activista LGBT supone que el número de agresiones en Madrid habría aumentado un 87%, de 2015 a 2016.
A la cabeza en respeto
Según la agencia Efe, España “encabeza la clasificación” de los países más abiertos a la diversidad sexual. Si esto es así, no concuerda con la visión de una violencia homofóbica desatada. ¿Cómo se puede ser, al mismo tiempo, campeones del respeto a la diversidad y cada vez más agresivos con ella “en todos los estamentos” de la sociedad, como señalan los líderes del movimiento LGBT?
Quizá la respuesta esté, de nuevo, en los incentivos: si cada vez hay menos ataques a las personas homosexuales; si las leyes son iguales para todas las personas y bastan para proteger a las minorías frente a la discriminación y la violencia, entonces, ¿para qué sirven las organizaciones LGBT? ¿Cómo justificarán las subvenciones, los salarios de sus plantillas, la presencia de sus líderes en las salas donde se delibera sobre las leyes?
La exactitud al hablar de motivaciones de la violencia –y de la violencia por odio al otro, en particular– es importante, por tres motivos: primero, porque exagerar y mentir sobre la realidad de la discriminación perjudica a las personas que la sufren de verdad; segundo, porque las políticas públicas basadas en la falsificación de la realidad crean ventajas injustas para unas personas a costa de las demás; y tercero, porque el periodismo solo sirve para algo si es fiel a los hechos y deja de juzgar la violencia por la simpatía que los periodistas sientan por unas determinadas víctimas.
Quería compartirlo contigo. Recuerda que volvemos a conversar desde el 1 de septiembre.
Actuall quiere ser la primera fuente de noticias y criterios de una nueva generación de lectores que da la cara a favor del derecho a la vida, la familia, la libertad religiosa, el gobierno mínimo y la propiedad privada. 
Mi promesa para la nueva temporada de nuestro boletín diario es hacer un periodismo lo más exacto y relevante posible, con un lenguaje sencillo y amigable.
Un periodismo útil y fiable, que te ayude a tomar decisiones bien informadas y participar en el debate público dando razón de tus valores. 
¡Nos vemos en septiembre!
Víctor y la Redacción de Actuall
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