jueves, 15 de abril de 2010

DICTADURA DEMOCRÁTICA

Democracia, un mandato internacional
Miguel Angel Espeche Gil
para LA NACION

Noticias de Opinión: Jueves 15 de abril de 2010 | Publicado en edición impresa

EL sistema interamericano (desde 1948, la Organización de los Estados Americanos, OEA) sostiene, al menos declarativamente, la adhesión a la vigencia efectiva de la democracia representativa, reflejando las aspiraciones de la gesta emancipadora cuyo bicentenario conmemoramos este año.

Las sociedades reclaman que los derechos, las garantías y el respeto del ejercicio de los poderes establecidos en las constituciones sean realidades. Avances y retrocesos se han dado en casi todos los países, pero el rumbo hacia la concreción de esas aspiraciones se mantiene constante.

Los Estados que, coyunturalmente, pasan por etapas de retroceso de sus instituciones -los menos, felizmente- son vistos como socios de segunda clase.

La vigencia efectiva de la democracia representativa es condición sine qua non para que los gobiernos de los Estados americanos sean admitidos en los órganos del sistema.

Uno de los instrumentos internacionales de mayor relevancia es la Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001, un avance notable en el desarrollo progresivo del derecho internacional.

Si bien formalmente no es un tratado, toma en cuenta los avances del derecho consuetudinario, extendiendo a los Estados miembros la obligación de respetar los derechos y garantías reconocidos en las constituciones nacionales.

El incumplimiento de las obligaciones incorporadas en la Carta afecta expresamente a todos los Estados miembros y posibilita que las alteraciones del orden institucional interno, que vulneran, a la vez, el orden público general interamericano, sean ventiladas en los foros del sistema.

Significa también que personas, partidos u otras entidades pueden legítimamente comunicar a organismos de la OEA o a gobiernos de los Estados miembros eventuales transgresiones a la Carta Democrática sin que ello signifique desconocer la vigencia del principio de no intervención en los asuntos internos. Por el contrario, contribuirá solidariamente a la salud cívica en el continente y a inhibir y prevenir tentaciones de poder absoluto, avasallamiento de libertades y vulneración de la independencia de los poderes constitucionales. Esto hace, asimismo, al fortalecimiento de las garantías para la defensa de los derechos humanos ante la Comisión y la Corte de San José de Costa Rica.

Como la Carta es poco conocida, su estudio debería incorporarse al currículum de todas las facultades de Derecho.

En la Unión Europea, todos los Estados, inclusive los que guardan las formas de reinos, son, en realidad, republicanos y democráticos. Las libertades públicas, la separación e independencia de los poderes, las elecciones libres y genuinas, la periodicidad del ejercicio de las magistraturas, el Estado de Derecho, el acceso a la Justicia (nacional e internacional), los derechos fundamentales y los derechos humanos rigen efectivamente.

En Europa, el cumplimiento obligatorio de esos requisitos para pertenecer a la Unión no se considera incompatible con la soberanía nacional.

Pese a sus regresiones, la gradual madurez institucional del sistema interamericano se va perfilando, con elementos de ley próxima a dictarse, en las labores del Comité Jurídico Interamericano, como la propuesta de atribuir al fraude electoral el mismo carácter ilícito internacional que tienen los golpes de Estado que derrocan gobiernos legítimos.

Tan ilegítimo es un gobierno surgido de un golpe de Estado como el que resulta del fraude electoral; la historia política de nuestro país ha sido signada por la lucha por la libertad y la limpieza del sufragio y el respeto a sus resultados.

© LA NACION
El autor es diplomático. Ex miembro del Comité Jurídico Interamericano de la OEA
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Miguel Angel Espeche Gil

lanacion.com | Opinión | Jueves 15 de abril de 2010


el dispreciau dice: sin querer aparecer como "anarquista"... si la Democracia que se pretende, es la que enseña actualmente el modelo occidental, donde pocos se apoderan de mucho y los muchos se quedan sin nada, algo anda muy mal en el concepto que se defiende. Por caso, la democracia argentina da pena, mejor dicho, escalofríos... porque la sociedad no tiene nada a efectos que los políticos declamen y deliberen sobre lo nunca harán. La filosofía política de América Latina indica que hay que usar el voto para luego despreciar a la ciudadanía propia y ajena... y curiosamente eso es lo que hacen tanto propios como ajenos, acrecentando la tremenda deuda política, que sólo atina a producir excluidos y acrecentar la pobreza. Entonces, si este es el modelo... debo decir que el mismo no sirve. Mantener a legisladores que viven traicionándose para luego sonreir ante las cámaras y justificar conductas avergonzantes, no aparece como muy prudente, tampoco apropiado, ya que no reivindica ni ideas ni ideologías, antes bien apenas cinismos. Mantener a un estamento académico con calidad de jueces, los que ante la situación límite, fallan a favor de los victimarios, no aparece como muy adecuado, mucho menos revela justicia, antes bien es un atropello a los derechos ciudadanos. Traducido, nos estamos ahogando en la ausencia del estado del derecho... y las justificaciones a las apelan los unos y los otros, además de la reiterada vergüenza ajena, producen males mayores en una sociedad de por sí diezmada de motivaciones tanto como de valores. El derecho como ciencia muere o se transforma en letra muerta de esta utopía llamada democracia, donde unos pocos se divierten a costillas de los esfuerzos de los muchos, a los que encima desprecian, esclavizándolos y sometiendo sus voluntades. Se suele escuchar a la clase política haciendo declaraciones inconsistentes, explicando lo inexplicable... buscando cámara para no perder vigencia, para luego no atender los llamados de las necesidades de las personas. Esta situación ha dado lugar a un terrorismo de estado democrático que en Sudamérica muestra variados modelos de incapacidades manifiestas. Quizás los que ostentan el poder no lo entienden como tal, sin embargo sus conductas muestran a las claras que la democracia es apenas una entelequia que beneficia a los que dicen ser parte de la historia, y denigra la condición humana de los que tienen voto pero jamás serán escuchados. Así, no sirve. Por mucho menos, se produjo la revolución francesa... ¿se acuerdan?. Abril 15, 2010.-

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