viernes, 4 de enero de 2019

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El Gobierno de Bolsonaro agita el fantasma de la limpieza ideológica | Internacional | EL PAÍS

El Gobierno de Bolsonaro agita el fantasma de la limpieza ideológica

El nuevo presidente de Brasil anuncia un primer paso en su plan de privatizaciones

bolsonaro
Bolsonaro junto a su vicepresidente (izquierda) y a su jefe de gabinete en el consejo de ministros AFP
El estreno de Jair Bolsonaro al frente del Consejo de Gobierno de Brasil no dejó lugar a dudas. A través de uno de sus ministros más cercanos, el nuevo Ejecutivo agitó el fantasma de la limpieza ideológica al anunciar que despedirá a los puestos de confianza de anteriores Gobiernos. La ciudadanía “dijo basta a las ideas socialistas y comunistas”, dijo el ministro de la Casa Civil, Onyx Lorenzoni. Su otra gran promesa, reactivar la economía mediante privatizaciones, dio los primeros pasos con el anuncio de sacar a concesión varias infraestructuras de transporte.
El ultraderechista Bolsonaro ha presidido en Brasilia el primer Consejo de Gobierno de su mandato. Una reunión con todo su equipo, el vicepresidente y los 22 ministros, que pretende celebrar semanalmente, algo nada habitual en Brasil.
Al finalizar, el ministro de la Casa Civil (una especie de jefe de Gabinete), Onyx Lorenzoni, ha comparecido y ha ahondado en la retórica contra “los comunistas” y en su intención de “despetizar el país”, en referencia a los Gobiernos del Partido de los Trabajadores, al anunciar que los cargos de confianza contratados por sus predecesores serán despedidos. Nada más tomar posesión, él mismo echó de sus empleos temporales a los 320 que había en su ministerio. "No tiene ningún sentido tener un Gobierno con el perfil que tenemos con las personas que defienden otra lógica, otro sistema político, otra organización de la sociedad", a su juicio porque, recalcó, la ciudadanía de Brasil “dijo basta a las ideas socialistas y comunistas que en los últimos 30 años nos llevaron al caos actual".
Dar un fuerte impulso a la economía, que crece tímidamente desde el fin de la recesión, es junto a la mejora de la seguridad lo primero que reclaman los brasileños a su nuevo presidente. La receta que Bolsonaro les ofreció durante la campaña electoral consistía en importantes privatizaciones y el drástico recorte del gasto público del inmenso Estado brasileño.
Pero su primer anuncio económico ha sido sin duda tímido. Jair Bolsonaro ha anticipado este jueves en un tuit que pretende conseguir 7.000 millones de reales (1.800 millones de euros) con “concesiones de ferrocarril, 12 aeropuertos y cuatro terminales portuarias”. Sin más concreción.
El equipo económico está liderado por un ultraliberal, Paulo Guedes. Pero el presidente no ha ofrecido más detalles sobre las concesiones mencionadas en su tuit. El saliente presidente Michel Temer, del centro derecha, intentó dar algunos pasos hacia la liberalización de la economía; aprobó en sus dos años de mandato varios planes privatizadores pero no tuvieron el resultado deseado. El último, incluía licitar concesiones o privatizar 75 infraestructuras.
Sí es algo más concreto el plan anunciado tras el Consejo de Gobierno para vender inmuebles públicos. El ministro de la Casa Civil ha explicado que “las primeras informaciones dicen que el Estado tiene unos 700.000 inmuebles” por todo el país “lo que genera inmensos gastos de mantenimiento”. El Ejecutivo está empeñado en reducir al mínimo los gastos de la Administración. Adelgazar el Estado es una tarea tan titánica como urgente porque el sistema actual es insostenible. Las pensiones se comen más de la mitad del gasto público. Para este año está previsto que pagar a los jubilados se lleve el 53%, según datos oficiales, el triple de lo destinado a sanidad, educación y seguridad pública: un 16%. Prácticamente todo lo restante (hasta el 98%) son gastos comprometidos, por lo que el margen de maniobra es casi inexistente.
El zar económico del presidente Bolsonaro había dejado claro la víspera, en su toma de posesión, que él es un técnico que ofrece la receta para impulsar el crecimiento económico pero que son los políticos quienes tienen el poder de hacerlo realidad. Guedes recalcó que el nudo gordiano es la reforma del sistema de pensiones para la que el ultraderechista carece por el momento de suficiente apoyo en el atomizado Congreso. “Si es exitoso (el reto de aprobar la reforma de las pensiones), tenemos 10 años de crecimiento por delante”. Si fracasa, las perspectivas económicas serán malas.
Guedes --nada acostumbrado a los usos y costumbres de la política brasileña, donde el intercambio de favores está a la orden del día-- recordó a los representantes del Poder Legislativo y el Judicial que son unos privilegiados. “Quien legisla y juzga tiene las mayores jubilaciones y la población, las menores”, les dijo en su primer discurso al asumir el cargo. Es por eso que la reforma de las pensiones se les atragantó a los anteriores presidentes. Y este no lo tiene fácil, además, ha anunciado que no piensa tocar las de los militares retirados, las más generosas.
El superministro de Economía, que ha asumido los poderes antes repartidos en varios ministerios, tiene previsto detallar este viernes al presidente Bolsonaro sus planes para impulsar el crecimiento económico. Según Guedes, su intenso plan de privatizaciones, que no ha precisado, podría suponer un crecimiento de entre el 3% y el 3,5%.

La ministra pastora: “Las niñas de rosa, los niños, de azul”

La llegada a los despachos ministeriales no ha supuesto un gran cambio en la retórica de los ahora ministros. “Atención, atención. Comienza una nueva era. Los niños visten de azul, las niñas de rosa”, proclamó la nueva ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, ante un grupo de seguidores en la sede ministerial en Brasilia nada más concluir la ceremonia en la que asumió la cartera. Los presentes le responden entusiasmados “eso, eso”, según muestra un vídeo que este jueves se ha viralizado en Brasil. La ministra es además pastora evangélica de la Iglesia Cristiana Cuadrangular y una acérrima enemiga de lo que los bolsonaristas denominan “la ideología de género”, un cajón desastre en el que incluyen múltiples políticas igualitarias o feministas. Este jueves ha explicado: “Hice una metáfora contra la ideología de género pero los niños y las niñas pueden vestir de azul, rosa, con colores, en fin, como mejor les parezca”. Pero la víspera, en su discurso, dejó clara su postura: “El Estado es laico pero esta ministra es terriblemente cristiana”.

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