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La difícil apuesta de África occidental por la energía renovable
- Guinea, signatario del Acuerdo de París sobre cambio climático, trabaja para extender la red eléctrica a las tres cuartas partes de sus 12 millones de habitantes que no tienen, lo que le está resultando un compromiso difícil de cumplir.
Mamadou Bangoura, jefe de gestión de energía y planificación del Ministerio de Energía de Guinea, dijo a IPS que a su país le está costando mucho llevar la electricidad a todos los hogares de forma rentable.
Según ONU Medio Ambiente, solo 26 por ciento de la población tiene electricidad en su casa.
“Nuestra principal preocupación es encontrar un equilibrio entre la implementación del programa y la protección de la biodiversidad”, explicó.
A eso se suma “el requisito de ser muy rigurosos con los aspectos ambientales y sociales en la realización de los proyectos de infraestructura”, explicó Bangoura.
Según la organización Fauna y Flora Internacional, los animales silvestres de ese país ya están en riesgo.
“Es necesario encontrar soluciones de conservación que permitan a las personas ganarse la vida a la vez que proteger los bienes naturales para el futuro”, señala la organización.
A diferencia de otros países africanos con una gran dependencia en los combustibles fósiles, solo 43 por ciento de la electricidad de Guinea se generar a partir ellos, pues 55 por ciento procede de centrales hidráulicas.
El potencial de la alternativa hidráulica de ese país es enorme. Guinea es para muchos una torre de agua en África occidental; 22 ríos de la región nacen en su territorio, incluso el Níger, el tercero más grande.
A pesar de las dificultades, añadió Bangoura, su país lograba avances y tiene varios proyectos hidráulicos en marcha.
El proyecto Kaléta, que producirá 204 megavatios, ya está terminado. Pero Souapiti, de 459 megavatios, y Amaria, de 300, todavía están en construcción.
Además, se está negociando la construcción de una granja solar de 40 megavatios y otra central también de 40 megavatios. “Se están terminando los acuerdos de compra de energía y de concesión”, apuntó.
En Gambia también hay dificultades para implementar las energías renovables.
Esa pequeña nación de 1,8 millones de habitantes es un caso raro por su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; se propone disminuir 44 por ciento por debajo del volumen habitual, lo que será un gran desafío porque 96 por ciento de la electricidad producida actualmente procede de combustibles fósiles.
El agrónomo Sidat Yaffa, especialista en cambio climático de la Universidad de Gambia, dijo a IPS que hay barreras que frenan los programas de energías renovables porque es un sector nuevo en el país.
“Todavía es difícil lograr una mejor comprensión de la tecnología, es difícil encontrar fondos adecuados para su implementación, y también cuestan encontrar recursos humanos disponibles que usen la tecnología”, detalló.
Los programas en materia de energías renovables de Gambia incluyen un proyecto piloto con una fuente eólica en el pueblo de Nema Kunku, en la región de la Costa Occidental, añadió.
“Los gases invernadero en la agricultura se pueden reducir de forma drástica en los próximos cinco años en Gambia con la tecnología de irrigación a base de paneles solares”, agregó Yaffa.
Costa de Marfil también tiene grandes ambiciones para el desarrollo de energías renovables confiables y rentables, según fuentes oficiales. Ese país se comprometió a producir 42 por ciento de su energía a partir de fuentes renovables.
En esta tercera semana de junio, representantes de Burkina Faso, Costa de Marfil, Gambia, Guinea y Senegal se reúnen en Uagadugú para conversar sobre los desafíos y logros en el cumplimiento de las contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional, que reflejan el compromiso de los países con la reducción de los gases contaminantes.
El taller, el primero de este tipo en la región, está organizado por el Instituto Global para el Crecimiento Verde, junto con la Agencia Internacional de Energía Renovable y el Fondo Verde para el Clima.
El encuentro permitirá mejorar la capacitación para la implementación de las INDC, compartir experiencias y buenas prácticas, así como debatir sobre oportunidades de energía renovable y desafíos asociados en la región.
El dolor de cabeza de la electrificación rural
La cooperación regional es un paso destacable pues 60 por ciento de la población de África occidental vive en zonas rurales y depende de la leña como principal fuente de energía.
En Gambia y Senegal, una cuarta parte de la población tiene electricidad, una proporción significativamente mayor en Costa de Marfil, con 29 por ciento de hogares con luz eléctrica.
Pero en Guinea y Burkina Faso apenas tres y uno por ciento, respectivamente, tienen electricidad.
En 2017, la Iniciativa de Pequeños Pueblos (SVI) realizó talleres sobre energía en África occidental y atribuyó la falta de electricidad en la región a la generación deficiente, el elevado costo del petróleo, la falta de financiación y la transmisión y las pérdidas en la distribución.
El Informe del Estado del Acceso a la Electricidad, publicado por el Banco Mundial en 2017, señala que la energía está inextricablemente relacionada a todos los otros desafíos en materia de desarrollo sostenible, como la salud, la educación, la seguridad alimentaria, la desigualdad de género, la reducción de la pobreza, el empleo, el cambio climático, entre otros.
La Agencia Francesa para el Desarrollo reconoció los beneficios de los programas de electrificación rural: “permiten llegar a más hogares rurales y tienen un mayor impacto en la vida de los pobres rurales ofreciendo oportunidades y mejorando las sinergias entre el sector agrícola y el no agrícola”, añadió.
Reconociendo las dificultades, Bangoura destacó que el gobierno creó la Agencia para la Electrificación Rural de Guinea y lanzó un par de proyectos, como la Electricidad de Guinea, que allanará el camino para poder concretarla.
La SVI señaló que los gobiernos crearon agencias o fondos para la electrificación rural, pero que el impacto podría resentirse por la falta de fondos y de experiencia técnica, lo que requiere movilizar instituciones y expertos internacionales.
“Los problemas en este momento están en la adaptación de los textos del país a los del Acuerdo de París. De ahí la importancia del taller que se concentra en la construcción de capacidades”, destacó.
Traducción: Verónica Firme
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