domingo, 19 de septiembre de 2010

DEPREDADORES DE FUTUROS - Divino tesoro - lanacion.com


Emblemático. Fuente de atracción para turistas, el Perito Moreno, en El Calafate, tiene cerca de 260 km2 de superficie. Ver mas fotos

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Divino tesoro
Mientras el Congreso argentino discute un proyecto para protegerlos, los reservorios más grandes de agua bebible de la Tierra están amenazados. ¿Qué les pasa a los glaciares y qué significan para el planeta estos gigantes helados?

Domingo 19 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa


No sería errado llamarlos centinelas del planeta. No, si se tiene en cuenta que hacia fines de los 70 fueron los primeros que dieron alarma sobre un fenómeno del que en ese entonces pocos hablaban. En distintas latitudes, esas moles de hielo comenzaban a acusar impacto del explosivo proceso de industrialización/modernización y su consecuencia principal: una concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero -dióxido de carbono, metano, compuestos clorofluorocarbonados- como nunca en la historia se había registrado, el puntapié del mentado calentamiento global.

"Los glaciares cumplen una función regulatoria de los sistemas hídricos. No regulan directamente el clima, pero indican qué está pasando con éste: los primeros que dieron señales de que «algo» ocurría desde el punto de vista climático fueron ellos. Pasaba en los Alpes europeos, en las montañas del oeste de América del Norte y en nuestra Cordillera, donde en términos generales comenzaban a sufrir un proceso de adelgazamiento o pérdida de espesor, un «retroceso»", explica desde Ushuaia Rodolfo Iturraspe, ingeniero en recursos hídricos, director de Manejo de Cuencas de la Provincia de Tierra del Fuego y docente investigador de la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco.

Los glaciares ocupan aproximadamente el 10% de la superficie del globo y contienen cerca del 75% del agua dulce de la Tierra. Formados a lo largo de distintos períodos geológicos, son la mayor reserva de agua bebible del planeta y es por eso que tanto se habla de ellos, ante la inminencia de la sanción de la Ley de Presupuestos Mínimos para la Protección de los Glaciares y del Ambiente Periglacial en nuestro país.

La Argentina está bien posicionada en la materia. "Sudamérica tiene aproximadamente 30.000 km2, con Chile a la cabeza, cuyos glaciares ocupan más de 20.000 km2. La Argentina viene después. Con excepción de la Antártida, esta región es la que contiene la mayor extensión cubierta por glaciares del hemisferio sur, y somos uno de los pocos países que cuentan con varios miles de km2 de glaciares en su territorio. El glaciar Viedma, en el Parque Nacional Los Glaciares, tiene unos 1000 km2 de extensión, el más grande de Argentina. El famoso glaciar Perito Moreno tiene cerca de 260 km2 de superficie. Estos, junto con otros, como el Upsala, de unos 800 km2, drenan el Hielo Patagónico Sur en la provincia de Santa Cruz", escribe desde Mendoza Mariano Masiokas, doctor en geografía e investigador asistente del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla), principal organismo científico consultado para la elaboración de la ley, dirigido por el doctor Ricardo Villalba.

"Los glaciares se forman en lugares específicos del planeta, como regiones polares o montañosas -explica Masiokas-. Si bien existen muchas definiciones, podría decirse que es un cuerpo permanente de hielo -formado en la superficie terrestre por acumulación, compactación y recristalización de la nieve- que muestra señales de movimiento por acción de la gravedad."

A menudo se escucha que los glaciares retroceden. "En realidad, no podrían hacerlo -explica Mariano Masiokas-. Los glaciares se mueven cuesta abajo por acción de la gravedad, y por eso no «retroceden». La pérdida de hielo en el frente (por derretimiento o por desprendimiento de icebergs) es mayor que el aporte de hielo de las partes altas. Entonces, el frente del hielo va quedando cada vez más retirado, y si se observa este fenómeno durante varios años parecería que el glaciar ha «retrocedido»."

A lo largo y a lo ancho de la cordillera de los Andes, en nuestro país, hay una enorme cantidad y variedad de glaciares. "En el Noroeste, pocos, porque las precipitaciones son tan bajas que no alcanzan para mantener cuerpos de hielo de importancia, aun cuando las cimas de muchos cerros y volcanes estén por debajo de 0°C gran parte del año -describe Masiokas-. En el Centro-oeste, las nevadas invernales son más abundantes y la altura de la Cordillera sigue siendo muy elevada. Eso permite el desarrollo de un mayor número y tamaño de glaciares, pero las condiciones son áridas y presentan una parte importante de sus «lenguas» cubiertas por detritos o escombros. En Neuquén y en Río Negro hay más humedad, pero la altura media de la Cordillera es mucho menor y los glaciares están concentrados en los picos más altos, por ejemplo, en el volcán Lanín o el cerro Tronador. Más al Sur, la Cordillera tampoco es muy elevada, pero las precipitaciones son abundantes y la temperatura, lo suficientemente baja. Eso permite la formación y el mantenimiento de numerosos glaciares, algunos de gran tamaño."


¿La definición de glaciar es la misma en la Puna que en Mendoza o San Juan, en Santa Cruz que en Tierra del Fuego?


"Todos los glaciares están formados por nieve comprimida o recristalizada. Por encima de los 3000 metros de altura, por un fenómeno atmosférico, en vez de llover, nieva: es la temperatura del aire lo que define que haya una nevada. No es que no pueda haber glaciares por abajo o por arriba de los 3000 metros de altura. A medida que nos vamos acercando a los polos la temperatura disminuye y, así, en Tierra del Fuego los glaciares llegan hasta el mar porque la isoterma cero toca el océano", explica el doctor Juan Pablo Milana, geólogo, profesor asociado del Instituto de Geología de la Universidad de San Juan e investigador independiente del Conicet.
Una caja de ahorro que da pérdida

"Un glaciar es una caja de ahorro que se alimenta de nieve. Hay ciertos lugares donde la geografía permite que la nieve quede de un año a otro. En otros, la nieve se derrite, produce el caudal de un año normal y alimenta el río. Los años secos, cuando no hay precipitaciones nivales, es el momento en el que el glaciar actúa como una caja de ahorro: ofrece agua cuando falta. Por eso es tan importante desde el punto de vista hídrico y socioeconómico. Los glaciares de la árida zona andina son menores en tamaño y mucho menos vistosos que los del sur del país, pero así y todo alcanzan a dotar de agua a climas muy secos, casi desérticos", dice Milana desde San Juan.

El mecanismo regulatorio hídrico es sencillamente asombroso. "Un lago también es una reserva de agua, pero si decrecen las precipitaciones entrega menos agua -explica Milana-. En cambio, el glaciar tiene un comportamiento inverso: la principal causa de la fusión de hielo es la energía solar. Pero el sol se captura de manera diferente de acuerdo con la superficie donde refleje. Por ejemplo, una remera de algodón negra da más calor que una blanca. Los años secos, el glaciar muestra hielo viejo, que absorbe mucha más energía porque está sucio, es más antiguo y tiene una reflectancia menor que la nieve. Así que, en sequía, el glaciar puede entregar casi el doble de agua que en épocas normales, lo cual es muy bueno para paliar el problema hídrico..., pero es malo para la salud del glaciar, porque pierde mucha masa en esos años, aunque la puede recuperar en los años normales. Por eso es una reserva tan importante: trabaja el doble cuando más lo necesitamos."

Y los años normales, ¿son tan frecuentes como para que la caja de ahorro dé ganancia? "No -asegura el ingeniero Iturrauspe-. En Tierra del Fuego, por ejemplo, tenemos glaciares como el Vinciguerra que retrocede entre 12 y 15 metros por año, y sufre anualmente una pérdida de espesor cercana al metro. Estos descensos son acumulativos. Algunos años pueden ganar, si hubo un verano relativamente frío o muchas precipitaciones en invierno. Esto ocurrió en Tierra del Fuego la última temporada: tuvieron un balance positivo, pero algo así puede suceder cada 5 o 6 años... A lo largo del tiempo, el resultado es mayormente negativo."
El ambiente de la discordia

El ambiente periglacial viene de la mano de otro elemento muy ligado a los escenarios helados del planeta: el permafrost. "Permafrost es el suelo o roca congelados permanentemente por más de dos años consecutivos", explica el doctor Darío Trombotto Liaudat, también investigador del Ianigla, que se apresura en aclarar que es geocriólogo [N. de la R: y uno de los más respetados del mundo], que su objeto de estudio no son los glaciares, sino los hielos y los suelos congelados en forma permanente, es decir, el permafrost.

El doctor Trombotto explica que esta clase de suelo -obviamente, subterráneo- ocupa más de 20 millones de km2 de la tierra, es decir, cerca del 14% de su superficie. "¿Dónde? A partir de cierta altura, en los Andes, y cuando las temperaturas del aire están bajo 0°C, y también en el Artico, Canadá, Mongolia, el Tíbet."

En el ambiente periglacial no hay glaciares, pero sí permafrost. "Cuando se forma una capa sedimentaria sobre este suelo congelado, que se sobresatura de hielo y se descongela en verano, la crioforma se vuelve activa, se mueve, y constituye los llamados «glaciares de escombros» -describe Trombotto-. No son técnicamente glaciares, sino litoglaciales, glaciares de roca o rockglaciers, cuerpos de detrito y hielo o detrito congelado. ¿Por qué se les dice glaciares? Bueno, hay un error ancestral: es que si la parte superior de ese permafrost se enriquece con precipitaciones, el hielo -por una ley física- se mueve pendiente abajo, repta, y este crepping se asimila al comportamiento de los glaciares "blancos", cuando en realidad no lo son."

El permafrost es condición sine qua non para hablar de litoglaciares. La Puna o ciertas zonas de Cuyo son de las regiones más ricas del mundo en este tipo de formaciones. "Y tanto los activos, que son los que acumulan agua y reptan, como los inactivos, constituidos por suelo congelado -subterráneo- deben ser, ambos, protegidos por la ley", sentencia Trombotto.

La sequía y el calor son dos situaciones que se mitigan con un único recurso: el agua. Y en esos casos los glaciares la aportan. Claro que no de la misma manera. "Si hay sequía, importan los glaciares blancos, porque interactúan directamente con los drenajes de montaña, ríos y arroyos -continúa Darío Trombotto-. Si hace calor, adquieren importancia los glaciares de escombros, que son también reservas de agua, pero que no actúan en forma directa: su parte superior no está congelada en verano y entrega agua a los cauces de los ríos: a más calor, más se derrite esa crioforma y más agua aporta."
Cambio o calentamiento

Como en la política o en el fútbol, en el mundo de la ciencia también hay bandos. Es por eso que Milana advierte que, más que hablar de "calentamiento global", prefiere referirse a "cambio climático global".

"Sí, los glaciares están amenazados -dice-, pero no por el calentamiento, sino por el enfriamiento del mar Antártico, que ha causado una alarmante disminución de las nevadas en los últimos 100 años. Es un panorama confuso. En Cuyo lo vemos especialmente en los glaciares descubiertos, en los que se ve la nieve; los glaciares cubiertos y de roca parecen no sentir ese efecto; por eso, no se trata de un funcionamiento tan fácil de explicar: hay muchas preguntas sin respuestas."

No todos los glaciares son afectados de la misma manera por los cambios en el clima. Masiokas explica que "en su gran mayoría, los de las zonas montañosas disminuyeron su volumen durante el último siglo: a gran escala las temperaturas tendrían un papel preponderante en las fluctuaciones de los glaciares. Pero también las variaciones en las precipitaciones, que modifican la acumulación de nieve durante el invierno y el derretimiento en verano, pueden resultar tanto o más importantes que los cambios de temperatura".

Así las cosas, ilustra Milana, "no porque haga más frío los glaciares van a crecer: en la Antártida la temperatura es de -35°C, pero si no hay precipitaciones no hay nieve. Y los glaciares dependen de ellas".
El inventario

La ley de protección de glaciares prevé algo sobre lo que todos están de acuerdo: un inventario local. La tarea ha quedado bajo la órbita del Ianigla, y dice Mariano Masiokas: "Un inventario nacional implicaría identificar, mapear y caracterizar todos los glaciares de la Cordillera. Dada la enorme extensión e inaccesibilidad del área, deberá realizarse sobre la base de la información adquirida por sensores remotos, con imágenes satelitales obtenidas en años poco nevadores y hacia fines del verano. Cuando no existía esta posibilidad, los mapeos e inventarios de glaciares se hacían a partir de fotografías".

Desde San Juan, Milana coincide en la necesidad del inventario. "Primero, el relevamiento. Y después, el monitoreo de algunos glaciares por provincia para saber qué pasa en el Norte, el Centro o el Sur, ya que la diferencia es muy grande entre un glaciar patagónico, uno cuyano y uno del Noroeste -explica-. Yo hubiera pensado en un instituto nacional con bases en cada provincia, como el de Tecnología Agroprecuaria (INTA) o el de Vitivinicultura. Lo ideal es que se monitoree desde cada provincia, para hacer crecer el conocimiento."

Masiokas aclara que nunca estuvo en los planes realizar el inventario de glaciares en forma aislada y sin involucrar a los distintos organismos provinciales o nacionales que administran o trabajan con este recurso en las distintas regiones del país. "Sí -puntualiza- creo que es importante que exista una institución u organismo especializado que coordine las tareas y sirva de nexo para que el inventario se realice de una manera estandarizada y los resultados puedan ser comparables."

¿Cuánto habrá que esperar para tener mapeado el hielo? "Unos 5 años -agrega el hombre del Ianigla-. Parece un plazo razonable. Sin embargo, como nunca se hizo, una vez que empecemos a trabajar tendremos una idea más real. Será fundamental no sólo para conocer cuánta superficie tenemos cubierta por hielo, dónde, si en avance, retroceso o estacionario; también, para protegerlo dentro del marco de las leyes."
Glaciares y minería

Cien millones de litros de agua por día. Eso es lo que diversas asociaciones ambientales afirman que utiliza un megaemprendimiento de minería a cielo abierto. Una cantidad superior a la que necesita una ciudad de unos 100 mil habitantes o una industria mediana-grande para funcionar en forma cotidiana.

El "link" entre los glaciares y la minería viene a cuento de ese precioso elemento. Sin embargo, también se le recriminan otras agresiones al medio ambiente: la utilización de cianuro para extraer minerales genera una "deuda ecológica" difícil de cuantificar. En Europa ya lo tienen claro: el 5 de mayo de este año, el Parlamento Europeo recomendó prohibir el uso de tecnologías mineras a base de cianuro.

Pero hace casi 20 años, los entonces presidentes de Argentina y Chile (Carlos Menem y Ricardo Frei, respectivamente) firmaron el Tratado de Complementación Minera, un acuerdo para promover los procesocordillera de los Andes. Los mandatarios cedieron la explotación a firmas transnacionales durante cuatro décadas. No es obra de la casualidad, por supuesto: la Cordillera es la sexta potencia minera del planeta. En el marco de ese acuerdo se puso en marcha el principal proyecto minero del mundo: Pascua Lama, en zona fronteriza (Atacama, del lado chileno; San Juan, del lado argentino).

¿Podemos vivir sin lo que aporta la minería a cielo abierto? "No -afirma rotundamente Milana-. Usamos sus productos en todo; los celulares tienen contactos de oro, los autos, las viviendas. Y la minería de socavón no es más posible porque genera costos inalcanzables. Lo que hay que cumplir son los controles. Eso falta. Y creo que tendrían que ser independientes (no de las mismas empresas) y descentralizados, con la participación de especialistas en cada zona, porque no es lo mismo un glaciar en Cuyo que en la Patagonia o en la Puna."

En la mayoría de los casos, los megaproyectos se ubican cerca de glaciares o sobre ellos directamente (ver infografía), a más de 4000 metros de altura, en zonas de difícil acceso.

Dice Javier Rodríguez Pardo, periodista y miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista (Renace) y de la Unión de Asambleas Ciudadanas: "Para esta minería no hay controles. No hay posibilidad de vigilancia eficaz. No es sostenible en el tiempo y legislar sobre el particular puede legalizar la intervención de los glaciares, del ambiente periglacial y cuerpos de hielo".

¿Tiene sentido una ley, entonces? "Algunos pensamos que la mejor ley de protección de glaciares, cualquiera que sea, no resuelve el impacto nocivo de la minería -añade Rodríguez Pardo-. Por sí sola, esta norma legal (como cualquier otra) está desamparada y bien puede ser utilizada con el argumento de que «se hace minería conforme a la legislación vigente», refrendada por la provincia, generalmente asociada a los intereses mineros. Sin embargo, es una herramienta vital a utilizar por los movimientos sociales y en debates públicos. Nos permitirá ejercer un observatorio permanente que atienda a su cumplimiento, y nos obliga a exigir el acatamiento de la evaluación de impacto ambiental."

La pregunta que cualquier habitante de la Tierra no debería dejar de hacerse tiene seis palabras: ¿qué sería del mundo sin agua? La respuesta es una sola: nada. Nuestra vida y la de quienes nos hereden depende de ella. Y, por ende -todo parece indicarlo-, de los glaciares. Ni más. Ni menos.

Por Gabriela Navarra
SE NECESITA UNA PLANIFICACION ESTRATEGICA
POR LUIS CASTELLI, DIRECTOR DE LA FUNDACION NATURALEZA PARA EL FUTURO (FUNAFU)


Los glaciares son motivo de una discusión que pocos comprenden: de repente esas reservas de agua endurecida desde el Pleistoceno dependen de un quórum. Como varios temas vinculados con nuestro ambiente, el problema no alcanza a ser claro. Se informa poco y se transforma en un tironeo político lo que es una cuestión esencial. No se entiende si lo que se pretende proteger son los glaciares o la industria minera, y se evita una participación inteligente de la gente. Esta modalidad, siempre rodeada de una supuesta urgencia coyuntural, impide una reflexión profunda, subestima la inteligencia de las personas y promueve una participación de piquetes, cortes de ruta, y trasnochados discursos parlamentarios que no pocas veces se resuelven a lo guapo.

El desarrollo de la megaminería del metal despierta las mayores polémicas: se le imputa la alteración de la superficie terrestre, el alto riesgo de contaminación y un desmesurado consumo de agua.

En octubre de 2008 se aprobó por unanimidad en ambas cámaras una ley que establecía la protección de los glaciares y periglaciares y la prohibición de actividades que pudieran afectarlos. La ley fue vetada, entre otras cosas, porque "podría afectar el desarrollo económico de las provincias involucradas", o "daría preeminencia a los aspectos ambientales por encima de actividades que podrían autorizarse".

Dos proyectos se han venido debatiendo y uno ha obtenido la aprobación en la Cámara de Diputados. Las sutiles diferencias no son inocentes. Y ello se debe a la interpretación de lo que se entiende por área periglacial y, consecuentemente, a las actividades que pueden realizarse en ella. El proyecto recientemente aprobado es similar al que se había vetado y establece mayores resguardos ambientales que el presentado por el oficialismo y defendido por algunas provincias.

Quizás el enfoque debería ser la protección de las fuentes de agua potable. El daño allí puede ser irreversible y de ellas depende el futuro de muchas comunidades. ¿Es apropiado arriesgar este recurso en pos de una explotación minera?

Sería tanto más fácil si hiciéramos una planificación estratégica de lo que queremos para la Argentina. Algo tan simple como establecer, de antemano, dónde, en qué cantidad y por qué medios elegimos hacer determinadas actividades o no. Sería un cambio fuerte, esperanzador.

UN PIONERO EN LOS HIELOS
POR DANIEL HIRSCH, DIRECTOR DE LA FUNDACION PARQUES NACIONALES


El 21 de octubre de 2009, dos meses antes de cumplir 97 años, falleció en Olivos don Mario Bertone, primero en relevar y determinar el número de glaciares de nuestro país. A los 6 años viajó con su familia a Italia, donde cursó estudios y obtuvo, en el Politécnico de Turín, el título de ingeniero civil especializado en hidráulica. Allí nació su devoción por los glaciares.

En 1943, la Dirección General de Meteorología, Geofísica e Hidrología seleccionó a Bertone entre 40 postulantes para ocupar un cargo que lo dedicaría de lleno a la materia. Desde entonces y hasta 1946, realizó extensos reconocimientos en Mendoza, San Juan, Neuquén y Río Negro.

Y era un aventurero. Intentó hacer cumbre en el Fitz Roy en 1938 y, con el coronel Emiliano Huerta, concretó el primer cruce transversal del Campo de Hielo Continental Patagónico, recorriendo unos 300 km, un viaje considerado proeza para la época.

Ese mismo año fundó con Huerta el Instituto Nacional del Hielo Continental Patagónico, y se convirtió en su primer coordinador.

En 1953 participó activamente en la construcción de una docena de refugios en los campos de hielo de la provincia de Santa Cruz, para el personal de la Fuerza Aérea que realizaba prácticas de aterrizaje. Más tarde, esos refugios serían utilizados por los andinistas que querían cruzar el Hielo. Todavía quedan algunos en pie.

Entre 1946 y 1997, durante 51 años, pasó al menos cuatro meses al año en el hielo.

Bertone es autor del libro Aspectos glaciológicos de la zona del Hielo Continental Patagónico, partes I y II; el primero, publicado por el Ministerio de Educación en 1960; el segundo, en 1977, una recopilación del material con comparaciones fotográficas valiosísimas sobre las modificaciones glaciológicas, en lugares idénticos, con 25 años de diferencia.

Bertone dejó un archivo fotográfico de más de 30.000 fotos y 10.000 metros de filmación. "En 2002 medimos la cuenca mayor del glaciar Upsala y tenía un espesor de 1300 metros -señaló poco tiempo antes de morir-. Ahora calculamos que ha disminuido unos 300 o 400 metros. El glaciar Baltoro, en la cordillera Karakorum, en Paquistán, el más grande del Himalaya, tenía hace unos años 80 kilómetros y se ha reducido a 30. Ya casi no hay hielo. Los glaciares van a desaparecer. Tomen conciencia sobre esto y háganla tomar a las generaciones futuras."

En internet
www.naturalezaparaelfuturo.org
www.fundacionparquesnacionalesargentina.org
www.glaciares.org.ar
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el dispreciau dice: dado que las ciencias se han desarticulado a favor de los intereses, prescindiendo del valor superior demonimado "ser humano", el mundo empresario y su socio, el político, sustentan aún tecnologías retrógradas. Se demuestra en la impericia-negligencia de la petrolera en el Golfo de México (como en otras semejantes), en la siguiente impericia-negligencia de la minera chilena, pero en nuestro medio tenemos muchos ejemplos, estos van desde el oro, plata, estaño, hasta alcanzar el uranio, litio, etc. (para mencionar sólo a algunos). ¿Qué ocurre en el mundo empresario-político?, primero hay una connivencia necesaria entre las incapacidades de unos y las ansias de los otros, descartando los medios, justificando cualquier fin bajo argumentos falaces en su raíz. Detrás se encolumnan los legisladores que son socios de la incapacidades tanto como de las mentiras. Más allá de todas y cualquiera de las reflexiones sociales, culturales, individuales, existen verdades inapelables:
1. La tecnología de las conveniencias sigue apelando al facilismo, esto es emplear tecnologías perimidas para seguir sosteniendo un modelo perverso y consumido en sí mismo.
2. Seguir utilizando hidrocarburos como si las reservas del planeta fuesen eternas demuestra la incapacidad del modelo para autosustentarse.
3. Seguir utilizando "cables" para distribuir energía eléctrica evidencia que la tecnología está en armonía con la incapacidad de los empresarios, políticos y científicos para hacer algo que sea acorde a los avances culturales humanos
4. Despreciar la luz como fuente de energía sigue siendo una asignatura pendiente del mundo científico, una vez más eclipsado por las demandas de las desvergüenzas político-empresarias. El uso de la luz tal como se evidenciaba en los comienzos de los ochenta, luego cajoneado por los afanes depredatorios, demuestra que la negligencia y la soberbia empresaria (falsa) no tiene límites
5. Destruir las fuentes de agua dulce y contaminar indiscriminadamente las de agua salada, favoreciendo intereses económicos de las potencias políticas y económicas (quebradas) del mundo humano, es otro síntoma de negligencia manifiesta. A nadie le importa nada del otro y lo demuestran cada vez que fracasa una convención mundial por el clima, los recursos y el ambiente
6. Utilizar, aún hoy, cianuros para depurar minerales demuestra que la ley del mínimo esfuerzo sigue vigente apañada por los burladores encaramados en el poder, cuyos discursos indican una cosa, distinta a la realidad
7. Por caso, que los medios sigan lapidando bosques para contar con papel, aparece como una falacia mayúscula, más aún cuando se sabe que el aire disponible para respirar (la humanidad lo hace, no se olviden) ha disminuído un 25% su calidad (promedio) tanto como su disponibilidad, y ello sólo en 50 años (los últimos) de burlas al conocimiento público
¿Hay más?... sí, muchísimo más, sin embargo no hace falta reiterar ni ampliar lo ya dicho ya que a buen entendedor... Queda delante de las narices todos lo que se quiera ver. América Latina es una fuente de ansias depredatorias, del mismo modo que lo fue en la época de la conquista y no lo había sido nunca antes (nativos mediante). Lo que se hace aquí no se hace allá. Para los que vivimos al pié de la cordillera, queda claro que los intereses internacionales convergentes sobre áreas desoladas no es una casualidad ya que con los satélites hoy se puede averiguar con seguridad la composición del suelo hasta grandes profundidades... mientras los gobernadores "regalan" tierras a cambio de silencios y conveniencias, poniendo caras de feliz cumpleaños, los depredadores hacen de las suyas ofreciendo explicaciones que van más allá del hombre sometido a ser esclavo de un sistema económico quebrado, ese mismo que lo está ahogando para darle vida a unos pocos insensatoz (perdón, no recuerdo con qué va al final de la palabra, si "s" o "z"). Cada día que pasa, cada día que transitamos, confluyen las impericias del mundo espacial, del mundo nuclear, del mundo automotriz, del mundo de los plásticos, del mundo de las telas, el mundo de la química, siempre demostrando que el suelo que pisamos da para todo, pero sólo es suficiente para pocos. Como un ejemplo más, lo que se está haciendo en Brasil de la mano del héroe Lula, será recordado por las generaciones futuras no como un referente de la historia, por el contrario será tenido como una "vergüenza" en el pasado del país, por no haber previsto las consecuencias... Los muchos seguimos despreciados, como corresponde a los principios del medioevo y sus reinos vacíos... Septiembre 19, 2010.-

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