domingo, 12 de septiembre de 2010
VACÍOS
Panorama social
Jóvenes sin estudios ni trabajo
Un 25% de las personas que tienen entre 18 y 24 años carecen de capacitación y empleo; la deficiente educación secundaria es una de las razones del fenómeno
Domingo 12 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Paula Urien
LA NACION
"Necesito gente y no consigo. Y lo peor es que sé que hay muchos por acá sin trabajo, pero vienen un rato, se van, y al otro día faltan. Después dicen que no hay trabajo. Quizá pesa el tema de los planes sociales, está la idea de no trabajar porque se pierde el plan... Trabajo hay, lo que pasa es que los jóvenes no quieren trabajar", dice, con algo de bronca, un comerciante de Ituzaingó.
Según el informe Empleo y Desarrollo Sustentable que elabora la Escuela de Economía Francisco Valsecchi, de la Universidad Católica Argentina, en el país uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 24 años no trabaja ni estudia.
Acceder a un empleo está directamente relacionado con la educación recibida. En un contexto donde recientemente se contabilizaron 24 colegios tomados en la Capital Federal, y 180 días de clase que no están garantizados, más las universidades que se sumaron a la protesta, otro informe, esta vez del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), da cuenta de que sólo uno de cada tres adolescentes termina la escuela secundaria a tiempo. Este dato proviene de la matrícula escolar publicada por el Ministerio de Educación.
"El déficit educativo es muy alto y creciente -informa Idesa- y se produce pese a que en 2006 se aprobó una nueva ley de educación nacional que establece un piso de financiamiento del 6% del PBI para la educación y la obligatoriedad de la secundaria."
Las causas, según Jorge Colina, director de Idesa, son varias: el deterioro socioeconómico de los hogares; la pérdida de valores y el sentido de la autoridad entre los adolescentes. Otra razón que apunta el trabajo es la falta de orientación que hay en la secundaria respecto de las necesidades del mercado de trabajo, y fallas pedagógicas.
Entonces, no sólo se trata de quienes dejan de estudiar, también de la calidad de la enseñanza, que en la Argentina deja mucho que desear. Como prueba está la evaluación internacional PISA, realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que mide las capacidades de lectura, matemática y ciencias en adolescentes de 15 años. En 2006 (últimos datos disponibles) reveló que la Argentina está en el puesto número 51 entre 57 países evaluados, y que se encuentra significativamente por debajo del promedio de la OCDE.
Según Patricio Millán, director de la Escuela de Economía Francisco Valsecchi y responsable del informe, las escuelas tienen que mejorar la calidad de la educación y de los profesores. Para empezar, el abandono de la escuela es un proceso que se va dando de a poco, no sucede de un día para el otro. "Un día el joven no va y ve que no pasa nada, después no va por dos días, comienza a faltar seguido y termina abandonando. Estos jóvenes después hacen lo mismo en el trabajo. Faltan, no tienen constancia... Es en la escuela donde hay que hacer intervenciones tempranas, con muy buenos maestros, bien entrenados, que sepan detectar esta problemática y puedan revertirla". Quienes dejan de estudiar ingresan en el mercado laboral con capacidades muy limitadas, y esto les impide tener acceso a empleos de calidad.
La problemática laboral de los jóvenes también se replica en la realidad mundial, aunque más ligado a la última crisis económica. Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el mundo hay 81 millones de jóvenes sin empleo, 7,8 millones más que hace dos años.
Para Ernesto Kritz, titular de Sel Consultores, el problema laboral no sólo es de falta de calificación. "Hay insuficientes oportunidades de empleo para los jóvenes. Si la tasa de desempleo general ronda el 10 por ciento de la población activa, en los jóvenes es de 20. Una gran barrera es la falta de experiencia. Entonces tienen en su mayoría empleos en negro, informales, de alta rotación y con salarios bajos. Para muchos chicos de hogares pobres, con insuficientes calificaciones, lo que podrían obtener no resulta demasiado atractivo."
Una de las principales recomendaciones del informe de la UCA es que se incorporen en las escuelas secundarias modalidades vocacionales. Es decir que combinen la enseñanza de conocimientos generales con distintos conocimientos ocupacionales relacionados con las necesidades de las empresas, justamente para que obtengan algo de experiencia en el mundo del trabajo.
"La mayoría de las escuelas están orientadas a personas que van a ir a la Universidad, pero esto no es lo que está sucediendo", afirma Millán. Y propone que las escuelas interactúen mucho más con las empresas para detectar sus necesidades y que los egresados puedan salir con alguna perspectiva laboral.
ESCENARIO
25% Jóvenes sin trabajo
* Es el porcentaje de la población joven activa, que está desocupada, según datos oficiales.
81 Problema global
* Son los millones de jóvenes desempleados en el mundo, 7,8 millones más que en 2008, de acuerdo a la OIT.
51 DE 57
Mala nota
* Es el puesto que tuvo el país en la evaluación internacional PISA de 2006.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1303817
el dispreciau dice: las evidencias que la exclusión crece y se disemina al modo de un cáncer son muchas, demasiadas, sin embargo el inconsciente colectivo tiene asumido como conducta el no poder hacer nada para detener el flagelo que está consumiendo a la mayor parte de la humanidad. Se acepta aquello que no es bueno, sin reparar que el modelo se está tragando todo, incluyendo en ello vidas, ilusiones, esperanzas, talentos, capacidades, dones, y más aún. Las deficiencias educativas son parte del problema, pero no son el "problema". Más allá se sitúan las deficiencias de un sistema que representa una pandemia de burlas, soberbias y negligencias, todas convergentes hacia un modelo que induce la creación de pobreza, sea marginando, sea excluyendo. Una parte pequeña de la sociedad da por bueno aquello que no lo es, guareciéndose en el paraguas de los ejemplos falaces: "si lo hace aquel, por qué no yo". Luego es mucha la gente que quiere pero no puede, más allá de los motivos, todos válidos según las perspectivas. Y la vida se escapa entre los dedos sin poder atrapar aquello que eleva, o podría hacerlo, la condición humana. Entonces todas son justificaciones y argumentos vacíos. La realidad es que el sistema económico está licuando al ser humano. Este sistema no beneficia más que al patrón de la vereda, y sólo por ahora, no mucho más allá de mañana, donde quizás no se llegue, ni como conjunto social, ni como individuo. No sirve un modelo que no abre el potencial creativo de las personas, como tampoco sirve un modelo que establece que el ser humano es descartable o acondicionable a los fines de unos pocos cuyas almas exponen desprecios para quienes los quieran ver. Los ejemplos son muchos, no hace falta dar nombres. Argentina acumula casi tres generaciones que desconocen la cultura del trabajo, por ende desconocen la cultura de la voluntad y la otra, la del esfuerzo. No hay motivos, por consecuencia no hay motivaciones... y viceversa. Existe un estado de anarquía evidente... que parte de la incapacidad para contener compasión y solidaridad hacia el prójimo. No se puede sustentar una sociedad sin sentido comunitario, sin misericordia, y en tal sentido el mundo transita una de sus peores etapas. Nada que represente ofrecer una mano al prójimo está vigente. Por el contrario, se hacen colectas, pero las conductas anteriores y siguientes demuestran que los mismos organizadores desprecian tanto los motivos como los fundamentos, de allí que nunca se corrige nada, de allí que nunca se resuelve nada. La sociedad (y no sólo ésta) está enfrentada consigo misma y se expresa con intentos de ventajear al otro, siempre. Aquello que no se cultiva nunca podrá ser recogido, y en eso estamos. Se hace una descripción diaria de las culpas de cada quién, pero nadie asume las propias y entonces la sociedad se transforma en un conjunto de personas que se pasan facturas unas a otras, en un intento de salvar responsabilidades y burlar compromisos. Dicha conducta baja, por lo tanto se expande. Pareciera que la única solución apreciada por el conjunto es la cuenta bancaria suculenta y la ostentación de bienes, pero ello revela apenas un temible complejo de inferioridad, esto es que como no hay valores genuinos, los mismos se concentran en todo lo efímero. Cuando uno anda por la calle, ve muchas miradas vacías, tan vacíos están los espíritus que muchas personas van transitando perdidas en sus mundos, ensimismados en problemas sin raíz, por ende sin solución, hablando en voz alta sin hallar respuestas a las soledades y sus empecinamientos. Curiosamente, esta realidad está inducida por una multiplicidad de factores, donde cada cual atiende su juego sin reparar en el de al lado. Este juego de vanidades y envidias, de desprecios y omisiones, no hace otra cosa que paralizar la actitud social y cultural del conjunto, y si no hay convergencia, definitivamente no habrá sentido de comunidad. Sin sentido de comunidad, el ser humano es una utopía sin forma... Septiembre 12, 2010.-
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