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Debaten en Europa la ley de medios
En un foro internacional, se advirtió que los organismos reguladores deben ser autónomos
Sábado 25 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Adrián Ventura
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Enviado especial
PARIS.- La crítica situación de la libertad de prensa en la Argentina, la nueva ley de medios audiovisuales, los ataques a Papel Prensa y las nuevas embestidas de Hugo Chávez contra los medios venezolanos fueron objeto de especial preocupación durante una cumbre mundial en París, organizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo de las Telecomunicaciones (Certal).
Durante tres días, operadores de canales de TV y señales de cable de distintos países de América latina, España y Francia (incluida Radio France Internationale), magistrados, legisladores y responsables de organismos reguladores de la Unión Europea debatieron sobre los medios audiovisuales.
Certal, en su declaracion, advirtió sobre la fragilidad institucional de algunos países; pidió que los gobiernos permitan que los medios públicos tengan una línea editorial independiente y no estén al servicio de sus propios intereses, y reclamó que las autoridades regulatorias (nuestro Comfer o Afsca) fueran autónomas de los gobiernos.
En los últimos años, en muchos países se aprobaron leyes o existen proyectos para regular los medios audiovisuales, pero el asunto tiene características muy particulares en Venezuela y en la Argentina.
La nueva ley de medios argentina intenta fraccionar a los grupos de medios, grandes o pequeños, y procura que cada emisora de radio o TV alcance audiencias más reducidas, lo cual impacta en el mercado publicitario. La legislación europea, que nunca se caracterizó por ser liberal, en cambio, favorece las concentraciones, para crear medios más fuertes y competitivos.
Michel Bochon, presidente del Consejo Superior Audiovisual de Francia, explicó que la ley francesa de medios tiene exigencias culturales, como la obligación de exhibir un porcentaje de películas francesas. Pero no les coloca límites a las licencias de los cableoperadores (porque no usan espectro radioeléctrico) y tampoco las restringen en función del número de personas a las que alcanza, ni impone grilla televisiva alguna a los canales.
Al hacer hincapié en el excesivo reglamentarismo de la ley argentina, el economista Carlos Winograd, ex director de la Secretaría de Comunicaciones de la Argentina, explicó que la ley pone tantas restricciones a la actividad que "genera desincentivos económicos" y entorpece la sustentabilidad económica de cada medio.
"Cuanto más débil y pequeña sea la empresa, sus costos serán más altos y quedará más expuesta a la influencia oficial", afirmó.
Franck Melloul, director de Estrategia de la Asociación Audiovisual Exterior de Francia, aseguró que se apunta a aumentar las escalas de sus empresas, que se convierten en multimedia y multilingüistas, para "hacerlas más competitivas en un mundo globalizado".
Medios públicos
Jorge Navarrete, presidente de Certal y ex titular del organismo regulador chileno, insistió en que los gobiernos no confundan los medios públicos con los medios a disposición del partido de gobierno. Y José Bellod, experto de la Comisión Europea, sostuvo que el organismo que regula a los medios en cada país tiene que ser transparente, previsible e independiente. "Son tres condiciones claves", afirmó.
El especialista brasileño Alexandre Jobin señaló que en la legislación de su país "la renovación de las licencias no tiene límites en el tiempo; no depende del Poder Ejecutivo, sino del Congreso, y sólo se exigen requisitos técnicos".
La situación en Venezuela, en cambio, es cada vez más comprometida. Además de haber confiscado 34 emisoras y Radio Caracas Televisión, Chávez amenazó a 240 emisoras e intervino el banco del que es accionista uno de los propietarios de Globovisión, para incautarse de las acciones de esta cadena, según afirmó el doctor Asdrúbal Aguiar, constitucionalista y ex juez de la Corte Interamericana.
PREOCUPACION EN UN SEMINARIO EN EE.UU.
Las restricciones a la libertad de prensa en la Argentina y el enfrentamiento del Gobierno con la Corte Suprema preocupan en la región, según quedó en evidencia en el Simposio Hemisférico de la Libertad, que realizó la Universidad Estatal de Louisiana para examinar el pasado y pronosticar el futuro en América latina. El encuentro reunió a analistas políticos, economistas, historiadores, e investigadores del campo social; entre ellos, el ex presidente de Costa Rica Oscar Arias; el decano de la Escuela de Derecho de la American University, Claudio Grossman, y Domingo Cavallo, ex ministro de Economía de la Argentina.
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El Gobierno y el periodismo / Acusan al Poder Ejecutivo de amenazar y presionar
Dura denuncia de ADEPA por los ataques a la prensa
Dijo que la tarea de los medios nunca fue tan degradada por un gobierno en 27 años de democracia
Sábado 25 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa
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Dura denuncia de ADEPA por los ataques a la prensa
Carlos Rago, Eduardo Vittori y Carlos Gamond, en la presentación del informa. Foto Maxie Amena
Un escenario de tensión, con presiones, amenazas e iniciativas, obstaculiza la misión de informar, denunció la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) al presentar el informe sobre la situación de la libertad de prensa en el país en los últimos doce meses.
"Nunca en estos 27 años de vida democrática la tarea de los medios de comunicación, la de los periodistas y la expresión de opinión crítica ha sido tan degradada por el gobierno nacional y ciertos grupos de presión como en los últimos tiempos", advirtió la entidad en la última jornada de la 48a asamblea general ordinaria, que reunió en esta ciudad a unos 200 editores gráficos de todo el país.
En momentos en que el Gobierno impulsa un proyecto para regular la producción y comercialización del papel para diarios, ADEPA mencionó las inconsistencias de la iniciativa y recordó la prohibición constitucional de "dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta".
Expresó, además, la preocupación por "el aumento desmedido de la pauta publicitaria y su adjudicación discrecional" por parte del Poder Ejecutivo, que "sigue utilizando esta herramienta sin parámetros equitativos y como instrumento político que privilegia el financiamiento de medios adictos".
El informe fue presentado por el titular de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de ADEPA, Carlos Gamond ( Puntal , de Río Cuarto), junto con el presidente saliente de la institución, Gustavo Vittori ( El Litoral , de Santa Fe), y el secretario general, Carlos Rago ( La Nueva Provincia , de Bahía Blanca). Ayer, Vittori concluyó su mandato y por la tarde fue elegido nuevo presidente el director de La Gaceta, de Tucumán, Daniel Dessein.
"Podemos escribir y decir lo que pensamos, pero en un escenario tenso, de presiones directas e indirectas, en el que percibimos un ánimo de cooptación, confrontación y revancha de un gobierno que ha elegido al periodismo como enemigo, y busca debilitar sus funciones de contrapeso y de vehículo de auditoría social", señala el pronunciamiento de los representantes de la prensa independiente.
ADEPA denunció que se pretende obligar a periodistas a que reivindiquen su honestidad y buena fe en el ejercicio profesional. "Varios de ellos han sido víctimas de amenazas, escraches e interferencias de todo tipo. Otro tanto ocurre con editores que afrontan campañas de desprestigio", se afirma en el documento, recordando la alerta formulada ya en abril último.
La entidad llamó a no disimular la existencia de "expectativas sociales frustradas", como la superación de la pobreza, la atención satisfactoria de la salud y la inversión estratégica en educación. "Y no sólo eso: la erradicación de la corrupción y una respuesta efectiva a la situación de inseguridad y de indefensión social frente a la droga que daña física y mentalmente a los jóvenes y causa estragos en familias y comunidades", dijo la entidad en el informe.
Ni amigos ni enemigos
"Los medios no somos ni debemos ser amigos ni enemigos de los gobiernos; somos, sí, un vínculo natural entre las expectativas de la sociedad y las políticas de Estado", declaró ADEPA. Y recordó que los destinatarios de las publicaciones "tienen abierta, de diferentes maneras, las páginas de nuestras publicaciones para manifestar su pensamiento, muchas veces en contradicción con el propio".
Deploró, asimismo, las "intromisiones que el Gobierno realiza, continua y sistemáticamente, en desmedro de los contrapesos institucionales en los que se sostiene la libertad de prensa". Y sostuvo que la recuperación del equilibrio entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial "es esencial para la preservación de los derechos fundamentales de la ciudadanía [entre los cuales] debe ocupar un espacio estratégico el de informarse libremente".
Frente al proyecto oficial para regular la producción del papel para diarios ADEPA dijo que la propuesta está viciada por una insalvable contradicción. "Al poner en manos del Estado mecanismos de control implícito en su rol de proveedor de papel a los medios gráficos, se invierten las funciones propias de la institucionalidad republicana. Quien debe ser controlado por el periodismo se convierte en controlante del insumo básico de la prensa", advirtió.
La entidad sostuvo que hoy está garantizado el abastecimiento de papel nacional e importado (sin aranceles) y que "el problema de las pequeñas y medianas empresas periodísticas no radica en el papel, sino en una asfixiante estructura de costos agravada por el proceso inflacionario, la carga impositiva y la reducción de mercado".
En el último año, mencionó ADEPA, se profundizó el "aumento desmedido de la pauta publicitaria oficial y su adjudicación discrecional".
En ese sentido, advirtió que "el Gobierno sigue utilizando esta herramienta sin parámetros equitativos y como instrumento político que privilegia el financiamiento de medios adictos". Y añadió que "las consecuencias se sufren aún más en el interior del país, que recibe una porción ínfima del gasto publicitario".
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Los daños colaterales de la sociedad del espectáculo
La era del bufón
Mario Vargas Llosa
Para LA NACION
Sábado 25 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa
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La era del bufón
Terry Jones, un oscuro pastor protestante de Gainsville, Florida, cuya iglesia cuenta apenas con medio centenar de parroquianos, anuncia que se dispone a conmemorar el aniversario de los atentados de Al-Qaeda del 11 de Septiembre quemando ejemplares del Corán y, en pocos días, se convierte en una celebridad mundial. No creo que exista un símbolo más elocuente de la civilización del espectáculo, que es la del tiempo en que vivimos.
Lo normal, ante una provocación, estupidez o payasada como la del pastor Jones, dictada por el fanatismo, la locura o un frenético apetito de publicidad, hubiera sido el silencio, la indiferencia o, a lo más, una mención de dos líneas en las páginas de chismografía y excentricidades de los medios. Pero, en el contexto de violencia política y fundamentalismo religioso del mundo de hoy, la noticia alcanzó pronto las primeras planas y la imagen del predicador incendiario con su cara sombría, su terno entallado y sus dedos ensortijados dio la vuelta al globo. Cientos de miles de musulmanes enfurecidos se echaron a la calle en Afganistán, la India, Indonesia, Paquistán, etcétera, amenazando con represalias contra Estados Unidos y sus aliados si ardía el libro sagrado de su religión. Cundió la alarma en las cancillerías y altas instancias políticas, militares y espirituales de Occidente. El Vaticano, el secretario de Defensa Robert Gates, la Casa Blanca y hasta el general David Petraeus, comandante en jefe de la OTAN en Afganistán, exhortaron al pastor Jones a que depusiera su designio inquisitorial. Este cedió, por fin, y, de inmediato, volvió al anonimato del que nunca debió salir. Hubo un suspiro de alivio planetario y quedó flotando en el ambiente la sensación de que el mundo se había librado de un nuevo apocalipsis.
¿Hubiera podido ocurrir? Desde luego. Uno de los rasgos determinantes del fanatismo es la incapacidad del fanático de tener una tabla de prioridades sensata y racional; en la suya, la primera prioridad es siempre una idea o un dios al que todo lo demás puede y debe ser sacrificado. Por lo tanto, una pira de libros sagrados abrasándose en un parque de Gainsville ante un centenar de cámaras de televisión y fotógrafos justifica la tercera guerra mundial y hasta la desaparición de la vida en este valle de lágrimas. Cuando el general Petraeus pidió al pastor Jones que no quemara los coranes porque si lo hacía los soldados estadounidenses que combaten en Afganistán correrían muchos más riesgos, sabía muy bien lo que decía.
¿Cómo hemos podido llegar a una situación tal en que la iniciativa descabellada de un pobre infeliz, sin credenciales de ningún orden, ha podido poner en vilo al mundo entero pues, de materializarse, habría desatado una orgía de violencia terrorista en varios continentes? Según algunos, la responsabilidad es de los medios de comunicación, que, si hubieran actuado de manera más atinada, no habrían catapultado al pastor Terry Jones al centro de la actualidad, publicitando su amenaza como si ésta hubiera sido lanzada por una superpotencia atómica. Es verdad que diarios, radios y canales de televisión actuaron sin responsabilidad alguna, pero ésta no es la razón primera del escándalo, porque, en este caso como en muchos otros que padecemos a diario, los medios de comunicación no pueden actuar de otro modo. Están obligados a hacer lo que hacen porque eso es lo que esperan -lo que exigen- de ellos los lectores, oyentes o televidentes en el mundo entero: noticias que salgan de lo común, que rompan con la rutina de lo cotidiano, que sorprendan, desconcierten, escandalicen, asusten, y -sobre todo- entretengan y diviertan. ¿No es divertido acaso que un predicador pentecostalista de Gainsville, Florida, declare, él solo, como un Amadís de Gaula medieval, la guerra total a los cientos de millones de musulmanes que hay en el mundo?
La información en nuestros días no puede ser seria, porque, si se empeña en serlo, desaparece o, en el mejor de los casos, se condena a las catacumbas. La inmensa mayoría de esa minoría que se interesa todavía por saber qué ocurre diariamente en los ámbitos políticos, económicos, sociales y culturales en el mundo, no quiere aburrirse leyendo, oyendo o viendo sesudos análisis ni complejas consideraciones, llenas de matices, sino entretenerse, pasar un rato ameno, que la redima de la coyunda, las frustraciones y los trajines del día. No es casual que un periódico como Le Monde , en Francia, que era uno de los periódicos más serios y respetables de Europa, haya estado varias veces, en los últimos años, a las puertas de la bancarrota. Se ha salvado recientemente una vez más, pero quién sabe por cuánto tiempo, a menos que se resigne a dar más espacio a la noticia-diversión, la noticia-chisme, la noticia-frivolidad, la noticia-escándalo, que han ido colonizando de manera sistemática a todos los grandes medios de comunicación, tanto del Primer como del Tercer Mundo, sin excepciones. Para tener derecho a la existencia y a prosperar los medios ahora no deben dar noticias sino ofrecer espectáculos, informaciones que por su color, humor, carácter tremendista, insólito, subido de tono, se parezcan a los reality shows , donde verdad y mentira se confunden igual que en la ficción.
Divertirse a como dé lugar, aun cuando ello conlleve transgredir las más elementales normas de urbanidad, ética, estética y el mero buen gusto, es el mandamiento primero de la cultura de nuestro tiempo. La libertad, privilegio de que gozan los países occidentales y hoy, por fortuna, un buen número de países del resto del mundo, a la vez que garantiza la convivencia, el derecho de crítica, la competencia, la alternancia en el poder, permite también excesos que van socavando los fundamentos de la legalidad, ensanchando ésta a extremos en que ella misma resulta negada. Lo peor es que para ese mal no hay remedio, pues mediatizar o suprimir la libertad tendría, en todos los casos, consecuencias todavía más nefastas para la información que su trivialización.
Las secuelas no previstas de la entronización de la cultura del espectáculo -sus daños colaterales- son varias, y, principalmente, el protagonismo que en la sociedad de nuestro tiempo han alcanzado los bufones. Esta era una nobilísima profesión en el pasado: divertir, convirtiéndose a sí mismo en una farsa o comedia ambulante, en un personaje ficticio que distorsiona la vida, la verdad, la experiencia, para hacer reír o soñar a su público, es un arte antiguo, difícil y admirable, del que nacieron el teatro, la ópera, las tragedias, acaso las novelas. Pero las cosas cambian de valor cuando una sociedad hechizada por la representación y la necesidad de divertirse, su primer designio, ejerce una presión que va modelando y convirtiendo poco a poco a sus políticos, sus intelectuales, sus artistas, sus periodistas, sus pastores o sacerdotes, y hasta sus científicos y militares, en bufones. Detrás de semejante espectáculo, muchas cosas comienzan a desbaratarse, las fronteras entre la verdad y la mentira, por ejemplo, los valores morales, las formas artísticas, la naturaleza de las instituciones y, por supuesto, la vida política.
No es sorprendente, por eso, que en un mundo marcado por la pasión del espectáculo, Damien Hirst, un señor que encierra un tiburón en una urna de vidrio llena de formol sea considerado un gran artista y venda todo lo que su astuta inventiva fabrica a precios fabulosos, o que las revistas de mayor difusión en el mundo entero, y los programas más populares, sean los que desnudan ante el gran público las intimidades de la gente famosa, que no es, claro está, la que destaca por sus proezas científicas o sociales, sino la que por sus escándalos, excesos o extravagancias callejeras, consigue aquellos quince minutos de popularidad que Andy Warhol -otro de los íconos de la civilización del espectáculo- predijo para todos los habitantes de la sociedad de nuestro tiempo.
Es improbable que su oráculo se cumpla a cabalidad, pero sólo porque hay demasiada gente en el mundo y los medios no se darían abasto concediéndoles a todos esa pasajera inmortalidad. Pero sí se está cumpliendo, en un sentido más discreto e íntimo, pues una ambición creciente impulsa cada vez a más gente, de distintos ámbitos, a actuar de modo que le permita escapar del anonimato y acceder a esa efímera popularidad de que gozan los bufones, a los que, si son buenos en el arte de entretener, se les aplaude y da propinas y se les olvida para siempre. Es difícil escapar a este mandato que impulsa, incluso a los mejores, a echarse en brazos de los creativos de la publicidad -del espectáculo- aun cuando lo que hagan sea serio y parezca fuera del alcance de la frivolidad. ¿No hemos visto recientemente a alguien tan poco superficial como el científico Stephen Hawking promocionar su próximo libro con la llamativa propaganda de que en él se demuestra que la creación del universo puede prescindir de Dios?
Este es el entorno en el cual se explica lo ocurrido con Terry Jones, el pastor pentecostal que sacudió al mundo y que pudo habernos arrastrado a otra catástrofe bíblica (nunca mejor dicho). Puede ser un fanático, un loco o un mero payaso. Pero, en cualquier caso, debe quedar claro que no actuó solo. Todos fuimos sus cómplices.
© LA NACION
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el dispreciau dice: América Latina está entrando en un cono de sombra comprometedor, peligroso, extremadamente peligroso. No todo el ámbito continental, sí varias naciones que están perdiendo sus condiciones democráticas a manos de iluminados, mesías sin dogma, oportunistas que intentan adueñarse de sus respectivas democracias del mismo modo que lo hicieron de los pobres y sus dignidades... ¿cuánta responsabilidad (no hablemos de culpas) tienen los medios y sus propietarios?, quizás la mayor porción al haber manipulado la opinión pública durante años sin respetar a nadie ni tampoco a nada, escudándose en las reglas del cuarto poder... la clase política no aprendió lección alguna, el mundo del periodismo oportunista tampoco. El mundo está repleto de bufones sin corte... hacen de payasos los propios funcionarios, los propios noticieros que difunden sus payasadas, los programas de radio y TV que repiten hasta el hartazgo circunstancias vergonzantes y todo lo que viene detrás, comentarios infundados, comentarios destinados a llenar horas de inconsistencias, etc. Libertad de prensa transformada en libertinaje para destruir al enemigo no sirve, podrá servirle al dueño del medio, no le sirve a la democracia y mucho menos a la sociedad... Una vez más, el poder político es impresentable, pero el periodismo tal se presenta (con honrosas excepciones) también lo es, del mismo modo que muchos otros comunicadores sociales que imponen una TV con letra muerta. En este contexto el valor social tanto como el otro, el cultural, caen sin solución de continuidad en un abismo sin fin, siempre rodeados de conveniencias e intereses que compran dignidades o denigran a las de los calificados como "enemigos". Mientras cada uno de estos actores no se revise a sí mismo, replanteándose los imprudentes y/o malos procederes, la democracia continuará cayendo en este océano de letras muertas donde las leyes están tan muertas como las víctimas, al tiempo que los victimarios andan sueltos por la calle, haciendo de las suyas, protegidos por los poderes de los silencios propios de los trapos sucios. Septiembre 25, 2010.-
sábado, 25 de septiembre de 2010
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