Editorial I
Desnutrición en la Argentina
Las leyes sancionadas frente al hambre no parecen alcanzar a los que más necesitan de su aplicación
Sábado 13 de noviembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Crecer a tasas chinas?, no importa cuánto se vanaglorien de ello los especialistas gubernamentales, no ha resultado ser la prometida panacea que remediaría de manera rápida y eficiente los males de la Argentina. A esa conclusión se llega inmediatamente, cuando cobran amplia difusión en el país las muertes de niños en la provincia de Misiones por causa de la desnutrición.
Desdichadamente, no es la primera vez que este tipo de noticias ocupa a los medios. Basta remontarse a 2002: en esa oportunidad, las muertes de varios niños y recién nacidos desnutridos ocurridas en las provincias de Tucumán y Misiones (también esa vez) tuvieron una amplia cobertura, tanto nacional como internacional.
Esta última noticia de las muertes por desnutrición revela, además, que todas las políticas públicas que se fueron implementando a lo largo de estos últimos años para resolver este grave, doloroso y vergonzoso problema social han demostrado ser insuficientes o estar mal implementadas.
La sociedad argentina debe hacer, por lo tanto, una profunda autocrítica, empezando por su dirigencia política, por no haberle prestado a esta situación la atención y el control permanentes que se merece. El mal ya no está más latente, y no hay justificativos válidos para tanta ceguera y desaprensión.
Decíamos que había que comenzar por aquellos que tienen las máximas responsabilidades en el tema y es lo justo, porque ellos responden ante sus representados por lo que no se ha hecho. No es posible que un gobernador, en este caso el misionero Maurice Closs, haya admitido: "Obviamente, algunos de estos chicos [los 1300 niños desnutridos de su provincia] se nos van a morir porque la mortalidad infantil es un problema; es una realidad". En rigor, en todo 2010, sólo se ha reconocido la muerte de dos niños que padecían graves problemas nutricionales. Pero, como más de una vez ha advertido el doctor Abel Albino, fundador de la ONG Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin) y el gran luchador argentino contra la desnutrición en el país, muchas veces los niños mueren aparentemente por otras causas ?por ejemplo, un paro cardiorrespiratorio o una neumonía? cuando la verdadera raíz del problema está, lisa y llanamente, en la desnutrición que sufren.
Ninguna de las leyes sancionadas sobre el tema alcanzan a los que más necesitan de su aplicación. Todos los recursos que desde la sociedad civil se han elevado a las máximas autoridades de la Nación han sido minimizados o desechados, y hasta neutralizados, como el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria El Hambre más Urgente, o la ley Donal (llamada también del buen samaritano) que fue vetada en su artículo 9, por lo cual se la invalidó totalmente.
Además, a las localidades más alejadas de los centros medianamente poblados en las provincias no llegan ni la asistencia social ni las nociones básicas sobre la existencia de planes como, por ejemplo, el denominado Hambre Cero, programa contra la desnutrición infantil que el gobierno de Misiones lanzó en mayo pasado. No hay que engañarse: si muchos argentinos desconocen sus más elementales derechos como ciudadanos, ¿en qué condiciones pueden reclamar, entonces, el acceso a la comida digna que merecen?
Comedores escolares se cierran o dejan de recibir los aportes necesarios para subsistir, y millones de niños y adolescentes se encuentran en tal situación de pobreza económica que quedan al borde de la mortalidad infantil, de la desnutrición o de la deserción escolar y el rezago educativo.
La desidia y la inoperancia generales han llegado demasiado lejos. Mientras tanto, varias generaciones de argentinos jóvenes están perdiendo prácticamente su oportunidad de vivir dignamente en el país que los vio nacer.
Desnutrición en la Argentina - lanacion.com
el dispreciau dice: algo anda en las consideraciones técnicas de los funcionarios políticos... la desnutrición es un hecho al igual que las deficiencias de nutrición o la mala nutrición que propende a alteraciones metabólicas que se van agravando de la mano de ignorar el foco el problema. Indudablemente, resultados mediante (aún cuando en este caso haya que mirar muchos aspectos obviados), el plan está mal diseñado y peor aplicado, desde el momento que los actores políticos desconocen a las víctimas, para luego negar las circunstancias o terminar, como siempre, descalificando a las víctimas (caso de Salta). La desnutrición, sus deficiencias y la consecuente inadecuada nutrición es un mal creciente en el mundo, que viene de la mano de la exclusión, también expansiva. Duelen las consecuencias pero se ignoran las causas, intencionalmente, por las propias deficiencias que la sociedad política tiene de la sociedad en sí misma, asumiéndose como daños menores a aquellos que no pueden alimentarse como corresponde. El problema crece, y cuanto más lo hace, más cae en la consideración de la pobreza mental que exhiben los políticos a la hora de las responsabilidades y sus respectivos compromisos. Siempre aducen argumentos imposibles de admitir, pero una vez más, ponen cara de feliz cumpleaños y que siga la fiesta!... mientras tanto las estadísticas se nutren de indefensos que sucumben a sus pobrezas, inducidas siempre por el estado ausente. La única realidad es que la impresentable clase política, consumida por deliberaciones estériles e inconsistentes, se olvida de los motivos para los cuales fue votada, siempre... Noviembre 13, 2010.-
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