domingo, 15 de julio de 2018

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Urgen medidas para proteger la biodiversidad de Santa Lucía



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Urgen medidas para proteger la biodiversidad de Santa Lucía

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El cambio climático y la falta de cuidado ambiental podría tener consecuencias devastadoras para la salud de los ecosistemas y la rica biodiversidad de Santa Lucía. Crédito: Desmond Brown/IPS.
El cambio climático y la falta de cuidado ambiental podría tener consecuencias devastadoras para la salud de los ecosistemas y la rica biodiversidad de Santa Lucía. Crédito: Desmond Brown/IPS.
CASTRIES, Santa Lucía, 10 jul 2018 (IPS) - El loro amazona de Santa Lucía es una de las especies más conocidas y una de las más sorprendentes, destacan los conservacionistas, con su plumaje verde chillón, la frente morada y las alas rojizas. Pero pronto podría desaparecer de este país insular del Caribe.
El cambio climático y la falta cuidados ambientales podrían tener consecuencias devastadoras en la salud de los ecosistemas de este país de gran diversidad biológica, alerta la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Sean Southey, presidente de la Comisión de Educación y Comunicación (CEC) de la UICN, dijo a IPS que urgen acciones para salvaguardar la biodiversidad de Santa Lucía, bajo una constante amenaza.
“El cambio climático hace que países como Santa Lucía experimenten eventos climáticos extremos. El aumento de los huracanes, el mal clima y los deslizamientos de terreno son consecuencias increíbles (del recalentamiento planetario)”, explicó.
Con menos de 616 kilómetros cuadrados, Santa Lucía tiene una riqueza de animales y plantas excepcional. En esta isla viven más de 2.000 especies autóctonas, de las cuales casi 200 no se encuentran en ningún otro lugar.
Otras especies cuya supervivencia también preocupa son el enebro, el coral cuerno de ciervo y la serpiente Erythrolamprus ornatus, actualmente localizada en las islas María, la que está en peor situación.
También están en riesgo los bosques de manglares y los humedales, observó Southey.
Pero no es demasiado tarde para actuar, y urgió a Santa Lucía y a sus vecinos del Caribe a aprovechar sus pequeñas dimensiones.
“Al ser islas pequeñas, es posible que la sociedad real se involucre. Lo que quiere decir que ayuda a la gente a conectar con el ambiente”, explicó.
“Quiere decir que necesitan saber y sentir y apreciar que su comportamiento individual hace la diferencia. En especial, las decisiones en materia de biodiversidad como planificar el uso de la tierra”, explicó.
“Si va a vender el terreno familiar, ¿lo vende para construir otro centro turístico, para hacer un terreno de golf o para producir bananas orgánicas?”, planteó.
“Esas son las decisiones individuales que la gente tiene tomar para proteger una isla o dañarla”, añadió.
Santa Lucía tiene una riqueza excepcional de animales y plantas. En este país insular viven 2.000 especies autóctonas, de las cuales casi 200 no están en ningún otro lugar. Crédito: Desmond Brown/IPS.
Santa Lucía tiene una riqueza excepcional de animales y plantas. En este país insular viven 2.000 especies autóctonas, de las cuales casi 200 no están en ningún otro lugar. Crédito: Desmond Brown/IPS.
La gestión a conciencia de los manglares y de las costas, “puede crear mecanismos naturales que le permiten atenuar y proteger a la sociedad de las consecuencias del cambio climático”, añadió Southey.
El presidente del CEC señaló que los eventos climáticos extremos obligaron a la población del Caribe a entender el cambio climático más que en otros países.
“Si tiene más de 30 años en el Caribe, habrá visto la variación del clima. No es una noticia que escucha en los informativos, es una realidad que siente todos los años durante la temporada de huracanes. Creo que hay una comprensión”, observó.
En septiembre de 2017, el huracán Irma destrozó muchas islas vecinas a Santa Lucía, como Barbuda.
El huracán de categoría cinco destruyó la colonia de fregatas, desapareciendo la mayoría de las 10.000 aves, así como el bosque de manglares, donde anidaban y se reproducían.
Muchos países del Caribe trabajan en la construcción de barreras naturales y en soluciones naturales contra el cambio climático, pero Southey todavía cree que se puede fortalecer mucho más la noción de que la gente también puede hacer lo suyo para ayudar.
Reducir los desperdicios plásticos
En junio de 2016, Antigua y Barbuda marcó el camino en el Caribe al prohibir el uso comercial de bolsas plásticas.
El ministro de Salud y Ambiente de ese país, Molwyn Joseph, dijo que se tomó la decisión con el fin de reducir el volumen de bolsas que terminan en los cursos de agua y en los humedales.
“Le damos a nuestros manglares la posibilidad de luchar por ser una fuente de vida marina saludable, lo que no hará más que beneficiar a la gente”, añadió.
Antigua y Barbuda también se convirtió en el primer país de la Organización de Estados del Caribe Oriental y el segundo de la Comunidad del Caribe en ratificar el Protocolo de Nagoya del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB).
El Protocolo de Nagoya ofrece un marco legal y transparente para la efectiva implementación de uno de los tres objetivos del CDB: el intercambio justo y equitativo de beneficios a partir de la utilización de los recursos genéticos.
Una de las mayores cadenas de supermercados del Caribe lanzó el 3 de este mes una campaña contra el uso de bolsas plásticas y alentar a usar bolsas reutilizables para hacer las compras como una alternativa más amigable con el ambiente.
El gerente de Massy Sotres en Santa Lucía, Martin Dorville, explicó que la empresa se concentra en encontrar soluciones permanentes para reducir la basura plástica y su propia demanda.
La decisión de alentar a los clientes a reutilizar bolsas plásticas fue valiente y ayudará a gestionar las consecuencias negativas que conlleva su uso.
“Estoy encantado de que uno de los principales supermercados haya decidido prohibir las bolsas plásticas. Es un comportamiento puntual, pero que ayuda a todos a darse cuenta que las acciones individuales marcan la diferencia”, explicó Southey a IPS.
“Cuando uno circula por Santa Lucía, se ven las bolsas viejas desperdigadas en el paisaje, así que realmente lo aprecié”, indicó.
“Pero lo que realmente me gustó fue que cuando gasté más de 100 dólares, me dieron una bolsa reciclable como bono para invitarme a usarlas y que mi comportamiento individual marque una diferencia”, destacó.
Si los escolares pudieran comprender la importancia de los manglares, los complejos ecosistemas y la necesidad de proteger los bosques, la vida silvestre y las aves en peligro, “entonces creo que podemos hacer una gran diferencia”, añadió.
Traducción: Verónica Firme

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