martes, 23 de noviembre de 2010

Cada vez más inseguros - lanacion.com

Editoriar II
Cada vez más inseguros
Según un informe, en América Latina nueve de cada diez personas están amenazadas por alguna forma de delincuencia

Martes 23 de noviembre de 2010 | Publicado en edición impresa


En los Estados Unidos, por razones culturales, hay casi tantas armas como habitantes. En América latina, el rezago de la Guerra Fría encontró ávidos compradores entre bandas criminales y grupos terroristas, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De seguir tolerando esta realidad, o nivelando hacia abajo, el narcotráfico amenaza con ser, en comunidades aisladas y huérfanas de Estados nacionales, uno de los oficios más rentables por su inmediata salida laboral y sus jugosas ganancias.

En la región, siete de cada diez personas temen ser víctimas de un delito y nueve de cada diez "se muestran amenazadas por alguna forma de delincuencia", según el estudio de opinión pública Gobernabilidad y Convivencia Democrática en América Latina 2009-2010, realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en 28 ciudades de 18 países. Ven la semilla de la violencia en el desempleo (21 por ciento), la falta de oportunidades educativas (18 por ciento) y la pobreza (12 por ciento), "siendo los tres elementos consecuencias tangibles de la reducida confianza social con la que cuentan las estructuras de gobierno".

El 58 por ciento percibe que en sus comunidades hay venta y consumo de drogas; el 60 por ciento cree que la policía no cuenta con los efectivos ni los medios necesarios para repeler al narcotráfico; el 85 por ciento ve con buenos ojos la existencia de las fuerzas armadas después de haberlas denostado en algunos países por los crímenes de lesa humanidad cometidos al amparo de las dictaduras militares.

La venta de armas y drogas representa el mayor desafío para los gobiernos de la región, acosados en algunos casos por la combinación de ambos como un cóctel explosivo. Sólo en México han muerto este año, entre el 1° de enero y el 3 de noviembre, 10.035 personas a causa de la guerra emprendida por el gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico.

Lo alarmante es que las autoridades mexicanas descubrieron un túnel de 600 metros, bien iluminado y ventilado, que atravesaba las entrañas de la frontera con los Estados Unidos. El hallazgo coincidió con otro: 25 toneladas de marihuana listas para ser trasladadas por los modernos raíles subterráneos mientras California se disponía a votar por una proposición para legalizar su consumo con fines recreativos, finalmente rechazada.

Durante la primera mitad de 2010, según el diario Houston Chronicle, 48 ciudadanos norteamericanos fueron asesinados en México. El número palidece en comparación con los más de 28.000 mexicanos que han perdido la vida desde 2006 por la guerra contra el narcotráfico. La violencia en México no es peor que en otros países de la región, pero se ha desmadrado. La estrategia de Calderón, basada en el fortalecimiento de la cooperación de los Estados Unidos bajo el alero de la Iniciativa Mérida, ha sido criticada por sectores de la sociedad civil y de la política mexicana por haber militarizado la lucha contra el narcotráfico y poner en peligro el respeto de los derechos humanos y la democracia misma.

En países menos inseguros como la Argentina, la mentada "sensación de inseguridad" choca todos los días con la cruda realidad del delito en alza en zonas que, como el conurbano bonaerense, se han hecho cada vez más riesgosas para sus propios habitantes. La alta cantidad de armas en poder de la gente llevó en estos días a prorrogar por dos años el Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego. Desde su puesta en marcha, en 2006, se recibieron en todo el país 107.488 armas de fuego y 774.500 municiones, lo cual habla por sí mismo del volumen en circulación y de un temor que convierte la sensación de inseguridad en una amenaza concreta.
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Opinión
La inseguridad, un drama de todos
Por Orlando Ferreres // Especial para lanacion.com

Martes 23 de noviembre de 2010 | 03:14 (actualizado a las 03:13)


La inseguridad es actualmente el principal problema de la Argentina, es incluso mayor que la inflación que viene en segundo lugar y al desempleo que se ubica en tercer lugar. ¿A qué atribuir este crecimiento de la inseguridad? Ha existido un aumento importante de la población, pero no creció en igual medida la represión del delito. Hay también un aumento de los problemas económicos y sociales (vivienda, por ejemplo), por la mala gestión de los gobiernos. Es cierto que problemas económicos hemos tenido siempre, pero la Argentina es uno de los países que menos creció en los últimos 100 años y presentan un atraso relativo muy importante. Esto puede haber influido, pero no hay estudios concluyentes al respecto.

La pobreza, desde 1983 cuando se inicia la democracia, en lugar de disminuir ha aumentado, con picos de 46% en la hiperinflación de Alfonsín, o de 56 % en la pesificación diferencial de Duhalde. Como hay dudas con el cálculo de la inflación que hace el Indec, que se usa para saber cuánto cuesta vivir, hoy no se sabe bien cuántos pobres hay, pero lo mas probable es que esté alrededor del 30%, estable, estructural, contra un 5-8% en 1983. Es muy probable que este ambiente de pobreza, aun con un crecimiento económico de 8-9% anual, haya influido en la inseguridad.

Ahora bien como dice Karl W. Deutsch en Los Nervios del Gobierno (1963), pude darse que una parte de la población, aunque sea pequeña, no acepte voluntariamente las normas de la sociedad y por lo tanto complique su funcionamiento. En estos casos el Gobierno debe actuar para restablecer el equilibrio antes de que el problema tome dimensiones menos controlables. El crecimiento económico y la educación más elevada para toda lo población podrían reducir estos conflictos en el largo plazo, aunque no del todo. Por lo tanto, el Gobierno no tiene otra alternativa que aplicar sanciones a los que transgreden las normas.

El grado de aplicación de estas sanciones es variable según los países, muy alto es Estados Unidos y muy bajo Suiza, por ejemplo. Ahora, para darnos una idea de estas diferencias, tomando en cuenta que nosotros tenemos una población penitenciaria de unos 55.000 presos, sin considerar unos 5500 detenidos en comisarías, esto significa un 0,14 % de la población del país. Ese coeficiente es de 0,76 % en EE UU. Si aplicáramos la misma regla que en aquel país, deberíamos tener 304.000 presos, o sea, que andarían sueltos unos 250.000 delincuentes según este criterio. Hemos hecho el cálculo aplicando los coeficientes de diferentes países para ver que resultado tendríamos en el nuestro aplicando sus criterios:

Presos que debería tener Argentina

-si aplicara igual proporción de presos sobre población total que tienen otros países-

La inseguridad, un drama de todosFoto: lanacion.com

Este cuadro, efectuado con cálculos propios en base a datos del International Centre for Prision Studies de la Universidad de Londres, nos muestra distintos grados de población carcelaria, lo que nos indica que puede haber muchos delincuentes libres según el criterio que apliquemos, tanto si tomamos el modelo americano, el ruso, el cubano o el de los países vecinos más cercanos a nuestra idiosincrasia.

Aun suponiendo que aplicáramos algo intermedio entre lo que ocurre en Chile o Uruguay, eso nos indica que deberíamos tener unos 57.000 presos más de los que tenemos, o sea, el doble de los que hay hoy. Esto no sólo es cuestión de política de justicia, de política carcelaria, de fuerzas de seguridad, es también un problema económico, el costo de duplicar las cárceles, su mantenimiento y el cuidado y los planes de reinserción de los transgresores a la sociedad. También es cierto que hoy asumimos muchos costos por la falta progresiva de seguridad: las empresas deben gastar en seguridad privada, con un mercado que ha crecido a más de un billón de dólares por año, por la falta de respuesta de la policía. Los barrios cerrados y los countries, como defensa contra los robos, tienen con gran gasto en guardias. Cámaras filmadoras, armas sofisticadas, autos y grupos especiales para casos extremos han ido creciendo significativamente en los últimos años

La población ha puesto como problema número uno la inseguridad. Esta prioridad significa que está dispuesta a pagar el costo económico que ello significa ya que así como estamos (con temor) no le gusta vivir. El problema de la inseguridad ya está afectando a los pobres pues viven es zonas con menor control y de mas fácil accionar para los ladrones. Es un drama de todos, por lo tanto el Gobierno no puede permanecer indiferente al mismo.
La inseguridad, un drama de todos - lanacion.com


el dispreciau dice: ARGENTINA se está consumiendo en la indefensión social y estas no son sólo palabras. La realidad enseña que la droga circula entre diferentes sectores sociales por toneladas, mezclándose con alcohol y otras químicas, proporcionando cerebros y vidas vacías, atadas a frivolidades que los canales de televisión enseñan con orgullo, vendiendo espacios comerciales y subiendo el rating de la degradación. Una porción importante de la sociedad argentina vive atada a los estupefacientes, liberada de compromisos y convencida que hacer daño está bien, siempre que dicho daño sea padecido por otro. La policía es una figura decorativa, cómplice de la delincuencia en todas sus formas, siempre usando argumentos vacíos para justificar acciones que son intolerables... y el estado, como siempre, permanece ausente, favoreciendo los derechos humanos de los violentos y sus regímenes en desmedro de los anónimos que trabajan, pagan sus impuestos y se comprometen con el país, cada día, todos los días. ARGENTINA está siendo devorada por la inseguridad, omitida por una clase política que aprendió a hacer caja de cualquier cosa que implique corrupción. Los asesinatos, secuestros, atropellos a la propiedad privada, y otras manifestaciones de la violencia ya son moneda corriente, una moneda que nadie atiende y con eventuales denuncias que caen en saco roto de procesos judiciales que jamás se resolverán, porque allí reside el negocio de la impunidad. En este juego asqueroso y maquiavélico, los medios salvan a los malos favoreciendo que sus causas se desmoronen, al tiempo que descalifican a las víctimas por su sentido oportunidad o por lo que sea, justificando una vez más que el mal es un buen negocio, mientras que el bien es una utopía de los indefensos. Cuando se habla de libertad de prensa, libertad de expresión, libertad de libertades, nunca se hace referencia a esta calamidad en aumento, y da pena ver como periodistas que se precian de ser tales, apoyan con soberbia y necedad la continuidad del negocio de la delincuencia en cualquiera de sus formas, ya que todas aportan al "espacio" y desde luego a las empresas que no tienen, a estas alturas, escrúpulo alguno... prendiendo y apagando luces para entretener el morbo y dirigir las miradas hacia focos intracendentes. La cantidad de inocentes, anónimos, muertos a manos de esta desidia da pavura tanto como vergüenza ajena. Pero la clase política, impresentable, insiste en su modelo de discutir vanalidades antes que prioridades sociales... y en ello también se consume la imagen de una oposición lamentable, despreciable, llámese peronismo federal, radicalismo, proismo, coalicionismo, o cualquier otro "ismo", todos son iguales ante la sociedad, ansiosos de sillón, vacíos de ideas, carentes de proyectos de país, nulos de gestión... Noviembre 23, 2010.-

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